La escritora Rosario Valcárcel ha resultado ganadora del XVI Premio de Poesía "Domingo Acosta Pérez", que organiza el Centro de Día para Mayores de Santa Cruz de La Palma, con su poemario Himno a la vida.
Nacida en Las Palmas de Gran Canaria, Rosario Valcárcel es una de las
autoras destacadas de la actual narrativa canaria, con una importante
producción especialmente en el ámbito del relato y de la poesía. Algunos
de sus títulos publicados son La Peña de la Vieja y otros relatos, Del amor y las pasiones, El séptimo cielo, Las máscaras de Afrodita, Sexo, corazón y vida y su reciente Moby Dick en Las Canteras Beach. Además colabora con columnas de opinión en diferentes medios de comunicación de La Palma y del Archipiélago.
El premio "Domingo Acosta Pérez" nació a finales de los años 90 en
recuerdo del periodista e investigador palmero como un estímulo creador
para las personas mayores, si bien con el paso del tiempo se ha ido
consolidando y ha ampliado su espectro hasta convertirse en un premio
abierto a cualquier persona, con lo que ha ganando mayor relevancia en
el panorama literario insular, como recuerda la concejal de Bienestar
Social e Igualdad de Oportunidades de Santa Cruz de La Palma, Gazmira Rodríguez.
El jurado de la presente edición, que ha querido dejar constancia de la gran calidad de la mayoría de los trabajos presentados, ha estado compuesto por Julio Marante Díaz, Ramón Araujo Fernández, María Teresa García Escudero y Francisco J. Acosta Felipe, actuando como secretario con voz pero sin voto, Francisco Hernández Betancort.
LUIS LEON BARRETO ------------------------------------------------------------------------------------------correo: leonbarreto49@gmail.com
sábado, 30 de noviembre de 2013
viernes, 29 de noviembre de 2013
Cita de hotel
Él, Alberto, tiene 35 años, y ella, Iris, 34. Ambos jóvenes y guapos,
habían aprobado unas sustanciosas oposiciones y se compraron un chalecito en
las afueras. Les iba todo bien: buen trabajo, coches de gran cilindrada,
gimnasio para conservarse en forma, incluso tuvieron un niño muy mono. El
pequeño David es
un primor. Mimoso, al ser el primer nieto los abuelos de ambas partes lo tienen
consentido, aun así está para comérselo.
Claro que, a pesar
de tantos parabienes, en la vida de los humanos nada es perfecto. Parece que
siempre tienes una conciencia añorante de algo, y por ello es difícil
considerarse saciado.
La vida íntima de
ambos era bastante buena, aunque ya se sabe que con el estrés, el exceso de
trabajo y las malas noches que da el pequeño siempre surge alguna dificultad.
La vida en las ciudades tiende a ser compulsiva, siempre andas corriendo de un
lado para otro y al final del día es casi inevitable que te asome un poco de
desencanto.
Nadie es feliz del
todo.
Algunas veces Iris no tiene ganas de hacer el amor. Alega múltiples
cansancios, últimamente el despacho le resulta un espacio compulsivo,
acaparador de sus energías. Alberto se viene quejando de la falta de impulso
erótico de su mujer. Ella, que tanto adora el cuerpo, se muestra remisa a los
combates nocturnos. Se excusa con el cansancio, dolores de cabeza, músculos
tensos.
Otras Alberto llega tarde: reuniones de última hora, urgentes
convocatorias que le marca su empresa cuando se presentan asuntos conflictivos.
Los bancos andan algo remisos con los promotores, las vacas gordas se esfuman.
Una de esas etapas-puente en las que el dinero aguarda mejores definiciones.
Iris se refugia en el ordenador. Se introduce en los chats más
sugestivos, es increíble la cantidad de personas solas. O que necesitan un
punto de excitación en su vida amorosa. A las treintañeras suele pasarles eso: de
pronto se dan cuenta de que el tiempo se escapa, la vida es tan breve que sólo
constituye un sorbo de historia, hay que aprovechar el tiempo, indagar en las
experiencias más excitantes.
Sus amigas hablan. Alguna incluso
le ha confiado que su exploración de internet le ha dado resultados muy
apetecibles, le han reverdecido su vida, han reintroducido el estímulo, hacen
galopar el deseo. Tan sólo hay que tener discreción, procurar no herir a las
otras personas.
─¿Qué me dices? ¡Le vas a hacer eso al pobre Javier!
─Ya. ¿Y tú qué sabes del pobre Javier, si ya le he pescado un montón de
mensajitos en su móvil?
─Vaya. ¿Entonces piensas que te es infiel?
─Si te digo la verdad, hasta creo que me da igual.
─Ah ¿por qué dices eso? ¿No crees que está en peligro vuestra relación?
─Hay que vivir. Me gusta que me digan palabras bonitas con buen estilo, y
me las están diciendo. Pero, si te digo la verdad, lo que me da miedo es el
contacto real. El pasar de las palabras a los hechos, el meterme en una cama de
hotel. No me importa tener sexo virtual, a fin de cuentas la webcam tampoco te
compromete tanto. Pero otra cosa es verse en persona.
A Miriam le gusta la conquista, conocer gente. Cree que en la pantalla de
su ordenador se muestra realmente como es. Claro que hay quienes no parecen
sino actores de barrio, son unos comediantes consumados. Pero Iris tiene claro
que Eric69 parece otra cosa. Es romántico, tierno, ingenioso. Sabe adular, necesita
sentirlo con más frecuencia que antes. Ambos han pactado no encender la webcam
ni enviarse fotos, prefieren adivinar sus perfiles mientras se descubren
interiormente. Ella se siente desinhibida, chatear es como beber el mejor
champán francés, muy frío y sabroso. Eric69 no es un donjuán, a veces lo
encuentra desamparado, incluso triste. Le preocupa esa tendencia a la
depresión, le cuenta que su pareja se ha vuelto insensible, egoísta. Incluso le
anuncia que él ya desea a otras.
A Iris ─que en el chat se transforma en AdrianaLeve─ le da pena esa
soledad que confiesa él. Le gustaría poder hacer algo para remediarla, pero por
el momento no se atreve.
─No estoy preparada todavía ─le explica a su galán─. Ten paciencia, puede
que todo llegue en su justo momento.
Así que se engolosina con la posibilidad de ver en persona a su chica.
Ella es una mujer sensible y preparada, le gusta la ópera, ama la literatura,
desglosa a la perfección las últimas películas que ha visto. Una mujer encantadora,
y ojalá sepa poner la directa cuando llegue el momento del encuentro.
Eric69 empezaba a pasarlo mal. AdrianaLeve le tejía unas redes tan
impenetrables que ya no podía sacudírselas. Debía reconocerlo: se consideraba
atrapado. Se aplicaba al gimnasio con mayor intensidad, pero no lograba
quitársela de encima.
─Me estoy obsesionando ─se decía, como si intentara convencerse de que
debía expulsarla de su mente.
Porque ella en absoluto era leve, sino profunda, generosa, amplia. Una
mujer preparada para los retos de hoy, alguien que sabe estar a la altura de
las circunstancias. Tenía, eso sí, un deseo sin cumplir: ser madre. Necesitaba un
hombre capaz de darle un hijo vivaracho, inteligente, capaz de luchar.
Este deseo lo excitaba vivamente. Pensaba: esta mujer tan valiosa no
tiene la pareja adecuada. ¿Por qué no puede engendrar un hijo conmigo? La
hipótesis le generaba pánico, un terror inmenso. Pero también constituía una
excitación mucho más completa que la de hacer el amor en una cama de hotel.
─Sin ti las emociones de hoy no serían más que la piel muerta de las
emociones pasadas.
Le dedicó esta frase de una de sus películas preferidas, Amélie. Cómo le
había gustado Le fabuleux destin d’Amélie
Poulin. Esa chica que vive de fantasías, y que con su aspecto de niña
pequeña nos recuerda la infancia, las ilusiones, de las que nunca deberíamos
desprendernos. Le parecía un hallazgo. Incluso le mandó una segunda frase, de
un filósofo llamado Hipólito: Sin ti, las emociones de hoy son la mugre de
ayer.
Había llegado a la conclusión más peligrosa para su integridad futura.
Pero tenía que ponerle rostro a aquella presencia, escuchar su voz, aunque
seguía negándose, argüía cien inconvenientes, hablaba del miedo a engancharse
definitivamente a un desconocido. Él trataba de hacerle razonar que después de
dos meses de profundas conversaciones en absoluto eran unos desconocidos. Se
habían contado todo tipo de experiencias con sus respectivas parejas, él
conocía casi todo lo de Mario, ella sabía mucho de Patri. Difícil continuar
así, deseándose y ocultándose. Porque eso sí habría de ser un sufrimiento
innecesario. No estaba dispuesto a pasar por eso, había llegado a un punto de
máxima excitación.
Le estaba poniendo fecha al encuentro. El mejor hotel, la suite más distinguida
para una tarde inolvidable. No la retendría en exceso, no harían sospechar a
nadie. De 6 a
8, dos horas que no llamaban la atención y en cambio podrían resultar
prodigiosas. Algo para recordar el resto de tus días.
Ella alegaba problemas. Falsos problemas, en realidad. Siempre se puede
cambiar la agenda argumentando imprevistos. Y por otro lado el encuentro
sucedería en unas horas que todavía forman parte de la jornada laboral.
─Dime que sí, anda. Dime que sí.
Era su ruego en los últimos días. Un deseo que le creaba una tensión
nerviosa y le estaba dificultando el descanso. Pero estaban tan bonitos los
atardeceres en la playa… Era una pena no aprovechar aquellos días de octubre. Con
un poco de suerte, se vería el Teide encaramado al fondo: el padre protector
les enviaría buenas vibraciones.
─Dime que sí.
Insistía, estaba segura de que iba a ocurrir lo inevitable. Ojalá no se
arrepintiera. Pero es que aquel hombre era un aguijón en sus sentidos. Tenía
una potencia tan desmesurada que no podía dejar de pensar en él ni un solo
instante.
─Entonces, este jueves.
─Deja que me lo piense.
─No lo permitiré, tienes que decidirte ya. Cariño: no me tortures más de
esta forma, voy a morirme.
Se lo pedía de cien maneras, se lo estaba suplicando con todas sus
mejores intenciones. No deseaba otra cosa que verla aparecer radiante y
triunfal. Adornaría el espacio como ella se merece: con ramos de flores, con el
mejor licor del mundo. Cuanto pudiera desear estaría allí, a su alcance.
─No te vas a arrepentir, mi amor.
Era cada vez más atrevido. Pero hablaba de pasión con un toque de
delicadeza, justo como a ella le gustaba. En absoluto estaba dispuesta a
encontrarse con un hombre torpe y mezquino. Todo lo contrario: ella era una
mujer evolucionada, y él tenía que rayar a la misma altura.
Cada noche ella disfrutaba mejores vibraciones, chateaba sin parar. Había
conocido a otra mucha gente, pero ninguna tan interesante como Eric69. Lo peor
de él es que tenía unos horarios bastante rígidos, y justo cuando se disponían
a lo mejor argumentaba mucha prisa y cortaba de golpe la comunicación. Vaya:
tendría que aclararle ciertas cosas en cuanto lo viese en persona. Por otra
parte, su marido llegaba cada vez más tarde de sus reuniones y sus citas de
trabajo. Es curioso: en su rostro creía ver también señales de alegría. Hacía
tiempo que casi ni practicaban el amor, apenas dos o tres veces al mes, y lo
más extraño es que no protestaba. Ya no exigía el cumplimiento de lo que había
denominado el débito conyugal. Venía tranquilo, fresco, sereno. De tan buen
humor que casi a diario preparaba él la cena, y a fe que sus facultades de
cocinero estaban mejorando de día en día.
─No te vas a arrepentir.
La tenía conquistada, ya no podía negarse ni un minuto más.
Aquella misma tarde lo había decidido.
─Está bien, nos veremos mañana. Espero que no olvides que soy una mujer casada,
que seas delicado y valores el encuentro.
─¿Crees que sería capaz de hacerte daño?
Necesitó tomarse una pastilla para dormir, pero aun así apenas descansó.
El amanecer la pilló sudorosa y cansada. Para colmo su marido no había querido
apercibirse del llanto de David, así que tuvo que levantarse para el biberón de
las siete.
El tercer jueves de octubre en Las Canteras fue un día especial. Con
ligera calima, pero el mar parecía un espejo de transparencias verdes. Marea
baja, desde La Barra
se alzaba una piscina iridiscente.
En el trabajo estuvo aturdida, no daba pie con bola. Incluso equivocó
unos cuantos archivos, menos mal que Belén estaba al quite tan eficaz como
siempre. Apenas almorzó, no tenía hambre. Su estómago no admitía ni siquiera un
poco de lechuga.
¿Cómo habría de vestirse para causar el mejor efecto posible?
Tuvo que aplicarse muy a fondo para resolver tales dudas. Pero a la hora
en punto, a las 18:03, pulsó el ascensor que la llevaría a la mejor suite del
hotel. Llamó suavemente con los nudillos. Y, tal como habían pactado, él se
acercó con muchísima ansiedad por sentir su calor. Sigiloso y tenso por la
emoción, ni siquiera tuvo tiempo de mirar a la cara a la recién llegada sino
que la estrechó contra su pecho.
Fue casi instantáneo que se diera cuenta de que aquel perfume le
resultaba conocido, igual que aquel corte de pelo, aquellos ojos claros,
aquellos labios sensuales, aquel divino rostro.
─¡Tú! ─se dijeron simultáneamente.
jueves, 28 de noviembre de 2013
Vídeo de Macaco para la investigación del cáncer
Este emocionante vídeo, “Seguiremos” lo ha hecho el
cantante Macaco con trabajadores y pacientes de la planta 8ª (Oncología) del
hospital infantil San Juan de Dios en Barcelona, para recoger fondos destinados
a la investigación del cáncer.
Cada
vez que se abra el vídeo entrarán 5 céntimos para esta causa humanitaria.
http://www.youtube.com/watch_popup?v=8WATgU5PduE&feature=youtu.be
http://www.youtube.com/watch_popup?v=8WATgU5PduE&feature=youtu.be
miércoles, 27 de noviembre de 2013
"Every breath you take", de Sting, con The Police
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=OMOGaugKpzs
Vídeo original de “Every breath you take”, de Sting, una de las mejores canciones de amor escritas en el último siglo. Grabada por The Police, en 1983, sigue siendo una balada casi perfecta. La traducción aproximada de su letra dice así:
Cada vez que respiras
cada movimiento que haces
cada enlace que rompes
cada paso que das
estaré mirándote
cada simple día
cada palabra que dices
cada juego que juegas
cada noche que permaneces
estaré mirándote
Oh, ¿no puedes ver?
me perteneces
cómo duele mi pobre corazón
con cada paso que das
cada movimiento que haces
cada voto que rompes
cada sonrisa que falsificas
cada demanda que renuncias
estaré mirándote
pues te has ido y estaré perdido sin un sueño
sueño en la noche y solo puedo ver tu cara
miro alrededor pero no puedo reemplazarte
me siento demasiado frío y lejano para abrazarte
sigo llorando bebe, bebe, por favor...
Oh, ¿no puedes verlo?
me perteneces
cómo duele mi pobre corazón
con cada respiración que tomas
cada movimiento que haces
cada voto que rompes
cada sonrisa que falsificas
cada demanda que renuncias
estaré mirándote
cada movimiento que haces
cada paso que das
estaré mirándote
Vídeo publicado por Jacarrillo en www.elapuron.com
martes, 26 de noviembre de 2013
Vermeer, el iniciador de la pintura moderna
Johannes Vermeer (Delft,
1632-1675) es uno de los pintores holandeses más reconocidos. En el siglo XVII
su país experimentó un gran florecimiento político, económico y cultural, con
la Reforma religiosa creció el espíritu de tolerancia. La obra completa de
Vermeer es muy reducida, solamente se conocen de 33 a 35 cuadros.[ Sus primeras obras fueron históricas pero
alcanzó la posteridad con su pintura costumbrista, sus cuadros más populares
son Vista de Delft y La joven de la perla.
Murió a los 43, dejó deudas a su mujer y sus once hijos. Olvidado durante dos
siglos, a partir de mediados del siglo XIX tuvo un amplio reconocimiento y
actualmente está considerado uno de los más grandes pintores de los Países Bajos
por el uso y tratamiento de la luz.
En el periódico El Mundo del 13 de abril de 2013 José María Robles hablaba del filósofo Todorov y de su libro Elogio de lo cotidiano. Este gran intelectual señala que “la pintura actual no es una catástrofe, pero sí una cosa distinta”. Destaca el papel de pioneros como Rembrandt y Vermeer que aportaron gente común, paisajes y naturalezas muertas para sustituir al exceso de pintura religiosa y mitológica. Dalí estaba obsesionado con “La encajera”, de Vermeer, y decía que en ese cuadro “todo converge exactamente hacia una aguja que no se halla dibujada, pero sí perfectamente sugerida. Ese cuadro está impregnado de una fuerza estética de lo más violenta.”
Todorov, premio Príncipe de
Asturias de Ciencias Sociales en 2008, resalta el papel de Rembrandt, Franz
Hals y Vermeer, en el instante en que los géneros pictóricos se emancipan de la
pintura religiosa. "Por primera vez el tema central y el principio
organizador del cuadro ya no es la historia santa, ni los mitos griegos, ni la
vida heroica de personajes ilustres, sino la vida cotidiana de las personas
anónimas", explica el pensador 'Elogio de lo cotidiano', donde sintetiza
un periodo de ruptura y transformación a partir del cual la pintura dejó de
inventar la belleza para buscarla en el día a día de hombres, mujeres, niños y
ancianos anónimos, en sus gestos ordinarios y humildes. Así, actividades como
pelar cebollas, coser, leer una carta, beber vino, tocar un instrumento musical
etc. pasan a ocupar el espacio que antes disfrutaban la coronación de un
monarca o la exaltación de una diosa.
Como Dalí, examina esas escenas
casi mágicas donde "lo accesorio ha adquirido el estatus de lo esencial, y
lo que estaba subordinado se ha convertido en autónomo. Desde el siglo XVI,
estos nuevos géneros –retrato, paisaje, naturaleza muerta y pintura de
género- van afirmando progresivamente su derecho a existir y adquieren su
propia dignidad. El paisaje, que hacía de fondo de la escena representada, se
convierte en un tema en sí. Los objetos habituales, las flores y las frutas
dejan de ser accesorios.”
Pero, ¿por qué allí? ¿por qué se precipita lo que Hegel llamó "fusión total de la pintura con lo profano y lo cotidiano"? ¿De qué cambios más profundos en la sociedad europea fue reflejo? Todorov explica semejante cambio de mentalidad apoyándose en la pujanza de Holanda como potencia comercial, en la expansión de la cultura de la tolerancia en la sociedad del momento, la mayor implicación de la mujer en la gestión doméstica y la influencia del credo calvinista.
(Ilustraciones: La encajera de bolillos, La chica de la perla, El geógrafo, Vista de Delft, El arte de la pintura)
En el periódico El Mundo del 13 de abril de 2013 José María Robles hablaba del filósofo Todorov y de su libro Elogio de lo cotidiano. Este gran intelectual señala que “la pintura actual no es una catástrofe, pero sí una cosa distinta”. Destaca el papel de pioneros como Rembrandt y Vermeer que aportaron gente común, paisajes y naturalezas muertas para sustituir al exceso de pintura religiosa y mitológica. Dalí estaba obsesionado con “La encajera”, de Vermeer, y decía que en ese cuadro “todo converge exactamente hacia una aguja que no se halla dibujada, pero sí perfectamente sugerida. Ese cuadro está impregnado de una fuerza estética de lo más violenta.”
Pero, ¿por qué allí? ¿por qué se precipita lo que Hegel llamó "fusión total de la pintura con lo profano y lo cotidiano"? ¿De qué cambios más profundos en la sociedad europea fue reflejo? Todorov explica semejante cambio de mentalidad apoyándose en la pujanza de Holanda como potencia comercial, en la expansión de la cultura de la tolerancia en la sociedad del momento, la mayor implicación de la mujer en la gestión doméstica y la influencia del credo calvinista.
(Ilustraciones: La encajera de bolillos, La chica de la perla, El geógrafo, Vista de Delft, El arte de la pintura)
lunes, 25 de noviembre de 2013
La cultura del espectáculo
Por Mario Vargas Llosa
La creciente banalización del arte y la literatura, el triunfo del amarillismo en la prensa y la frivolidad de la política son síntomas de un mal mayor que aqueja a la sociedad contemporánea: la suicida idea de que el único fin de la vida es pasársela bien. Como buen espíritu incómodo, Vargas Llosa nos entrega una durísima radiografía de nuestro tiempo.
Claudio Pérez, enviado especial de El País a Nueva York para informar sobre la crisis financiera, escribe, en su crónica del viernes 19 de septiembre de 2008: “Los tabloides de Nueva York van como locos buscando un broker que se arroje al vacío desde uno de los imponentes rascacielos que albergan los grandes bancos de inversión, los ídolos caídos que el huracán financiero va convirtiendo en cenizas.” Retengamos un momento esta imagen en la memoria: una muchedumbre de fotógrafos, de paparazzi, avizorando las alturas, con las cámaras listas, para capturar al primer suicida que dé encarnación gráfica, dramática y espectacular a la hecatombe financiera que ha volatilizado billones de dólares y hundido en la ruina a grandes empresas e innumerables ciudadanos. No creo que haya una imagen que resuma mejor el tema de mi charla: la civilización del espectáculo.
Me parece que esta es la mejor manera de definir la civilización de nuestro tiempo, que comparten los países occidentales, los que, sin serlo, han alcanzado altos niveles de desarrollo en Asia, y muchos del llamado Tercer Mundo.
¿Qué quiero decir con civilización del espectáculo? La de un mundo en el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias a veces inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y, en el campo específico de
la información, la proliferación del periodismo irresponsable, el que se alimenta de la chismografía y el escándalo.
¿Qué ha hecho que Occidente haya ido deslizándose hacia la civilización del espectáculo? El bienestar que siguió a los años de privaciones de la Segunda Guerra Mundial y la escasez de los primeros años de la posguerra. Luego de esa etapa durísima, siguió un periodo de extraordinario desarrollo económico. En todas las sociedades democráticas y liberales de Europa y América del Norte las clases medias crecieron como la espuma, se intensificó la movilidad social y se produjo, al mismo tiempo, una notable apertura de los parámetros morales, empezando por la vida sexual, tradicionalmente frenada por las iglesias y el laicismo pacato de las organizaciones políticas, tanto de derecha como de izquierda. El bienestar, la libertad de costumbres y el espacio creciente ocupado por el ocio en el mundo desarrollado constituyó un estímulo notable para que proliferaran como nunca antes las industrias del entretenimiento, promovidas por la publicidad, madre y maestra mágica de nuestro tiempo. De este modo, sistemático y a la vez insensible, divertirse, no aburrirse, evitar lo que perturba, preocupa y angustia, pasó a ser, para sectores sociales cada vez más amplios, de la cúspide a la base de la pirámide social, un mandato generacional, eso que Ortega y Gasset llamaba “el espíritu de nuestro tiempo”, el dios sabroso, regalón y frívolo al que todos, sabiéndolo o no, rendimos pleitesía desde hace por lo menos medio siglo, y cada día más.
Otro factor, no menos importante, para la forja de la civilización del espectáculo ha sido la democratización de la cultura. Se trata de un fenómeno altamente positivo, sin duda, que nació de una voluntad altruista: que la cultura no podía seguir siendo el patrimonio de una élite, que una sociedad liberal y democrática tenía la obligación moral de poner la cultura al alcance de todos, mediante la educación, pero también la promoción y subvención de las artes, las letras y todas las manifestaciones culturales. Esta loable filosofía ha tenido en muchos casos el indeseado efecto de la trivialización y adocenamiento de la vida cultural, donde cierto facilismo formal y la superficialidad de los contenidos de los productos culturales se justificaban en razón del propósito cívico de llegar al mayor número de usuarios. La cantidad a expensas de la calidad. Este criterio, proclive a las peores demagogias en el dominio político, en el cultural ha causado reverberaciones imprevistas, entre ellas la desaparición de la alta cultura, obligatoriamente minoritaria por la complejidad y a veces hermetismo de sus claves y códigos, y la masificación de la idea misma de cultura. Esta ha pasado ahora a tener casi exclusivamente la acepción que ella adopta en el discurso antropológico, es decir, la cultura son todas las manifestaciones de la vida de una comunidad: su lengua, sus creencias, sus usos y costumbres, su indumentaria, sus técnicas, y, en suma, todo lo que en ella se practica, evita, respeta y abomina. Cuando la idea de la cultura torna a ser una amalgama semejante es poco menos que inevitable que ella pueda llegar a ser entendida, apenas, como una manera divertida de pasar el tiempo. Desde luego que la cultura puede ser también eso, pero si termina por ser sólo eso se desnaturaliza y se deprecia: todo lo que forma parte de ella se iguala y uniformiza al extremo de que una ópera de Wagner, la filosofía de Kant, un concierto de los Rolling Stones y una función del Cirque du Soleil se equivalen.
No es por eso extraño que la literatura más representativa de nuestra época sea la literatura light, es decir, leve, ligera, fácil, una literatura que sin el menor rubor se propone ante todo y sobre todo (y casi exclusivamente) divertir. Atención, no condeno ni mucho menos a los autores de esa literatura entretenida pues hay, entre ellos, pese a la levedad de sus textos, verdaderos talentos, como –para citar sólo a los mejores– Julian Barnes, Milan Kundera, Paul Auster o Haruki Murakami. Si en nuestra época no se emprenden aventuras literarias tan osadas como las de Joyce, Thomas Mann, Faulkner y Proust no es solamente en razón de los escritores; lo es, también, porque la cultura en que vivimos no propicia, más bien desanima, esos esfuerzos denodados que culminan en obras que exigen del lector una concentración intelectual casi tan intensa como la que las hizo posible. Los lectores de hoy quieren libros fácilmente asimilables, que los entretengan, y esa demanda ejerce una presión que se vuelve un poderoso incentivo para los creadores.
¿Qué quiero decir con civilización del espectáculo? La de un mundo en el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias a veces inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y, en el campo específico de
la información, la proliferación del periodismo irresponsable, el que se alimenta de la chismografía y el escándalo.
¿Qué ha hecho que Occidente haya ido deslizándose hacia la civilización del espectáculo? El bienestar que siguió a los años de privaciones de la Segunda Guerra Mundial y la escasez de los primeros años de la posguerra. Luego de esa etapa durísima, siguió un periodo de extraordinario desarrollo económico. En todas las sociedades democráticas y liberales de Europa y América del Norte las clases medias crecieron como la espuma, se intensificó la movilidad social y se produjo, al mismo tiempo, una notable apertura de los parámetros morales, empezando por la vida sexual, tradicionalmente frenada por las iglesias y el laicismo pacato de las organizaciones políticas, tanto de derecha como de izquierda. El bienestar, la libertad de costumbres y el espacio creciente ocupado por el ocio en el mundo desarrollado constituyó un estímulo notable para que proliferaran como nunca antes las industrias del entretenimiento, promovidas por la publicidad, madre y maestra mágica de nuestro tiempo. De este modo, sistemático y a la vez insensible, divertirse, no aburrirse, evitar lo que perturba, preocupa y angustia, pasó a ser, para sectores sociales cada vez más amplios, de la cúspide a la base de la pirámide social, un mandato generacional, eso que Ortega y Gasset llamaba “el espíritu de nuestro tiempo”, el dios sabroso, regalón y frívolo al que todos, sabiéndolo o no, rendimos pleitesía desde hace por lo menos medio siglo, y cada día más.
Otro factor, no menos importante, para la forja de la civilización del espectáculo ha sido la democratización de la cultura. Se trata de un fenómeno altamente positivo, sin duda, que nació de una voluntad altruista: que la cultura no podía seguir siendo el patrimonio de una élite, que una sociedad liberal y democrática tenía la obligación moral de poner la cultura al alcance de todos, mediante la educación, pero también la promoción y subvención de las artes, las letras y todas las manifestaciones culturales. Esta loable filosofía ha tenido en muchos casos el indeseado efecto de la trivialización y adocenamiento de la vida cultural, donde cierto facilismo formal y la superficialidad de los contenidos de los productos culturales se justificaban en razón del propósito cívico de llegar al mayor número de usuarios. La cantidad a expensas de la calidad. Este criterio, proclive a las peores demagogias en el dominio político, en el cultural ha causado reverberaciones imprevistas, entre ellas la desaparición de la alta cultura, obligatoriamente minoritaria por la complejidad y a veces hermetismo de sus claves y códigos, y la masificación de la idea misma de cultura. Esta ha pasado ahora a tener casi exclusivamente la acepción que ella adopta en el discurso antropológico, es decir, la cultura son todas las manifestaciones de la vida de una comunidad: su lengua, sus creencias, sus usos y costumbres, su indumentaria, sus técnicas, y, en suma, todo lo que en ella se practica, evita, respeta y abomina. Cuando la idea de la cultura torna a ser una amalgama semejante es poco menos que inevitable que ella pueda llegar a ser entendida, apenas, como una manera divertida de pasar el tiempo. Desde luego que la cultura puede ser también eso, pero si termina por ser sólo eso se desnaturaliza y se deprecia: todo lo que forma parte de ella se iguala y uniformiza al extremo de que una ópera de Wagner, la filosofía de Kant, un concierto de los Rolling Stones y una función del Cirque du Soleil se equivalen.
No es por eso extraño que la literatura más representativa de nuestra época sea la literatura light, es decir, leve, ligera, fácil, una literatura que sin el menor rubor se propone ante todo y sobre todo (y casi exclusivamente) divertir. Atención, no condeno ni mucho menos a los autores de esa literatura entretenida pues hay, entre ellos, pese a la levedad de sus textos, verdaderos talentos, como –para citar sólo a los mejores– Julian Barnes, Milan Kundera, Paul Auster o Haruki Murakami. Si en nuestra época no se emprenden aventuras literarias tan osadas como las de Joyce, Thomas Mann, Faulkner y Proust no es solamente en razón de los escritores; lo es, también, porque la cultura en que vivimos no propicia, más bien desanima, esos esfuerzos denodados que culminan en obras que exigen del lector una concentración intelectual casi tan intensa como la que las hizo posible. Los lectores de hoy quieren libros fácilmente asimilables, que los entretengan, y esa demanda ejerce una presión que se vuelve un poderoso incentivo para los creadores.
Tampoco es casual que la crítica haya poco menos que desaparecido en nuestros medios de información y que se haya refugiado en esos conventos de clausura que son las Facultades de Humanidades y, en especial, los Departamentos de Filología, cuyos estudios son sólo accesibles a los especialistas. Es verdad que los diarios y revistas más serios publican todavía reseñas de libros, de exposiciones y conciertos, pero ¿alguien lee a esos paladines solitarios que tratan de poner cierto orden jerárquico en esa selva y ese caos en que se ha convertido la oferta cultural de nuestros días? Lo cierto es que la crítica, que en la época de nuestros abuelos y bisabuelos desempeñaba un papel central en el mundo de la cultura porque asesoraba a los ciudadanos en la difícil tarea de juzgar lo que oían, veían y leían, hoy es una especie en extinción a la que nadie hace caso, salvo cuando se convierte también ella en diversión y en espectáculo.
(De www.letraslibres.com)
sábado, 23 de noviembre de 2013
El futuro de la novela
Por Manu de Ordoñana (Donostia, San Sebastián)
En el epílogo de su libro “Naturaleza de la novela”, premio Anagrama de Ensayo 2013, Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) cavila sobre el futuro del libro. Cree que, poco a poco, el libro impreso desaparecerá y será sustituido por el libro digital, a medida que se vayan descubriendo artilugios más eficientes que permitan una lectura más cómoda. La tecnología no tiene más de diez años y hay que esperar mejoras importantes que van a facilitar todavía más el manejo de los dispositivos de lectura electrónica. Y el libro en papel se convertirá en objeto de coleccionismo, algo así como un vino de reserva para sibaritas.
Pero más que el futuro del libro, lo que inquieta más al autor es el porvenir de la novela, cosa que ya insinuó en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, allá por al año 1995. Existe el peligro de que el gran público deje de leer y se conforme con darse por enterado de lo que sucede en el ámbito cultural, recurriendo a píldoras informáticas vía Internet, dejando para los especialistas la lectura de las obras literarias. El eclipse, que ya es un hecho en el ámbito de las artes, lo es también en varios géneros literarios ─la poesía, el teatro─ y empieza a serlo en el de la novela.
Los planes de enseñanza priman el conocimiento positivo que sirve al individuo para encontrar un empleo: loable intención. Pero descuidan el estudio de las humanidades, las asignaturas de letras que otorgan a la persona una formación suficiente para despertar en ella un cierto interés por la ilustración. Leer novelas, ensayo o poesía no es una decisión espontánea, sino algo que deriva de un bagaje intelectual, de sentir la curiosidad de aprender y saber más acerca del mundo que nos rodea.
Sin una mínima instrucción, el ciudadano encuentra enormes dificultades para asimilar un texto literario medianamente complejo y se concentra en la lectura de productos sencillos, relatos mitológicos, historias relativas a secretos arcanos, en los que intervienen personajes fantásticos plenos de incoherencia, que seducen las regiones más primitivas de su cerebro, pero no las más evolucionadas, las que han surgido por el simple hecho de razonar, de aplicar el pensamiento a la comprensión de los fenómenos que rigen el universo.
La tendencia se hace evidente. Los contenidos están cada vez más orientados a divertir y menos a enseñar, al estilo de los antiguos folletines que ahora se llaman “bestsellers”. Parece como si ya hubiéramos descubierto todos los valores que hacen falta para transitar por este anchuroso planeta y sólo persiguiéramos el deleite, sin hacer ningún esfuerzo por cultivar la mente y buscar nuevos horizontes. Y no sólo son los contenidos, el soporte también contribuye. Se me hace muy difícil concebir que alguien sea capaz de leer a Kant en un ebook.
Todo escritor ha sido antes lector, lector empedernido, diría yo. Pero si el medio no propicia la lectura de novelas más o menos complejas, difícilmente surgirán vocaciones, serán escasos los escritores que afloren en un medio donde la cultura y educación recibida apuntan hacia otros derroteros que nada tienen que ver con la creación literaria. La juventud no siente placer alguno en sumergir su mente en el mundo de la fantasía y se refugia en la imagen para ocupar su tiempo, en lo superfluo que no exige esfuerzo intelectual alguno. Y esto es lo grave, porque cuando una determinada forma de expresión artística entra en conflicto con los hábitos sociales, su declive es inevitable.
Ya en 1999, Eduardo Mendoza decía que la novela tenía que replantearse su razón de ser, ya que se había producido un cambio radical en el modo de leer, con la llegada de los medios audiovisuales y contestaba con un simil a la pregunta de si la novela había muerto o no: Para los antiguos egipcios, una momia no era una persona viva, pero tampoco definitivamente muerta.
Vargas Llosa hizo al poco una referencia al contenido de este artículo para confirmar el diagnóstico, aunque con la esperanza de que “la novela de sofá” sobreviva e incluso de que sea capaz de dar frutos tan óptimos como los dio en el pasado, ya que, se diga lo que se diga, la novela ha sido y sigue siendo un género de minorías y no hay razón para creer que esta situación vaya a cambiar, ya que esas minorías no van a desaparecer nunca.
El debate está servido, las opiniones, repartidas, aunque la mayor parte de los escritores opina que los “The end” no le van a la novela.
(De www.serescritor.com)
viernes, 22 de noviembre de 2013
La Biblioteca Antonio Cabrera Perera se echa a andar
Hace
días en la Casa-Museo Pérez Galdós fue presentado el primer tomo de la
Biblioteca Antonio Cabrera Perera, de la mano de sus dos más preciados
discípulos, un homenaje más que merecido por tantos años de dedicación a la
docencia, al mundo de las bibliotecas y a la investigación. Dos títulos fundamentales componen este primer volumen: Las Islas Canarias en el Mundo Clásico y Tratamiento del libro en la biblioteca.
Hay que considerar que este hombre es un octogenario lúcido y con mucha energía. Docente ilustre, hombre locuaz cargado de anécdotas, galdosiano, ensayista, bibliotecario, escritor. Hace tan solo unos meses en el Salón Dorado del Gabinete se reunió una parte de sus muchos alumnos, en la velada de presentación de su último libro, Divagaciones, Anroart Ediciones. Un acto que también fue muy concurrido, con elogios de alumnos que hoy son profesores distinguidos en niveles superiores de la enseñanza, con homenaje a la esposa que no pudo estudiar Farmacia porque su padre era de ideas recalcitrantes y no iba a permitir que una señorita se fuera por las buenas a Madrid, menudos tiempos aquellos. Antonio Cabrera disfruta una magnífica vista desde su despacho en su chalet junto al López Socas, su ordenador rodeado de libros y ediciones antiguas del Quijote, alguna tal valiosa como la de Dalí. A sus pies la ciudad, esa es la imagen que ilustra la portada de su biografía novelada. Porque hay que decir que se camufla tras un personaje imaginario para ir desvelando sus recuerdos, sus amistades, sus vivencias de tiempos tan distintos. Hay que tener valor para acomodar al estudio su luna de miel con María de los Angeles y encerrarse para preparar una oposición, que obviamente aprobó con nota.
Bibliotecario, erudito, ensayista, catedrático dela Escuela de Magisterio, director de la Normal y de la Escuela Universitaria
de Formación del Profesorado, fundador y primer director de la Biblioteca Pública
del Estado, delegado provincial de Cultura, profesor de Filología de la ULPGC , todos esos cometidos.
Tanto escribe Antonio sobre las bibliotecas en Las Palmas como publica un
estudio sobre Angel Guerra o estudia el deporte en los escritores de aquí,
tanto habla de Canarias en el mundo clásico como del problema religioso y el
sentimiento católico en Galdós. Sus cinco hijos y sus nueve nietos llenan la
vida de la pareja. Profesor emérito de la Universidad de Las Palmas de Gran
Canaria, le quedan años de lucidez que a buen seguro aprovechará en nuevas y
buenas publicaciones. Porque él es de esos hombres que no se rinden ni al paso
del tiempo, hombre de humor, sobresaliente cum laude.
Hay que considerar que este hombre es un octogenario lúcido y con mucha energía. Docente ilustre, hombre locuaz cargado de anécdotas, galdosiano, ensayista, bibliotecario, escritor. Hace tan solo unos meses en el Salón Dorado del Gabinete se reunió una parte de sus muchos alumnos, en la velada de presentación de su último libro, Divagaciones, Anroart Ediciones. Un acto que también fue muy concurrido, con elogios de alumnos que hoy son profesores distinguidos en niveles superiores de la enseñanza, con homenaje a la esposa que no pudo estudiar Farmacia porque su padre era de ideas recalcitrantes y no iba a permitir que una señorita se fuera por las buenas a Madrid, menudos tiempos aquellos. Antonio Cabrera disfruta una magnífica vista desde su despacho en su chalet junto al López Socas, su ordenador rodeado de libros y ediciones antiguas del Quijote, alguna tal valiosa como la de Dalí. A sus pies la ciudad, esa es la imagen que ilustra la portada de su biografía novelada. Porque hay que decir que se camufla tras un personaje imaginario para ir desvelando sus recuerdos, sus amistades, sus vivencias de tiempos tan distintos. Hay que tener valor para acomodar al estudio su luna de miel con María de los Angeles y encerrarse para preparar una oposición, que obviamente aprobó con nota.
Bibliotecario, erudito, ensayista, catedrático de
miércoles, 20 de noviembre de 2013
La peor derrota, el desaliento (Cervantes)
" Hoy es el día más
hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras
propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a
nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la
mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más
peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena
conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la
disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén.
(...)
En esto, le vino al pensamiento cómo le haría, y fue que rasgó una gran tira de las faldas de la camisa, que andaban colgando, y diole once ñudos, el uno más gordo que los demás, y esto le sirvió de rosario el tiempo que allí estuvo, donde rezó un millón de avemarías. Y lo que le fatigaba mucho era no hallar por allí otro ermitaño que le confesase y con quien consolarse; y así, se entretenía paseándose por el pradecillo, escribiendo y grabando por las cortezas de los árboles y por la menuda arena muchos versos, todos acomodados a su tristeza, y algunos en alabanza de Dulcinea.
(...)
Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo. "
El Quijote está lleno de frases y pensamientos redondos, de aplicación en la vida diaria de cada uno de nosotros pues su sabiduría es inmarchitable.
(...)
En esto, le vino al pensamiento cómo le haría, y fue que rasgó una gran tira de las faldas de la camisa, que andaban colgando, y diole once ñudos, el uno más gordo que los demás, y esto le sirvió de rosario el tiempo que allí estuvo, donde rezó un millón de avemarías. Y lo que le fatigaba mucho era no hallar por allí otro ermitaño que le confesase y con quien consolarse; y así, se entretenía paseándose por el pradecillo, escribiendo y grabando por las cortezas de los árboles y por la menuda arena muchos versos, todos acomodados a su tristeza, y algunos en alabanza de Dulcinea.
(...)
Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo. "
El Quijote está lleno de frases y pensamientos redondos, de aplicación en la vida diaria de cada uno de nosotros pues su sabiduría es inmarchitable.
martes, 19 de noviembre de 2013
lunes, 18 de noviembre de 2013
Adonis, un poeta en el drama de Siria
Ali Ahmad Said
Esber[1] (1930), conocido por su
seudónimo Adonis, es un poeta y ensayista sirio que ha desarrollado su carrera
literaria en el Líbano y Francia. Ha publicado más de veinte libros de poemas,
con implicación social y política, y es considerado candidato al Nobel de
Literatura. En 2011 obtuvo el Premio Goethe. Adonis es un pionero dentro de la
moderna poesía árabe, considerado un rebelde, un iconoclasta que sigue sus
propias reglas, desarrolló el poema en prosa. Como afirma en su Introducción
a la poesía árabe, esta «no es el monolito que pretende sugerir la visión
crítica dominante, sino que es plural, en ocasiones hasta llegar a la autocontradicción».
Desiertos (Fragmento)
Sólo el poeta sabe casar este espacio.
No hay camino hacia mi casa: estado de asedio,
las calles son cementerios.
Desde lejos, sobre su casa,
una luna ensimismada se cuelga
en los hilos del polvo.
Está bien. Tengo en todos los barrios
amigos, y todas las casas del mundo.
y su amigo le susurraba:
No hay en el cielo
sino agujeros llamados estrellas...
el segundo sin manos ni lengua
el tercero estrangulado
y el resto sin forma y sin nombre.
Damasco
El cuerpo amoroso sobre su cama
como el arco
y la luna nueva
Abre a nombre del agua
la botella del tiempo
Cambia cada día
en su órbita nocturna
Tumba de sacrificio
en un volcán deseado
isla almohada
a la cama
al fruto de la noche
que anhelaba una conquista insólita.
Se enamoraron del asedio
y avanzaron.
Tu talle era un sultán,
tus manos la fatiha [1] del ejército,
tus ojos una guarida y un amigo.
Nos unimos, nos perdimos juntos,
penetramos en el bosque de fuego.
Trazo el primer paso hacia ti
y abres el camino...
(1) primera azora del Corán
Yo prefiero quedar en la penumbra;
quedarme en el secreto de las cosas.
Extraño como el arte.
Anónimo,
incierto
y olvidado.
Naciendo, nuevamente,
en cada día.
mi rostro sobre el vidrio de mi lámpara.
Mi mapa es una tierra sin creador.
La negación de todo, mi evangelio.
te llora?
¿Dónde estuviste?
¡Enséñame lo que has escrito!
Yo no le respondí,
no podía decir ni una palabra.
Había roto todos mis papeles,
por no haber encontrado
estrellas en las nubes de la tinta-
¿Qué luz, bajo los párpados,
te llora?
Dime, ¿dónde estuviste?
Y no le respondí.
La noche era una choza beduina.
Las lámparas,
la gente de la tribu.
Y yo, tan solamente
un sol enflaquecido,
bajo el cual la ancha tierra
había cambiado de sitio las colinas.
Mientras el descarriado se encontraba
con el largo camino.
Dormí con la ciudad
en el comienzo de las ramas,
en el inicio de las heridas.
Estaba sobre mi lecho,
más agitada que un navío en alta mar,
y el semen la estremecía,
le abría todas las venas...
Al despertar, el lecho era un río,
por amor,
y el semen la historia de dos amantes,
y eran sus pechos dos ciudades.
Las ciudades se deshacen
y la tierra es una locomotora de
polvo.Sólo el poeta sabe casar este espacio.
No hay camino hacia mi casa: estado de asedio,
las calles son cementerios.
Desde lejos, sobre su casa,
una luna ensimismada se cuelga
en los hilos del polvo.
Dije: "Este es el camino a
mi casa". Respondió: "No,
no pasarás", y me apuntó con
el fusil...Está bien. Tengo en todos los barrios
amigos, y todas las casas del mundo.
Caminos de sangre.
Los evocaba un niñoy su amigo le susurraba:
No hay en el cielo
sino agujeros llamados estrellas...
Encontraron a seres en sacos:
el primero sin cabezael segundo sin manos ni lengua
el tercero estrangulado
y el resto sin forma y sin nombre.
- ¿Te has vuelto loco? Por favor,
no hables nunca de esto.
Damasco
Caravana de estrellas en una
alfombra verde
dos pechos de brasas y de
naranjasDamasco
El cuerpo amoroso sobre su cama
como el arco
y la luna nueva
Abre a nombre del agua
la botella del tiempo
Cambia cada día
en su órbita nocturna
Tumba de sacrificio
en un volcán deseado
Los árboles duermen
alrededor de mi dormitorio
Mi cara es manzana es mi amorisla almohada
Acaso no vendrás
Damascoa la cama
al fruto de la noche
Extravío
Una vez me perdí en tus brazos
y eran mis labios una fortalezaque anhelaba una conquista insólita.
Se enamoraron del asedio
y avanzaron.
Tu talle era un sultán,
tus manos la fatiha [1] del ejército,
tus ojos una guarida y un amigo.
Nos unimos, nos perdimos juntos,
penetramos en el bosque de fuego.
Trazo el primer paso hacia ti
y abres el camino...
(1) primera azora del Corán
En la sombra de las cosas
Yo prefiero quedar en la penumbra;
quedarme en el secreto de las cosas.
Me gusta introducirme en las
criaturas.
Errar como una idea.Extraño como el arte.
Anónimo,
incierto
y olvidado.
Naciendo, nuevamente,
en cada día.
Espejo del cuerpo del amante
Cada día, el cuerpo del amante
se disuelve en el aire,
se convierte en perfume,
gira, convoca a todos los perfumes
a que se reúnan en su lecho,
cubre sus sueños,
se evapora como incienso,
vuelve como incienso.
Sus primeros poemas son sufrimiento
de niño perdido en el torbellino de los puentes,
sin saber mantenerse en el agua
ni cruzarla.
Cada día, el cuerpo del amante
se disuelve en el aire,
se convierte en perfume,
gira, convoca a todos los perfumes
a que se reúnan en su lecho,
cubre sus sueños,
se evapora como incienso,
vuelve como incienso.
Sus primeros poemas son sufrimiento
de niño perdido en el torbellino de los puentes,
sin saber mantenerse en el agua
ni cruzarla.
Homenaje a ella
...CUERPO
la más bella morada de la imaginación.
Placer-
resurrección del cuerpo.
...Sus lágrimas-
arroyo en el que navega el deseo.
Mi mirada se pierde en las regiones de su cuerpo.
El mayor océano
es el cuerpo de una mujer enamorada.
Cuando me ve
su rostro se enciende.
Yo soy su fuego interno.
-El corazón del amante está entre sus labios.
El corazón de la amante está bajo su ombligo.
No, no puede ver en la rosa
más que un cuerpo de mujer.
...CUERPO
la más bella morada de la imaginación.
Placer-
resurrección del cuerpo.
...Sus lágrimas-
arroyo en el que navega el deseo.
Mi mirada se pierde en las regiones de su cuerpo.
El mayor océano
es el cuerpo de una mujer enamorada.
Cuando me ve
su rostro se enciende.
Yo soy su fuego interno.
-El corazón del amante está entre sus labios.
El corazón de la amante está bajo su ombligo.
No, no puede ver en la rosa
más que un cuerpo de mujer.
¿Por qué tu recuerdo no me deja?
Ni el viento me escuchó
cuando dije: te quiero.
Se levanta en su cuerpo,
duerme en el cuerpo de ella.
La línea recta
es círculo en el amor.
El hombre para la mujer es un libro
que ella sólo puede leer con todo el cuerpo.
El perfume es el más bello traje
que puede vestir una mujer.
No entrarás en la noche del cuerpo
a menos que te entregues al sol de la locura.
Para el cuerpo, el presente
es la forma del tiempo.
Sé modesta, lengua.
Sólo el cuerpo puede escribir al cuerpo.
El perfume de mujer es creado:
para ser lecho y falo del aire.
Sueña, sueña-
dice la rosa marchita.
He visto a la mujer
que vio la golondrina
que creó la primavera:
eres tú.
Ni el viento me escuchó
cuando dije: te quiero.
Se levanta en su cuerpo,
duerme en el cuerpo de ella.
La línea recta
es círculo en el amor.
El hombre para la mujer es un libro
que ella sólo puede leer con todo el cuerpo.
El perfume es el más bello traje
que puede vestir una mujer.
No entrarás en la noche del cuerpo
a menos que te entregues al sol de la locura.
Para el cuerpo, el presente
es la forma del tiempo.
Sé modesta, lengua.
Sólo el cuerpo puede escribir al cuerpo.
El perfume de mujer es creado:
para ser lecho y falo del aire.
Sueña, sueña-
dice la rosa marchita.
He visto a la mujer
que vio la golondrina
que creó la primavera:
eres tú.
El viajero
He dejado
-viajero.mi rostro sobre el vidrio de mi lámpara.
Mi mapa es una tierra sin creador.
La negación de todo, mi evangelio.
Diálogo
¿Quién eres tú?
¿Qué luz, bajo los párpados,te llora?
¿Dónde estuviste?
¡Enséñame lo que has escrito!
Yo no le respondí,
no podía decir ni una palabra.
Había roto todos mis papeles,
por no haber encontrado
estrellas en las nubes de la tinta-
¿Qué luz, bajo los párpados,
te llora?
Dime, ¿dónde estuviste?
Y no le respondí.
La noche era una choza beduina.
Las lámparas,
la gente de la tribu.
Y yo, tan solamente
un sol enflaquecido,
bajo el cual la ancha tierra
había cambiado de sitio las colinas.
Mientras el descarriado se encontraba
con el largo camino.
La ciudad
Dormí con la ciudad
en el comienzo de las ramas,
en el inicio de las heridas.
Estaba sobre mi lecho,
más agitada que un navío en alta mar,
y el semen la estremecía,
le abría todas las venas...
Al despertar, el lecho era un río,
por amor,
y el semen la historia de dos amantes,
y eran sus pechos dos ciudades.
El dios ha muerto
Quemé hoy el espejismo del sábado,
el espejismo del viernes.
He tirado la máscara de mi gente,
la máscara de la casa.
He cambiado al dios ciego de la piedra
y al dios de los siete días,
por un dios.
el espejismo del viernes.
He tirado la máscara de mi gente,
la máscara de la casa.
He cambiado al dios ciego de la piedra
y al dios de los siete días,
por un dios.
domingo, 17 de noviembre de 2013
Un medio ambiente convertido en mal ambiente
José M. Balbuena Castellano
La desidia insular y la falta de previsión salen a relucir cada vez que se produce un incendio en algún bosque de las islas. Es un fenómeno que hace llorar a mucha gente, ante su impotencia por no dispone de los medios o medidas jurídicas que defiendan sus derechos Al mismo tiempo, vemos como se deteriora nuestro paisaje, se empobrecen nuestros terrenos, se desertizan y, al mismo tiempo, aburren a los que aún tienen su esperanza en la vida rural.
La previsión es fundamental y contribuye a evitar que sucedan tales infortunios. La mayoría de la población de Canarias ignora que, a estas alturas, no tenemos siquiera una Ley Canaria de Montes que aquilate nuestras singularidades. Ello provoca la aplicación de normas, ya superadas técnica y científicamente y que se intentan perpetuar en el tiempo, a través de la imposición de un régimen sancionador impostado. Es increíble que se sancione en Canarias a quienes tienen “el atrevimiento” de cortar, podar, arrancar especies pirófilas y auténticas plagas para los cultivos como son las zarzas, los escobones o las cañas. Se sanciona igual que si uno se dedica a cortar, podar, arrancar una especie en peligro de extinción, las vulnerables o aquellas sensibles a la alteración de su hábitat, o especies en régimen de protección especial, que por supuesto está sancionado, como debe ser.
Semejante atropello jurídico, crea un desafecto en la población, impotente ante la imposición de sanciones por la corta de especies (zarzas,cañas, escobones, helechos) ligadas a prácticas agrícolas consuetudinarias y que tanto bien generan a la naturaleza.
Por lo tanto, la aplicación de normas caducas y trasnochadas, por parte de las corporaciones insulares con la complicidad del mismo gobierno autónomo, son las que llevan a situaciones de auténtico desasosiego social y de injusticia. Los Cabildos, estos reinos de taifas que funcionan según el aire que les dé, aplican todavía la Orden Departamental de 20 de febrero de 1991 y, en virtud del cual, se puede sancionar a un ciudadano por cortar sin autorización administrativa las nocivas especies mencionadas anteriormente.
También deberían saber los ciudadanos que si usted quiere talar o podar una especie arbórea, como, por ejemplo, un castañero, igualmente necesitaría autorización administrativa, incluso cuando su finca no se encuentre en un Espacio Natural Protegido, ni en la Red Natura 2000. Algo realmente absurdo. O sea, ¿yo no puedo arrancar de mi finca un árbol frutal que no me apetece tener? Y si lo que quiere plantar son manzaneros, o cirueleros, o lo que se me antoje?
A la hora de sancionar, no se andan con miramientos, ya que las multas pueden elevarse a 5.000, 10.000, 15.000 euros, aun cuando ninguna de ellas se encuentre incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, ni en el Catálogo Canario de Especies Protegidas. Dicho de otro modo: en nuestro territorio insular, cortar una especie como la zarza, la caña o el escobón, se castiga y se sanciona igual que arrancar una especie en peligro de extinción o vulnerable. ¿Alguien puede explicar esto a la población, a esa misma gente que ve arder su casa, sus frutales, sus instalaciones, cuando sus abuelos y padres cortaban esas plantas para así mantener limpio sus tierras de cultivo y salvarse un posible incendio?
El Cabildo Insular de Gran Canaria edite folletos informativos titulados “Protégete contra los incendios en viviendas de zona rural-forestal” en los que aconseja y promueve que revises, podes, aísles y cultives, como medida de protección contra el fuego, a la vez que informa a la población que puede cortar, sin autorización, especies altamente inflamables, plagas para los cultivos, tales como el escobón, zarzas, cañas, helechos.... O sea, que con una mano, el Cabildo de esta isla, le dice a los ciudadanos que puede cortar, sin autorización administrativa determinadas especies pirófilas y constitutivas de plagas, y, con la otra, le impone multas cuantiosas por cortar precisamente esas especies sin autorización administrativa.
Sinceramente, la población está desprotegida y urge que la Fiscalía de Delitos Medioambientales intervenga, para averiguar que está sucediendo con la aplicación de la Orden de 20 de febrero de 1991. Por otro lado, tenemos los barrancos cubiertos de cañaverales y zarzales, de muy fácil combustión, aparte de que esos lugares se utilizan también para arrojar escombros, degenerando el paisaje, siendo precisamente esta isla las que más lamentable aspecto ofrece. Otro defecto que se observa diariamente es que no se limpian con la asiduidad debida las cunetas, laderas y otros espacios donde se acumulan la pinocha, zarzales y todo tipo de malezas, que ante cualquier descuido o la acción de algún pirado, pueden causar un incendio, tanto en los pastizales como en los bosques. La limpieza debe realizar asiduamente a lo largo del año, pero, especialmente, en la época de verano o de altas temperaturas, que es cuando la pinocha se convierte en un auténtico reguero de pólvora. Además, nuestros bosques necesitan cortafuegos y otros elementos de prevención: más torres de vigilancia, detectores de incendios, patrullas de agentes de medio ambiente, etc..
Para el mundo rural, forestal o simplemente dedicado a la conservación de nuestras costas, playas, paisajes no existe una verdadera Consejería de Medio Ambiente sino más bien de Mal Ambiente. Una política medioambiental cómplice y respetuosa con los derechos de la población es un ariete que habría evitado tantos disparates que contemplamos a lo largo y ancho de nuestra geografía insular,: construcción en laderas, en barrancos, en acantilados, casos y barrios enteros construidos sin planificación, sin ordenación territorial; costas, que son de dominio público, convertidas en dominio particular, con la anuencia de autoridades. Todo, a estilo compadre.
Se plantea, además, la escasa conciencia ecológica y medioambiental existente, tanto en buena parte de la población, como en los que disponen de alguna parcela de poder y podrían haber evitado tanto desatino. Tampoco veo muy eficaces a colectivos que se llaman “ecologistas”, cuya oposición es más bien testimonial que efectiva. Es triste comprobar con qué facilidad, tanto mayores como pequeños, ensucian nuestras calles, tiran todo al suelo,lacen objetos a la vida desde sus coches, dejen los excrementos de sus perros e aceras y parques, destrozan el mobiliario urbano, pintan y rayan edificios o monumentos ,escupen o arrojen las colillas en cualquier lugar, sin que ninguna de estas acciones incívicas, que denotan un pésima educación y falta de respeto a los demás, tengan ningún coste, sin que las llamadas autoridades competentes sanciones y hagan cumplir normas de convivencia, si es que tienen alguna. En ese aspecto, estamos a años luz de determinados países que tienen una gran conciencia ecológica.¿Para que dicta el ayuntamiento de Las Palmas, por ejemplo, normas y amenazan con imponer multas, para los que no recogen la deposiciones de sus canes en la calle, o no les ponen la correspondiente correa, o bozal, si son peligrosos, si todavía hay gente que lo sigue haciendo? No hay que amenazar: hay que hacer cumplir la ley.
Un detenido pateo por nuestros caminos, pueblos y espacios naturales nos darán una idea de cómo se ha actuado y se sigue actuando aquí, y de cuánto disparate se comete. Lo peor es tampoco ocurre nada. El pasotismo a veces, nos lleva a cuestionar a qué clase de personas les hemos dado poder para que gobiernen nuestras instituciones. Mientras, siguen sancionando a la población rural, pues se la ve como una intrusa dentro de la política medioambiental. De ahí, los llantos de impotencia cada vez que hay un incendio forestal.
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