miércoles, 26 de noviembre de 2014

Navidad, Reyes y el consumo sin límite

Por Verónica Duarte

Estamos ya en Navidad, se acerca fin de año y llegan los Reyes. Hasta hace pocos años, el 24 de diciembre era simplemente una cena familiar y la Noche de Reyes el momento de los regalos.
Con la llegada de la inmigración y la influencia americana y nórdica, hace unos años que Papá Noel empezó a dejar regalos también en Nochebuena. 
¿Pero qué siginificado tienen hoy estas fechas para la familia?
Hasta no hace mucho se trataba de celebrar juntos y de sentir la magia de la fiesta, pero desde hace unos años, desde que los centros comerciales empiezan a decorar sus escaparates con motivos navideños en noviembre(!!!!), diciembre se ha convertido en una carrera de comprar sin límite, tanto que muchísima gente se endeuda por encima de sus posibilidades.
Durante la última semana de noviembre los bancos comienzan a ofrecer préstamos especiales y aparecen tarjetas de crédito en nuestros buzones. 
Hemos perdido la cordura. Ya ni nos acordamos del significado de la Navidad o de la Noche de Reyes.Nos hemos subido a la marea de la compra sin límite y sin sentido y, en muchos casos, los regalos se han transformado en una vara de medir, en una competición.
Este modelo de descontrol es el que ofrecemos a los niños. Estos niños que piden por pedir, porque saben que recibirán todo y más. 
Ya no necesitan descubrir qué, de todo lo pedido, habrá tenido lugar en el trineo o en los camellos. 

No hace mucho los padres explicaban a sus hijos que los Reyes o Papá Noel (dependiendo de las tradiciones de cada familia) no podían traer todo lo que se les pedía porque tenían que hacer sitio para los regalos de todos los niños del mundo.
Pues ya no. Hoy parece que tengan un cupo ilimitado.
Se ha perdido la magia. Pido por pedir y sé que recibiré todo.

¿No será hora de recuperar la cordura?
Estamos en Navidad. Una época de estar en casa, de vacaciones escolares, de tardes de juegos y de vivir la fiesta en familia. Los regalos deberían ser sólo una parte de esta fiesta. Las casas deberían ser el lugar donde acoger a la familia y no el hipermercado del juguete.
Se trata de celebrar el encuentro, de alegrarnos por poder compartir un año más, de revivir la magia de la infancia. 
Si convertimos la fiesta en un agobio económico, si nos endeudamos, si Navidad y Reyes sólo existen bajo una montaña de regalos, es que nos hemos olvidado de su significado real y así enseñamos a nuestros niños que sin un millón de juguetes (buena parte de los cuales serán abiertos e inmediatamente olvidados) es imposible celebrar nada. 
Volvamos a la esencia, a la emoción, a la espera por un par o tres de paquetes, a la alegría porque uno de esos paquetes sí es el regalo que deseábamos...
Volvamos al origen, a la fiesta de la familia, a lo sencillo...
Ofrezcamos un modelo de coherencia. No se necesita el emporio del juguete en casa para poder disfrutar de las Navidades.Todos lo sabemos ¿a qué estamos esperando?.
Que estas fiestas sepamos reencontrarnos con el espíritu de la Navidad, del nacimiento de una nueva oportunidad para seguir compartiendo la vida en familia y entre amigos.
 

(De www.educ-es.blogspot.com, en www.diocesisdecanarias.es)

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