Este jueves 14, a las 8 de la tarde, en el espacio La Real 21 de Los Llanos de Aridane serán presentados los libros Cuentos gozosos y Cuentos traviesos, de Rosario Valcárcel y Luis León Barreto, respectivamente, editados en un libro conjunto por Mercurio. Habrá intervenciones musicales de Carlos Catana y la pianista Margarita Galván
El martes 19 a la misma hora, será la presentación en La Cosmológica de la capital palmera, con la actuación musical de José Carlos Rodríguez.
LUIS LEON BARRETO ------------------------------------------------------------------------------------------correo: leonbarreto49@gmail.com
lunes, 11 de diciembre de 2017
domingo, 10 de diciembre de 2017
Una Navidad más consumista y con menos religión
Si Las Palmas de Gran Canaria es la patria del
consumo, a juzgar por el hecho de que proporcionalmente a su población tenemos
más centros comerciales que en el resto de España, desde el Día de Acción de
Gracias se nos ha metido por los ojos todo lo visualmente apetecible de la
Navidad. La fiebre se adelanta. Si Canarias no es la región con mayor renta, si
hay capitales con mayor recepción de turismo ¿cómo se explica la invasión de
grandes superficies sobre todo en la capital grancanaria, y en menor medida en
Santa Cruz de Tenerife, La Laguna y Telde? Toda suerte de árboles de plástico
adornados con sus luces y reclamos, ofertas sospechosas en el Viernes Negro,
verdaderos torrentes humanos que van hacia el espacio recién abierto, ese del
que todo el mundo habla sin parar. Un marasmo de coches y de gente, atraídos por
los escaparates, los últimos hallazgos de la imagen en movimiento, los reclamos
de las grandes pantallas para que la gente no pare de hacerse fotos, las
enormes explanadas sin árboles ni cajeros automáticos por aquello de las prisas
por inaugurar. En un rincón casi escondido hay ¡oh, milagro! una tiendecita que
ofrece libros y periódicos, cuando compré Patria,
de Fernando Aramburu, me regalaron un bolígrafo. Tuve que felicitar al
propietario del establecimiento, porque en otros centros comerciales ni
siquiera puedes comprar un periódico ni mucho menos un libro. A veces me
considero un alienígena fuera de los tiempos que corren.
La colonización cultural nos somete a una
globalización de los hábitos y de las conductas. Cierto que en nuestra tierra
todavía algunos centros nos dejan ver el clásico nacimiento con sus camellos,
sus Reyes Magos, sus pastores con las ovejitas, su río, sus figuras en
movimiento y el portal con el recién nacido, pero esta tendencia va a menos.
¿Quién se acuerda de lo que significa el Adviento de los católicos y el
nacimiento de Jesús? No se sabe en qué mes nació Jesús y la Navidad fue
establecida el 25 de enero por el emperador Constantino, porque en tal fecha se
celebraba la fiesta pagana del Sol Invicto. Estas preocupaciones parecen fuera
de lugar en un mundo cada vez más laico y que cada vez persigue con mayor
vehemencia la satisfacción individual. La valoración religiosa que antes tenían
estas fechas casi ha desaparecido en el cajón de los trastos inútiles. Al
abrigo de la presunta recuperación de la economía, vuelve el frenesí de las compras,
de picotear aquí y allá. Lo cierto es que estas fiestas tan tradicionales deberían
ser de unión familiar, de espíritu fraternal, de paz, reposo y renovación. Pero
en las cenas navideñas suele haber brotes de conflicto, de ajustes de cuentas,
de acumulación de agravios de los que te acuerdas cuando ya tienes unas copas
encima. El alcohol suelta la lengua y después de una buena comida y una
abundante bebida, la gente se desinhibe y dice cosas que debería callar, porque
a fin de cuentas todos los humanos cometemos errores, damos pie a agravios.
Dicen los que saben de estas cosas que en Navidad y en las vacaciones de verano
es cuando más conflictos matrimoniales se desencadenan, debe ser porque son
espacios en los que los cónyuges –que apenas se ven por el ritmo de trabajo y
la exigencia de la vida actual– han de verse y convivir mucho; entonces, no lo
soportan. Como siempre, en cuanto pasen estas fechas las guerras y el hambre en África van a continuar igual que siempre, pero en estos días conviene olvidar esos desastres. Tenemos que mirar con valentía y decisión el futuro, lo “nuevo”. Y hasta podemos soñar y, sobre todo, contribuir en la lucha por un mundo más bello y justo, en el que mujeres y hombres puedan vivir en paz, aprender a compartir progreso y trabajo en libertad. No podemos resignarnos a añorar tiempos pasados, que nada o muy poco nos pueden aportar. Tenemos que mirar con valentía y decisión el futuro, lo nuevo. Claro que, hoy más que nunca, en cada lugar la Navidad adquiere unas connotaciones particulares. Así en Barcelona los independentistas, con la señora Ana Colau de discreta maestra de ceremonias, han impuesto que el alumbrado de las calles sea mayoritariamente en color amarillo, como acto de protesta frente a la prisión de los líderes del interminable “procés”. En Madrid la alcaldesa Manuela Carmena anunció el nuevo espíritu que estas fiestas conllevan en la capital: «La Navidad es una fiesta, todos sabemos de origen religioso, pero que a su vez es también una fiesta de humanidad, de solidaridad. Por eso, desde el Ayuntamiento de Madrid queremos hacer lo posible para que todo el mundo que esté en esta ciudad, sea de donde sea, pertenezca a donde pertenezca, pueda disfrutar de su fiesta.”
Lo que está claro es que este tiempo se ha ido convirtiendo casi exclusivamente en un periodo de compras, días de euforia con estrés festivo y buenos deseos que lamentablemente caducan a poco de comenzar el mes de enero, la vuelta a la normalidad. De ser un tiempo de reflexión y elevación, estos días son del comercio navideño, fin de año y Reyes. Cultivamos con frenesí el regalo generalmente vistoso para impresionar pero que en realidad resulta poco práctico. Y al fondo los villancicos anglosajones que celebran la llegada de Santa Claus a la ciudad, el rojo y el blanco tomados de la publicidad de la bebida refrescante, los colorines de la iluminación de las calles, los paisajes nevados.
Tampoco los belenes gozan de la presencia que merecerían. Esta tradición que llegó de Italia y se hizo tan española y casi universal viene sufriendo rebajas año tras año por parte de aquellos que pretenden celebrar estas fechas -y desde luego aprovechar sus festivos- sin que apenas quede rastro del significado que tenía para las generaciones anteriores todo aquello de la Misa del Gallo, los villancicos en la iglesia, el frío y la lluvia del invierno. Y dentro de nada entraremos en 2018, que viene a suponer un libro en blanco, con sus promesas e ilusiones. La crisis económica va ocultándose poco a poco, aunque la pérdida de derechos ha sido lamentable. La vida, el don más hermoso que tenemos, no se nos agota en los objetos que podemos acumular. Los humanos valemos por lo que somos, y no por lo que tenemos. Así debería ser. De cualquier modo, alegría y felicidades para ustedes, lectores.
miércoles, 6 de diciembre de 2017
Un año de libros: María Remedios González y Carlos Bonino
Si en Canarias cada año se publican
más de mil libros nuevos, en noviembre se produjo la gran explosión de
presentaciones literarias. Hasta cuatro actos a la misma hora fueron convocados
en las principales ciudades, sobre todo en los jueves y viernes de cada semana.
Libros colectivos de denuncia, como Perdone
que no me calle (Centro de la Cultura Popular Canaria), con 64 mujeres que
denuncian el maltrato y la violencia de género han paseado por distintos
municipios de Tenerife, La Palma y Gran Canaria. Ha habido poesía a porrillo, ensayo,
cuentos, novela, libros digitales, libros en papel, porque el papel es el que
en definitiva proporciona apariencia a los textos y la mayoría de quienes
publican en electrónico aspiran a tenerlo también en ese formato. Sería
demencial prescindir del texto en papel, y el mercado así lo determina. El
problema es que quienes acudimos a las presentaciones culturales somos casi
siempre los mismos, y quienes compramos libros somos también un segmento muy
reducido de nuestra sociedad. Quiero detenerme en dos de esos volúmenes recientes
que difícilmente aparecerán en los medios de comunicación, dos en medio de la
barahúnda de publicaciones, pero sobre los que conviene pasar una mirada. Se
trata de Correspondencia entre Pedro
Hernández y Hernández y Félix Duarte Pérez en el archivo Familia Hernández de
Lugo, de María Remedios González, (Los Llanos de Aridane, 1965) y Delito si faltas, poesía y narrativa
erótica, de Carlos Bonino (La Laguna, 1980) Dos generaciones distintas, dos
libros diferentes.
Ella es una mujer discreta, que
prefiere pasar de puntillas, lo que podemos entender como «rata de biblioteca y
de archivos», una persona empeñada en dar memoria sobre asuntos desapercibidos
para la mayoría, pero que conforman un cuerpo de conocimiento. Licenciada en
Geografía e Historia por La Laguna, trabaja en la Biblioteca José Pérez Vidal,
que tutela el Cabildo de La Palma. Coautora de la Bibliografía de La Palma que desde 2004 viene editándose en la
Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, sus investigaciones —en
colaboración— se han centrado en otros catálogos referentes a la visita de
Alfonso XIII a la Isla, la Semana Santa de la capital palmera, y en los
repertorios sobre la producción bibliográfica emanada de José Pérez Vidal
(1907-1990), así como de Luis Cobiella Cuevas (1925-2013). Además del universo
del libro y las bibliotecas, sus trabajos —en coautoría— se han ocupado también
de la historia de la fotografía en La Palma, con un estudio sobre el estado de
la cuestión, y otros sobre algunos de sus artífices: Rosendo Cutillas Hernández
(1852–1930) y Roberto Rodríguez Castillo (1932-2016). Asimismo es responsable
de la edición de Escritos periodísticos,
selección de trabajos en prensa de Pedro Hernández y Hernández (1910-2001),
y de Folk-lore palmero: un opúsculo
para las Fiestas Lustrales del año 45 en el Archivo Familia Hernández de Lugo,
monografía que rescata la figura de Félix Idoipe Gracia, maestro de Huesca con
plaza en Tazacorte, quien ejerció una notable actividad.Ella ha rastreado en el Archivo de la Familia Hernández de Lugo como fuente de consulta para sus investigaciones. El archivo familiar —que guarda su hijo Gerardo— resulta de interés y así lo ha entendido Meme quien, de nuevo, ha acudido a esta documentación en sus dos últimos estudios: Correspondencia entre Pedro Hernández y Hernández y Félix Duarte Pérez en el Archivo Familia Hernández de Lugo y Datos genealógicos sobre Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864). El primero, Editorial Círculo Rojo, da a conocer la relación epistolar entre dos figuras del periodismo y la poesía, cronistas de su época, historiadores de la patria chica. Hace unas décadas, cuando las relaciones humanas dependían de escribir cartas, dentro de la misma Isla, dos intelectuales sustentaron su amistad mediante la comunicación postal. Asimismo, el segundo trabajo acude también al epistolario privado de Hernández y Hernández; la correspondencia cruzada con Pérez Vidal —auxiliado por Cayetano Gómez Felipe (1902-1978)—, revela el empeño por colaborar en los estudios sobre el economista y educador Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864).
A Carlos Bonino lo conocimos en un encuentro literario en Valsequillo, dentro de la Feria del Libro y la Lectura convocada por el Cabildo. En sábado de lluvia y tiempo fresco, su disertación se titulaba Cunnilingus: la literatura a través de los cuerpos. Junto a la carpa había un partido del Real Madrid y el estruendo de los pelotazos de los niños pero fue una charla juguetona, lúdica, en la que habló de la omnipresencia del sexo a través de los mensajes de la publicidad, asimismo homenajeó a los autores de referencia a la vez que pasaba revista a los tabúes y censuras que todavía persisten sobre el sexo. A sus 37, es uno de esos autores que lanzan su primer libro con ilusión y determinación, un lenguaje coloquial y urgente, a veces de realismo sucio, que prescinde de elaboraciones literarias de alta elaboración para contar historias de hombres y mujeres, encuentros y desencuentros, deseos y rupturas, masturbaciones, deseos y anhelos de comunicarse para romper las soledades a las que, como humanos, nos han condenados algunos dioses malévolos. De este modo su obra Delito si faltas (Gami Editorial) nos trae una prosa fresca, espontánea, liviana en la que entran los estados de felicidad y de melancolía que generan las relaciones. El deseo vehemente, la pequeña muerte del orgasmo, las referencias a Anaïs Nim, Nabokov, Henry Miller, D.H. Lawrence, Durrell, el Marqués de Sade y tantos otros analistas de lo genital, están en el trasfondo de este libro que es como un estallido de los deseos, las soledades, los corazones rotos y recompuestos para desear de nuevo.
“He dejado ya de poder verte: a contraluz, bañada en ámbar, el pelo recogido, una taza en la mano, tan empeñada en volverte recuerdo. Tu sexo todavía es una flor caliente, un animal oscuro, la única forma de esquivar el dolor de las cosas del mundo: para mí un par de manos blandas, pálidas, que salvan, que sanan, y tú detrás de todo, como una luz que aguarda. Pero moribunda…”, página 177. Las nuevas generaciones vienen desinhibidas en los temas sexuales, pero en el fondo siempre persiste el problema esencial: la comunicación, el deseo de trascendencia, el compartir la afectividad. Bonino recoge de los maestros el tono existencial que late por debajo, esa pequeña felicidad y esa pequeña tristeza, la fugacidad de los contactos, lo efímero del placer, la angustia y la desazón, el deseo renovado.
domingo, 3 de diciembre de 2017
Hacia el fin del delirio, quién sabe
¿Será posible
cambiar las alertas informativas sobre el tiempo en Canarias? Parece que se
produce un exceso de tanta alarma roja, naranja y amarilla, para que luego
caigan cuatro gotas. Reconociendo de antemano que no debe ser fácil hacer
predicciones sobre unas islas situadas en medio del océano, sí que deberíamos
emprender una colecta para que instalen mejor tecnología: satélites más
precisos, radares, personal especializado. Y en estos días en que el cambio
climático, la sequía y el calor juegan con nuestra paciencia hay quienes desean
ahondar la trinchera. Este rescoldo de las dos Españas debería ser calmado a
través de las urnas, pero quién sabe. Pues el señor Puigdemont afirma que habrá
que hacer un referéndum en Cataluña para salirse de la Unión Europea, ya que
tiene previsto ingresar en la confederación de Tayikistán, Kirguistán,
Uzbekistán y Kazajistán. Países con los
cuales –pese a que son de fe musulmana– ya ha firmado pactos preferentes para
la exportación de cava, butifarras, jamón del Ampurdán, manitas de cerdo bien
gelatinosas y otras delicias de su rica gastronomía. El huido ve la Unión
Europea como un club de países decadentes, que no acepta su República y por
ello anima a votar la salida. Pero el dislate va de largo, y, a fuerza de
repetir una mentira mil veces, acaba convirtiéndose en verdad.
Tengo un amigo
canario instalado en Barcelona desde hace mucho tiempo, lo más curioso es que
hace años el hombre protestaba por el hecho de que toda la enseñanza pública
sea en catalán y por eso apuntó a sus hijos en centros privados; férreo
antinacionalista, hablaba de los excesos de la Generalitat. Pero, oh milagro,
tras la insistencia y reiteración del delirio ahora lo veo convertido al
independentismo más cerril. La señora Marta Rovira, papisa del proceso, ha
incidido en la misma línea de su jefe Puigdemont y asegura que habría que a lo
mejor habría que hacer el referéndum para salir de la UE, ya que ni siquiera Malta
se ha adherido a la causa. Claro que, al día siguiente, son capaces de decir lo
contrario: que el catalanismo siempre fue europeísta. Estos chicos necesitan
psicoterapia, y una dosis de autocrítica. Puestos a inventar fórmulas para el
futuro, los patriotas ya no saben qué hacer ni qué decir. Y en la integración y
la supresión del odio se encuentran dos mujeres que no tienen inconveniente en ser
catalanas y españolas: Rosa María Sardá e Isabel Coixet.
Para no hablar de
política propongo hablar de cine, dos películas de estos días: La librería, de Coixet, y El autor, de Martín Cuenca. En un
momento en que el consumo de productos culturales se ve en dificultad, la
defensa del libro genera documentos de valor. Hace poco se proyectó El editor de libros, y ahora llega La librería; son dos películas dignas de
verse, aunque ambas puedan aparentar un
tanto amaneradas. Coixet sigue haciendo un cine valioso, no en vano esta
realizadora de 57 años mantiene originalidad y destreza. Quizá en La Librería haya acentuado el ritmo
lento de la historia, quizá le sobren unos cuantos minutos de metraje, pero sí
sabe hacer una adaptación sutil de la novela en la que se inspira. Una película
rodada en un pueblecito costero en el que se cumple el viejo dicho de que
pueblo chico, infierno grande, y frente a él aparece esa mujer llena de coraje
y dispuesta a luchar contra los prejuicios de quienes desean que todo siga
igual en aquellos años 50. Importante el papel rompedor de libros que la
librera ofrece como Lolita, de
Nabokov, y Farenheit 451, de Ray
Bradbury, que imagina un universo sin libros, sometido al pensamiento único.
Con esta cinta,
Coixet vuelve a su cine más personal y más sincero, el que pudimos disfrutar
tiempo atrás. Narra con sencillez esta historia, donde los sentimientos, las sensaciones
y el paisaje son elementos centrales. Y aflora una historia que parece antigua
pero que sigue hablando de la discriminación de la mujer. Los ricos con su
poder y su falta de escrúpulos; los pobres con las limitaciones que marcan los
poderosos; la amistad y ese amor imposible con el hombre mayor, que no llega a
cristalizar. Todo esto se halla marcado por el coraje de una persona con las
ideas claras y con la fuerza necesaria para lidiar con la adversidad. Esta directora se ha
manifestado más de una vez en contra de la alucinación –que no cesará mientras
no se cambie al director de TV3 y se intervenga en los programas docentes
encaminados al adoctrinamiento– defiende una vez más el mundo de la mujer, y lo
hace con un retrato psicológico de la protagonista, una mujer introvertida pero
valiente que se enfrenta a las estructuras siendo fiel a sí misma, desafiando
la condena de los que gobiernan la tribu, sabiendo de antemano que puede perder
la partida. Hemos de mencionar también el ejemplo ético de la actriz Rosa María
Sardá, que, ante el rumbo de los acontecimientos renunció a la distinción que
le había otorgado la Generalitat, la gran Cruz de Sant Jordi, justificando su
acción en el rumbo actual de los acontecimientos. Fue precisamente Isabel
Coixet quien comunicó el hecho en un artículo de El País; la distinción fue
devuelta el 24 de julio porque “dadas las circunstancias” la actriz no se
considera merecedora del premio. Precisamente en la película 8 apellidos catalanes, la Sardá hacía de
madre entusiásticamente independentista, aunque la secuencia era una farsa, un
esperpento total.
Los cinéfilos
estamos de enhorabuena, pues en la recta que hay desde ahora hasta
febrero-marzo vienen las mejores películas del año. Y también hay que
recomendar una cinta española, El autor,
del director Manuel Martín Cuenca, inteligente, bien construida, que
probablemente saldrá bien parada en los premios Goya. Basada en una novela de
Javier Cercas, su propuesta es intensa y convincente, hace olvidar la general
falta de talento del cine nacional. Los vericuetos de la historia son interesantes,
recuerda un poco el suspense psicológico de Hitchcock, hay un encabronamiento
progresivo del personaje central, ese perdedor sin talento que se empeña en
manipular a los demás con tal de conseguir una novela que venda millones de
ejemplares. Como si el fin justificara los medios, se empeña en manipular a
cada cual, esperando el gran triunfo. La propuesta te mantiene atento a lo que
ocurre en la pantalla, te mete en la historia, con giros perversos e
imaginativos.
(Foto: Isabel Coixet, directora de cine)
sábado, 2 de diciembre de 2017
Loving Van Gogh (poema inédito de Samir Delgado)
Van Gogh, Self-Portrait Dedicated to Paul Gauguin |
Mi cabeza es un girasol en llamas
MISTRAL hojas muertas
2 francos con cincuenta centavos
y todo sigue sin novedad
tanto en la casa como en los cuadros
cielo abeto azul mañana gris
¿no es cierto que los pintores
debían vivir todos como obreros?
las paredes violeta pálido
intenso sol la sensación
de que mi cabeza está vacía
cipreses verdes cielo rosa
cuarto creciente limón pálido
mil cuadros a cien francos
una casa de artista viña color púrpura
álamo tumba romana lila azul
los copos de nieve continúan cayendo
cielo verde cipreses coles dalias
mi silla los simples castillos en el aire
feliz de continuar siendo como soy
peonía bemoles malvarrosa girasol
martinica arabia los pescadores de islandia
bromuro de potasio nosotros los artistas
no somos más que cántaros rotos
una naturaleza muerta
29 de julio de 1890
mi querido hermano
mais que voulez-vous?
Samir Delgado, 2017
viernes, 1 de diciembre de 2017
"Patria", el libro del año
El libro de actualidad, que se ha llevado el Nacional de Narrativa, el de la Crítica, el Euskadi de Literatura y el Francisco Umbral. Su autor (San Sebastián, 1959) vive en Alemania, con muchos premios en su camino pero del que no teníamos noticia suficiente. Una historia sobre la violencia en el País Vasco, esa lacra reciente que por fortuna parece haber quedado definitivamente atrás. Así sea. Son 646 páginas de un texto apretado, vibrante, que ya viene encumbrada por la crítica, desde Iñaki Gabilondo a Mario Vargas Llosa: "Hace tiempo que no leía un libro tan persuasivo y conmovedor, tan inteligentemente concebido."
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