jueves, 22 de octubre de 2020

Una mujer sin prejuicios (divertido cuento de Anton Chejov)



Maxim Kuzmich Salutov es alto, fornido, corpulento. Sin temor a exagerar, puede decirse que es de complexión atlética. Posee una fuerza descomunal: dobla con los dedos una moneda de veinte kopecs, arranca de cuajo árboles pequeños, levanta pesas con los dientes; y jura que no hay en la tierra hombre capaz de medirse con él. Es valiente y audaz. Causa pavor y hace palidecer cuando se enfada. Hombres y mujeres chillan y enrojecen al darle la mano. ¡Duele tanto! No hay modo de oír su bella voz de barítono, porque hace ensordecer. ¡El vigor en persona! No conozco a nadie que le iguale.

¡Pues esa fuerza misteriosa, sobrehumana, propia de un buey, se redujo a la nada, a la de una rata muerta, cuando Maxim Kuzmich se declaró a Elena Gavrilovna! Maxim Kuzmich palideció, enrojeció, tembló; y no hubiera sido capaz de levantar una silla en el momento en que hubo de extraer de su enorme boca el consabido «¡La amo!». Se disipó su energía y su corpachón se convirtió en un gran recipiente vacío.

Se le declaró en la pista de patinaje. Ella se deslizaba por el hielo con la grácil ligereza de una pluma, y él, persiguiéndola, temblaba, se derretía, susurraba palabras incomprensibles. Llevaba en el semblante escrito el sufrimiento… Sus piernas, ágiles y diestras, se torcían y se enredaban cada vez que debía describir en el hielo alguna curva difícil… ¿Creen ustedes que temía unas calabazas? No. Elena Gavrilovna le correspondía y ansiaba oír de sus labios la declaración de amor. Morena, menudita, guapa, ardía de impaciencia. El elegido de su corazón había cumplido ya los treinta; su rango no era nada elevado, y su fortuna tampoco tenía mucho que envidiar; pero, en cambio, ¡era tan bello, tan ingenioso, tan hábil! Bailaba admirablemente, tiraba al blanco como un as y nadie le aventajaba montando a caballo. Una vez, paseando con ella, se saltó una zanja que no la hubiera salvado el mejor corcel de Inglaterra.

¿Cómo no amar a un hombre como aquel?

Y él sabía que era amado. Estaba seguro de ello. Pero un pensamiento le hacía sufrir. Un pensamiento que le oprimía el cerebro, que le hacía desvariar, llorar, no comer, no beber, no dormir. Un pensamiento que le amargaba la vida. Mientras él hablaba de su amor, la maldita obsesión bullía en su cerebro y le martilleaba las sienes.

-¡Sea usted mi mujer! -suplicaba a Elena Gavrilovna-. ¡La amo locamente con pasión torturante!

Pero al mismo tiempo pensaba:

“¿Tengo derecho a ser su marido? ¡No, no tengo derecho! ¡Si ella conociese mi origen, si alguien le contase mi pasado, sería capaz de abofetearme! ¡Un pasado infeliz y vergonzoso! ¡Ella, de buena familia, rica e instruida, me escupiría si supiese qué clase de pájaro soy!”

Cuando Elena Gavrilovna se le lanzó al cuello, jurándole amor eterno, él no se sintió feliz. Le atormentaba el dichoso pensamiento… Mientras volvía de la pista a su casa, iba mordiéndose los labios y cavilando:

“¡Soy un canalla! De ser un hombre, se lo contaría todo, ¡todo! Antes de hacerle la declaración debí revelarle mi secreto. ¡Pero como no lo hice, soy un granuja y un infame!”

Los padres de Elena Gavrilovna dieron su consentimiento para el matrimonio. El atleta les gustaba: era respetuoso, y como funcionario hacía concebir grandes esperanzas. Elena Gavrilovna se sentía en el séptimo cielo. Era feliz. En cambio, ¡cuan desdichado era el pobre atleta! Hasta el día de la boda sufrió la misma tortura que en el momento de declararse.

También le atormentaba un amigo que conocía el pasado de Maxim Kuzmich como la palma de su mano…, y que le sacaba casi todo el sueldo.

-Convídame a comer en el Ermitage -le intimaba-. Convídame o lo cuento todo… Y, además, préstame veinticinco rublos.

El infeliz Maxim Kuzmich adelgazó a ojos vistas. Se le hundieron las mejillas, y los puños se le volvieron huesudos. Su idea fija le hizo enfermar. A no ser por la mujer amada, se hubiera pegado un tiro…

“¡Soy un bribón, un canalla! -se decía a sí mismo-. ¡Tengo que contárselo todo antes de la boda! ¡Aunque me escupa en la cara!”

Mas le faltó valor para contárselo. La idea de que después de la explicación tendría que separarse de la mujer amada, era para él la más aterradora.

Llegó el día de la boda. Bendijo el cura a los novios y todo eran felicitaciones y augurios de felicidad. El pobre Maxim Kuzmich recibía los parabienes, bebía, bailaba, reía; pero era horriblemente desdichado: “¡Confiesa, pedazo de animal! Nos han casado pero todavía estamos a tiempo. ¡Aún podemos separarnos!”

Y confesó.

Cuando llegó la hora ansiada y condujeron a los desposados al dormitorio, la conciencia y la honradez se sobrepusieron a todo… Maxim Kuzmich, pálido, tembloroso, aturdido, respirando a duras penas, se aproximó tímidamente a Elena Gavrilovna, y musitó:

-Antes de que nos pertenezcamos… el uno al otro, debo…, debo explicar…

-¿Qué te pasa, Max? ¡Estás demacrado! Te encuentro todos estos días pálido y taciturno. ¿Te sientes mal?

-Yo… debo contártelo todo, Liolia… Sentémonos… Me veo obligado a anonadarte, a malograr tu felicidad…, pero ¿qué otra cosa cabe hacer? El deber ante todo… Voy a contarte mi pasado…

Liolia abrió desmesuradamente los ojos y sonrió:

-Bueno, pues cuéntamelo… Pero acaba pronto, por favor. Y no tiembles de ese modo.

-Yo nací en Tam…, en Tam… bov. Mis padres eran humildes y muy pobres… Y ahora te diré qué clase de elemento soy. Vas a horrorizarte. Espera un poco… Ahora lo verás… Fui un mendigo. Cuando niño vendí manzanas…, peras…

-¿Tú?

-¿Te horrorizas? Pues aún te queda por oír lo peor, querida. ¡Oh, qué desgraciado soy! ¡Cuando se entere usted, me maldecirá!

-Pero ¿de qué se trata?

-A los veinte años fui…, fui… ¡Perdóneme! ¡No me arroje de su lado! ¡Fui… payaso de circo!

-¿Tú? ¿Tú fuiste payaso?

Salutov, en espera de una bofetada, se cubrió la cara con ambas manos. Le faltaba poco para desmayarse.

-¿Tú, payaso?

Liolia se cayó del sofá en que se había tendido. Se incorporó. Corrió de una parte a otra de la habitación…

¿Qué le sucedía? Se llevó las manos al vientre… Por el dormitorio se expandió una risa semejante a una carcajada histérica…

-¡Ja, ja, ja! ¿De manera que fuiste payaso? ¿Tú? Maximka, palomo mío, ejecuta para mí algún número. ¡Demuéstrame ahora que fuiste payaso! ¡Ja, ja, ja! ¡Palomito de mi alma!

Así diciendo se arrojó al cuello de Salutov y le abrazó.

-¡Haz alguna payasada, querido, rico!

-¿Te burlas, desdichada? ¿Me desprecias?

-¡Haz algo para que yo lo vea! ¿Sabes también andar por una cuerda? ¡No te creo!

Mientras hablaba cubría de besos la cara del marido, se apretaba contra él, le hacía mil zalamerías, sin la menor señal de enojo. Y él, desconcertado, sin comprender una palabra de lo que sucedía, accedió de buena gana a los ruegos de su mujer.

Se aproximó a la cama, contó hasta tres e hizo la vela, con los pies para arriba, apoyando la frente en el borde de la cama.

-¡Bravo, Max! ¡Bis, bis! ¡Ja, ja, ja! ¡Eres un tesoro! ¡Hazlo otra vez!

Max se balanceó y, en la posición anterior, saltó al suelo y se puso a andar con las manos…

Por la mañana, los padres de Liolia estaban asombradísimos.

-¿Quién dará esos golpes ahí arriba? -se preguntaban-. Los recién casados deben de estar dormidos. ¿No serán los criados bromeando? ¡Hay que ver el alboroto que arman, los muy tunos!

El padre subió al piso de arriba, pero no encontró allí a nadie de la servidumbre.

Para asombro suyo, comprobó que el ruido provenía del dormitorio de los desposados. Después de permanecer un instante junto a la puerta, la empujó ligeramente con el hombro y la entreabrió. Al mirar al interior por poco se muere del susto: Maxim Kuzmich, en medio de la habitación, estaba ejecutando un arriesgadísimo salto mortal. Y Liolia, a su lado, le aplaudía. Las caras de los dos resplandecían de felicidad.

miércoles, 21 de octubre de 2020

Un poema de Antonio Arroyo, dedicado a Luis León Barreto

 

LA LUZ DEL TIME

 

A Luis León Barreto y sus Dioses palmeros

 

Desriscada armonía:

los huesos del muflón entre lajas de notas discordantes

chispean en la noche de su misterio verde.

 

Más allá el simulacro:

el abismo

pudo estar escondido en el grano de tierra,

y entre las hojas teje el platanal del alma.

 

Más acá, el no instante del Time:

las planicies huyeron al fondo del barranco

y guardaron el fósforo de los amaneceres.

 

Buscamos nuestros dioses bajo el manto quebrado

de los cielos. La luz que brilla por el día dicen no es luz

pero cierra los párpados y ahí está 


rielando para dentro

la inminente rojez que en la noche del ojo

parece un estallido.

martes, 20 de octubre de 2020

Todavía podemos inventar el futuro



Por Eduardo Sanguinetti, Buenos Aires, (*) especial para NOVA

Nuestras nuevas herramientas hacen brillar en el horizonte el espejismo de una sociedad planetaria, pedagógica y transparente, dedicada por entero a pacíficos intercambios de información... pero la obscena incrustación del rinencéfalo, seguirá reclamando su parte de barro y sangre.

Soy de aquellos para los que la verdad es la vida, de aquellos que han elegido permanecer fiel a sí mismos contra viento y marea, dispuestos a resistir las acciones de los especuladores lobistas de todos los ismos, que accionan en todo el planeta, sobre todo en este tiempo de pandemia, devenida en endemia.

Nos encontramos en un punto de inflexión en la historia. Desafortunadamente, igual que la noche sigue al día, habrá aumento atroz de muertes por Covid-19 en las próximas semanas, sumados los contagios. No es tiempo de campañas electorales. Tiempo de enfrentar al virus. Los Gobiernos deberían priorizar la salud de sus pueblos, exigiendo a los ricachones efectúen la donación... tiempo de épica y de solidaridad extrema.

El empapelado con que las nuevas biotecnologías de punta han cubierto el mundo de la realidad se cae a jirones. Para descubrir una nueva realidad, es preciso desarmar los desagües: están tapados con embriones de todo tipo y origen. No se propone nada que pueda durar más que unas horas. Vivimos una cantidad de vidas en el espacio de apenas una... a través de ciertos signos notaremos que asistimos al final de un tiempo, de una civilización, de una época.

Deviene afirmar que “nuestra señora realidad”, virgen y prostituta, natural y artificial, material e inmaterial, encarna los sueños clásico-modernos de explotación, servidumbre, genocidio, en sus formas más perversas y pervertidas, las más sórdidas y peligrosas.

¿Qué hacemos los que ya no soportamos tanto caos en el planeta? ¿Qué hacemos los que sabemos que en el día a día se cometen atrocidades de todo tipo que no toman estado público?, pues la complicidad de los medios económico corporativistas no admiten nada fuera del marco de la noticia de farándula o alguna causa doméstica, que no amerite movilizaciones y denuncias a los gobiernos, artífices de todo lo que tiene de bestial el diario oficio de permanecer en esta tierra.

¿Hasta cuándo tanto mercadeo de esclavos, narcotráfico, degradación del medio ambiente, financiamiento de guerras, genocidios filmados y visualizados por una audiencia escatológica conformada por los habitantes de las más diversas naciones y demás constipaciones?

Asistimos en nuestros días a la despersonalización de la política. Los políticos son reemplazados rápidamente por los tecnócratas al estar la política subordinada a la economía. Y los tecnócratas, esto es, los políticos procedimentales, no tienen pasado en el campo de lo político. Al menos el político tradicional tenía que dar a su clientela política alguna explicación de sus actos, el tecnócrata no da razones, sólo beneficios a quien le paga.

El alza de la pobreza y la riqueza extremas es alimentada por la pandemia de covid-19 que ha llevado a millones, principalmente en países con pueblos en estado de indigencia y en el denominado desarrollo colonizador, con deudas impagables con los extorsionadores organismos de mercaderes de la vida, a un estado de pobreza que se perpetuara quién sabe por cuánto tiempo, mientras han fundado nuevos y rápidos negocios para la élite de los degradantes macro multimillonarios.

Urgentemente deben acordarse soluciones sistémicas en este presente espantoso, camino a la nueva 'normalidad', como la condonación de deudas con FMI, un marco vinculante y multilateral para la resolución de la crisis de la deuda que aborde el endeudamiento insostenible e ilegítimo y una convención fiscal de la ONU para arreglar las lagunas en el sistema fiscal internacional.

Tengamos muy presente que las empresas multinacionales y los ricos no pagan su parte de los impuestos, lo que priva a los países de los ingresos públicos necesarios para abordar la desigualdad, lo podemos apreciar en Argentina.

Los grandes actos de corrupción, son llevados a cabo por tecnócratas que asesoran a los políticos procedimentales. Para el neoliberalismo procedimental no tiene importancia la inclusión de las mayorías en el mercado de trabajo ni de consumo. Su lógica es la de la exclusión y así, descarta mano de obra y mayores de consumidores.

No le interesa generar mayores fuentes de trabajo -que siempre traen problemas y costos- sino, concentrar dinero en menor número de consumidores, que compensan con sus abultadas compras el mayor número de clientes, antes buscados… la solución, sería crear un nuevo sistema de “Síntesis Minimalista”, donde el consumo devenga en lo básico e indispensable para todos. El tan ansiado giro de 180º, aquí-ahora-ya.

En la democracia procedimental de nuestros días esta lógica de la exclusión funciona concentrando el poder político y económico en muy pocas manos.

El mundo en el que pretendemos vivir no es otra cosa sino egoísmo, avidez, intemperancia, dilación, psicopatías, grandes expectativas de pertenencia a elites de descerebrados, devenidas en prostitución y delito perpetrado por “los peores”.

En todas las circunstancias, el gobierno no es, a lo sumo, más que un mal necesario y, en el peor de los casos, intolerable.

Las transformaciones de toda índole que son ahora precisas y urgentes no serán cosecha de los grandes poderes sino de las semillas sembradas una a una, día a día, por los ciudadanos que se dan cuenta, por fin, de que ahora sí, el destino está en sus manos. Cada amanecer es una ocasión personal para un nuevo comienzo…

En el preámbulo de la Carta de la Tierra se lee: “Estamos en un momento crítico de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro…”. Así empieza. Y así termina: “Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamamiento a buscar un nuevo comienzo”. La Carta de la Tierra se basa en el respeto y cuidado de la comunidad de la vida; en la integridad; en la justicia social y económica; en la democracia, no violencia y paz y, al final, señala los pasos más importantes del camino hacia adelante.

Puede ser uno de los documentos esenciales para inspirar acciones concretas que permitan este nuevo comienzo. Este nuevo principio, en el que todos los seres humanos sean “libres y responsables”. La comunidad intelectual, científica, académica, artística, cualquiera con ideas, decencia, corazón y coraje… debe incorporarse y situarse, como se ha indicado, en la vanguardia de la movilización de los pueblos.

Por primera vez es posible inventar, entre todos, el futuro. Juntos podemos iluminar los caminos del mañana. Como se dice en el Popol Vuh maya: “Que todos se levanten, que nadie se quede atrás”. O ¿no hay más que avidez y mezquindad en el corazón de los hombres?

(*) Filósofo y poeta 

lunes, 19 de octubre de 2020

Samir Delgado y Sandra Lorenzo, premios en Tazacorte



El Ayuntamiento de Tazacorte en la isla de La Palma ha hecho público el fallo del jurado del XXIII Concurso de Narrativa y Poesía Luis Sánchez Brito del año 2020, resultando ganadores los autores Sandra Lorenzo y Samir Delgado, en las respectivas categorías. Este certamen literario convocado en el marco de las Fiestas Patronales de San Miguel es un homenaje al que fuera cronista del municipio palmero.

 El autor Samir Delgado, poeta y ensayista, recibe este premio literario por una plaquette inspirada en la pintura del artista palmero Gregorio Toledo (Villa de Mazo, La Palma, 1906-Madrid 1980) a quien rinde tributo en varios poemas dedicados al retrato que hizo el pintor palmero de Federico García Lorca, titulado “El hombre del kimono amarillo”, actualmente localizado en Granada, y los retratos desaparecidos de María Zambrano que el artista canario realizó en los primeros años de la Segunda República.

 La plaquette literaria de Samir Delgado forma parte de un libro inédito en proceso de escritura y en el que trabaja el autor canario residente en México, titulado “La isla pintada” con textos que dialogan sobre la pintura de artistas palmeros como Cándido Camacho (1951-1992), la grabadora Carmen Arocena (1917-1963) o el acuarelista alemán Bruno Brandt (1863-1962), además del catálogo de artistas que constituyen la colección “Urs Baerlocher” del Cabildo de La Palma. Un libro de poesía sobre pintura que se vincula a los publicados por el autor como “Galaxia Westerdahl” editado por el MACEW, “Las geografías circundantes. Tributo a Manuel Millares”, “Jardín seco” (Bala Perdida editorial) dedicado a Fernando Zóbel o “Pintura número 100. César Manrique in memoriam” que obtuvo el XXV Premio Internacional de Poesía Tomás Morales en 2019.Samir Delgado (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) es licenciado en Filosofía por la Universidad de La Laguna, en 2020 recibe el Prix International de Littérature Antonio Machado en Francia. Es miembro del proyecto “Leyendo el turismo, 3 poetas” junto a Acerina Cruz y David Guijosa, además de integrante de la Revista Trasdemar de Literaturas Insulares.

sábado, 10 de octubre de 2020

3 poemas de Anne Carson (Canadá)


YO

 

Oigo pequeños chasquidos dentro de mi sueño.
La noche gotea su taconeo de plata
espalda abajo.

A las cuatro. Me despierto. Pensando
en el hombre que
se marchó en septiembre.
Se llamaba Law.

Mi rostro en el espejo del baño
tiene manchas blancas en la parte baja.
Me enjuago la cara y vuelvo a la cama.
Mañana voy a ver a mi madre.

ELLA

 

Vive sola en un brezal al norte.
Ella vive sola.
La primavera se abre como una cuchilla allí.

Yo viajo en trenes todo el día y llevo muchos libros –
unos para mi madre, algunos para mí
que incluyen Las obras completas de Emily Brontë.
Es mi autora favorita.

También mi principal temor, al que trato de enfrentarme.
Cada vez que visito a mi madre
siento que me convierto en Emily Brontë,
mi vida solitaria a mi alrededor como un páramo,
mi torpe cuerpo recortándose sobre los barrizales con una apariencia de transformación
que muere cuando atravieso la puerta de la cocina.

¿Qué cuerpo es ese, Emily, que nosotras necesitamos?

SEGUNDO MARIDO, UN ERUDITO

Las raciones escaseaban, ella hacía cola para conseguir manzanas y cerillas.
Entretanto, en su frío apartamento, él seguía traduciendo textos babilonios.
Petersburgo ya no era la capital (sino Moscú). Húmeda oscuridad
detrás de los letreros.
Las manos rompían estatuas.
La gente saqueaba incluso los cementerios.
El “Consejo en apoyo a la vida de los artistas”
servía sopa barata y trozos de pan
a escritores nocturnos con botas y chales y orejas laponas.
Junto a la sopa más de uno le decía. Me dejas de piedra.
El perro ha envejecido, susurraba entonces Ajmátova.
En casa, entretanto, el erudito le había quitado la piel a
varias palabras desconocidas.
Sus incisiones producían un sonido azul y apagado como seda.

jueves, 8 de octubre de 2020

2 poemas de Louise Glück, Premio Nobel 2020


La norteamericana Louise Glück, 77 años, ha ganado el Nobel de este año. Fue Premio Pulitzer, también obtuvo el National Book de la Crítica. No va a recibir el premio en Estocolmo ya que la gala del 10 de diciembre ha sido anulada por el coronavirus. Da clases en la universidad de Yale y en el Williams College de Williamstown. Su obra es una poesía confesional, íntima, en la línea de Anne Carson. Su mirada contiene la crudeza ante los desengaños de la vida, la depresión y el duelo. Cultiva una belleza austera, que refleja la existencia humana. 

En este mismo blog publicamos 5 poemas suyos el 19 de julio de 2019. Eran los titulados Ceremonia, El deseo, El dilema de Telémaco, Parábola de la bestia y Puerto Deportivo. 

CAMPANILLA DE INVIERNO

Sabes lo que yo era entonces, cómo vivía? Conoces

la desesperación; de este modo

el invierno debería significar algo para ti.

No esperaba sobrevivir

a la opresión de la tierra. No esperaba

despertar otra vez, sentir

mi cuerpo sobre tierra húmeda,

capaz de responder de nuevo, recordando,

tras tanto tiempo, cómo volver a abrirme

en la fría luz

de la más temprana primavera—

asustada, sí, mas de vuelta contigo

llorando sí riesgo felicidad

en mitad del crudo viento del nuevo mundo.

 

Amante de las flores

 

En nuestra familia, todos aman las flores.
Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas:
sin flores, sólo herméticas fincas de hierba
con placas de granito en el centro:
las inscripciones suaves, la leve hondura de las letras
llena de mugre algunas veces…
Para limpiarlas, hay que usar el pañuelo.

Pero en mi hermana, la cosa es distinta:
una obsesión. Los domingos se sienta en el porche de mi madre
a leer catálogos. Cada otoño, siembra bulbos junto a los escalones de
ladrillo.
Cada primavera, espera las flores.
Nadie discute por los gastos. Se sobreentiende
que es mi madre quien paga; después de todo,
es su jardín y cada flor
es para mi padre. Ambas ven
la casa como su auténtica tumba.

No todo prospera en Long Island.
El verano es, a veces, muy caluroso,
y a veces, un aguacero echa por tierra las flores.
Así murieron las amapolas, en un día tan sólo,
eran tan frágiles…

martes, 6 de octubre de 2020

Incha' Allah (Rosario Valcárcel)


INCHA' ALLAH

No soy heroína, ni reina ni princesa.

mi destino dar vueltas al sol, acarrear agua

e, igual que Caperucita, ir a buscar leña seca.

Quisiera subir alto, hacer zig zags en el cielo,

quisiera ser ave y desgajarme en el mar.

                                INCHA' ALLAH


Padre, me voy, necesito tu bendición.

Se sorprendió pero dijo: Que el profeta sea

contigo, que te proteja de malos espíritus.

Agaché la cabeza, besó mis párpados

y escuché a mi madre: INCHA´ ALLAH


Se despidieron las cabras erguidas

sobre sus patas traseras, el camello

arrodillado no paró de rumiar, los amigos

y hermanos apretujados armaron una

algarabía: INCHA' ALLAH


A golpes de tambores fui corriendo por

las dunas. Me despedí con un pañuelo de

arena que palpita, de los alminares que gritan.

La noche se vistió de viento y unas mamás

a sus bebés acurrucan en su pecho.

                        INCHA' ALLAH

Me llegó la nostalgia. ¡Ya no veré a mi madre

al despertar! Ni el mercado, ni los ágiles

acróbatas, ni el saco misterioso de serpientes.

Todos en silencio. Escucho al cuentista: pide fuerza

para auxiliar a la Princesa cautiva.

                            INCHA' ALLAH


El mar de noche es una cueva de monstruos.

Rechinaban las olas, me castañeaban los dientes.

Rogamos nuestras almas en las grietas del cayuco.

Puse las manos juntas y me puse a rezar.

No paraba de pedirle al cielo

INCHA' ALLAH. Dios lo quiera.


Entonces el mar me susurró: No te preocupes,

tu hada madrina será la isla de San Brandán,

donde los sueños se hacen realidad.

                            INCHA' ALLAH

viernes, 2 de octubre de 2020

3 poemas de Jenny Mastoraki (Grecia, 1949)

 


RESUMEN

 

Hijo, mi madre 

me ponía sobre la piel el padrenuestro

y talismanes azules de Tinos.

Tomaba una gran llave

y cerraba dos veces mis ojos.

A la mañana enumeraba los sueños

y los registraba en un cuaderno.

Ahora me exorciza

el canto en los labios

cuando duermo

y todas las noches mi cama

se convierte en un tapiz

donde borda: “Libertad o muerte”

 

LA ALEGRÍA DE LA MATERNIDAD

 

Por las noches hago trabajos peligrosos.

Ato grandes cuerdas

de ventana a ventana

y cuelgo diarios clandestinos.

Qué puedo hacer, la poesía ya no rinde.

Nos lo dijeron también otros, te dice.

Y después, hay algunos que cantan

la alegría de la maternidad.

Mi hija nació

como todos los niños.

Al parecer, tendrá también fuertes pies

para correr en las manifestaciones.

 

¿CÓMO LLEGAMOS?

 

¿Cómo llegamos a este lugar, de todos modos?

¿Qué le pusimos y qué sacamos de él?

Llevamos a nuestras espaldas

un nombre que no nos pertenece

caminos sin fin

que nunca fueron los nuestros.

Nos examinan como un zapato nuevo

que lleva alguien más

mientras soñamos con

grandes saltos sobre los mares

–en la sequía, bebes –como diciendo

¡mira, pero no toques!

¿Cómo llegaron a despilfarrarnos de esta manera?

Les pagamos hasta el último centavo

en retenciones!

Nosotros, que nunca tuvimos mucho en primer lugar,

renunciamos a todos nuestros derechos por adelantado…