Luis León Barreto: “Le vamos a dejar un mundo poco grato a las nuevas generaciones”
Es uno de los escritores canarios más relevantes que ha dado el Archipiélago
Luis León Barreto (La Palma, 1949) es uno de los escritores canarios más relevantes que ha dado el Archipiélago. Está considerado por la crítica como uno de los valores más representativos de la generación literaria española de narradores del reconocido boom de los años setenta.
A Luis León Barreto se le conoce fundamentalmente por su obra narrativa y muy en especial por su novela Las espiritistas de Telde, que supuso un hito en la literatura canaria y su reconocimiento internacional. Pero su obra es muy amplia y variada. Es autor de 26 libros publicados, mayoritariamente novelas, pero también libros de cuentos para adultos, cuentos para niños, ensayos, novela negra y, en menor medida, poesía.
-¿Qué le acercó a la escritura?
“Una estancia en Londres, con 19 años. No sabía inglés, trabajé de lavaplatos y ayudante de camarero. Empecé a escribir para conjurar la soledad, de ahí salió un poemario que ganó el Premio de poesía Julio Tovar 1970 y también una novela corta, finalista del premio Sésamo en el mismo año. Llevo más de 50 años escribiendo”.
-¿Qué recuerdos conserva de la Canarias de su infancia y juventud en Los Llanos de Aridane, en La Palma?
“Eran tiempos de muchas carencias, de caciquismo, religiosidad impuesta y un ambiente muy conservador, era una dictadura. De todos modos, la infancia hace que los recuerdos mejoren. Mi padre fue directivo de la UGT en el pueblo, cosa de la que jamás me habló, me informó de esto la investigadora María Victoria Hernández hace unos cinco o seis años, porque apareció un acta donde salía su nombre. Mi padre debió pasar un miedo terrible, y nunca me dijo una palabra. De los 10 o 12 miembros de la directiva, varios fueron fusilados en cualquier carretera perdida. Creo que si mi padre se salvó debió ser porque era muy católico, y supongo que lo salvó el cura del pueblo en aquellos años de la guerra civil”.
-¿Cómo vivió la lucha antifranquista en las islas y el ambiente universitario?
“En la Universidad de La Laguna las cosas empezaron a despertar justo a raíz de mayo del 68. Pasó de ser una universidad provinciana donde nunca sucedían cosas, a registrar conatos de rebeldía juvenil, manifestaciones callejeras, correr delante de los grises… A varios compañeros los detuvieron y los castigaron, a mí no, pero mi ficha política fue incrementándose. En El Día y en La Provincia hacíamos un periodismo crítico, y tuvimos multas y expedientes. Cuando me tocó el servicio militar me enviaron a La Palma con la prohibición de solo salir del cuartel en un radio de 3 kilómetros, con lo cual no podía ir a ver a mis padres. Éramos unos ocho o diez represaliados políticos. También había algún compañero enviado allí por tráfico de drogas”.
-En 1981 publicó Las espiritistas de Telde. Desde la distancia, ¿qué cree que aportó y cómo ha visto madurar su novela más célebre y una de las obras más importantes del panorama literario canario de todos los tiempos?
“En cierto modo fue una novela pionera sobre la identidad, sobre nuestro mestizaje humano y cultural. Pedro Lezcano decía que era un buen ensayo sobre la insularidad. Fue novedosa su aportación sobre la historia de nuestra gente, sobre la cultura popular, sobre la magia de la isla, la evolución de la sociedad, etc. Sobre la luz y la sombra de las islas, sobre nuestra idiosincrasia, nuestra forma de estar en el mundo. Ese sentido alegre y dramático a la vez, como decía Arozarena los canarios no tenemos una épica, morimos de uno en uno”.
-¿Considera que el reconocimiento que obtuvo con esta obra y la gran proyección de la misma ha solapado, quizás, su obra posterior?
“Las Espiritistas de Telde tuvo mucha pegada y es cierto que ha solapado la obra posterior, algo parecido debió sucederle al amigo Rafael Arozarena con Mararía, que solapó su obra poética. Y creo que Arozarena era un magnífico poeta, pero solapado por Mararía. Yo he escrito bastantes novelas, también ensayos, libros de cuentos para niños y para adultos, fui pionero en la novela negra en 1989, con Los días del paraíso. Lo menos que he hecho es poesía. Pero me conocen por Las espiritistas, aunque creo que tengo otros libros con cierta dignidad”.
-Usted pertenece a la denominada Generación del 70, del boom de la narrativa canaria ¿cuál ha sido la principal aportación de este grupo de autores?
“Los narradores de la generación del 70 fueron los primeros que abordaron la novela ambientada en las islas. Con parentesco cercano a los fetasianos, y la admiración por Arozarena e Isaac de Vega, así como por el resto de los fetasianos y por Alfonso García Ramos, el buen periodista y novelista”.
-¿Ha sido superada esta generación?
“Cualquier generación es producto de una época, nosotros fuimos producto del tardofranquismo, escribimos con mucha intensidad en aquellos años 1970-1990 y tuvimos un importante reconocimiento de público y de crítica, en su momento escandalizamos bastante. Ahora hay auge de la novela negra y los microrelatos, lo respeto, pero habría que volver a la novela-novela”.
-¿Qué visión tiene de la literatura que se hace hoy en Canarias?
“Se escribe mucho, se publica bastante. Abundan las autoediciones, sobre todo en poesía. La calidad de lo que se publica no es alta, pero hay nombres serios como Víctor Álamo de la Rosa”.
-¿Qué opina de la oferta cultural hoy en Canarias?
“Hay bastantes cosas, hay bastantes actos. Con los talleres literarios salen cada año varias docenas de nuevos escritores, pero las tiradas son muy cortas, la escritura se ha democratizado, lo cual está muy bien. Pero los lectores no crecen en la misma medida. Hoy vender aquí 200 ejemplares de un libro es una hazaña considerable. Hay una oferta múltiple, pero el 90 por ciento de lo que se publica no tiene calidad suficiente. Claro que no soy nadie para opinar, porque hay novelas maravillosas como Cien años de soledad o La casa verde que para unos cuantos son maravillosas pero para otra gente son poco digeribles. El arte es muy subjetivo”.
-¿La cultura está en crisis?
“La cultura siempre está en crisis, porque su papel es analizar los acontecimientos, construir una rebeldía instintiva, fabricar otra realidad. Creo que lo importante es que la obra tenga capacidad de juzgar a la sociedad en la que se inscribe, en el momento histórico en que se inscribe”.
-¿Qué opina de la gestión cultural hoy en las islas y en general en España?
“La gestión cultural siempre es mejorable. Se echa mucho de menos más énfasis en la lectura, más promoción de los libros. Para el 80 por ciento de los españoles los libros son prescindibles, les resulta absurdo pagar 25 euros por una novela, prefieren ir a tomarse unas cañas. Por eso, se vende poca obra, aunque hay un sector que es lector a contracorriente, sobre todo en la franja de edad entre 16-25 años, sobre todo las mujeres universitarias.