Y si a pesar de todo se elige vivir (o sobrevivir), se detesta
la cobardía de la gente y sobre todo al mundo armado a medida y en beneficio de
unos pocos, al que se denuncia en todos los tonos, en nombre de la libertad de
expresión o del libre albedrío, advirtiendo las influencias nefastas de todo
aquello que se vuelve absoluto, rígido y sombrío, en un orden establecido que
llega a proferir la conocida blasfemia de Proudhon: "dios es el mal",
ante los holocaustos cotidianos, la indolencia de las comunidades religiosas,
que descreen lo que suponen superado y la permanencia de la inercia en estado
de voluntad de la Academia
del mal, cual metáfora del demonismo.
El mundo pareciera que son los demás, organizados para vivir:
`la porquería universal`, devenida, hoy, en el cristianismo, donde la moral ni
la religión están en contacto con la realidad, en sus causas imaginarias (Dios,
el alma, el albedrío no libre), con efectos imaginarios (el pecado, la
salvación, la gracia, la expiación, el perdón de los pecados) y al fin una
teología imaginaria (el reino de Dios, el juicio final, la vida eterna).
Donde reina "el destripe" es peligroso dar prueba de
amor o simplemente de dignidad o valor. Por el contrario, las comunidades
aprenden, que para salvar el pellejo hay que mentir, reptar, engañar y si es
necesario matar, en nombre de la existencia imaginaria, que propone la religión
católica, hoy en plena vigencia y tendencia, ante la elección de un nuevo papa
Francisco I (Jorge Mario Bergoglio, nombre secular), instruido en la orden de
los jesuitas, fundada por San Ignacio de Loyola, Bergoglio o Francisco I, nació
en Buenos Aires, Argentina, primer papa del continente americano...con un
estilo de vida sencillo, similar al de José Mujica, se dice, ha contribuido a
sumar adhesiones a la reputación de su humildad, renunciando a la residencia
de lujo episcopal, vivía en un pequeño apartamento, utilizaba transporte
público y cocinaba su propia comida. Le gusta el tango, la ópera y el
fútbol...es hincha y socio del club San Lorenzo de Almagro.
Pareciera que hoy reina un solo mandamiento, dentro de la moral
capitalista "demoníaca", en cuanto institucionalización del mal y la
indiferencia, convertidos en dogma de ninguna fe, que rige el planeta:
"Sean Cobardes y Simuladores" pero, con naturalidad..." A pesar
de esto, pero no por esto, asistimos a una situación de crisis absoluta de los
valores: una absoluta crisis de lo absoluto. Para unos, síntoma infernal de la
confusión del mundo, el demonio y "la carne"...para otros,
realización del paraíso de la igualdad, la fraternidad y la libertad.
Finalmente, para todos, un flujo irreversible de acontecimientos, cuya
flexibilidad no consigue ocultar su extremo rigor. Referir la situación actual, con la elección de Francisco I, a
la metáfora del demonismo es una prevención, un paso más allá de las ingenuas,
oportunistas y absurdas soluciones que intentan asignarle al nuevo y quizás
último papa...pues la resurrección de dioses y demonios crece cuanto crece la
incertidumbre. En ella afloran al mismo ritmo todo tipo de creencias y
descreencias, que crecen en su propio ocultamiento.
No tengo optimismo como tampoco vitalismo. Si pensamos que en la
filosofía contemporánea hay posiciones mortuorias en vez de vitalistas, diría
que son las fundamentales. La actitud represiva, como negación de la
naturaleza, sólo puede organizarse sobre la muerte y el miedo, contra la
sumergida y oscura moralidad de los acontecimientos. Es hora de salir del miedo y la timidez del gozne, construyendo
un gran relato, con verdad de la historia, en teoría y acto. Hoy recomienza el
tiempo de una narración, del proceso de liberación, aún pendiente, pues todos
estos elementos construyen ese mosaico sobre cuya base se puede volver a contar
una historia de liberación que es absolutamente necesaria, ante la crisis del
sentido y la realización del simulacro como modo de vida.