miércoles, 30 de noviembre de 2016

El novelista Eduardo Mendoza, Premio Cervantes



El novelista Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) ha ganado el Premio Cervantes de 2016. El jurado estima que "con la publicación en 1975 de La verdad sobre el caso Savolta, inaugura una nueva etapa de la narrativa española en la que se devolvió al lector el goce por el relato y el interés por la historia que se cuenta, que ha mantenido a lo largo de su brillante carrera como novelista". Los escritores de España han ganado el premio en 22 ocasiones, México en 6, Argentina, 4; Chile y Cuba, 3; Perú, 1; Colombia, 1; Uruguay, 1; Paraguay, 1. Cuatro mujeres lo han ganado. (Tomado de El País)

TODOS LOS GALARDONADOS

 
 

domingo, 27 de noviembre de 2016

La literatura juvenil, a debate


Como se puede comprobar en los listados de libros más vendidos que aparecen en Internet, los términos de literatura infantil y juvenil están profundamente unidos en el panorama editorial español. Si a esto añadimos que muchos piensan que la literatura juvenil es un fenómeno inexistente fruto de los mercados y las editoriales, nos damos cuenta de lo difícil que es analizarla por separado.

Con la obra Matilda, de Roald Dahl pasa algo muy curioso. Es uno de los 100 mejores libros juveniles de todos los tiempos, según la revista Time y sin embargo ese libro, y en general toda la obra de Roald Dahl (con cuya mención le homenajeamos en el centenario de su nacimiento), es muy leída también por adultos. En ocasiones así, las etiquetas pueden estar de más y en literatura, como vemos en este caso, únicamente son útiles para distribuir los libros en las librerías.

Lo que no podemos negar es que la literatura juvenil está creciendo en estos últimos años: Los juegos del hambre, Hush Hush, El teorema Ktherine, Ciudades de papel, El corredor del laberinto, Las luces de septiembre, Melocotón loco, Bajo la misma estrella, Divergente, Cazadores de sombras son algunos de los libros más vendidos. Constantemente nos bombardean con abundante número de títulos y propuestas de nuevas colecciones que dan gran dinamismo a este sector. En esto tienen mucho que ver los autores porque a los consagrados a la literatura juvenil como Jordi Serra i Fabra, Alfredo Gómez Cerdá, Andreu Martín, Care Santos, Enric Lluch o Fernando Marías se han unido nuevas promesas como Felipe Juaristi, Laura Gallego, Gonzalo Moure y otros muchos más que habitualmente escriben para adultos, pero que han visto grandes posibilidades en este mercado: José María Merino, Rosa Montero, Marina Mayoral o Gustavo Martín Garzo.

Según el Ministerio de Cultura en su informe sobre la literatura infantil y juvenil del 2007 el sector más difícil es la población juvenil, de 12 a 17 años, por sus especiales características de desarrollo y socialización y las preferencias de ocio entre los jóvenes”. Ya tenemos el baremo de edad de los consumidores de literatura juvenil. Dicho informe añade: “A los jóvenes les interesan las lecturas de entretenimiento y aventuras y aquellas cuyo contenido tienen relación con sus problemas y su psicología”. A tenor de esta afirmación, nos damos cuenta de que no podemos decir que la diferencia entre literatura juvenil y la de adultos difiera en los temas ―que al final son los mismos grandes temas de todos los tiempos: el amor, la guerra, el poder, las injusticias etc.― sino en las características de los elementos narrativos, como señala Silvia Adela Kohan en su libro “Escribir para niños”. Si hojeamos cualquier libro de los citados anteriormente, podemos comprobar que los personajes son perfilados para que se identifiquen con el público al que va dirigido; la interiorización psicológica disminuye en favor de la acción y los géneros narrativos se entrecruzan y fusionan.

¿Y los jóvenes, qué libros leen en el periodo escolar? ¿Leen los que están dirigidos a ellos y son actuales? En este periodo de la Educación Secundaria es donde los alumnos tienen el primer contacto con la asignatura de Literatura y es el momento en el que abordan a los principales autores y las obras maestras de nuestras letras. Con el tradicional corpus de obras clásicas, estamos viendo que no se consiguen los índices de lectura deseados, más bien todo lo contrario: desciende el interés por la lectura, pues enseguida el alumno asocia esas obras a una imposición del profesor. En vista de ello, sería interesante contar con esta literatura juvenil en el currículo escolar, ya que tanto por su forma como por su contenido puede llegar con mayor facilidad a este sector de la población. Pedro Cerrillo en su artículo “Educación literaria y canon escolar” afirma lo siguiente:

Todo canon escolar de lecturas debiera estar formado por obras y autores que, con dimensión y carácter históricos, se consideran modelos por su calidad literaria y por su capacidad de supervivencia y trascendencia al tiempo en que vivieron, es decir, textos clásicos. Pero, junto a ellos, pueden incluirse en un canon otros libros, de indiscutible calidad literaria, que no hayan alcanzado esa dimensión de “clásicos” porque no ha pasado aún el tiempo necesario para que sea posible ese logro”.

Ahora viene el mayor problema: elegir los libros que formen el corpus literario escolar. Deberían tener unas determinadas características para cumplir un objetivo fundamental: facilitar el hábito lector. Para ello, competencia lectora y adecuación del léxico tendrían que ir de la mano. Habría que lograr un progresivo perfeccionamiento verbal de los alumnos para lo que se debe apostar por una gradación en la dificultad del léxico de las obras literarias elegidas y también en la complejidad temática, estilística y narrativa.

Esta literatura prepararía al alumnado para dar el paso hacia los grandes clásicos. Actuaría como una literatura de transición que, además, propondría un diálogo más o menos inteligente entre libro y lector. Para ello, habría que trabajar con actividades planteadas después de la lectura para comprobar el nivel de comprensión. Así se uniría el placer estético a la finalidad didáctica.

También debería ser una literatura basada en la experiencia, capaz de mostrarles conflictos propios de la juventud y la forma de resolverlos. Si la obra es de suficiente calidad, conseguirá que el joven y su entorno se identifiquen con los personajes literarios y así, ofrecerles una educación literaria más que una enseñanza de la literatura.

Y, por último, esta literatura tendría que huir de tabúes y moralinas. La necesidad interior del escritor por contar determinada historia y que todos los temas tratados con veracidad, rigor y calidad tuvieran su espacio sería lo que debería primar en la balanza.

Lo que está claro es que los índices de competencia lectora de los estudiantes españoles están a la baja, según se demuestra en el informe Pisa de 2012. Algo habrá que hacer si con la lectura de los clásicos, en la cual sin duda debe sustentarse la formación humanística de nuestros jóvenes, no acertamos. Ahora viene muy a cuento esa anécdota que corre por Internet sobre Borges acerca de cómo una estudiante le preguntó que qué podía hacer si Shakespeare la aburría:

“No hagas nada, simplemente no lo leas y espera un poco. Lo que pasa es que Shakespeare todavía no escribió para vos; a lo mejor dentro de cinco años lo hace.”

Por lo tanto quizás, mientras les llega la hora de tener madurez de pensamiento y capacidad de análisis para disfrutar de esas obras, sea posible dar cabida en las aulas a esa emergente literatura juvenil.
 
(De www.serescritor.com, artículo de Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayor)

sábado, 26 de noviembre de 2016

4 poemas de Antonio Colinas

Antonio Colinas (León, 1946) recibió recientemente el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, y anteriormente ganó el Nacional de Literatura en 1982. Partidario de una "poesía esencial" de evocación clasicista y con apego a la tradición, cree que la poesía no va a ser desbancada por nuevas formas expresivas. Poeta, novelista y ensayista es una de las voces más reconocidas de la poesía española contemporánea.


Simonetta Vespucci

Il vostro passo di velluto
E il vostro sguardo di vergine
violata.
Dino Campana


Simonetta,
por tu delicadeza
la tarde se hace lágrima,
funeral oración,
música detenida.
Simonetta Vespucci,
tienes el alma frágil
de virgen o de amante.
Ya Judith despeinada
o Venus húmeda
tienes el alma fina del mimbre
y la asustada inocencia
del soto de olivos.
Simonetta Vespucci,
por tus dos ojos verdes
Sandro Boticelli
te ha sacado del mar,
y por tus trenzas largas,
y por tus largos muslos,
Somonetta Vespucci
que has nacido en Florencia.


Giacomo Casanova acepta el cargo de bibliotecario que le ofrece, 
en Bohemia, el Conde de Waldstein
 
Escuchadme, Señor, tengo los miembros tristes. 
Con la Revolución Francesa van muriendo 
mis escasos amigos. Miradme, he recorrido 
los países del mundo, las cárceles del mundo, 
los lechos, los jardines, los mares, los conventos, 
y he visto que no aceptan mi buena voluntad. 
Fui abad entre los muros de Roma y era hermoso 
ser soldado en las noches ardientes de Corfú. 
A veces, he sonado un poco el violín 
y vos sabéis, Señor, cómo trema Venecia 
con la música y arden las islas y las cúpulas. 
Escuchadme, Señor, de Madrid a Moscú  
he viajado en vano, me persiguen los lobos 
del Santo Oficio, llevo un huracán de lenguas 
detrás de mi persona, de lenguas venenosas. 
Y yo sólo deseo salvar mi claridad, 
sonreír a la luz de cada nuevo día, 
mostrar mi firme horror a todo lo que muere. 
Señor, aquí me quedo en vuestra biblioteca, 
traduzco a Homero, escribo de mis días de entonces, 
sueño con los serrallos azules de Estambul.
 
Escalinata del palacio

Hace ya mucho tiempo que habito este palacio.
Duermo en la escalinata, al pie de los cipreses.
Dicen que baña el sol de oro las columnas,
las corazas color de tortuga, las flores.
Soy dueño de un violín y de algunos harapos.
Cuento historias de muerte y todos me abandonan.
Iglesias y palacios, los bosques, los poblados,
son míos, los vacía mi música que inflama.
Salí del mar. Un hombre me ahogó cuando era niño.
Mis ojos los comió un bello pez azul
y en mis cuencas vacías habitan escorpiones.
Un día quise ahorcarme de un espeso manzano.
Otro día ma até una víbora al cuello.
Pero tiempre termino dormido entre las flores,
beodo entre las flores, ahogado por la música
que desgrana el violín que tengo entre mis brazos.
Soy como un ave extraña que aletea entre rosas.
Mi amigo es el rocío. Me gusta echar al lago
diamantes, topacios, las cosas de los hombres.
A veces, mientras lloro, algún niño se acerca
y me besa en las llagas, me roba el corazón.
 
 
Cita con una muchacha sueca entre el Sena y los Campos Elíseos

Mis ojos eran dos nostálgicas panteras.
¿Cómo era aquella luz que endiosaba mis horas?
Agria luz esmeralda del Ganjes y del Nilo.
La luz de las manzanas salpicadas de lluvia.
La luz que hay en las puertas con picaportes de oro.
La luz que hay en los párpados de las águilas muertas.
Yo esperaba tus ojos con ojeras violáceas
mientras callaban todas las fuentes y en el cielo
mastines de azabache olfateaban las nubes.
(Qué festín el del cielo, qué gran fruto podrido)
Escuchando la lluvia que cesaba en los techos
de cinc, con los cabellos mojados, olorosos
aún por los pinares del Grand Bois de Boulogne,
-las manos escocidas de remar en el lago-
esperando en el pórtico umbroso del museo,
con los pies en la alfombra llena de vino y faunos,
quieto entre las columnas, pálido, distraído
por el gas enfermizo de aquel primer farol,
y por los carruajes, fúnebre y aristócrata
como un poeta inglés de la Romantic Revolt,
pensando en los abetos de tu país al alba,
sonriendo tristemente por no llorar tu ausencia,
cercando con mis dientes tu nombre -Kerstin, Kerstin-
mis ojos como dos nostálgicas panteras
esperaban tus ojos entre los matorrales.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Postal desde Hydra, Grecia, en recuerdo del gran Leonard Cohen

Estas pequeñas islas griegas fueron un regalo de los dioses. Patria de los trotamundos, en una de ellas recaló el gran Cohen en los tiempos en que amaba a la nórdica Marianne, y hasta allí seguimos su rastro hace unos cuantos veranos. Gloria eterna  Resultado de imagen de hydra grecia fotos grandes

lunes, 21 de noviembre de 2016

La pérdida de valores


   El progreso es necesario pero, a la vez que progresamos, en ciertos aspectos retrocedemos. Con frecuencia escuchamos frases sobre el cambio de los tiempos y la pérdida de los valores, el propio papa Francisco ha recalcado que en estos tiempos el dinero es el valor preponderante, que anula los preceptos del viejo humanismo, el altruismo, la solidaridad, la piedad, la justicia social. Cierto que ni los valores ni la moral son parámetros inamovibles, todo lo contrario: son volubles y circunstanciales. Si a la moral la definimos como el conjunto de reglas de la vida cotidiana, que guían a cada persona sobre lo que es bueno o malo, no cabe duda de que la moral es muy variable. Los valores son diferentes según las culturas, también las religiones crean unas pautas de comportamiento que difieren mucho. Por ejemplo, en países islámicos y en la India existe la tendencia en perdonar a los violadores si luego se casan con la víctima. Gran revuelo ha producido la iniciativa de Turquía para perdonar a quienes hayan mantenido relaciones sexuales con adolescentes si se casan con ellas. El matrimonio infantil es una de las formas de violencia contra la mujer, según la ONU pero lo cierto es que se da en muchas zonas de Asia y de África, existe riesgo de que esas bodas sean forzadas o sean ficticias, o que las menores consientan presionadas por sus familias, de la misma forma que en Bangla Desh y otros países miles de menores elaboran ropa que luego venden las multinacionales sin el menor pudor.    
La moral cristiana que ha impregnado los códigos de conducta en Occidente pero ya no es entendida como un cliché de normas absolutas. ¿Quién podría aceptar hace décadas los cambios de la revolución sexual, o el hecho de los matrimonios entre personas del mismo sexo? La esclavitud, la ablación o la pena de muerte han estado en vigor o siguen estándolo en determinadas áreas, pese a que son situaciones abominables condenables por cualquier humanismo. El racismo, el odio al inmigrante y el rechazo al que piensa distinto repugnan pero, como consecuencia de la grave crisis económica, la tendencia de este momento hace resurgir el pensamiento ultraderechista, tan visible desde el Brexit o la llegada al poder de Donald Trump.

    Es muy frecuente oír frases relativas a que se están perdiendo los valores, o en mis tiempos estas cosas no pasaban. Los valores morales son subjetivos, lo que para unos es moral para otros puede ser inmoral. La eutanasia o el consumo de marihuana son asuntos controvertidos, como en su día lo fueron el divorcio y el aborto. En el mundo musulmán puedes tener cuatro esposas, se supone que esas niñas han sido adoctrinadas desde muy pequeñas para aceptar esas situaciones en que la mujer es considerada un mero objeto. En Arabia Saudí y en otros países de su zona la mujer no puede conducir un coche si no está acompañada por su padre, su marido, su hermano.  
     Cada continente tiene una concepción distinta de lo que son los valores, pues estos se conciben de acuerdo con las tradiciones y las circunstancias de cada sociedad. La moral y la ética reciben muchos varapalos a través de la historia, por ejemplo los contendientes en una guerra consideran que Dios está con cada bando en conflicto. De este modo, invocan a la divinidad para justificar las matanzas, los genocidios que casi han exterminado a los pueblos. El dólar norteamericano contiene la fórmula In God we trust, en Dios confiamos, una nación que empezó a crecer tras haber expoliado y masacrado a los pueblos indígenas. Precisamente una organización de ateos ha demandado al Tesoro estadounidense ante los tribunales para que retire esa frase de la moneda nacional, porque establece un sistema monoteísta y hace proselitismo, con lo cual violaría el laicismo que establece la Constitución, esta pretensión ha sido desestimada.

     En gran parte de las naciones de África pervive la ablación, una práctica que conlleva una gran agresión a las niñas. En algunas de estas naciones han sido introducidas leyes contra tal práctica, pero dentro de la concepción islámica se sigue realizando sin mayor problema. Con todo ello, tenemos la idea de que la moral y la ética son percepciones inherentes a cualquier ser humano, pero en realidad son producto de los intereses introducidos tras las guerras, y de las tendencias de la economía. Hoy en día prevalece la idea de que los ancianos no son interesantes para el sistema porque ya no producen y porque consumen menos que los jóvenes. Un neocapitalismo salvaje ha introducido la idea de que todo vale para enriquecerse, aunque sea a costa de profundizar en las diferencias sociales, del hambre del Tercer Mundo y del derroche de recursos energéticos que están propiciando el cambio climático.
      En el mundo actual prevalece la idea de que el pragmatismo es el primero de los valores, y de acuerdo con sus dictados retrocedemos a una forma de barbarie que prima al fuerte frente al débil, al rico frente al pobre. Con rapidez nos estamos deshumanizando. El cine y los medios de comunicación, sobre todo las televisiones, nos están escupiendo las miserias humanas a cada minuto del día. ¿Cómo fomentar la cultura del esfuerzo si a cualquier advenido o advenediza de veintipocos años le pagan dinerales por contar sus secretos de cama? El caso de la anciana muerta en Cataluña a causa de un incendio por alumbrarse con velas tras serle cortada la electricidad es un ejemplo de desatención hacia los mayores, que son los seres más débiles, condenados a la indiferencia de una sociedad solo guiada por el afán de lucro. El propio progreso tecnológico agrava las diferencias entre ricos y pobres, y construye una nueva forma de soledad. ¿De qué vale tener 5000 amigos en Facebook si a la hora de la verdad estás más solo que la una?

     Nos hemos acostumbrado a dejar de lado los antiguos valores morales, y de este modo nuestro silencio y nuestra indiferencia entronizan la violencia y el expolio. Duros tiempos se avecinan para la lucha contra el cambio climático, para la idea de solidaridad entre las naciones. Las conductas antisociales y antihumanas están prevaleciendo, se generan actitudes marcadas por el egoísmo y la indiferencia que nos retrotraen a etapas del pasado. Aupados por los progresos de la tecnología hasta llegamos a creernos poderosos, inmortales. La ética, que requiere la reflexión y el pensamiento, evaluaba lo justo y lo separaba de lo injusto se está yendo al cuarto de los trastos inútiles. Tal vez porque el propio pensamiento está siendo sustituido a marchas forzadas por el exhibicionismo, la frivolidad y la idea del todo vale.