martes, 12 de noviembre de 2013

Proust y Camus: aquella gran literatura francesa

Estamos en tiempo de centenarios. La literatura francesa, que ahora –a pesar de Houellebecq– no anda en sus mejores momentos, ha celebrado con jolgorio a Albert Camus y a Marcel Proust, dos talentos tan diferentes y tan imprescindibles. Si Camus representa en La peste, El extranjero, etc. la conciencia del desarraigo, el absurdo de la vida, el existencialismo, la otredad en un mundo perverso, Proust al contrario es el preciosismo de una prosa exuberante, minimalista. Hace 100 años apareció la primera parte de su descomunal A la busca del tiempo perdido, con aquel Por el camino de Swann. Miles de páginas, un puzzle gigantesco, lento, exasperante a veces, un inmenso relato que fue rechazado por prestigiosas editoriales como Gallimard, donde se equivocó –y de qué manera, al informar negativamente– André Gide. El protagonista, más allá de un coro de personajes secundarios, es el lenguaje. ¿Es Proust en este momento un escritor solo para especialistas? No lo creemos así. Su capacidad de exigencia, su enorme depuración, hacen de él un clásico que no fue valorado lo suficientemente como para que le diesen el Nobel de Literatura. Camus, por el contrario, fue un Nobel muy joven.
Camus y Proust murieron demasiado pronto. Albert fue la lucidez, la ironía, la obstinación, en un estilo que aspiraba a ser tan diáfano como la luz de su Argelia natal. Y sobre todo la rebeldía, tanto en su dedicación al periodismo como en la novela, el ensayo y el teatro. Marcel fue la desmesura de una prosa impresionista y simbolista. La alegría de vivir, el detallismo de las descripciones, el manejo circular del tiempo y del espacio, van derivando en la decepción y la melancolía. En ello debió pesar bastante todo lo que aconteció en la I Guerra Mundial, menos mal que Proust no llegó a tiempo de vivir el terror nazi.

1 comentario:

  1. La prosa de Proust fue desmesurada, simbolista profunda, filosófico...

    ...Existimos solos, decía en su libro En busca del tiempo perdido... Y añadía: El hombre es el ser que no puede salir de sí mismo, que sólo en sí mismo conoce a los demás, y , al decir lo contrario, miente...

    Genial. Gracias Luis por recordar a dos grandes de la literatura francesa.

    blog-rosariovalcarcel.blogspot.com

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