miércoles, 30 de marzo de 2016

De amor y deseo (3 poemas de Safo de Lesbos)



DESDE CRETA VEN, AFRODITA

Desde Creta ven, Afrodita, aquí
a este sacro templo, que un bello bosque
de manzanos hay, y el incienso humea
ya en los altares;
suena fresca el agua por los manzanos
y las rosas dan al lugar su sombra,
y un profundo sueño de aquellas hojas
trémulas baja;
pasto de caballos, el prado allí
lleno está de flores de primavera
y las brisas soplan oliendo a miel...
Ven, Chipriota, aquí y, tras tomar guirnaldas,
en doradas copas alegremente
mezclarás el néctar para escanciarlo
con la alegría 

MUÉSTRATE, GONGULA

...
muéstrate, Gongula, que aquí te llamo
ven con tu vestido color de leche:
¡cómo vuela ahora el deseo en torno
a tu belleza!

pues con sólo ver tu pequeña capa
siento ya el hechizo, y estoy contenta
de que sea la diosa nacida en Chipre
quien te reprocha...
 
ME PARECE IGUAL A LOS DIOSES
 
Me parece igual a los dioses ese
hombre que ahora está frente a ti sentado,
y tu dulce voz a tu lado escucha
mientras le hablas

y tu amable risa; lo cual, te juro,
en mi pecho el alma saltar ha hecho:
pues te miro apenas y mis palabras
ya no me salen

se me queda rota la lengua y, suave,
por la piel un fuego me corre al punto,
por mis ojos ya nada veo, y oigo
sólo un zumbido,

me destila un frío sudor y entera
un temblor me apresa, y cual la paja
amarilla estoy y mi muerte siento
poco alejada.

Pero todo habrá que sufrirlo, incluso...
 
(Versiones de Luis López Nieves)

lunes, 28 de marzo de 2016

El miedo nuestro de cada día


La sociedad de nuestros días tiene sobre sí una amenaza, un padecimiento, un talón de Aquiles que ha venido consolidándose sin que nadie lo pueda remediar. Bajo la aparente prosperidad del Primer Mundo, con las crisis cíclicas que el capitalismo nos trae cada diez años, late el miedo. La industria del miedo es, por cierto, un grandísimo negocio. Las empresas de armamento reinan en la bolsa universal desde los atentados de París, ahora con los acontecimientos de Bélgica las grandes del sector se han revalorizado en más miles de millones de euros, sus cotizaciones han subido de media casi un 10% desde los atentados. Una cifra que contrasta con los pobres datos de las bolsas mundiales, en permanente crisis. Pero los que fabrican armas se frotan las manos, el miedo es una gran industria.

No es extraño que en el solar donde algún día será construida una gran mezquita en la ciudad de Las Palmas hayan aparecido cabezas de cerdo y otros ultrajes a la religión musulmana, hay algunos que se oponen tajantemente a esa construcción. Estamos en un mundo globalizado donde todos nos comunicamos e interactuamos cada minuto de cada día, pero hay muchas amenazas, desconfianzas, acechos. El mismo miedo que puedes sentir cuando vas a subirte a un avión y un kamikaze se hace estallar para llevarse por delante a quienes están a su alrededor, el mismo miedo que puedes sentir cuando vas en un vagón de metro y alguien pulsa los detonadores. ¿Qué sucedería si a este rincón paradisiaco, ya con 13 millones de turistas al año, este emporio del turismo invernal, esta piscina a pleno sol en enero, llegaran estos locos sanguinarios y ejecutaran un atentado destinado a empañar nuestro prestigio como anfitriones de primer nivel?

La llamada Primavera Árabe ha sido un fracaso considerable, tras los asesinatos que occidente cometió sobre gente como Sadam Hussein o Gadaffi, las cosas se han ido empeorando de manera sistemática. Pudiéramos decir que ha sido peor el remedio que la enfermedad, no se ha asentado la democracia en cada uno de los países en los que hubo revueltas, a la desorganización interna se le suma la lacra del terrorismo, los comandos no tienen inconveniente en ametrallar a turistas en las playas de Túnez o ante los monumentos funerarios de Egipto.  Y ahora una parte nada desdeñable de la prosperidad canaria se sustenta sobre la desgracia de esos países norteafricanos cuyos hoteles están vacíos.

A partir de la invocación del fanatismo, se radicaliza la intolerancia y en Europa aparecen movimientos ultraderechistas de largo recorrido. Amparados entre los seguidores de los equipos de fútbol, también en España se manifiestan de vez en cuando estos impresentables. Y, en cuanto a las prácticas religiosas, unos cuantos siglos después de que lo hicieran los católicos, hay quienes están ahora desarrollando su Inquisición particular. Estamos dispuestos a mandar a humanos a Marte pero aquí abajo regresamos a las cavernas de la tribu, de ahí la proliferación de los nacionalismos excluyentes, de las prácticas intolerantes en nombre de un Dios siempre vengativo. Como si ese Dios tuviese que ser un enemigo de cuidado, un Dios del odio.

Si bien es cierto que a la policía belga se le podría calificar de pusilánime, protocolaria, burocratizada e ineficaz, no es menos cierto que la radicalización de jóvenes musulmanes parece difícil de controlar. Hace un par de años, atravesando desde la estación de trenes hacia el centro de Bruselas, nos dimos cuenta de la omnipresencia de inmigrantes de países islámicos. Ahora sabemos que ese barrio, tan descuidado, es un nido de extremistas dispuestos a morir matando. Son cientos, acaso miles, los que han viajado desde países tan evolucionados como Gran Bretaña, Francia, Suecia, Estados Unidos o Alemania para integrarse en las filas armadas del llamado califato, un proyecto loquinario que ha estado creciendo más allá de Bin Laden y todos sus secuaces. Son chicos y chicas nacidos en entornos confortables, que supuestamente han sido receptores de una buena educación, que tienen nacionalidades occidentales y que sin embargo sienten la llamada para practicar la “guerra santa” que predican las interpretaciones más iluminadas del Islam.

En este contexto, coincidiendo con la celebración del Día de la Patria Vasca, ¿qué reflexiones nos origina el hecho de que ETA haya emitido un comunicado en el que critica los recientes atentados? No tiene límites el cinismo, pues la organización responsable de aquella terrible matanza del Hipercor de Barcelona, censura las bombas de Bélgica porque “no se pueden aceptar matanzas así, que tienen como objetivos a simples ciudadanos”.

Si en el Padrenuestro los creyentes piden el pan nuestro de cada día, debe ser que Satán nos obsequia con el terror nuestro de cada día. Por suerte, los cien mil musulmanes registrados oficialmente con residencia en Canarias –en la práctica seguramente son algunos más– son de vocación pacífica. Tienen derecho a disponer de lugares adecuados para su culto religioso, pero también nuestras fuerzas de seguridad deben practicar un seguimiento adecuado no sea que tengan la tentación de radicalizarse como ya ha sucedido en algún caso registrado en Lanzarote, y en los constatados en Cataluña, Ceuta, Melilla y otros puntos desde los que han salido jóvenes para combatir en las filas del ejército del mal.

Esta Europa en permanente fase de acoso y derribo, ahora con el problema de volver a cerrar las fronteras, con el terrible asunto de recibir a cientos de miles de refugiados, tiene un problema serio: el del miedo. Paralelamente, Canarias también tiene una bomba de relojería, la desigualdad. No en vano somos la segunda región con más paro, la que cuenta con mayor desnivel social, donde más se pierde cada año el Estado de Bienestar, donde disfrutamos una mala sanidad, una pésima educación, el fracaso escolar más alto, el consumo de la droga, los embarazos en adolescentes, el alto índice de divorcios, el aborto, la emigración de jóvenes titulados en nuestras universidades porque aquí nadie les da trabajo, etcétera. La destrucción de los servicios públicos no tiene parangón.

Nuestro paraíso canario es un tigre de papel, un coloso con los pies de barro. Nuestros empresarios se frotan las manos porque el futuro a corto plazo es óptimo, los hoteles tan repletos que quieren construir más a toda prisa como en aquella vorágine de las décadas pasadas, miles de nuevas plazas para acoger la avalancha. Pan para hoy y hambre para el mañana, advertía César Manrique. ¿Otra vez la siembra de cemento alegre?

sábado, 26 de marzo de 2016

La novelística de León Barreto (Sobre "Las espiritistas de Telde")

Por Alberto Omar Walls

[Texto leído y comentado por su autor en el Forum Literario del día 18 de diciembre de 2015 realizado en el salón del Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Santa Cruz de Tenerife. El encuentro de ese día se dedicaba al tema genérico de la epopeya, tomando como base la novela de León Barreto]

Resaltaré ahora algunos puntos concretos de la novela, ya que luego se producirá el debate entre los asistentes. Lo hago tras releer su octava edición, récord que en Canarias es casi imposible concebir en un libro, salvo que nos retrotraigamos a la enciclopedia Natura y Cultura de Pedro Hernández, aparecida en 1977. Leí por primera vez la novela Las espiritistas de Telde en 1981 y ahora, a treinta y cinco años vista, este libro de Luis se me sigue significando como una de las creaciones más impactantes de nuestra literatura hecha en las islas.
Tantos años después, la lees y te sorprende comprobar que esta novela mantenga el interés hasta el final, por lo que no ha envejecido lo más mínimo. Y, a pesar de que hay quien diga que es muy densa, creo que le alivia su peso el peculiaridad tono de indagación o suspense que baña toda la narración, también se deberá a que manifiesta una gran creatividad en su estructura técnica. En este sentido, quisiera destacar ahora solo algunos elementos que se conjugan sabiamente:

- se dan varios planos de narración, que se recomponen en la mente del lector: aparentan ser voces diferentes que narran tanto el pasado como el presente.

-dado que los planos de narración se irán juntando en una sola narración en la conciencia del lector, será él/ella quien re-componga una auténtica opinión de los hechos.

La propia técnica narrativa obligará a adoptar una vista de pájaro al final de la lectura para así recomponer el puzle narrativo a partir de la memoria. Desde esta perspectiva se solicita un lector activo, participativo, como se le llamaba antes al lector macho frente al lector hembra (pasivo), por demás expresiones obsoletas que no tienen nada que ver con el sexo del lector pero si con su actitud. Pues una actitud escuchadora, analizadora, observadora, es la que el narrador pide a los lectores activos. Porque, al fin y al cabo, el narrador solicita de sus lectores que se comporten como un jurado juzgador de lo que ante sus ojos y oídos va a acontecer. Mucho se ha escrito sobre las voces del narrador, pero aquí quiero simplificar el papel del Narrador como un personaje que baraja múltiples opciones de lo que se va contando-exponiendo, por lo que jamás lo identificaría con el Autor, ese individuo con su DNI concreto y una vida urbana específica. Son dos seres distintos. Y el Narrador puede ser lo que se quiera, polimorfo o poliego…En este elemento esencial, como en otros de la novela, prefiero observar sus comportamientos como lo haría el formalismo estructural, aceptando la novela como un todo vital, cuajado de vida propia y que se explica por sí mismo. Aunque, como es lógico, hoy día no renuncio a otras informaciones y explicaciones que me pueden llegar desde fuera o desde dentro mismo del texto; el intratexto lo llama también Stalislawski refiriéndose al libreto teatral. Óscar Tacca dice que la sustancia de la gran novela no reside solo en los recursos técnicos, pero por otro lado afirma que no podrá subsistir o vivir dinámicamente sin ellos, y se sorprende de las múltiples relaciones entre narrador/autor, a favor de la magia interna del texto creado. Todorov habla de las figuras del relato, porque sus seres, los personajes, son unidades que informan, conforman y significan dentro del contexto aparentemente cerrado que es la novela. Por simplificar:

-      quien narra el pasado es barroco y poético, quien narra el presente se transforma en una voz testimoniadora, y en algunos aspectos, como es lógico, periodística.

Muchos elementos técnicos son esenciales, pero el punto de vista es vital. Ese ojo es el de un indagador, alguien que está a la búsqueda de la verdad de los hechos ocurridos, zigzagueando siempre entre el pasado y el presente, o entre los múltiples pasados y los presentes que se diluyen ante los ojos de Enrique, el reportero..., aunque en esa búsqueda acabe desdibujando los límites entre lo real y lo imaginado.

El lenguaje, de permanente y gran riqueza, recorre las 219 páginas de la narración, pero es una riqueza léxica vívida que muestra una fuerza urgente y vital que arrastra al lector en sus emociones, paralizando su intelecto, junto a sus propias ansias de conocer la última verdad de las cosas y los hechos; pero los supuestos hechos no serán ya solo el diseccionar el cuerpo de un crimen ritual, sino el indagar en el cuerpo enfermo de una sociedad en crisis. Tal fuerza asume el lenguaje que a veces se transforma y adopta la presencia de un personaje más entre los muchos habidos en la novela. No se puede obviar a este personaje subliminal, lo que la emparenta con las grandes novelas del diecinueve.

La capacidad de indagación del reportero va paralela a esa gran mirada lúcida, tras la que se transparenta (a veces) el autor, testigo de su tiempo y de Canarias, en el devenir de otros tiempos, a la hora de registrar la condición insular canaria y rastrear en la conformación de nuestra multicultural y multirracial condición. Mestiza condición, y en su contrario, que es el obsesivo afán por la pureza de sangre, el pedigree religioso y atávico de los protagonistas y un pueblo. Ahí, quizá, épica, epopeya, drama, tragedia y lírica se den las manos como resumen de la novela contemporánea. Todo hálito penoso y asfixiante es ese algo profundamente doloroso que subyace en muchos textos que se han hecho clásicos, como las tragedias de Lorca, y que también gravita sobre este libro tremendo. Porque jugando en esos tonos, descubrimos en la urdimbre de los antecedentes de Las espiritistas de Telde (1981), el recuerdo de la anterior novela de Luis León, titulada Memorial de A.D. (1978).

Se da un extraño y patético bascular entre las buenas intenciones y sus condiciones culturales donde se fragua la tremenda deformación de esos seres doloridos espiritual, emocional y mentalmente… y atrapados por la condición heredada. Por supuesto, socialmente marginados: ¡este aspecto radicaliza por completo sus condiciones de antihéroes, pues nadie querría parecerse a ellos por muy monstruosa, atrayente y generosa que fuera la experiencia!

Es una lectura que a nadie puede dejar indiferente o indemne. Lógicamente toda lectura obliga a una participación, la del libro de Luis nos adentra en los terribles oscurantismos individuales y colectivos de nuestro propio pasado canario. Por supuesto que está presente lo mágico y lo inexplicable que baña mucho de toda nuestra cultura popular: desde santiguados, rezos, curaciones, santería liviana, arreglos de relaciones y amoríos…, hasta la brujería más declarada y manipuladora, pues esta historia va mucho más allá de lo canario, y el triunvirato formado por Africa, el Caribe y Canarias, ese área stadis tan importante en otra época, porque hunde sus raíces en lo profundo de la condición humana.

Hagamos síntesis y recordemos los personajes. Has de reconstruirlo todo, estamos en las eras de las sagas y quiero una cosa con garra para varias entregas, le dice el director del periódico a Enrique el periodista, y se envía a indagar en los extraños hechos que rodearon a la familia descendiente de Pieter Van der Walle. Los nombres se suceden, y cada uno de ellos se significa como instrumento esencial en los acontecimientos: Ariadna, Jacinto, María del Pino, Cristina, Josefa y Francisca, don Cayo Aurelio, y por supuesto Juan Camacho. Supuestamente, ante la falta de salud del primogénito se sacrifica a la hermana. ¿Pero realmente es necesario?, preguntó Ariadna, imaginando su martirio. ¿Estará ahí la base común del machismo instruido por la madre canaria, que en un tiempo sacrificaba en lo cotidiano a la hembra en beneficio del hijo? Para finalizar, repasemos las significaciones desde las relaciones binarias de los personajes:

-Ariadna y Jacinto, cara y envés de un mismo mundo.-     

-Josefa y Francisca, un misma águila de dos cabezas monstruosas, pero también doloridas y flageladas.

-      María del Pino y Cristina, los ritos de iniciación de pubertad en lo recóndito y terrible.

-      Cayo y Josefa, lo imposible en la pareja, la madre que niega el amor al otro para entregárselo al primogénito, su auténtico y lacerado amor, en un intento subliminal de encubrir el complejo de Edipo. Aquí se marca el incesto como rasgo pertinente de la brujería e hechicería.

-      Juan Camacho, mala conjunción sincrética de un destino viajero universal, la del canario en su viaje de ida y vuelta siempre punta Oeste. Por tanto, un personaje en sí mismo binario.

 -      Enrique y Raquel, que de tanto indagar, viviendo en el presente, también solapan y se ocultan entre las sombras y los destinos. Sois islas dentro de islas le dice Enrique a Raquel cuando la siente ensimismada.

 -      Y están los otros múltiples personajes, una hermosísima pléyade de  seres fielmente diseñados, que acompañan la narración y toda la  indagación en los distintos planos del tiempo.

En fin, en esta novela andamos entre la ensoñación y el terror, una mezcla perfecta para pervivir en el tiempo. Es una de las novelas más importantes escritas en Canarias, lo que la ha convertido, sin duda alguna, en un clásico.

martes, 15 de marzo de 2016

Cervantes, España y los libros

Querido Miguel: Disculpa que me dirija a ti con tamaña familiaridad, pero –por llevar  cuatro siglos en el Parnaso- te has convertido en un ser inmaterial, una especie de maestro o tutor que nos contagia a todos de una inusitada fuerza, de una razonable locura. No en vano ya perteneces al mundo superior de los espíritus iluminadores casi en la misma medida que los santos, y por lo tanto puedes ser invocado con la misma devoción que ellos. Ahora, que el 23 de abril van a conmemorarte junto con Shakespeare, y que celebramos otros 400 años de la segunda parte de tu obra excelsa, necesito hablarte.
En La Mancha tenía que ser donde te figuraras las andanzas trágicas, filosóficas y cómicas de Don Quijote y Sancho con su Dulcinea y su boticario, la biblioteca de caballeros andantes, una buena tropa de barberos y clérigos. En ese páramo horizontal a las que les cuesta trepar hacia las serranías y rectas larguísimas a través de las cuales apenas contemplas planicies de secanos, cultivos de cereal, viñas y olivos; allí donde los arroyos van secos y los ríos no tienen cauce, en esa enorme planicie que va desde Consuega a Campo de Criptana, de Puerto Lápice hasta El Toboso, de Argamasilla de Alba a Las Lagunas de Ruidera, desde Almagro a Villanueva de los Infantes, donde algunos ubican el lugar donde vivieron sus andanzas tus héroes. Hemos recorrido algunos de tus caminos, atravesamos pueblos blancos, tan silenciosos y despoblados que parecen muertos, nos apartamos de las rutas principales para indagar desde la cueva de Montesinos hasta la de Medrano, donde dicen que estuviste preso y concebiste la genial idea de echar a andar al Caballero de la Triste Figura con la increíble intención de deshacer entuertos, defender a los débiles y combatir la ignorancia que en aquella España originaba episodios de vergüenza, de algunos de los cuales no nos hemos  alejado del todo a pesar de los siglos transcurridos. La España negra del atraso y la incuria, de la barbarie inquisitorial, los caciquismos y los depredadores de lo público. ¡Cuánto tiempo ha transcurrido para que en el fondo las tribus sigan siendo cainitas igual que entonces!
En La Mancha, en esa especie de isla agachada y casi invisible como San Borondón, donde los humanos casi no están, donde incluso los perros parecen dormitar a la entrada de los caseríos, donde las mujeres cruzan sin querer observar al forastero, donde la España rural sale al encuentro con su carga de crueldades y renuncias. En la vastedad de un territorio donde palpas la insularidad de una forma impensable, una sensación de estar fuera del mundo que resulta sorprendente. En la famosa Venta donde Don Quijote fue armado caballero, y te encuentras una pareja de profesores norteamericanos de español, tan empeñados en seguir tus huellas y las andanzas de tus personajes que percibimos tu universalidad a la vez que un cierto complejo de ignorancia. Pues estas gentes algo rudas pero sabias en refranes y usos populares que viven en los pueblos y las aldeas de Castilla-La Mancha están contagiadas de tu espíritu, poseen tu misma vibración pero ¿acaso han leído tus aventuras y desventuras? 
Mucho me temo que no estemos a la altura. Ahora llega la hora de nuevos homenajes y conmemoraciones centenarias pero ¿quiénes han leído alguna de tus obras en este país de no lectores, donde el libro y la cultura son señales de nuestros déficits, nuestro maltrecho sistema educativo? Una vez más han inflado presupuestos para saraos y divertimentos sin saber muy bien para qué. Mejor dicho: para salir en el telediario e inmortalizarse en la foto, que tanto les encanta a los profesionales de estas cuitas de la apariencia. Pues los anglosajones, más prácticos y aplicados, conocen al dedillo las citas de ese otro gran escritor que es William Shakespeare. Con la diferencia de que ellos manejan las citas de su gran autor como si fuesen salmos de la Biblia. Y en cambio ¿cuántos de nosotros hemos tratado de penetrar en ese mundo tuyo, más rico y abigarrado de lo que parece?
Los territorios de La Mancha son páramos de escasos encuentros, vacíos cruces de caminos pues sólo andan por estos lugares criaturas de ficción, seguramente más sabias que las de carne y hueso pero más difíciles de localizar. En Argamasilla de Alba, por ejemplo, nos costó Dios y ayuda ubicar tu huella. Nadie estaba enterado, hasta el punto de que nos decían que preguntáramos en el ayuntamiento. Y así nos ha ocurrido en otros senderos, poco señalizados. En definitiva: La Mancha aguarda su redención, que ojalá también sea la tuya, y a partir de entonces puedas crecer en las conciencias de este pueblo sufrido, resignado, tosco y levantisco, desconfiado pero amigo de vivir la calle en cualquier momento del día y de la noche, con ganas de dormir la siesta pero también de comunicarse hablando hasta por los codos con el prójimo que acaba de conocer, un pueblo de hidalgos venidos a menos y de Sanchos enriquecidos por los servicios turísticos de la  noche a la mañana, un pueblo de insolidarios en el que cada cual que se las ventila como puede, sangres mezcladas con el ardor de invasores fenicios y griegos, romanos, visigodos, árabes, judíos y cristianos viejos. Un pueblo que muchas veces se dejó seducir por intolerancias pero con brotes de genialidad creativa, como tú mismo pudiste demostrar.
La Mancha es el alma de cada uno, una parte de nuestra alma todavía conturbada por peleas de la tribu que se resolverían si saliéramos campo a través a encontrar a gente como tú capaz de hacernos reflexionar sobre las cosas más elementales, que suelen ser las que más calan en las entrañas. Por eso, Miguel, en ella te refugias de tus penalidades y grandezas, de tus estancias en la cárcel y de tus huidas, de los encantamientos de Merlín y de toda tu corte. Por eso, querido y admirado Miguel, quisiéramos ser dignos de considerarnos hijos tuyos, discípulos y admirados lectores, loquinarios y utópicos como tu gente, desvergonzados soñadores de un mundo mejor.

(Párrafo memorable de El Quijote: Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén.)

viernes, 11 de marzo de 2016

Atlantismo y magia. Entre la Atlántida y San Borondón

El agobio del desmesurado océano necesitó tempranamente el alivio legendario, con la presencia juguetona de San Brandado o San Brandán, que según las crónicas vivió en el siglo VI, fue abad obispo de Conflert, en Irlanda, y de acuerdo con el texto novelesco de un monje del siglo XI emprendió un viaje a Escocia que lo llevó a navegar en aguas embravecidas, en busca de nuevas tierras. Rodando por las aguas él y sus compañeros descubren y evangelizan la Isla de los Pájaros Blancos que cantan las alabanzas del Señor, y que son ángeles expulsados del cielo y condenados a tomar la forma de ave. Más allá contemplan la Isla del Infierno, y después de siete años de viaje desembarcan en el Paraíso de las Delicias, entre fragancias, cantos, aguas suaves, animales mansos y frutos abundantes, en cuyo centro se alza una gran columna capaz de llegar hasta el cielo.

                Lo milagroso es que todo ello aconteciera mientras viajaban a lomos saltarines de grandes cetáceos, desde los que San Brandán era capaz de entrever esas islas voladizas que engañaban la inmensidad del agua, como si se tratara de esquirlas prodigiosas del territorio de los atlantes, aquel que –según Platón- fuera hundido en sólo una jornada por la cólera de los dioses. Como es lógico, la Iglesia repudia esta leyenda, calificada de “deliramenta apocrypha” pero ello no fue obstáculo para que los marinos de muchas naciones creyesen firmemente en la isla de San Borondón, tanto que fue señalada en los mapas. Hubo testigos que afirmaron haber bebido agua de sus arroyos, y hasta fue reivindicada por Portugal como posesión suya, y objeto de expediciones de conquista desde Canarias, las últimas en el siglo XVIII. Todavía en la década de los 50 del siglo XX un fotógrafo llamado Manuel Rodríguez Quintero creyó obtener su imagen, y la publicó en el ABC. El cronista de El Hierro José Padrón Machín también creía ciegamente en esa isla voladiza y a fe que era difícil convencer a quienes la han contemplado de que según los expertos la isla Aprositus, Encubierta o Non Trubada, es una acumulación de nubes, un espejismo, el efecto de una refracción de la luz solar entre La Palma y El Hierro.

                Sacudido violentamente por las convulsiones de la historia –saqueos de piratas, epidemias, hambrunas- pronto quedó hecho pedazos el mito de las islas afortunadas sobre las que descendía el maná de miel y leche, según contaban los autores griegos y latinos.

                Uno de los rasgos principales del temperamento insular es la introspección. Para esta sangre bastarda, hija de las tentaciones de la orilla, producto del cruce de los navegantes que vienen de conquista, de paso o son expelidos hacia estas costas por los naufragios, la mejor alternativa ante el mundo consiste en practicar el ejercicio de mirar hacia adentro, ensimismarse, lo cual también significa vivir desafiando tensos campos de electricidades contrapuestas.

                La escasez de espacio genera una presión cotidiana en una sociedad poco vertebrada, de criaturas en soledad se constituye como el único medio posible para afirmar el propio espacio, para evitar el infierno de diluir tan temible océano circundante y totalizador. Así, pues, es ésta la tendencia más común ante el síndrome de inseguridad que proporcionan las aguas, por donde siempre vino la depredación, la incertidumbre y la zozobra de una vida que estuvo edificada sobre la fragilidad, a expensas de la economía y de la política decididas en el continente. El síndrome de la ocultación: “Si le digo, le engaño…” Ver hacia adentro, pensar hacia adentro, crecer hacia adentro es una tendencia poco natural; tal vez por ello los antiguos pobladores neolíticos fomentaron la leyenda de que de las pequeñas tierras esparcidas a muchas jornadas de navegación no resulta fácil despegarse, y quien lo intenta ha de ofrendar a cambio la muerte de su alma.

                Además, al igual que otros pueblos prehistóricos los primeros habitantes de las islas fueron instruidos en la idea de que algún día habrían de llegar desde la inmensidad del océano otros hombres que les mostrarían prodigios, y entre ellos los secretos de la navegación, que ellos habían extraviado en cuanto fueron abandonados en tales peñones con las lenguas cortadas, y el dictado de no volver jamás a sus orígenes de los valles y las montañas bereberes. Y vien qsue vinieron los mallorquines, los normandos, los gallegos (en el siglo XVI llegan naos gallegas a La Gomera y aún hoy existe en el norte de La Palma una pequeña población llamada precisamente así, Gallegos) y también los castellanos, pero sobre todo los hombres de la Baja Andalucía, componentes de las fuerzas que desembarcaron con la cruz en una mano y el arcabuz en la otra.

                Se precisa el milagro, la gente recurre a la magia cuando se siente agobiada por el pulso de la realidad, y ello ocurre con frecuencia. En Canarias hay una tradición de aparecidos, luces de ánimas, curanderos y brujas sanadoras, símbolos masónicos incluso en la iglesia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma, templo masónico de Santa Cruz de Tenerife, monumento masónico en la Plaza de España de la capital palmera a un sacerdote amigo de los masones. Heredamos ciertas prácticas mágicas de los aborígenes, como el uso cicatrizante de la sangre del drago, y rituales favorecedores de la lluvia siempre escasa como la Fiesta de la Rama en Agaete, así como apuntes ceremoniales de culto solar) y esos elementos se entremezclan con la poderosa tradición mágica del Mediterráneo, la del mal de ojo compartida por los pueblos cristianos y los islámicos, así como la Santa Compaña de Galicia y los espíritus favorecedores. Elementos arcaicos de la cultura popular como los Ranchos de Animas en los que participaban incluso los esclavos negros de los ingenios de azúcar y sus descendientes, y con las meigas y tristezas de la música lánguida importada de Portugal. Tanto en la arquitectura como en la gastronomía y el folklore, la vinculación con Madeira y Portugal es evidente. La plantación de caña de azúcar la dirigían portugueses, y en el habla popular hay numerosos portuguesismos, tanto en el lenguaje campesino como en el marinero. Además, al haber históricamente tan pocos médicos en los pequeños centros urbanos –sólo debían tenerlo el obispo y los corregidores, el inquisidor y los aristócratas que gobernaban los mayorazgos- en los territorios marginales que quedaban dentro de las propias murallas de la ciudad así como en los andenes y junto a las cuevas prehispánicas, en los riscos y vaguadas, en los terrenos quebrados y ásperos del interior pronto florecieron los curanderos, las yerberas y las hechiceras que conocían los rudimentos del arte de la sanación, en los que tanto se incluían las plantas medicinales como las pócimas de amor. Pero sobre todo ello es la impregnación de los rituales amasados en las Antillas por los esclavos la que activa el subconsciente mágico del insular, y –pese a la dictadura de Primo de Rivera- hace florecer centros de investigación teosófica en las primeras décadas de este siglo, centros de espiritismo a los que acudía no sólo el pueblo llano e inculto sino también la alta sociedad que tenía como pasatiempo recibir y enviar mensajes a los seres desencarnados. Consecuencia de este ambiente es el crimen ritual del 29 de abril de 1930, en el que una joven es asesinada por los miembros después de una invocación al más allá, en el transcurso de la cual se presentó el espíritu del hermano mayor con su propia voz.

                El pintor Manolo Millares, importante miembro del Grupo El Paso y renovador de la estética con sus homúnculos y sus arpilleras, decía que las autoridades y la burguesía de Canarias son especialistas en la negación de la cultura, y denominó a este fenómeno “técnica de la mezquindad.” Lógicamente se refería a actitudes de los años 50, en plena oscuridad de la postguerra. Habría que preguntarse si ya en el siglo XXI ciertos mecanismos se mantienen, pese a que en su día el entonces presidente del gobierno regional, Manuel Hermoso, dijera que “la sociedad necesita escritores críticos como Galdós.” De la técnica de la mezquindad se pasa fácilmente a la técnica de la ruindad, un mecanismo aún más perverso puesto que ahora ha crecido el nivel de vida, somos un paraíso turístico que dispone unos presupuestos importantes, hay fondos con los que cultivar a ciertos cortesanos.

                Hablábamos de la magia popular, emparentada y fortalecida con rituales afroamericanos como el vudú, que tanto ayuda a trasponer el océano en un santiamén: De Canarias somos / de La Habana venimos / no hace un cuarto de hora / que de allí salimos. La magia blanca y la magia negra que configuran el grueso de los procesos inquisitoriales, pero que no consigue frenar el Santo Tribunal, a pesar de sus ruidosos procesos y de los ajusticiados en las hogueras de la ciudad de Las Palmas.

                Magia como sueño y como vuelo poético para intuir otros mundos. De este modo, el paisaje del mar –gratificante y obsesivo a la vez, porque se le entiende tanto como camino abierto hacia otros hombres como límite y tenaza- está presente en la tradición literaria de las islas.

                Si bien en nuestros más de cinco siglos de existencia ha sido el mar nuestro auténtico paisaje, ahora puede pensarse que el verdadero entorno de las islas es el aéreo. No en vano en los tiempos de la aldea universal es por el cielo por donde llegan las comunicaciones. Y sobre todo por el aire cruzan los ingenios mecánicos que disponen de la auténtica capacidad de liberación física y psicológica para cuantos habitan en un espacio insular: la cola de los aviones que cruzan con tanta insistencia los cielos de las tierras afortunadas.

                La cola de un avión es el mejor espacio de cada isla, pues por ella los insulares ejercen a veces su imprescindible ejercicio de ir y volver sobre el mar, como si fueran cocodrilos acomodados a las aguas cenagosas del fondo de un río, incrustados con rotundidad en el lecho, y que –como ejercicio expiatorio- de vez en cuando necesitan remontarse a la superficie, llenar sus pupilas con la luz, tomar oxígeno, quedarse repletos de aire para ser capaces luego de volver a la madriguera en la que han de seguir viviendo.

                El Atlántico tenebroso y compulsivo es nuestro líquido amniótico que mediante el cordón umbilical de la isla nos sigue atando a la realidad. ¿O será acaso que nos vincula con la irrealidad?

                (Intervención en la Universidad de Santiago de Compostela, congreso La mirada atlántica, abril de 1995) 

martes, 8 de marzo de 2016

La Purificación (Contra la Ablación, en el Día de la Mujer)



Rosario Valcárcel

Grito para que la ablación sea solo un mal sueño.

Cómo iba a imaginar que era la fiesta de mi Purificación
si era un ritual de regocijo, de danzas y cantos donde
                   germinaba el pasado.
Tatuaron mi cuerpecito de amarga henna,
invocaron al espíritu, batieron palmas.
El aire me agarraba de la mano.
Celebraban la llegada de una media hechicera.
No podía entender el color de sus ojos centenarios
                   o si era amiga o enemiga.
Cómo iba a imaginar que era la fiesta de mi Purificación
si inundaron el silencio de risas, tambores y timbales.
El destino me trajo chillidos de hiena,
                   olor a ataúdes.
Me abrió la entrepierna a la sombra de un dátil
y con una vieja hoja de afeitar cortó la raíz de mi deseo.

Águilas y buitres revoloteaban
enloquecidos al olor de la sangre, al rumor que evoca
                   la muerte.
Cerré los ojos e igual que un pájaro en una trampa
                   aleteé como una loca, grité, lloré.

-¡Aguanta, aprieta los dientes o nunca encontrarás marido!
Castró mi sexo como a los burros del desierto,
colocó cerrojos a mis labios vivos.
Convirtió mi sonrisa inocente en una sonrisa macabra.
                  Desgarró la carne de mi alma.
Cómo iba a imaginar que era la fiesta de mi ablación,m
que a mis ocho años una de las peores cosas de mi vida
                  había sucedido.

(Del libro Himno a la vida, Nace, en vías de traducción al alemán)

lunes, 7 de marzo de 2016

Marzo (Pablo Neruda)

El mes de Marzo vuelve con su luz escondida 
y se deslizan peces inmensos por el cielo, 
vago vapor terrestre progresa sigiloso, 
una por una caen al silencio las cosas. 

Por suerte en esta crisis de atmósfera errabunda 
reuniste las vidas del mar con las del fuego, 
el movimiento gris de la nave de invierno, 
la forma que el amor imprimió a la guitarra. 

Oh amor, rosa mojada por sirenas y espumas, 
fuego que baila y sube la invisible escalera 
y despierta en el túnel del insomnio a la sangre 

para que se consuman las olas en el cielo, 
olvide el mar sus bienes y leones 
y caiga el mundo adentro de las redes oscuras.

Cien sonetos de amor - Poemas de Pablo Neruda

El libro resucita, el e-book languidece

¿Alguien se acuerda de cuando se daba por hecha la muerte del libro en papel? Los gurús digitales lo condenaban como un anacronismo que en pocos años sería reemplazado por el libro electrónico. Si alguien lo ponía en duda, le trataban de romántico, en plan insulto.
Han pasado los años y el hecho es que después de crecer muy rápidamente, como casi todo lo que parte de cero, los libros digitales se estancaron en seguida -en España, apenas sobrepasan el 5 por ciento del mercado-. Ahora las ventas han empezado a caer en casi todo el mundo, hasta el punto de que en Gran Bretaña se han dejado de vender los dispositivos para leerlos, los e-readers, porque ya no hay demanda. Incluso la multinacional Amazon, que lanzó una campaña global para convencernos de que comprásemose-books -y le resolviésemos así su problema de costes y almacenamiento-, está ahora abriendo librerías por todo el mundo para vender libros en papel.
El libro impreso, mientras tanto, está creciendo otra vez, superado el bache de la recesión económica, que era lo que realmente le estaba causando problemas. Como dijo Mark Twain cuando publicaron su esquela antes de tiempo, las noticias de la muerte del libro han resultado ser exageradas.
Dan ganas de hablar ahora de la muerte del libro digital, pero sería caer en la misma equivocación. El libro electrónico tiene su nicho comercial y lo conservará. Para algunos géneros (enciclopedias, informes, anuarios) y algunos usos (leer en el metro, de pie o en cama) puede ser más útil que el libro de papel. Era un debate sin sentido y sigue siéndolo.
Me parece más interesante, en cambio, preguntarse el porqué de esta resistencia del libro. No es una cuestión romántica como el revival de los discos de vinilo, que no pasa de ser un culto nostálgico minoritario. El libro resiste por motivos prácticos. Para empezar, tiene la ventaja de ser un objeto. Como tal, despierta el deseo de posesión, mientras que un libro electrónico no deja de ser simplemente un archivo informático, una abstracción invisible hasta que uno lo abre. La portada y el formato del libro en papel, a los que tantos esfuerzos han dedicado siempre los editores, funcionan como reclamos y anclas de la memoria, individualizan el texto, le proporcionan una personalidad. A cambio, el e-reader ofrece la posibilidad de llevar en un dispositivo cientos de libros digitales. Pero leer no es como escuchar canciones que duran como media tres minutos. La lectura requiere un cierto compromiso de tiempo y concentración profunda, por lo que tener acceso a cientos de libros, salvo que uno esté escribiendo una tesis doctoral, es innecesario, incluso un estorbo.
Y luego está el acto mismo de leer. Los estudios que se han hecho apuntan a que se recuerda con más facilidad lo leído en papel, algo que a estas alturas todos hemos podido experimentar. La posición del texto en la página funciona como un mapa mental y el cuerpo completo de las letras en tinta se imprime, quizás, mejor en la memoria que los píxeles de una pantalla.
Pero, sobre todo, un libro es un objeto simple. Como el cepillo de dientes o el exprimidor de naranjas, ofrece ventajas que sus variantes eléctricas no pueden replicar. No requiere instrucciones ni mantenimiento ni recarga ni está sujeto a cambios de formato. Incluso si se deteriora es fácil y barato de reemplazar. Y esa es, pienso yo, la lección más profunda del debate sobre la muerte del libro: que a la hora de valorar una tecnología que ha existido durante muchos siglos hay que tener cuidado de no confundir lo anacrónico con lo eterno, porque a veces se parecen. (De La Voz de Galicia)

sábado, 5 de marzo de 2016

Sin gobierno y sin Europa

La ex duquesa practica el arte de la desmemoria, yo soy una chica a la antigua, yo no sé nada, mi marido es el que lo manejaba todo con mucha decencia, mi único pecado es estar tan enamorada que nunca, nunca, le pedí explicaciones sobre el río de dinero que entraba en casa. La hermana del Rey ignoraba cuanto personal doméstico tenía en su casa, desconocía sus gastos familiares, de dónde se pagaban sus viajes de recreo a Brasil o los safaris africanos. La gestión la llevaba su maridito, o los asesores de la Casa del Rey, o los antiguos socios, o las secretarias que decidían a su capricho. ¿Servirá para algo este proceso por tantas infamias y tantas corrupciones si a la infanta le están poniendo todos los puentes de plata hacia el olvido, si el fiscal es su mejor abogado defensor? Mientras tanto, aquí estamos a lo mismo, mareando la perdiz. Dispuestísimos a ir a votar en junio y otra vez en Navidades, porque toca que la rueda siga corriendo. Y es que la vida política nacional se ha convertido en un avispero, una exhibición de odios, rencores, revanchismos. Cada cual a lo suyo, sin propuestas para resolver la cuestión.

Tras unas elecciones con mucha fragmentación del voto, en países tan serios como Dinamarca o Bélgica han estado meses, incluso años, sin gobierno. ¿Significa esto que debemos adaptarnos a la idea de ir de nuevo a las urnas el 26 de junio y en pleno diciembre navideño porque nuestros políticos no saben hacer otra cosa que insultarse y desprestigiarse en vez de intentar limar asperezas y ahorrar al ciudadano el espectáculo poco edificante de ir a votar sin saber para qué sirve su voto? Mientras por casa seguimos entre dimes y diretes, Europa está también en pleno cambalache. Los británicos amenazan con irse si no se les aceptan sus condiciones, que consisten básicamente en elevar la desconfianza hacia los que vienen de fuera. Menos prestaciones sociales, menos inmigrantes en casa porque quitan el trabajo y la comodidad a los aquí nacidos. Y los refugiados siguen llamando con estruendo a las puertas del continente próspero, que les pone cada vez más dificultades para ingresar en el club de los ricos.

Parece también claro que entra en riesgo de quiebra el proyecto de la Unión Europea, antes Comunidad Europea, antes Mercado Común, iniciado tras la II Guerra Mundial para intentar buscar la paz, el trabajo y la prosperidad en un continente que se había desangrado en tremendas contiendas. Las grietas son ahora mismo tremendas, hemos entrado en una fase de romper lo que se estaba tejiendo con tanta dificultad y reticencias en los países más prósperos, siempre desconfiados de los países del sur, ahora más desconfiados todavía de la legión de inmigrantes que llaman a la puerta. Además tenemos la alegría secesionista en regiones como Escocia y Cataluña, que batallarán una y otra vez por su independencia. Parece que las tribus están empeñadas en volver a las cavernas. ¿Seguirían en la Unión y en el euro en caso de lograr la secesión? El siglo XXI plantea retos tan tremendos como el de la movilidad de las personas más allá de las fronteras, el golpeo del terrorismo islámico, la pérdida de derechos sociales tras la grave crisis, la privatización de la sanidad, el deterioro del Estado de Bienestar. Y en nuestro caso particular plantea el grave asunto de cómo llegar a un pacto de Estado en educación y cómo atajar la falta de empleo, en particular la falta de empleo para jóvenes que han salido de universidades y a los que la sociedad solo les ofrece la opción de emigrar.

El bloqueo político de España ¿tiene arreglo? Un país con pluralidad de fuerzas políticas no tiene que ser ingobernable, pero hay que desarrollar algo que aquí está ausente: la cultura del pacto. Por ejemplo, en Dinamarca ahora gobiernan los centristas, tercera fuerza política del país con solo un 19 por ciento de los votos. Están en minoría, pero apoyados por un partido de extrema derecha. Asimismo en Holanda hay una gran fragmentación en un país con poca población. Aquí también se imita el modelo alemán: hay una coalición potente entre conservadores y socialdemócratas, es decir entre las fuerzas equivalentes a PP y PSOE. Hay costumbre de formar combinaciones de distinto signo, la gobernabilidad supone negociar, ceder. Igualmente en Noruega los pactos de gobierno son parte de la normalidad, y es frecuente que la extrema derecha nacionalista y antieuropea entre en los gobiernos y ayude a la estabilidad democrática. En Europa las mayorías absolutas son poco frecuentes.

En Suecia el gobierno actual está conformado por socialdemócratas y verdes. Por norma general, en este país las mayorías se articulan en torno a dos y a tres partidos. Cuando los socialdemócratas han sido enviados a la oposición, se han formado coaliciones entre conservadores, liberales y centristas. En las naciones del Este también se dan las coaliciones, así en la República Checa tres partidos se reparten las funciones de gobierno. Pero son los alemanes los que tienen una más larga tradición de grandes pactos. Ahora mismo la señora Merkel tiene ministros tanto de su propio partido, CDU, democracia cristiana conservadora, como del SPD, el partido socialista. En las últimas elecciones el apoyo de los socialistas impidió la repetición de los comicios, y en la oposición quedaron los comunistas y los verdes. Del mismo modo, en Austria se da mucho pluralismo, y el gobierno se forma casi siempre con una coalición entre socialistas y conservadores. Además tenemos el caso de Italia, donde la crisis es permanente, los gobiernos duran muy poco y ha habido pactos con cuatro y hasta con cinco formaciones distintas. Y Bélgica, país casi partido por la mitad en dos comunidades antagónicas, ha llegado a estar casi año y medio sin gobierno.

Por otro lado, la crisis de la Unión ha demostrado que la división es ya más sobre principios fundamentales que sobre políticas concretas. Por ejemplo, cuando el primer ministro húngaro dice que no aceptará emigrantes que no sean cristianos, está olvidando la Carta de Derechos Fundamentales que prohíbe discriminaciones por la religión. Y a los políticos, sobre todo a los nuestros, hay que pedirles ejercicios de imaginación y generosidad para alcanzar acuerdos, para eso les pagamos. Para que hagan política, es decir que practiquen el arte del pacto.