viernes, 23 de julio de 2021

 



Un libro de relatos del escritor Rubén Mettini, argentino residente en Gran Canaria, fue presentado este jueves 22 en un espacio de la calle Juan de Quesada, 22. La dichosa pandemia hace que los actos culturales se conviertan en actos clandestinos, con un aforo muy reducido y con el temor de muchos a asistir por la posibilidad de contagio. Innecesarios e imprescindibles es el título del libro, basado en cuadros de Hopper, y publicado por Ediciones Garoé. Mettini nació en Buenos Aires, 1948, y es licenciado en Economía y Filología Románica. Durante su adolescencia y juventud pasó temporadas en la ciudad de Mar del Plata, luego vivió en Barcelona, e hizo publicaciones tanto en catalán como en castellano. Su primera novela se titulaba De vidas encastradas (1998). Trabajó como informador de diversas editoriales y también ha ejercido como traductor. En 1992 ganó el premio de Teatro Ciudad de Alcoy y en 2012 el XI Premio Odisea de Literatura, con su novela Tres noches. Alicia Llarena, profesora de la ULPGC, hizo un comentario elogioso del nuevo libro, que reinterpreta con fortuna la obra del pintor norteamericano. También participó la pianista Elba Sosa Rivero, así como la directora editorial María Yuste, de Ediciones Garoé. 


lunes, 19 de julio de 2021

Escritoras jóvenes de Canarias: Ylenia Perera (Las Palmas de GC)


No merezco tus costumbres

ni tus miedos
ni tampoco los ladridos
de los collares de tus perros
ni las tardes que se frenan
como aviones sin tiempo
ni los clavos que se tuercen
en tu cruz vacía y silenciosa.
No merezco, no,
que en la noche moribunda
tú me olvides
como si fuera nadie
y aparezcas luego,
cuando soy el viento,
para ceñirme el velo,
para encordarme.


Yo confieso

He besado a un hombre que callaba
en sus labios el rocío de todos los tiempos,
y Dios sabe cuánto disfruté de sus formas:
espolón, cuadrado, lluvia de colores.
Nos deslizamos por el mundo
con el discurrir de las estaciones,
en valles donde el viento traía
una suave cadencia de velos blancos y arroz.

He amado a un hombre. Y ese hombre no es cualquiera:
es el Hombre,
el Artífice de un paraíso que es solo nuestro,
la libertad prisionera a la que unos cantaron,
por la que otros murieron
en una noche del alma muy oscura y serena.

Y es por eso
que si yo fuera mujer y fuera mujer el hombre
o si yo fuera hombre y él mujer
o yo mujer y él hombre
todavía lo amaría, la amaría,
por la forma en que siguiera
descorchando ámbar fósil
del fondo de la tierra,
porque él se presentó sin cadenas
con la antorcha ardiente del Robo
para quemar mis cadenas.

Yo amo a un hombre. A un hombre
que llueve suavemente sobre la ciudad
cuando la tarde ambarina vomita sus escombros
sobre rosales que florecen.

Sobre la auxiliaridad

Era un hombre por definición, pero designaba infinitas realidades: connotaba la inmensidad del universo y superaba las quinientas acepciones. Era singular en su vivienda y plural en las casas de los otros; adjetivo, para la novia y los amigos; sustantivo, para la madre y el padre. No con todos ellos concordaba ni con todos compartía sintagma.

Para su perro, adyacente tierno, era siempre verbo imperativo, núcleo oracional eterno e inmutable. Para él mismo era un verbo en gerundio, que se deslizaba, temeroso, hacia el futuro. Para todos los que no he nombrado, carecía de significación primaria.

Era una unidad semántica con tantas variantes contextuales como distinta fuera su posición. Fiel a su categoría en solitario, se transponía, tembloroso, al besar otras palabras. Fue tal el poder de sus metamorfosis lingüísticas que terminaron por ver en él poco más que un significante vacío nutrido de la esencia de otros signos.

Un día creyó, frente al espejo, que se había contagiado del mal de la desemantización. Pero no era cierto. Una cosa es el significado primario y otra el referencial. Un signo se compone de significante y significado. Todo el que vive es verbo y dicen que en los verbos no existe la auxiliaridad.

(Tomado de www.algomasqueliteratura.wordpress.com)

sábado, 17 de julio de 2021

Poemas de Ainhoa Navarro Kühn (Las Palmas GC, 2001)

 


se vive más ligero sin este peso encima

pero qué peso dirás Ainhoa qué hablas tú te escuchas
cállate tú qué sabrás de lo que es el sentir

la culpa no me da vergüenza 
la culpa no me da vergüenza el puritanismo sí,
vengo a confesarme: 

me regocijo en saber lo que fui y nunca volveré a ser 

Dios, no aguanto más la agonía de este cuerpo 

si pudiera descoser cada una de las cicatrices volvería a reconstruirme 
sería pájaro o polilla que de tanto ansiar la luz se quema con ella 
si me dieran a escoger me escogería mil veces a mí 
cómo era antes de todo este desastre dirás y por qué no tornas el tiempo atrás dirás hablarás
esperarás una contesta que no pienso darte 
(porque no puedo) (porque eso sí que me aterra) (cómo he conseguido amarme si esta mente está enferma)

si mi mente se descompone cuánto le queda a mi cuerpo, Señor

un rezo no me salvará de esta
pero qué guapa iré caminando al cielo 
ábranme las puertas, que llego 

lunes, 24 de junio de 2019

metástasis


A small boy and his infantry
Marching around so naturally
Shouldn't have done that
Depeche Modla poesía es revolución
la poesía es revolución
la poesía es revolución
así que a la mierda la poesía
yo no quiero ser musa yo no quiero ser poeta mamá
estoy cansada de esto
quéescribocómoloescribo
te odio
como los dientes de leche y un bebé que llora
me apena pensar que no me valorases
soyinsectoartrópodotarántula
no te voy a dejar beber mi veneno como cura
ahora que no me tienes quiero que me odies
como el sudor pegajoso y los días de calor
regodéate en la utopía de poder tenerme
abrazarme mimarme como un cachorro abandonado
deja de mirarme con esos ojos de corderito deja de mirarme quién te crees que eres tus ojos son feos tus ojos no me ven sólo me miran
si supieras quién soy realmente
huirías
como el ratón del gato el gato del perro
eres mi pesadilla que se muerde la cola en todas las horas a solas
la poesía es revelación
la poesía es revelación
la poesía es revelación
es una hostia materna en tu rosada mejilla que te dice "eres un cabrón no deberías haber jugado conmigo"
que quien juega con fuego se quema pero yo soy ceniza
no me queda nada no queda nada no soy nada
quiénsoyaquiénleescribo
soy un tumor cancerígeno
soy una mole que crece y es fea y es odiosa y trae pena y roba vida y se extirpa
por qué jugaste conmigo si me perdiste
eres un tramposo no sabes mantener cara de poker no sabes jugar no pudiste jugar conmigo
así que pídeme perdón
aquiénleescribonoquieroescribir
soy un juguete y me rompo necesito arreglarme
MENTIRA
todo lo que lees es mentira
todo lo que lees es poesía
todo lo que lees es un escupitajo en el suelo
todo lo que lees es todo lo que te habría hecho si me hubieras dado la oportunidad


lunes, 18 de marzo de 2019

pseudopoesía


mi cuerpo no es un templo en ruinas

tengo la forma precisa en el momento exacto
guardo la herencia del mármol
mi corazón se ha vuelto de arcilla,  pronto no quedará ni polvo
repito: mi cuerpo no es un templo en ruinas
está cerrado por reformas

mi templo tiene el mismo horario de visitas que un burdel

el arte es todo aquello que pude haber sido y no he creado
perdón, me describo:

mis brazos son dos alas negras
mi pico no es dorado, me lo han callado a piedras
mis garras curvas se han tornado líneas rectas de tanto arrastrarme
mi silueta, ahora, es un animal herido

mis dedos son ramas de un árbol naciente
en mis clavículas pían los retoños de los cuervos que crié
es primavera
es primavera
es primavera
y mis hojas caen
con la misma violencia que los pájaros que aprenden a volar

el mismo mecanismo de autodestrucción que persigue a los humanos
arranco mi pico, arranco mis alas
arranco mis dientes, me doy cabezazos

mi cuerpo no es un templo en ruinas
pero me piden que lo cierre por demolición

(Tomado de su blog     seamosinstantes.blogspot.com)

Los narradores canarios y Vargas Llosa


Para mí las primeras novelas de Mario Vargas Llosa constituyeron un equipaje imprescindible en aquella etapa iniciática en la que también devoré todo lo que pude de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Alejo Carpentier, Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges, Bioy Casares, Donoso, etcétera. La riqueza del idioma latinoamericano, la vitalidad de un continente abrasador, un Macondo que se expansionaba en nuestros  corazones, y admirábamos aquella claridad verbal, el entusiasmo descriptivo, la vitalidad americana. Nos creíamos capaces de capturar la utopía. Era lógico que así fuera, pues los vínculos Canarias-América Latina han sido muy intensos por las emigraciones, por el idioma, por la gastronomía, por la agricultura que los palmeros ejercieron en Cuba, en Venezuela, en la República Dominicana, en tantos sitios.

Devoré sus primeras novelas, desde La ciudad y los perros, La casa verde y Conversación en la catedral: una tríada poderosísima, sorprendente. También fue lectura temprana aquella monumental Historia de un deicidio, de 1971. Luego vinieron otros títulos, Pantaleón y las visitadoras y La guerra del fin del mundo. Más tarde hemos leído Lituma en los Andes, del 93; Elogio de la madrastra, en el 88, y La fiesta del Chivo, del 2000.

En MVLL siempre destacó su gran rigor, el afán de trabajar como un obrero muchas horas diarias. Carlos Barral contó que aunque se fuera de vacaciones unos días a la playa en Calafell, Tarragona, siempre llevaba la máquina de escribir con él y nunca dejaba de ejercitarse. Gabo con su mono de mecánico en las noches de Barcelona.

·         A través de los grandes autores latinoamericanos chupábamos la novela francesa del XIX, la Generación Perdida norteamericana, los guiños de Kafka y Beckett, el clasicismo decimonónico desde Flaubert a Tolstoi y Dostoievski, la modernidad desde Dos Passos a Faulkner, desde Hemingway a Scott Fitzgerald. Impresionante caudal nos brindaban los autores del llamado “boom”.

Tuve un conocimiento temprano de la obra de Vargas Llosa. En la ciudad de Las Palmas se publicó Agresión a la realidad, libro editado por Inventarios Provisionales a raíz del entusiasmo de J.J. Armas Marcelo. El propio Mario se sorprendió de que tuviéramos referencia de esos ensayos que constituían aquel libro.

Al comienzo de los años 70, en el periódico La Provincia le hice una entrevista a Mario Vargas Llosa donde se solidarizaba conmigo porque la censura me había prohibido Estamos abriendo caminos en la noche, novela finalista del premio Sésamo en 1970 que nunca fue editada pero que dio pie a mi primera novela publicada, Ulrike tiene una cita a las 8, Akal Editor, Madrid, 1975.

JJ Armas Marcelo era la punta de lanza, Inventarios era un grupo fantástico que rompimos por errores juveniles. Se distribuyó La canción del morrocoyo, de Alberto Omar, a nivel nacional, Distribuciones de Enlace. Con el apoyo de Carlos Barral se hicieron cosas importantes, por ejemplo fue convocado el Premio Canarias de novela, donde fue accésit Carlos Edmundo de Ory. Hubo en aquella ocasión un jurado excepcional: Artur Lundkvist, Mario Vargas Llosa, Barral, etcétera.

En aquellos primeros años setenta hicimos varias visitas a Barcelona, curiosamente aquella Barcelona era una ciudad más próxima a nosotros que Madrid, era una ciudad más abierta, más burguesa, más liberal, más europea que Madrid, la viva imagen de la gris dictadura. Proximidad a París, a Milán. Ambiente más evolucionado. La progresía, la Gauche Divine, el Boccaccio. El Mediterráneo era un lugar prodigioso.

En aquellas fechas tuvimos encuentros con Gabriel García Márquez, Ana María Moix y Colita, Juan Marsé y otros intelectuales de primer nivel.

Recorrimos el Barrio Gótico, los lugares de diversión en que Picasso se había inspirado

Nosotros, como Generación de los 70, estábamos creciendo. Sin haber firmado manifiesto alguno, convergíamos en la necesidad de cambio, de luchar contra la censura. Descubríamos Canarias como espacio literario, su paisaje, su historia, su eclecticismo, su mestizaje, su identidad ambigua. Con afán épico, con ironía, con perspectiva fundacional.

Como novelista, Mario Vargas Llosa está ahí. En la primera fila. Su evolución ideológica ha sido notable, y la he compartido con menor entusiasmo. El es un clásico de la literatura universal, y supongo que cualquier año le darán el Nobel. Si no se lo dan, peor para la propia historia del Nobel, que está guiada por acontecimientos sorprendentes. En los últimos años, parece que la Academia Sueca va a remolque de la literatura Light, por eso quizá han premiado a gente como Elfriede Jelinek, Darío Fo, Saramago, Günter Grass, Coetzee, Harold Pinter. La vuelta al compromiso en tiempos en el compromiso está fuera de toda onda.

Mario Vargas Llosa es el rigor y el hipnotizador a través de la palabra.

Para la literatura universal, fue una suerte que Mario perdiera su aventura política, que no lograse su aspiración de presidir su país. Este aparente fracaso rescató al mejor Vargas Llosa, capaz de darnos después de su incursión en la política obras tan inolvidables como La fiesta del Chivo.

(Foto: en los años 70, en una entrevista de Vargas Llosa y LLB, periódico La Provincia)


domingo, 11 de julio de 2021

Vértigo (cuento)

 


Desde la pantalla de su ordenador se asomó al inmenso vacío, que sin embargo aparecía repleto de entidades con distinto grado de luminosidad. Manejando el zoom y los mandos arriba y abajo, de derecha e izquierda, pudo jugar a adivinar el gran enigma del universo. Pensó en el Big Bang, la explosión generadora de tantísimos cuerpos celestes, los agujeros negros, la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica.

Algún día habrá de emigrar la raza humana cuando vivir en la Tierra ya sea insoportable. ¿En cuántos mundos hay gente parecida a nosotros con la que podemos compartir el enorme peso de la soledad? No conocía la teoría de la relatividad, ni la mecánica cuántica estaba al alcance de su mente. Tampoco le resultaba fácil comprender que en el universo existen cosas tan pequeñas que miden la diezmillonésima parte de un milímetro.

Como el cosmos se halla en permanente expansión, se preguntó de qué manera redefinir el tiempo y el espacio. ¿Si alguien pudiese desplazarse a la velocidad de la luz, a trescientos mil kilómetros por segundo, podríamos retroceder a las civilizaciones perdidas, podríamos encontrarnos con Buda, Cristo, Mahoma, los apóstoles y los profetas?

Enredado en palabras poco usuales –los quarks, las partículas subatómicas, los gravitones, fotones, gluosones, bosones- llegó a la conclusión más elemental: se hallaba perdido. Su mente era incapaz de ver algo en tal maraña. Creyó entonces que cuando las mujeres tuviesen sus hijos arriba en el espacio, estarían fundando una nueva especie condenada a no regresar jamás a la Tierra. En ausencia de gravedad, los humanos prescindirían de sus inútiles piernas, no necesitarán aprender a caminar erguidos puesto que se harán expertos en flotar, y por ello adoptarán aletas, colas y branquias como si fuesen delfines. Tan similares a los peces que regresan al origen de la especie. Tales pensamientos no le aclararon gran cosa y no quiso darse por enterado cuando sintió picor. Era una lata: no lograba alcanzar su pequeña y encogida aleta adiposa para rascarse el hombro.

(Del libro Cuentos gozosos/Cuentos traviesos, Rosario Valcárcel y Luis León Barreto  -  Mercurio Editorial-2017)

sábado, 10 de julio de 2021

Poema para Facundo Cabral

 

Eduardo Sanguinetti con Facundo Cabral en el café "La Biela", en junio de 2011.

Por Eduardo Sanguinetti, Buenos Aires, especial para NOVA

Se cumplen diez años del asesinato de mi amigo y camarada Facundo Cabral, con quien tuve el placer de compartir momentos en diálogos casuales e interlineados; en los más diversos auditorios de universidades, centros de estudios y culturales, del mundo. Siempre a favor de la paz, la armonía, el humor y el disfrute de saberse parte de esta tierra violentamente afectiva.

Él trató de construir su redención y en esa tarea le fue la vida.
Él era una criatura sobre un balancín a punto de desmoronarse.
Sentía que sin cesar rehacía su equilibrio: todo ello a la mayor velocidad.

Él trató de construir su redención y en esa tarea le fue la vida.
Él era la nueva visión y la antigua derrota.
Él no propuso nada, él nos invitó a contar la historia.

Él trató de construir su redención y en esa tarea le fue la vida.
Él derrumbó las últimas fronteras que lo separaban del mundo de sus ficciones.
Hoy cruza de Solum a Buenos Aires, de Soluterionte a Penny Lane, en las espaldas del sol.

Él es uno más, en su personaje de mil aristas,
y su personaje es su definitiva realidad.
Él es un visitante, él no se escapará por la memoria…

Facundo, te asesinaron bestias fluyentes y otra vez la palabra muerte,
sin necesidad de dibujarla en una hora, de un día repugnante,
de un mes cualquiera, lluvia y viento. Y, además, como ya fue escrito,
lloverá siempre, siempre.

(*) Filósofo y poeta

martes, 6 de julio de 2021

La memoria del mundo (cuento de Pedro Ugarte, España)

 

Después de la Gran Detonación llegaron las plagas, las guerras y el hambre. En unos pocos meses millones de seres humanos desaparecieron y sólo con el tiempo pequeñas partidas de supervivientes lograron vencer el miedo y la desconfianza, llegar a acuerdos e iniciar la tarea titánica de levantar de nuevo la civilización.

Aún no somos más de mil personas, pero ya ha pasado lo peor. Así lo demuestra que la mitad de la colonia esté compuesta por jóvenes y niños, nacidos después de la explosión. En ellos depositamos la esperanza de un mundo mejor. Entre nosotros, los mayores, se reparten las tareas y reconquistamos poco a poco parcelas de bienestar. Hay ingenieros que construyen generadores, pequeños talleres de metalurgia. Tienen los conocimientos, pero aún hacen falta herramientas y materias primas. Con el tiempo, construyen ingenios que recuerdan vagamente antiguas comodidades. Hay una precaria instalación de electricidad, bombas para extraer el agua. Uno de sus últimos éxitos ha sido construir departamentos estancos que con el tiempo podrían cumplir la función de conservar alimentos con el frío. También hay médicos, juristas y contables. Atienden a los más débiles, organizan los almacenes, distribuyen los recursos. Minuciosos artesanos comienzan a elaborar toda clase de instrumentos y algún viejo agricultor ordena seleccionar semillas y extender las plantaciones. La colonia, a pesar de las penalidades del principio, por fin no pasa hambre.

Por las noches, rodeando enormes hogueras, hablamos de los viejos tiempos y recordamos con nostalgia las delicias del antiguo bienestar. Un hombre anciano y justo ha sido elegido como jefe. En una emulación de la antigua democracia, hemos acordado que cada cuatro años su puesto deba someterse a elección. Alguien que trabajó como abogado está redactando ahora lo que se convertirá en nuestra ley principal.

– Pero aún hace falta otra cosa –dijo una noche el jefe. Y al hacerlo me miró-: Debemos recuperar la memoria.

– ¿La memoria? –repetí, sintiéndome elegido.

– La memoria del mundo.

En pocos días, el jefe y su consejo definieron el proyecto. Cierto, la raza humana había conseguido sobrevivir, pero era necesario que también sobrevivieran su historia y su cultura. Si queríamos reinstaurar la civilización, debíamos conservar memoria del pasado, el enorme patrimonio que el ser humano había aquilatado a lo largo de los siglos. También había que dejar constancia de los errores, para que no volvieran a repetirse. El anciano sabía que, antes del holocausto, yo era aficionado a los libros y que había escrito algunas cosas.

– Esa será tu labor –me dijo, ante el fuego de la hoguera y poniendo a toda la comunidad por testigo-: recuperar la memoria del mundo. Has leído muchos libros. Eres lo suficientemente viejo como para recordar las cosas del pasado, y lo suficientemente joven como para tener tiempo de escribirlo.

Aturdido, comprendí cuál iba a ser mi misión. A partir de entonces abandonaría los campos de cereal y me quedaría en la aldea, con los ancianos y los niños. Me proveyeron de plumas, de un líquido entintado y del rudimentario papel que habíamos empezado a elaborar.

– A partir de ahora escribe –dijo el anciano- Escribe todo lo que recuerdes.

Hombres y mujeres salían a cazar, a cultivar o a construir nuevos artefactos. Las personas más ancianas cuidaban de los niños y les daban enseñanza. Pero a mí se me asignó una labor vasta e imposible: debía recordarlo todo. Debía escribir sobre las antiguas libertades, recordar la historia de los pueblos y con él las acciones heroicas y el horror de los tiranos. Comprendí la envergadura de la tarea y sentí vértigo. Cierto, yo había leído mucho, antes del holocausto, cuando aún existían libros. Pero cuántos poemas podría recordar. Qué despojos del latín o del griego podría rescatar del olvido. Qué podría escribir sobre filosofía china o sobre la conquista de América. Los persas. Los vikingos. Los etíopes. Cómo lograr que no se disolvieran para siempre cosas de las que no sabía nada: la literatura húngara, la civilización de los mayas. Los títulos de las novelas, ¿tenía sentido recordarlos? ¿Tenía sentido resumir en un papel la trama de una obra de teatro, el azar de un argumento, el nombre de un solo personaje que pudiera salvar del olvido? Y la música: tararear melodías, transcribirlas. Qué pálido reflejo de Mozart podía rescatar mi garganta. Tenía que salvar a Don Quijote, al capitán Akab, al rey Lear y a la duquesa de Guermantes. Y tenía que salvar a Kublai Khan, a Alejandro Magno, a Jesús de Nazaret y a Thomas Jefferson.

Cada mañana veía partir a los agricultores, los ingenieros, los maestros. Yo me quedaba en la choza, persuadido de que mi misión era inagotable e imprecisa, y que moriría con la amargura de saberla incompleta. La noche antes de empezar, lloré en mi lecho, sabiendo que aquella tarea, innecesaria para la supervivencia de nuestro pueblo, era de algún modo mucho más importante. Pero, por mucho que escribiera, apenas lograría rescatar una porción insignificante de la vasta memoria del planeta.

Y una luminosa mañana, mientras oía las alegres voces de los niños que se dirigían a la escuela, di la espalda al mundo, me senté a la mesa que habían traído el día anterior los carpinteros, mojé en tinta la pluma y comencé a escribir.

jueves, 1 de julio de 2021

2 de julio: Aridane y la Patrona


En el planeta cada día aparecen señales contradictorias y, aunque La Palma esté bien controlada, es evidente que las vacunas no nos quitan el miedo, casi nadie se quiere quitar la mascarilla. Y ahora, todavía con restricciones por la pandemia, con la iglesia matriz patas arriba por las interminables obras, vuelve otra vez una conmemoración oscurecida de La Patrona. La iglesia es una de las señas de identidad aridanense, el arcipreste don Marino Sicilia la tenía cuidada como un relicario y bajo su piso de madera de tea yacen sepultados cientos de antepasados. Cuando la guadaña del Covid desaparezca definitivamente, regresarán la luz y la alegría. Amén.

En aquella infancia nunca pasaba nada, y cuando aparecieron unas chicas canadienses con minifalda los adolescentes nos alborotamos como si hubiesen sido extraterrestres, eran una novedad extraordinaria. Eran los tiempos de la Academia de don Pepe Lavers, jugábamos a la pelota en las calles y los domingos por la tarde los parroquianos se agolpaban en el quiosco de la plaza para oír los partidos de fútbol .Mi padre tomaba nota de los acontecimientos locales en un grueso libro, festejó el haber llegado a los 10.000 habitantes. En cada calle había huertos y las noticias del mundo llegaban en sordina, a través de las pocas páginas de aquel Diario de Avisos. Eran otros tiempos, en aquella dictadura la gente hablaba en baja voz, pues hasta las paredes oían y Franco casi siempre ponía un Real Madrid-Barcelona el 1 de mayo.

Este es uno de los lugares más armoniosos del archipiélago, buen urbanismo, arte en la calle, los laureles de la Plaza. La parte occidental de la isla es la más soleada, bien lo saben los miles de alemanes que por aquí residen, hay que aprovechar esa circunstancia. El turismo en La Palma es diferente y en otros lugares el boom trajo una euforia constructora que no entendía de planes de ordenación del territorio; las consecuencias de este avasallamiento de los espacios se traducen en litorales destruidos por la voracidad de la especulación. Frente a esto la razón nos dice que es forzoso que cada ayuntamiento haga respetar las normas, la definición de su propio entorno, el patrimonio de usos y costumbres, pues el progreso ha de hacerse cuidando la Naturaleza. De cualquier forma, aprovechando las muchas horas de sol se habrán de configurar instalaciones turísticas desde Puerto Naos a Puntagorda.

El Valle fue –desde la propia fundación- la comarca más próspera. Todo empezó en Argual y Tazacorte, el origen de Los Llanos fue más humilde. Pero se convirtió en el eje de la comarca, del comercio y los servicios, y pasa a ser villa en 1868, y más tarde ciudad que va acaparando las funciones urbanas de media isla, declarándosele también cabeza de partido judicial.

Aridane –lugar llano en lengua prehispánica- era la jurisdicción más extensa, antes de que se segregaran El Paso en 1837 y Tazacorte en 1925. Su florecimiento dependió largo tiempo de Argual y Tazacorte, donde se ubicaban los ingenios. El conquistador Alonso Fernández de Lugo repartió tierras, y en 1513 aparece un caballero de Flandes, que castellaniza su apellido y se convierte en Jácome de Monteverde. Fue una etapa tan floreciente que el navegante portugués Gaspar de Frutuoso elogia la productividad de los dos ingenios.

Viera y Clavijo, citando a Abreu Galindo, señala que “la isla de La Palma, que los naturales llaman Benahoare, como quien dice “mi tierra”, estaba dividida en doce reinos o cantones.” En primer lugar, “el círculo de Aridane, cuyo príncipe se llamaba Mayantigo o Pedazo de Cielo, nombre que le adquirió su agradable fisonomía y el genio popular con que se hacía querer. Y, en fin, estaba el “círculo de Aceró (que hoy llaman La Caldera), el más incontrastable de todos, y su príncipe, llamado Tanausú”.

Si cada isla tiene su personaje mítico, está claro que Tanausú es el palmero por antonomasia, supone la fijación a la tierra ancestral, la isla del matriarcado rural.

Somos el resultado de una mezcla de pueblos: nuestros antepasados fusionados con los castellanos, los colonos portugueses, los moriscos y judíos expulsados de la Península, comerciantes de Flandes, Génova, Malta, Irlanda… Algunos han llegado a plantearse que –puesto que nuestra esencia es resultado de la mezcla de otras muchas- nuestra característica básica sería la “no identidad”. No lo comparto porque esa actitud contribuiría a mantener nuestro complejo de indefensión, el viejo síndrome de inferioridad.

Hemos tenido sequías, epidemias y volcanes, y el convencimiento de que nuestro pueblo se construyó en América. Hoy desde este cielo los astrónomos otean las galaxias, desde aquí nos damos cuenta de que somos una insignificancia en el universo, una brizna de polvo mortal en medio de los misterios, ignorantes de nuestro destino. Pero tenemos paisaje para atraer a foráneos que buscan aquí un trozo de su paraíso perdido, hemos conservado el verde y debemos captar el interés de quienes deseen invertir respetando los valores. Finalmente, necesitamos el ocio activo que procurará el Parque Cultural Islas Canarias, ojalá que pueda ser terminado algún día.