Rosario Valcárcel
Grito para que la ablación sea solo un mal sueño.
Cómo iba a imaginar que era la fiesta de mi Purificación
si era un ritual de regocijo, de danzas y cantos donde
germinaba el pasado.
Tatuaron mi cuerpecito de amarga henna,
invocaron al espíritu, batieron palmas.
El aire me agarraba de la mano.
Celebraban la llegada de una media hechicera.
No podía entender el color de sus ojos centenarios
o si era amiga o enemiga.
Cómo iba a imaginar que era la fiesta de mi Purificación
si inundaron el silencio de risas, tambores y timbales.
El destino me trajo chillidos de hiena,
olor a ataúdes.
Me abrió la entrepierna a la sombra de un dátil
y con una vieja hoja de afeitar cortó la raíz de mi deseo.
Águilas y buitres revoloteaban
enloquecidos al olor de la sangre, al rumor que evoca
la muerte.
Cerré los ojos e igual que un pájaro en una trampa
aleteé como una loca, grité, lloré.
-¡Aguanta, aprieta los dientes o nunca encontrarás marido!
Castró mi sexo como a los burros del desierto,
colocó cerrojos a mis labios vivos.
Convirtió mi sonrisa inocente en una sonrisa macabra.
Desgarró la carne de mi alma.
Cómo iba a imaginar que era la fiesta de mi ablación,m
que a mis ocho años una de las peores cosas de mi vida
había sucedido.
(Del libro Himno a la vida, Nace, en vías de traducción al alemán)
Uno de mis poemas preferidos de la autora Rosario Valcárcel.
ResponderEliminarSin duda, estimado Juan Calero, es muy bueno y sobre todo muy especial en el Día de la Mujer Gracias
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