Proust y Camus: aquella gran literatura francesa

Estamos en tiempo de centenarios.
La literatura francesa, que ahora –a pesar de Houellebecq– no anda en sus
mejores momentos, ha celebrado con jolgorio a Albert Camus y a Marcel Proust,
dos talentos tan diferentes y tan imprescindibles. Si Camus representa en La peste, El extranjero, etc. la
conciencia del desarraigo, el absurdo de la vida, el existencialismo, la
otredad en un mundo perverso, Proust al contrario es el preciosismo de una
prosa exuberante, minimalista. Hace 100 años apareció la primera parte de su
descomunal A la busca del tiempo perdido,
con aquel Por el camino de Swann.
Miles de páginas, un puzzle gigantesco, lento, exasperante a veces, un inmenso
relato que fue rechazado por prestigiosas editoriales como Gallimard, donde se
equivocó –y de qué manera, al informar negativamente– André Gide. El
protagonista, más allá de un coro de personajes secundarios, es el lenguaje.
¿Es Proust en este momento un escritor solo para especialistas? No lo creemos
así. Su capacidad de exigencia, su enorme depuración, hacen de él un clásico
que no fue valorado lo suficientemente como para que le diesen el Nobel de
Literatura. Camus, por el contrario, fue un Nobel muy joven.
Camus y Proust murieron demasiado
pronto. Albert fue la lucidez, la ironía, la obstinación, en un estilo que
aspiraba a ser tan diáfano como la luz de su Argelia natal. Y sobre todo la
rebeldía, tanto en su dedicación al periodismo como en la novela, el ensayo y
el teatro. Marcel fue la desmesura de una prosa impresionista y simbolista. La
alegría de vivir, el detallismo de las descripciones, el manejo circular del
tiempo y del espacio, van derivando en la decepción y la melancolía. En ello
debió pesar bastante todo lo que aconteció en la I Guerra Mundial, menos mal
que Proust no llegó a tiempo de vivir el terror nazi.
La prosa de Proust fue desmesurada, simbolista profunda, filosófico...
ResponderEliminar...Existimos solos, decía en su libro En busca del tiempo perdido... Y añadía: El hombre es el ser que no puede salir de sí mismo, que sólo en sí mismo conoce a los demás, y , al decir lo contrario, miente...
Genial. Gracias Luis por recordar a dos grandes de la literatura francesa.
blog-rosariovalcarcel.blogspot.com