jueves, 30 de marzo de 2017

En la peluquería (cuento de Kjell Askildsen, Noruega)


Hace muchos años que dejé de ir al peluquero; el más cercano se encuentra a cinco manzanas de aquí, lo que me resultaba bastante lejos incluso antes de romperse la barandilla de la escalera. El poco pelo que me crece puedo cortármelo yo mismo, y eso hago, quiero poder mirarme en el espejo sin deprimirme demasiado, también me corto siempre los pelos largos de la nariz.
Pero en una ocasión, hace menos de un año, y por razones en las que no quiero entrar aquí, me sentía aún más solo que de costumbre, y se me ocurrió la idea de ir a cortarme el pelo, aunque no lo tenía nada largo. La verdad es que intenté convencerme de no ir, está demasiado lejos, me dije, tus piernas ya no valen para eso, te va a costar al menos tres cuartos de hora ir, y otro tanto volver. Pero de nada sirvió. ¿Y qué?, me contesté, tengo tiempo de sobra, es lo único que me sobra.
De modo que me vestí y salí a la calle. No había exagerado, tardé mucho; jamás he oído hablar de nadie que ande tan despacio como yo, es una lata, habría preferido ser sordomudo. Porque ¿qué hay que merezca ser escuchado?, y ¿por qué hablar?, ¿quién escucha? y ¿hay algo más que decir? Sí, hay más que decir, pero ¿quién escucha?
Por fin llegué. Abrí la puerta y entré. Ay, el mundo cambia. En la peluquería todo está cambiado. Sólo el peluquero era el mismo. Lo saludé, pero no me reconoció. Me llevé una decepción, aunque, por supuesto, hice como si nada. No había ningún sitio libre. A tres personas las estaban afeitando o cortando el pelo, otras cuatro esperaban, y no quedaba ningún asiento libre. Estaba muy cansado, pero nadie se levantó, los que estaban esperando eran demasiado jóvenes, no sabían lo que es la vejez. De manera que me volví hacia la ventana y me puse a mirar la calle, haciendo como si fuera eso lo que quería, porque nadie debía sentir lástima por mí. Acepto la cortesía, pero la compasión pueden guardársela para los animales. A menudo, demasiado a menudo, bien es verdad que ya hace tiempo, aunque el mundo no se ha vuelto más humano, ¿no?, solía fijarme en que algunos jóvenes pasaban indiferentes por encima de personas desplomadas en la acera, mientras que cuando veían a un gato o un perro herido, sus corazones desbordaban compasión. “Pobre perrito”, decían o “Gatito, pobrecito, ¿está herido?” ¡Ay, sí, hay muchos amantes de los animales!
Por suerte, no tuve que estar de pie más de cinco minutos, y fue un alivio poder sentarme. Pero nadie hablaba. Antes, en otros tiempos, el mundo, tanto el lejano como el cercano, se llevaba hasta el interior de la peluquería. Ahora reinaba el silencio, me había dado el paseo en vano, no había ya ningún mundo del que se deseara hablar. Así que al cabo de un rato me levanté y me marché. No tenía ningún sentido seguir allí. Mi pelo estaba lo suficientemente corto. Y así me ahorré unas coronas, seguro que me habría costado bastante. Y eché a andar los muchos miles de pasitos hasta casa. Ay, el mundo cambia, pensé. Y se extiende el silencio. Es hora ya de morirse.
(De www.narrativabreve.com)

miércoles, 29 de marzo de 2017

2 poemas de Miguel Hernández, 75 años después


CANCIÓN DEL ESPOSO SOLDADO

He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.

NANAS DE LA CEBOLLA



La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.




En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.




Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.




Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.




Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.




Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.




La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!




Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.




Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!




Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.




Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.




Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

martes, 28 de marzo de 2017

6 poemas de Oscar Hahn (víctima de Pinochet)


Oscar Hahn, poeta chileno, ensayista y crítico, fue detenido tras el golpe militar de Pinochet, y marchó al exilio. En 1974 se radicó en EEUU y se nacionalizó posteriormente ciudadano norteamericano, tras eso volvió a ejercer la docencia. La poesía de este autor está marcada por la ironía y por la confluencia de las cuatro grandes escuelas de la poesía chilena. Esas cuatro grandes líneas son el creacionismo de Vicente Huidobro, el surrealismo, la poesía social y política de Neruda y la poesía conversacional, irónica y prosaica de Nicanor Parra. Ganó el premio iberoamericano de poesía Pablo Neruda en 2011 y el premio nacional de Literatura de Chile en 2012.  Nacido en 1938, pertenece a la Generación del 60 y su poesía muestra la condición de exiliado permanente del ser humano.

 
Con pasión sin compasión
 
La destrucción del ser amado por el ser amado
es una práctica común desde la antigüedad
Con pasión sin compasión
La destrucción del ser amado por el ser amado
es una práctica común desde la antigüedad
 
Sábana de arriba
Me instalé cuidadosamente doblado
entre la ropa blanca del closet
Sacaste las sábanas de tu cama
y me pusiste de sábana de arriba
Te deslizaste debajo de las tapas
y te cubrí centímetro a centímetro
Entonces fuimos barridos por el huracán
y caímos jadeando en el ojo de la tormenta
Ahora yaces bañada en transpiración
con la vista perdida en el cielo raso
y la sábana de arriba aún enredada entre las piernas
 
A mi bella enemiga
 
No seas vanidosa amor mío
porque para serte franco
tu belleza no es del otro mundo
Pero tampoco es de éste.
 
 Adolfo Hitler medita en el problema judío
                                               a los niños de Auschwitz
Toma este matamoscas y extermina a los ángeles,
después con grandes uñas arráncales las alas.
Ya veo sus muñones, ya los veo arrastrarse:
desesperadamente tratan de alzar el vuelo.
Toma este insecticida. Oigo sus toses blancas
prenderse y apagarse. Una puesta de sol
o una puesta de ángeles es lo mismo sin duda
porque la noche ahora levanta su joroba
y ellos se van hundiendo lentamente en el suelo.
Levanta el pie despacio. Así mismo. Tritúralos.
Que les saquen las plumas con agua hirviendo y pongan
esos cuerpos desnudos en las fiambrerías.
Ahora me van pasando sudarios de juguete
y ataúdes con cuerda. Ahora me van pasando
las cruces más pequeñas, para que se entretengan
los infantes difuntos. Pásame el insectario,
los alfileres negros. Toma este matamoscas
y extermina a los ángeles.

Halcones
 
Los halcones de la noche
con ojos negros y grandes
te miran y no los ves
te espían y no lo sabes
hasta que un día cualquiera
te despiertas en la cama
y adentro de tu cabeza
los ves volando sin alas.

 Fragmentos de Heráclito al estrellarse contra el cielo

Heráclito vivía en un río de Éfeso
encerrado en la placenta del sueño
lejos de los dormidos de la ribera
Heráclito tenía la barba luenga
y la lengua larga para lamerte mejor
No nos bañamos dos veces en el mismo río
No entramos dos veces en el mismo cuerpo
No nos mojamos dos veces en la misma muerte
A bordo de un tonel sube el Oscuro
en dirección a los rápidos rápidos
a contracorriente de Parmérides
y desemboca en la Biblioteca de Londres
con la barba más negra y ancestros de aire
Heráclito vivía en un río de Éfeso
pero no se bañaba dos veces en el mismo río
Se bañaba en la catarata de un ojo
Se bañaba en su acuoso cuerpo
y rielaba fluía y ondulaba
Parmérides vivía en un bloque de hielo
y se bañaba siempre en el mismo bloque
El que se purifica manchándose con sangre
el que se limpia el barro con barro
en este punto trata de retornar contradiciéndose
y reingresa en las llamas acuáticas
en las aguas flamígeras que flamean
A grupas de la luz monta el Oscuro
en dirección al gran Fuego celeste
a la velocidad del sentimiento
de los que se aman a primera vista
y se destroza en astillas de hielo
contra los muros del espacio finito
embarrado de estiércol y fango estelar
Si Heráclito no tuviera hidropesía
las clínicas se llenarían de agua
las camas blancas de arroyos enfermos
si Heráclito no tuviera hidropesía
Y en el Corral de las Constelaciones
los animales luminosos disputan
los desperdicios de su cuerpo encallado
La Osa chupa la miel de sus vértebras
el Pez desgarra sus carnes con algas
y el Can entierra en el cielo sus huesos
Heráclito vivía en el éter del cosmos
y era una tempestad de aerolitos
en dirección a los Mares terrestres
Heráclito tenía el alma seca
y el vino triste y un aire soñoliento

(De la Biblioteca Digital de Aquiles Julián, República Dominicana)
 


lunes, 27 de marzo de 2017

El show de los monos aulladores


Salen las distintas especies de monos aulladores en las tertulias, en las televisiones, en los programas de telerrealidad. Son tribus dispuestas a defender el territorio, a ganar territorio ajeno, y para ello se zarandean, compiten en sus alaridos. Hay que aullar para marcar el territorio, para advertir a los intrusos. Ninguno quiere bajarse de su árbol, nadie puede llevarles la contraria, y, naturalmente, en la selva el mono más chillón es el que se lleva la audiencia. Manejando el mando de un canal a otro de los 200 disponibles, uno también se siente mono aullador que se deleita con la farsa cotidiana, pues en tertulias políticas, deportivas, concursos varios o Gran Hermano resuena el alarido de nosotros, primates. Todo es teatro, espectáculo vociferante. Pero tuve la suerte de pertenecer a una generación de periodistas que ejerció su trabajo en un periodo excitante.
Éramos jóvenes y atrevidos, y el futuro era nuestro porque Franco tenía que morir, eran tiempos de libertad vigilada y por eso padecimos algunas sanciones, multas, fichas de la policía que nos generaron dificultades a la hora del servicio militar. Pero el régimen tenía los días contados, no se puede ir contra las leyes de la biología y llegó noviembre de 1975. No sin sustos ni el temor que siempre nos generaba la casta militar, contemplamos el nacimiento de la democracia. También padecimos después la angustia que algunas mañanas nos generaba ETA matando a diestro y siniestro, yo era redactor-jefe de Diario de Las Palmas y llegaba a las ocho de la mañana cuando los teletipos empezaban a vomitar los atentados del día. Dicho esto, me reafirmo en que mi grupo generacional tuvo mucha fortuna, pues pudimos ejercer el periodismo en el periodo más hermoso de la historia contemporánea. Las dos Españas que según Antonio Machado helaban el corazón de los recién nacidos confluían al final de los setenta en una voluntad de concordia, y de este modo la reconciliación fue posible más allá de los deseos de venganza. El periodismo se convirtió en el Parlamento de Papel, consolidada la libertad de expresión fueron entrando una a una las leyes de la modernidad, por ejemplo antes las mujeres necesitaban la firma del marido si querían comprarse un coche, tardó en llegar pero fue reconocida la capacidad plena de la mujer, la ley del divorcio, el aborto, etcétera. En tiempos todavía de censura previa, padecimos alguna que otra represión por el hecho de informar, sobre todo en nuestro paso por la redacción de El Día de Santa Cruz de Tenerife, cuando éramos estudiantes en la Escuela de Periodismo de La Laguna, pero ya estábamos acompañados de nombres tan señeros como Alfonso García Ramos y Ernesto Salcedo, y de compañeros que han hecho historia.
El periodismo es el más noble y hermoso oficio, solía decir Gabriel García Márquez. Él, como otros escritores, se inició a través de los periódicos. Fue redactor, reportero de calle,  corresponsal en el extranjero. Pero hoy estamos en tiempo de rebajas, la sociedad ha cambiado, los avances técnicos han modificado el modelo, desaparece la publicidad que sustentaba la prensa escrita y nada será ya como antes. Una pregunta clave es si los medios de comunicación fabrican a la sociedad o más bien son consecuencia directa de ella. Evolucionamos velozmente, todo es rápido, todo es efímero, la pasarela se agota en cuanto pasan los quince minutos de gloria de cada cual. La realidad se vuelve una farsa grotesca, una parte de los medios son aulladores, porque hemos cambiado, estamos en los tiempos del espectáculo mediático, los medios fabrican personajillos del teatrillo cotidiano como si fueran gestores de pensamiento. En aras de conseguir audiencias a cualquier precio se lanza a la fama a toda esa gente banal e ignorante que es reverenciada hasta la saciedad. Menos mal que podemos contemplar el renacimiento de la radio, un medio fiable.

La pregunta sería ¿cómo tener una colectividad menos estúpida? Podríamos pensar que con un mejor modelo educativo, podríamos deducir que la gente, es decir nosotros, debería tener un ocio más activo con un mayor consumo de bienes culturales: lectura, arte, teatro, cine de calidad. Esto es complejo, aunque si existieran unos códigos morales en los medios, las cosas irían por mejor camino. Además, en lugares como nuestras islas -donde parte de la clase política es endogámica, se retroalimenta y se sucede a sí misma- el analista independiente puede caer en el punto de mira de quienes mandan. Estamos en la época de lo efímero, los acontecimientos son veloces, hay multiplicidad de mensajes. Pero la prensa canaria siempre tuvo un nivel de dignidad, fue refugio de escritores durante el siglo XIX y buena parte del XX.
El político debe entender que la labor del informador, del escritor, del intelectual es analizar, contradecir incluso, navegar contra corriente. Aquí hay un pleito insular indefendible, un territorio fragmentado y una clase dirigente analfabeta funcional e hipersensible. No quiere aguafiestas, prefiere cortesanos, pero la palabra crítica viene del griego y significa ser capaz de discernir, se refiere a la reacción o el juicio personal ante un tema. En la globalización hay multiplicidad de fuentes, blogs, guasaps, Faceooks, todos aullamos y el exceso de información genera desinformación. El aluvión de internet deberíamos recibirlo con reserva, pues sale barato manipular en la red, ahora sabemos que los rusos la emprendieron contra Hillary Clinton afirmando que tenía graves enfermedades, que no iba a sobrevivir si llegaba a la presidencia, siempre quedará la sospecha de que Donald Trump ganó ayudado por los del Este. Tantas cosas han cambiado que no recordamos el prestigio del que gozábamos. Hoy los toreros escriben libros, las presentadoras de televisión ganan premios literarios, los futbolistas son los gladiadores del gran circo; triunfa la barahúnda. Y las tertulias y los rifirrafes corroboran que el noble oficio se ha emputecido, no solo a nivel salarial sino en contenidos y aspiraciones. Pero también hay profesionales del periodismo dispuestos a resistir, igual que los libros y los periódicos en papel.