jueves, 24 de julio de 2014

La trampa de la "obsolescencia programada" y la bombilla de Livermore (113 años funcionando sin averiarse)

No cabe duda de que el progreso tecnológico nos ha traído cosas tan importantes como internet, las aplicaciones informáticas, los adelantos médicos, las mejoras en la calidad de vida. Pero, paralelamente, este modelo neoliberal nos vende un progreso tecnológico con trampas por medio. Se emite de vez en cuando en las televisiones un sustancioso reportaje sobre un asunto de gran importancia: por qué los aparatos electrónicos y en general toda la parafernalia tecnológica de última hora –desde ordenadores a televisores de plasma a todo tipo de consolas, pantallas, microondas, neveras, teléfonos móviles, etc.– están programados para durar poco tiempo. El procedimiento suele ser el siguiente: uno de los aparatos electrónicos de uso habitual falla. Cuando el dueño lo lleva a reparar, en el servicio técnico le dicen que resulta más rentable comprar uno nuevo que arreglarlo. Uno de los casos más flagrantes es el que se refiere a las actualizaciones de Windows; cada cierto tiempo se saca un flamante sistema operativo que normalmente es mucho peor que el anterior, se engaña al usuario enredándolo una y otra vez, y obligándolo a comprar equipos de manera continuada.

Generalmente el precio de la mano de obra, las piezas estropeadas y el montaje suelen costar un poco más que adquirir uno nuevo. Por ello normalmente el usuario suele desechar el producto averiado y comprar uno nuevo que cree impecable y de larga durabilidad, con frecuencia por aquello de la globalización el producto estará fabricado en China, Indonesia, Tailandia, Hong Kong, etcétera. Y es que la globalización se ha llevado muchas fábricas españolas y europeas a lugares donde la mano de obra es mucho más barata. Y la obsolescencia programada justo ocurre en algunos componentes digitales de productos de gran demanda como los ordenadores, impresoras, discos duros, equipos de audio y vídeo, equipos de sonido, microondas, bafles, etcétera.

El problema se basa en la gran cantidad de residuos que se originan actualmente al realizarse este fenómeno una y otra vez, cada día, en todo el mundo. En el planeta hay ahora mismo más de siete mil millones de habitantes, y el número continúa creciendo: existe un aumento poblacional de 210 000 personas por día. La generación diaria promedio de basura «per cápita» es de 1 kg: alrededor del mundo, en tan sólo un día se generan 7.000.000.000 kg de desechos.

Puestas así las cosas tendríamos que hacernos una pregunta elemental: ¿Es sostenible la “obsolescencia programada” o es un derroche de este modelo de civilización, cuyo afán de lucro guía todos sus movimientos aunque ello suponga un consumo excesivo de materias primas, contaminación, etcétera? La obsolescencia programada es uno de los eufemismos empleados en economía para ocultar numerosas prácticas que solo persiguen el beneficio de unos pocos, es la elaboración consciente de productos de consumo que se volverán obsoletos en el corto plazo por una falla programada o una deficiencia incorporada.

Hubo, sin embargo, un tiempo en el que los fabricantes eran honestos y procuraban entregar al comprador el mejor producto posible. Conocida es la anécdota de que en EEUU hay una bombilla que lleva encendida más de 100 años. En la estación de bomberos de Livermore, Estados Unidos, cada 18 de junio se celebra el cumpleaños de una bombilla. Y no es que los vecinos de esta localidad de California se hayan vuelto locos, lo cierto es que se trata de una bombilla bastante especial porque se encendió por primera vez en el año 1902 y desde entonces sigue funcionando sin haberse apagado ni una sola vez. Algo más de 110 años que la han hecho entrar en el libro Guinness de records.   Además, este prodigio de la ingeniería del recién estrenado siglo XX ha soportado con éxito varias mudanzas, algunos cortes de suministro, varios terremotos (incluido el gran terremoto de San Francisco en 1906), y aun así ha continuado encendida como si nada.

En 1901, Dennis Bernal, un empresario pionero y su empresa eléctrica, Livermore Power and Light Co., instaló esta bombilla como luz nocturna en un antiguo garaje que servía tanto de comisaría de policía como de estación de bomberos. De su lugar original hasta el que hoy ocupa, han pasado ya 113 años, y la bombilla se ha trasladado varias veces de instalaciones hasta situarse definitivamente en la Estación Uno de bomberos de Livermore. La célebre bombilla se diferencia de una moderna en que su filamento es aproximadamente ocho veces más grueso que los actuales y además se trata de un semiconductor, probablemente de carbono. Aun así, el hecho de que siga funcionando sin problemas después de tantos años es un motivo de sorpresa para muchos, incluido un equipo de físicos de la propia Academia Naval de EE.UU.

La bombilla tiene su propia página web en la que existe una cámara fija que vigila que esté encendida en todo momento. Ironías de la vida moderna, la cámara tiene una vida útil de unos tres o cuatro años, por lo que esta vieja bombilla verá apagarse varias cámaras mientras ella probablemente siga encendida durante algunos años más.  ¿Por qué el mercado no castiga a los productores que utilizan la obsolescencia programada, y no beneficia a la producción de productos durables?
Como las economías modernas se basan en el deuda y el crédito, gran parte de los productos se planifican para durar mientras se siguen pagando, de tal forma de crear una dependencia entre producción-consumo-crédito, de manera que los flujos financieros se constituyen en el motor que mueve a la economía, haciendo que el sistema financiero justifique su existencia. Este es el auténtico derroche del sistema, y a medida que esto ocurre, en beneficio expreso de las grandes corporaciones, los recursos se agotan y el medio ambiente se ve afectado por montañas de residuos que deterioran la calidad de vida. Es la gran paradoja del actual modelo que permite a las empresas producir y vender productos diseñados

miércoles, 23 de julio de 2014

Los bancos nos roban, todos perdemos (A qué equivalen los 11.600 millones de euros perdidos en Catalunya Caixa)

      
        Aún no está claro cuál será la cifra definitiva pero sí sabemos ya dos cosas: el rescate de este otro banco "arruinado" que pagaremos todos oscilará entre los 11.500 y los 12.000 millones de euros y que ese dinero, pagado por todos los españoles, se da ya por perdido y nunca se recuperará. Para aquellos que se pierden con los grandes números, 11.600 millones de euros equivalen a:
Una cuarta parte de todo lo invertido durante tres décadas en España en el tren de alta velocidad (46.000 millones de euros).
Poco menos que la suma de todos los recortes en sanidad y educación hasta el año 2013 (13.800 millones de euros).
Solo un 10% menos que el presupuesto anual de la NASA (12.600 millones de euros).
Casi la misma cantidad que ha ofrecido la Unión Europea a Ucrania para evitar su quiebra financiera (11.000 millones de euros)
Un 30% más que el coste de la línea de AVE entre Madrid y Barcelona (8.966 millones de euros).
Más del doble de lo que ahorró la administración con la supresión de las pagas de Navidad de los funcionarios entre 2012 y 2013 (5.210 millones de euros).
Casi siete años de la recaudación del copago farmacéutico (1.700 millones de euros).
7,5 veces más de lo que ahorró el Estado con la congelación de las pensiones que aprobó Zapatero en 2010 (1.530 millones de euros).
El triple que la ampliación del Canal de Panamá (4.000 millones de euros)
Más del triple que la mayor infraestructura en construcción en España, el túnel de Pajares (3.500 millones de euros).
Seis años del presupuesto para todos los gastos, sueldos e inversiones del Ayuntamiento de Barcelona (1.899 millones de euros anuales).
116 veces la previsión de lo que el Estado recaudará al obligar a los nuevos parados a pagar impuestos por las indemnizaciones por despido (100 millones de euros).
165 veces lo que costó el rescate del Centro Superior de Investigaciones Científicas (70 millones de euros).
Dos siglos y 28 años de subvenciones al cine español (50,8 millones de euros anuales)
246 veces el recorte en el presupuesto estatal para las becas Erasmus ( 47 millones de euros).
682 veces lo invertido en el plan del Gobierno contra la pobreza infantil (17 millones de euros).
Cien siglos del salario que cobraba Narcís Serra durante el tiempo en el que fue presidente de Catalunya Caixa (1,2 millones de euros anuales11 entre el sueldo y los consejo asociados).
Lo que ganan en un año 1.284.038 trabajadores españoles con el salario mínimo interprofesional ( 9.034 euros anuales).
 
(Ignacio Escolar en www.eldiario.es)

martes, 22 de julio de 2014

Los políticos y la luz al final del túnel

Hay preguntas que difícilmente conseguimos contestar. La primera es quiénes somos, la segunda es de dónde venimos, la tercera es hacia dónde vamos y la cuarta es qué políticos nos merecemos. El ser humano, ante el pavor que le origina la idea de la extinción total, se ha dedicado a intentar dar respuesta a esas tres primeras cuestiones básicas. Para eso han nacido las distintas religiones, para paliar la angustia existencial de los mortales, agobiados por el paso del tiempo, la proximidad de la vejez, la decrepitud física y mental. Miles de libros se han escrito, desde los textos sagrados de las distintas creencias a los modernos tratados médicos y científicos por expertos que han estudiado la aparente muerte clínica en los centros hospitalarios de medio mundo y las señales de que pudiera existir otra vida en otra dimensión. Debe ser que para dar respuesta a la cuarta pregunta han nacido los partidos políticos, engranaje imprescindible en las democracias. 

Hay otra interrogación mucho más complicada que estas cuatro, y es la que se siguen haciendo nuestros líderes de segunda y tercera fila acerca de su importante misión en esta vida en beneficio de ciudadanos que apenas agradecemos sus desvelos, por ello pelean ya por las candidaturas para 2015. Estas eminencias nuestras de andar por casa, con sus ambiciones y sus navajazos cotidianos, con sus conspiraciones, sus conciliábulos y sus maniobras en la oscuridad, muestran la grandeza espiritual y cultural de los genios locales, su predisposición al servicio a la comunidad olvidando sus egoísmos particulares.  Y ahora que a don Mariano Rajoy se le ha ocurrido sacarse de la chistera la reforma de la ley electoral con objeto de que gobierne el partido más votado en los respectivos ayuntamientos y comunidades, habría que preguntarse dónde estaban Coalición Canaria y el Partido Popular cuando no hace tanto tiempo Juan Fernando López Aguilar ganó las elecciones con la mayor cifra de votos regionales que se recuerda y tanto unos como otros formaron el consabido gobierno de perdedores. Ya vemos que la política regional es una historia de líderes que se repiten y que aspiran a la gloria eterna: a hacerse viejos en el poder. Figuras así tratarían de batir records de personajes como Fidel Castro, Tito de la ex Yoguslavia, Franco, Hugo Chávez, etc. Lo que estamos viendo por aquí es la política convertida en guerras personales, alianzas infernales, frases salidas de tono, gestos que rayan lo despectivo o van incluso más allá. Una práctica poco productiva para los intereses de los ciudadanos. Y los propios partidos exhibiendo ante la ciudadanía sus desventuras, sus carencias de liderazgo, sus cuitas internas, sus divergencias y sus luchas de poder, las alianzas innombrables y las traiciones. En fin: un espectáculo poco edificante, esto es lo que hay cuando faltan diez meses para la próxima convocatoria electoral.
Pero, como en política también abundan las reencarnaciones, recordemos el impacto que originó la revelación de la presunta luz al final del túnel, no el túnel de la crisis económica -que también se las trae- sino la del túnel que conduce a la muerte. Y es que en su célebre libro de 1975 el psiquiatra y licenciado en filosofía Raymond Moody recopiló las experiencias de 150 personas que estuvieron en muerte clínica. Sus conclusiones afirmaban que el enfermo se siente flotar y contempla el dormitorio, el quirófano o el lugar en que se encuentre, en una experiencia extracorporal. Después cree que se eleva y atraviesa un túnel, en cuyo final ve una luz blanca, a veces adquiere el aspecto de una figura. Familiares y amigos van a su encuentro, y aparece una voz o una presencia. Se establece un diálogo y se presenta una visión global de la vida de quien acaba de morir, quienes lo han experimentado afirman haber perdido el miedo a la muerte, y se toman la existencia con más serenidad. Ampliando sus experiencias, Moody ha hablado de regresiones a vidas pasadas, él mismo confiesa haber tenido nueve vidas anteriores.
Recientemente, un catedrático de Neurobiología de la universidad de Amsterdam, Dick Swaab, ha sostenido que las experiencias cercanas a la muerte son fruto de una anomalía cerebral. Sobre la sensación de "flotar" fuera del propio cuerpo, lo atribuye a que una parte del cerebro, la zona del giro angular responsable de la sensación del equilibrio, no recibe suficiente oxígeno  cuando sobreviene la muerte clínica. Para reforzar sus teorías, Dick Swaab, que dirige un equipo en el Instituto Holandés de Neurociencias, ha estimulado la misma zona cerebral en pacientes conscientes, que también han experimentado idéntica sensación de verse desde fuera, pero que vuelven a su lugar cuando acaba la estimulación. Considera que toda orientación sexual se determina en el útero materno, afirmación que ha generado polémicas por su determinismo y por considerar que ningún tratamiento posterior modificará nuestra carga genética sexual. "Es nuestro cerebro quien escoge la pareja adecuada. La relación de pareja se hace de manera inconsciente y eso se llama enamoramiento, pero es el cerebro quien está valorando todas las ventajas e inconvenientes a toda velocidad", argumenta. Ya ven que los científicos se empeñan en desterrar el romanticismo: el amor acaba siendo una descarga de reacciones químicas.
Para mantener en forma el cerebro conseja llevar una vida saludable, manteniendo a raya la obesidad para no debilitar los vasos sanguíneos, así como no abusar de fármacos. "Las personas del sur se medican mucho, en Madrid y Barcelona compruebo que hay una farmacia en cada esquina. Yo no tomo ningún medicamento. Mejor gastarte el dinero en un buen libro, para agilizar la mente", aconseja. Aquí en vez de libros tenemos bares, fútbol y farmacias, con todo ello recibimos vida y serenidad, de ahí que se haya disparado el consumo de ansiolíticos. En cuanto a los bares, ya se sabe que cualquier capital española tiene más que toda Alemania. Y en cuanto a las librerías, ya se sabe que cualquier capital alemana de medio fuste tiene más librerías que toda España. Pero no desesperemos: dado que España empieza a ir bien otra vez, dentro de poco seremos un pueblo con mejor economía, un pueblo culto, respetuoso, adorable. Con unos representantes públicos dignos, transparentes, empeñados siempre en el mejor servicio a los ciudadanos.
 
(Ilustraciones: Dante y Beatriz en el paraíso, de Gustav Doré. Paulino Rivero, político)

lunes, 21 de julio de 2014

Viva la libertà: la farsa de la política

Esta es una película italiana de 2013 ganadora de dos premios Donatello: al mejor guión y al mejor actor secundario.
Se trata de una farsa acerca de la política, entendida como una puesta en escena demagógica. Los mensajes han de estar cuidadosamente elaborados para golpear en la conciencia del elector, por ello el uso de conceptos como "catástrofe" para definir el momento actual o recabar "pasión" a la hora de actuar pueden elevar las expectativas de un partido y hacer virar de rumbo las encuestas.
Se exhibe en los Multicines Monopol de Las Palmas, la sesión de las 22.15 es en versión original con subtítulos en español.

sábado, 19 de julio de 2014

¿Desaparecerá la crítica literaria?

Manu de Orduñana (Donostia, Euskadi)

Es posible que la figura del crítico literario independiente vaya a desaparecer para siempre. Las páginas culturales de los periódicos y las revistas especializadas se acercan cada vez más a una guía de novedades o un boletín de noticias, en las que privan los intereses de la industria editorial. Salvo excepciones cabales, las reseñas literarias se ocupan de los mismos títulos, lo que induce a sospechar que detrás hay algún interés de no sé qué naturaleza. Rara vez aparece una mención a un escritor desconocido que apunta talento. Para eso hace falta tiempo y ser un poco rebelde. Verdad es que la prensa escrita, su medio de comunicación por excelencia, atraviesa un mal momento. Sufre una crisis profunda que viene de lejos… desde que los periodistas consintieron en convertirse en “empleados” de los grupos mediáticos, sometidos a la presión de los poderes políticos que cubrían sus enormes déficits financieros a base de ayudas y subvenciones. Algunos de ellos se prostituyeron por unos salarios de escándalo, nunca vistos hasta el momento, perdiendo así su capacidad para informar libremente y defender la democracia. Y no parece que la cosa tenga vuelta atrás. En todo caso, algo podría mejorar si se consolida la apuesta de los grupos multinacionales por el control de los medios de comunicación. No es la mejor solución, pero me fío más de ellos que de los otros. También es verdad que el número de autores que hoy acceden a publicar un libro es muy superior al de hace cuarenta años —en ese sentido, habríamos de entonar un tedeum—, siquiera sea por satisfacer su ego. Si a eso se añade la pluralidad de espacios en la web, se entiende que el crítico se haya transformado en simple comentarista que recoge la opinión de lo que tiene más a mano: notas de prensa, la sinopsis en la contraportada o el contenido del primer artículo que encuentra sobre la obra en Internet. Me pregunto si no habrá incluso alguno que haya escrito una reseña sin haber leído la obra… Una reseña literaria es la presentación razonada de la opinión que el crítico extrae de un libro, lo que dice en cada momento y cómo lo dice, con citas a las escenas más importantes y la intención del autor en cada una de ellas. Su objetivo es valorarlo para que el público decida si vale la pena leerlo o no, para lo cual suele incorporar al final una reflexión sobre la totalidad de la obra y su influencia en el medio social en que se desarrolla.
Según el poeta norteamericano Robert Pinsky (New Jersey, 1940), las reglas a que debe someterse toda crítica literaria son sólo tres: 1.- La reseña debe decir cuál es el tema del libro. 2.- La reseña debe decir lo que el autor piensa sobre el tema del libro. 3.- La reseña debe decir lo que el crítico piensa sobre lo que el autor del libro dice sobre el tema del libro. En tiempos pasados, ejercieron su profesión verdaderos maestros del género. Hoy ya quedan menos. Y es que hacer una reseña literaria como la que hizo Miguel Méndez Hernández sobre La Fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa, no está al alcance de cualquiera. Es un trabajo complejo que exige una sólida formación intelectual, asociada a una erudición particular sobre la obra que analiza y el entorno que la rodea. Sólo así es posible descubrir la esencia de un escritor y las señas personales que lo caracterizan. Y luego escribirla con prosa concisa y elegante, para salir airoso del trance. Porque si no… como el burlador burlado. ¡Qué divertido es ponerle los cuernos al tenorio! Conocida es la definición de E. R. Curtius (Alsacia, 1886 – Roma, 1956): “Crítica es la literatura de la literatura”. Lo dijo Rafael Altamira (Alicante, 1866 – México, 1951) en 1907: “Lo que más importa en la crítica no es el juicio de la obra, sino lo que acerca de ella se le ocurre a un hombre de talento, de ingenio, que hace arte con motivo de una obra ajena”. Y más tarde José Antonio Maravall (Játiva, 1911 – Madrid, 1986) en 1933: “Al nuevo crítico no le interesa ni escribir anuncios, ni emitir fallos… Juzga para ser juzgado, se coloca frente a los demás, quiere hacer gravitar toda la atención hacia él y lo criticado no es sino un pretexto”.
 Siempre he admirado a esos articulistas de periódico que se atreven a juzgar acontecimientos de la vida diaria —incluso algo tan pedestre como un partido de fútbol— a los que sus lectores tienen acceso y pueden formar opinión propia. Su criterio ha de ser firme y persuasivo, para ser bien recibido, sin provocar rechazo, aun discrepando. Un oficio complicado que requiere poseer atributos de genio. Un genio que además ha de ser ecuánime, estar libre de prejuicios y redimido de esa malevolencia que a menudo acompaña a los seres doctos cuando juzgan a un colega. Es pedir demasiado. Una generosidad tal no es propia del ser humano, y menos si el censor posee vocación literaria, muchas veces, insatisfecha, como le ocurre con frecuencia al crítico. Por eso, decía al principio que su papel se ha devaluado, aunque todavía quedan algunos que realizan su trabajo con pericia y libertad. Libertad tanto para ensalzar una obra como para malograrla. De hecho, según el diccionario de María Moliner, criticar es expresar un juicio desfavorable, decir faltas o defectos de una persona, de una actuación o de una obra. Comentaba Rodríguez Rivero que a los escritores les encantan las reseñas positivas de sus libros, pero nunca con la intensidad con la que detestan y les enfadan las negativas. Las primeras halagan, pero se olvidan pronto; las segundas producen heridas que tardan en cicatrizar. ¿Qué habrá pensado García Márquez tras leer la crítica que hizo Coetzee —también Premio Nobel en el año 2003— de su última novela “Memoria de mis putas tristes”, publicada en 2004? Merece la pena leerlo por lo mucho que enseña de literatura. No es un varapalo, sólo un reproche de guante blanco: “En comparación con el resto de los textos de García Márquez, Memoria de mis putas tristes no es un gran logro”.
Quizá uno sea víctima de ciertas aprensiones, pero me resisto a leer esas esquelas de libros que aparecen en los suplementos dominicales, insertadas en recuadros igualitos, con la imagen de la portada y los datos relevantes en cabecera y, debajo, un texto explicativo, generalmente banal y siempre laudatorio, siguiendo un modelo prefabricado, parecido al esquema que aprendimos en el colegio para comentar las obras clásicas de la literatura. Hasta hace poco, recomendar libros era tarea que correspondía al librero y al crítico literario. Hoy ya no tanto. El lector ha perdido la confianza en los medios tradicionales y prefiere esa opinión anónima que le proporciona Internet. Surge así la autoridad del prescriptor cultural que, sin tantas pretensiones estéticas, sugiere títulos alternativos a los best sellers que todo el mundo conoce, en portales digitales de diferente pelaje: blogs especializados, revistas literarias, foros de comunicación y redes sociales. Pero el nuevo “gurú” se ha transformado, ha cambiado la forma de comunicar, se ha adaptado a las condiciones que impone Internet. Un texto breve y conciso para exponer el núcleo fundamental de la obra, quizá una simple palabra abstracta —que compendia el mensaje que el autor pretende transmitir—, acompañada de unos cuantos adjetivos bien escogidos, puede ser suficiente para despertar la curiosidad del lector moderno.
En el estruendo silente de las redes sociales, la paternal figura del crítico literario caerá en el olvido, sin ninguna misericordia. Total, ¿para qué? Si ya no se escriben novelas… Decía Baroja que, en la primera mitad del siglo XX, no se ha publicado una novela sugestiva. Y luego añadía: “Yo creo que ya no se harán nunca novelas sugestivas, porque no hay ambiente. Está todo demasiado claro. No hay misterio y yo creo que debe haber misterio en el hombre o en el ambiente”. Y acertó, al menos en el ámbito europeo. No así en el latinoamericano, donde apareció más tarde una hornada de escritores que supieron transmitir la magia y el misterio de una sociedad que no ha olvidado sus orígenes. Si el lector quiere profundizar, Carlos Fuentes (Panamá, 1928 – México, 2012) escribió en 2011 una lección magistral que tituló La gran novela latinoamericana (Santillana, 2011).

lunes, 14 de julio de 2014

Ni matrimonios ni hijos, una sociedad de ancianos

Los sociólogos dicen que estamos en camino de ser una sociedad de pura ancianidad, y ello es un problema grave en este modelo económico en el que se elogia a los jóvenes porque son los que consumen. Nos recuerda aquella dura película No es país para viejos, en la que Bardem hacía un papelón protagonista. Aquí los inmigrantes aportaban hijos, mantenían las cifras con cierto decoro. Pero ya se han ido, y no solo ellos sino también la mejor generación joven de nuestra historia está haciendo las maletas con mucha prisa. Hasta hace veinte años el problema era justamente el contrario: Franco creó los premios de natalidad, con frecuencia en Andalucía y Canarias había familias que superaban los 20 hijos. Décadas más tarde, en Canarias la natalidad seguía siendo excesiva y con el deseo de muchos jubilados europeos de establecerse aquí hasta el gobierno regional reclamaba una ley de residencia, similar a la que existe en Hawaii. Con unas islas superpobladas, casi dos millones y medio de residentes —aunque en lugares como en Tenerife los censos suelen estar inflados– algunos se acordaban de las teorías de Malthus, para reclamar un mayor control de la población.

 Thomas Malthus fue un clérigo anglicano interesado por la economía y en su libro Ensayo sobre el principio de la población (1798) propone el principio de que las poblaciones humanas crecen exponencialmente (es decir, se duplican con cada ciclo) mientras que la producción de alimentos crece a una razón aritmética (mediante la adición repetida de un incremento uniforme en cada intervalo de tiempo uniforme). De este modo, mientras era probable que la producción de alimentos aumentara en la progresión aritmética 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, etc., la población podía aumentar en la progresión geométrica 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256, etc. Este argumento del aumento aritmético de los alimentos con un crecimiento geométrico simultáneo de la población predecía un futuro en el que las personas no tendrían recursos para sobrevivir. Para evitar tal catástrofe, Malthus sugirió con ahínco que se implementaran controles en el crecimiento demográfico.

Pues bien: la economía no es una ciencia exacta y la sociedad nunca actúa con la predeterminación de un reloj. Cierto es que continentes como África y Asia incrementan su población de manera continua, son países emergentes que están avanzando en sus procesos de desarrollo, y registran unos buenos crecimientos anuales de su economía. Claro que el exceso poblacional del planeta viene sobre todo de esas áreas asiáticas, africanas y latinoamericanas, la población se incrementa sin cesar y a veces se manifiestan alarmas malthusianas que de tienen como contrapeso el elevado crecimiento de estos países: China, India, Brasil, Nigeria, etcétera. Ahora, en este siglo XXI de adelantos tecnológicos y grandes crisis prefabricadas por el neoliberalismo, con Alemania ganando ya la tercera guerra mundial, el problema en el llamado Primer Mundo es justamente el contrario. Buena parte del grupo de países desarrollados, y los de Europa más en concreto, se sostienen malamente en una población envejecida. En España, en particular, todas las estadísticas señalan que el número de bodas disminuye de año en año, la edad media de los contrayentes aumenta y se sitúa entre las más altas del continente. La natalidad sigue disminuyendo de manera drástica, con lo que dentro de un par de décadas seremos una sociedad de ancianos, con todos los problemas de sostenibilidad que ello podría comportar en cuanto a productividad, asistencia sanitaria, cotizaciones sociales para mantener el sistema de pensiones, etcétera. Según la ONU, España será en 2050 el tercer país más viejo del mundo, por detrás de Japón y Corea. Y la tasa de nacimientos está a la cola de Europa, solo por delante de Polonia y Portugal. De los 2,01 hijos de Irlanda y Francia por cada mujer en edad fértil a los 1,30 de nuestro país hay una diferencia muy notable.

Si Malthus se equivocó en su profecía apocalíptica, es probable que este análisis de los sociólogos y los economistas de este momento también sea fallido. Podría serlo siempre que en nuestro país se recupere la economía y vuelvan los inmigrantes, los latinoamericanos, los magrebíes y los de las naciones del Este podrían volver a rejuvenecer la población haciendo sostenible el Estado de Bienestar, incrementando de nuevo los cotizantes a la Seguridad Social. Dentro de España hay regiones que ya son un desierto, los pueblos de buena parte del interior de la Península tienen escuelas cerradas, parques sin pequeños, pueblos que parecen cementerios, con solo unos pocos ancianos deambulando por las calles. Dentro de Canarias hay islas como Fuerteventura que, dado su auge turístico, registran una gran vitalidad poblacional pero hay otras como La Palma, El Hierro y La Gomera donde la población está muy envejecida, se cierran escuelas, se vacían los caseríos. Los jóvenes se marchan a estudiar y no regresan por falta de oportunidades para integrarse en sus islas de nacimiento.

Ya sabemos que uno de los principales problemas del envejecimiento de la población es el gasto sanitario, ya que los mayores acarrean la mayor parte de las altas hospitalarias y sus estancias son más largas. A los 80 años, más de la mitad de los ancianos tiene problemas para manejarse por sí mismos. Y el problema mayor es que no hay población activa suficiente para mantener a los pensionistas. Procurar el retorno de los jóvenes a las áreas rurales y fomentar la emprendiduría podrían suponer aportaciones de interés.

En los países del sur de Europa toda esta problemática de la tercera edad en cierto modo se ve paliada por el tradicional papel protector de la familia en los países latinos, pues la familia suele acoger un número importante de ancianos dependientes. Junto a España, Portugal, Italia y Grecia serán los países más envejecidos dentro de cuarenta años, mientras que en las naciones nórdicas se supera el problema merced a las importantes ayudas al núcleo familiar, tanto económicas como laborales: flexibilidad en los horarios, permisos de paternidad para el padre y la madre, etc. De cualquier modo, todo está en revisión. Porque una sociedad con pocos niños y con muchos viejos se vuelve insostenible.

domingo, 13 de julio de 2014

"Video games" y "Born To Die", dos vídeos de Lana del Rey subtitulados en español

"Todo es por ti. El cielo es un lugar en la tierra contigo. Solo vale la pena vivir si alguien te ama. Muchos de nuestros amigos han caído". Esta mujer canta con su voz profunda y triste, Video games, esa melancolía de vivir, y lo hace tan solo acompañada de un piano. En el segundo tema, Born To Die, manifiesta esa misma angustia del paseo por el lado salvaje. Cariño: vamos a drogarnos. El camino es largo. Ha vendido ya más de siete millones de discos.

https://www.youtube.com/watch?v=UrjXBW8q0XY

https://www.youtube.com/watch?v=ihu6Y8uVfTo

Amy Mac Donald: This is the life (Subtitulado)

El desconcierto juvenil, la prisa, las ganas de vivir, ese síndrome de aburrimiento que generan los veinte años. Un tema ya histórico, interpretado con fuerza y determinación. Nacida en Escocia en el año 1987, bajo el signo Virgo, Amy es observadora, puntillosa e hipercrítica.

https://www.youtube.com/watch?v=5DUjEN-WNUI

sábado, 12 de julio de 2014

"El desarrollo tecnológico nos está convirtiendo en dioses" (Craig Russell)

DAVID YAGÜE 11.07.2014 -  
"La evolución humana podría convertirse, en cuestión de años, en una cuestión tecnológica en vez de biológica". Quién lo afirma es Craig Russell, escritor escocés, padre del policía Jan Fabel y el detective privado Lennox, que, curiosamente, aprovechó la Semana Negra de Gijón para presentarse como un autor diferente, conocido como Christopher Galt, seudónimo con el que firma una de sus últimas novelas publicadas en España, El tercer testamento (Roca Editorial, 2014). Un thriller de ciencia ficción en el que se abren multitud de interrogantes sobre el futuro de la ciencia y de la humanidad, el posthumanismo, la realidad... "No es ciencia ficción, sino ficción sobre ciencia", aclara Russell / Galt. Este escocés de trato cálido recibió a 20minutos, antes de presentar sus dos últimos hijos literarios en Gijón, el último caso del inspector Fabel Miedo a las aguas oscuras y la mencionada El tercer testamento. Dos obras, que desde perspectivas diferentes, "exploran temas de futuro" y sus implicaciones. Un futuro que este escritor ve con "grandes posibilidades", pero también "oscuro" y "aterrador". "Cuando crecí, filosofía y religión y ciencia y tecnología caminaban separados, pero los avances tecnológicos se están acelerando como nunca", explica, "ahora estas últimas están teniendo unas implicaciones profundamente filosóficas e incluso religiosas". Russell, que tuvo esta historia en su cabeza durante siete años, tituló originalmente esta historia con el significativo título de 'Biblical' (bíblico, en español). El desarrollo tecnológico no se va a detener, pero tendremos que legislar en qué áreas de la vida no va usarse"Los beneficios de los avances tecnológicos son claros, pero están siendo tan veloces que es difícil imaginar dónde estaremos dentro de pocas décadas. La tecnología nos está convirtiendo en dioses y es algo que puede resultar aterrador", afirma sobre esos interrogantes. Russell, un apasionado de la ciencia y en concreto de la genética, se refiere varias veces al movimiento posthumanista (o también transhumanista), que defiende que el siguiente paso de la evolución humana debe ser integrar la tecnología para superar las limitaciones humanas. "En los próximos años van a crecer las posiciones de este tipo y de los grupos que estarán en contra, que incluso podrían ser violentos, como los luditas de la Inglaterra del siglo XIX". En la novela grupos fundamentalistas religosos de distinto signo atentan contra científicos e instalaciones de investigación. Las redes sociales e Internet también tiene su eco en esta lucha que hace plantearse qué es real y qué virtual. Russell, que confiesa que sólo utiliza las redes sociales de un modo "profesional" y no personal, investigó para esta novela "la tendencia de jóvenes japoneses que viven con sus padres, duermen de día y se levantan de noche para vivir casi exclusivamente en Internet" y el trastorno discociativo que hace que quienes lo sufran no sepan distinguir "cuándo están en la vida real o en la virtual". Ante ese conflicto, este escocés de aspecto tranquilo asegura que "el desarrollo no se podrá detener, pero tendremos que legislar cómo vamos a usar esos desarrollos tecnológicos y en qué áreas de nuestras vidas no van a poder usarse

(De www.20minutos.com)

jueves, 10 de julio de 2014

La buena literatura ya no se lee: mandan Dan Brown y los bestsellers

Eco, Yourcenar, Cela, Rushdie... ¿Qué ha ocurrido para que los autores de calidad hayan desaparecido en las últimas tres décadas de las listas de libros más vendidos?

Los editores reconocen que la novela ha perdido peso en un mundo multimedia

 LUIS ALEMANY, en el diario El Mundo (29 de abril 2014)

E.L. James, Dan Brown, Joël Dicker, Hiromi Shinya, Javier Sierra, Julia Navarro e Ildefonso Falcones. Si tienen algún amigo que escriba crítica literaria, pregúntenle por sus libros, cuántos de ellos han leído. Después, pueden teclear la alineación en su buscador de internet y esperar respuesta: James, Brown, Dicker y compañía fueron los autores de los libros más vendidos de 2013 según un informe de la consultora Nielsen.
Tampoco hay por qué escandalizarse a estas alturas. Machado ya andaba con aquello del necio que confunde el valor y el precio hace un siglo. Más interesante es aprenderse la lista y, a continuación, buscar en internet los libros más vendidos en España hace 30 años. Cualquier semana al azar de 1984. El diario ABC elaboraba en esa época una lista con la información de 56 librerías de toda España. Umberto Eco, Tolkien, Vázquez Montalbán, Michael Ende, Salman Rushdie, Marguerite Yourcenar, Vázquez Figueroa, Sánchez Dragó, Camilo José Cela y Miguel Delibes encabezaban la clasificación una semana de septiembre de hace tres décadas tomada al azar. Qué nivelazo, ¿no?
¿Qué ha pasado aquí? ¿En qué momento desaparecieron los escritores 'nobles' de las listas de los autores más vendidos? ¿Por qué ocurrió así? ¿Ha sucedido sólo en España o ha pasado en todos los países? ¿Nos entristecemos por ellos? ¿Por nosotros? ¿O mejor llevarlo con calma?
"El proceso es global, no sólo pasa en España. El público pide concreción", explica Xavier Folch
La primera en contestar es Deborah Blackman, decana, o casi, de la edición en el mercado del 'best seller' en España. En su casa, Plaza&Janes, celebran esta primavera los 25 años que han cumplido 'Los pilares de la tierra' de Ken Follett, uno de los nudos de esta historia. "Creo recordar que comprar los derechos fue relativamente sencillo. Follett ya era conocido, escribía 'thrillers' con cierto éxito pero, por eso mismo, hubo gente que se desentendió del libro. 'Si ya hace bien lo que hace, para qué se mete en novela histórica', era lo que se decía entonces". Era la época de 'El nombre de la Rosa', ¿verdad? "Sí, claro, era la época de las novelas históricas. Pero él dice que no seguía la moda, que ésa era su fascinación desde siempre. Entonces, los tiempos eran más largos, se tardaba un año entre la traducción, la impresión y tal. De modo que cuando llegamos a las librerías, 'Los pilares de la Tierra' ya se había convertido en el gran 'best seller' de ese momento en todo el mundo".
Por cierto, ¿le gustan las palabras 'best seller'? ¿Las emplea a menudo? "Me da pena que se usen con un significado de desprestigio, de poca calidad. En esencia, 'best seller' significa popular, no mal hecho. Hay novelas con pretensiones literarias muy altas pero que son muy dudosas. Y hay novelas sencillas, directas y fáciles de leer que conmueven a cualquier lector, también al exigente. En español intento no usar lo de best seller, porque se le da ese significado de mal hecho. En inglés sí, es otra cosa, porque existe un sentido de la literatura popular muy fuerte en el mundo anglosajón".
Y cuando ve la lista de Eco, Rushdie y Yourcenar, ¿qué se le viene a la cabeza? "No sé qué decirle... Vázquez Figueroa ya era un autor que escribía para entretener, Los otros son más complejos", explica Blackman. "Tampoco sé qué decirle sobre aquellas listas, se hacían un poco como se podía, con información que a veces estaba sesgada. A lo mejor, los libreros nombraban a los autores que veían con más cariño... Hasta hace 10 años que llegaron los estudios de Nielsen, no tuvimos datos más profesionales". ¿Y? "A veces veo las listas del Reino Unido y suelen ser peores que las de España. Algunas semanas no, pero casi siempre".
Ernest Folch, director editorial de Ediciones B, sí que encuentra significativas las listas de hace 30 años, por poco rigurosas que fueran. "¿Qué qué pienso? Que hay un proceso muy real que no ha pasado sólo en España, es global. Primero: que las cosas se han puesto difíciles para la literatura sin género. La novela que no es histórica, ni negra ni romántica, lo que llamamos la novela literaria, lo tiene cada vez más difícil para encontrar a sus lectores, porque el público pide información concreta. No sé, quizá nos gustaría a todos que no fuera así, que Auster y Marías siguiesen vendiendo como hace 20 años, pero es un fenómeno que se da en todo el mundo. En Francia, Marc Levy vende más que Daniel Pennac y eso era impensable en otra época".

¿Y cuándo se dio el cambio? "Le diría que en el momento de la explosión del 'El Código Da Vinci', hace 12 años, que es cuando el público adquiere la percepción de que hay un género que es el que le atrae. Un poco antes había ocurrido lo mismo para el mercado infantil con el primer 'Harry Potter'".
Lo que tuvo de especial esa explosión frente a otros momentos de euforia como el de 'Los pilares de la Tierra' o 'El nombre de la rosa' fue, según Folch, "la velocidad y el alcance. Lo del 'El código' ocurrió muy deprisa y en todo el mundo a la vez. Antes, los 'best sellers' se construían acompasadamente, se iban calentando poco a poco, había países en los que funcionaban y países en los que no... Después, entramos en la era de los lanzamientos simultáneos, de la urgencia. Y eso va en contra de la literatura más compleja que, como todos los productos complejos, necesita su tiempo".
La tercera respuesta llega de Ymelda Navajo, directora de La Esfera de los Libros (parte del Grupo Unidad Editorial, al que también pertenece EL MUNDO), que ya estaba en este negocio en septiembre de 1984. "Estaba en Planeta, creo, pero ni siquiera estoy segura. Y sí que tenía en la cabeza que los 'best sellers', en esa época, eran otra cosa, pero la verdad es que impresiona ver una lista así". ¿Qué ha pasado? "Dos cosas, sobre todo: primero, la concentración de sellos editoriales en todo el mundo a finales de los 80, principios de los 90. No lo critico, la concentración es inevitable para sobrevivir, pero fueron desapareciendo las editoriales independientes, que eran las que hacían los descubrimientos. Con los grupos grandes llegan los adelantos millonarios, las operaciones de marketing y la necesidad de apostar sobre seguro, de ser más conservadores".
Y después: "La aparición de la mass media, de una diversidad de oferta con la que tenemos que competir y que crea un nuevo lector que tiene más que ver con las mitomanías y el fenómeno de los fans que con lo que considerábamos la cultura. El lector literario sobrevive, pero la relación que tiene con la literatura es menos intensa", explica Navajo. Para que nos entendamos: un buen 'javier marías' de esta época vende la mitad de lo que vendía un buen 'javier marías' en 1990. "'Las sombras de Grey' pueden vender tantos ejemplares como los que vendió en su momento El nombre de la Rosa. Pero es un lector distinto, el fenómeno es otro".
¿Se ha vuelto más difícil este negocio? "Bueno... Siempre ha habido sorpresas. Lo de Umberto Eco nadie lo habría adivinado y en eso está la gracia", contesta Blackkman. "Todos los intentos de hacer ciencia de esta profesión han fracasado y eso es lo que la hace maravillosa: hay margen para la sorpresa, que un libro pequeño gane a un lanzamiento grande...", explica Folch. "Sólo con marketing no puedes construir un éxito, sigues necesitando un buen texto".
¿Y los hay? ¿Diría que los 'thrillers' que llegan hoy a sus manos son peores que las novelas clásicas de John le Carré? Eso por nombrar a un autor del que todos estamos dispuestos a hablar bien en voz alta... "Pues es un ejemplo interesante", responde Folch, "porque a Le Carré, al principio, se le consideraba un autor comercial no muy interesante. Y lo mismo con Simenon. ¡Si le hubieran dicho a Simenon que íbamos a pensar en él como un autor de culto! Todos tenemos que tener cuidado con eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor".

El boom de la literatura popular

Su colega Blackman también relativiza: "El cambio más importante que he vivido en este negocio consiste en que los escritores españoles se han apuntado a hacer literatura popular. Fíjese en la lista: está Vázquez Figueroa, que fue el único escritor español comercial durante mucho tiempo. Hay autores extranjeros y hay autores españoles de tipo literario. Carlos Ruiz Zafón, María Dueñas, Javier Sierra, Ildefonso Falcones... Hay un tipo de escritor español que quiere vender mucho que hoy existe y entonces no".
Hay una última voz que se apunta al debate: Jacobo Siruela es el editor de Atalanta y algo así como un disidente del mercado del 'best seller', ventitantos años después de ponerle el sello de Siruela a 'El mundo de Sofía' de Jostein Gaarder. Desde su rincón en L'Empordá, mira los problemas del mercado con desdén. "En realidad, desconozco el mundo de los 'best sellers' nunca me ha interesado y he procurado actuar al margen de él. Aunque algunos libros del fondo de Siruela se han vendido muy bien, los auténticos 'best sellers' siempre vinieron de la colección infantil-juvenil".
"Vivimos inmersos en el reino de la cantidad. Hoy en día la calidad, si no cuenta con un buen número de lectores, es relegada a los márgenes. Los medios fomentan esto; y además las cosas solo interesan en la medida en que son noticia. Los muertos dejan de leerse porque dejan de ser noticia y de ser promocionados. Es terrible. Yo abogo por una sociedad que rinda tributo a lo pequeño: pequeñas empresas, autores de culto, redes interactivas con los lectores, frente a emporios anónimos, autores de grandes cifras y publicidad a raudales. Esto es perfectamente posible en la actualidad y transformaría el uniforme panorama. El reino de la cantidad es nuestro becerro de oro".

(Texto enviado por Moisés Morán. Ilustraciones: Dan Brown, Margarite Yourcenar, Umberto Eco)

miércoles, 9 de julio de 2014

Seremos Mantenedor de la Fiesta del Diablo en Tijarafe

El ayuntamiento de Tijarafe, a través de la concejalía de Cultura y Fiestas, ha designado Mantenedor de la próxima edición de la popular Fiesta del Diablo al escritor y periodista Luis León Barreto. La intervención será en la plaza de Candelaria, en el transcurso de la Fiesta de Arte, en la noche del sábado 23 de agosto.

Esa noche también se hará la presentación de las candidatas al título de Reina de las Fiestas, y se procederá a la elección y coronación de la señorita que resulte elegida por el jurado.

Este año la Fiesta del Diablo conmemora los 500 años de las primeras referencias escritas del municipio y los 400 años de la ampliación del templo de Nuestra Señora de Candelaria, que guarda la importante joya artística de su retablo barroco.

Escritor y periodista nacido en la isla de La Palma, Luis León Barreto es autor de casi treinta libros: novelas, libros de relatos, cuentos para niños, novela negra, ensayo, poesía. Su obra más conocida es la novela “Las espiritistas de Telde”, que obtuvo el Premio Blasco Ibáñez en Valencia, 1981, ampliamente editada y traducida al rumano, alemán, inglés, italiano y francés. Hijo predilecto de la isla de La Palma e Hijo adoptivo de la ciudad de Telde.

La Fiesta del Diablo de Tijarafe cumple ahora 90 años de su primera edición y es uno de los eventos más originales de las celebraciones populares canarias. Imitada en diversos lugares y con diversos formatos, solo en Tijarafe ha conseguido arraigo y tradición. Ha sido declarada fiesta de interés turístico de Canarias y por su vitalidad sobre ella se han publicado reportajes en medios audiovisuales y escritos de medio mundo.

martes, 8 de julio de 2014

Aquí la mala formación también fabrica parados

  El paro juvenil es agobiante, quizá no solo por la crisis sino también por la mala calidad educativa. Suele pensarse que la educación aquí es deficiente, desde primaria a la universidad y el fracaso escolar es elevado. Ahora el secretario general de la OCDE avisa que el nivel de competencia de los graduados universitarios españoles está a la altura de los alumnos japoneses de secundaria, es decir, de los que van al instituto. Fundada en 1961, la OCDE es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, agrupa a 34 países y su misión es promover el bienestar económico y social. ¿De verdad son tan malas las universidades de por aquí, y qué es lo que falla: el sistema, el profesorado, los alumnos o todo?

Ciertamente, es difícil creer del todo esas clasificaciones internacionales de calidad de las universidades, en las cuales los primeros puestos siempre son para los centros norteamericanos, el segundo tramo para los anglosajones y el tercero para los alemanes. Desde Harvard, el Instituto de Tecnología de Massachusetts y Stanford a la Complutense de Madrid y las universidades de Barcelona existe un abismo de presupuesto y eficiencia. Los recortes han golpeado aquí y allá, y por ello sorprende un tanto la relativamente buena nota que sacan la Politécnica de Valencia y la Universidad de Granada, incluso más modestamente progresan Las Palmas de Gran Canaria y La Laguna.

Está claro que la mejor educación incrementa las posibilidades de empleo, y también influye la buena reputación de la universidad donde estudia cada cual. Pero todo eso también puede ser un espejismo. En mis tiempos estudiantiles, en aquel tramo final de los sesenta, en periódicos de Madrid como el ABC se publicaban anuncios donde las empresas solicitaban titulados, con el siguiente latiguillo: “Abstenerse licenciados de Murcia, Oviedo y La Laguna”. Eran tiempos carenciales, pero La Laguna ya tenía prestigio en Química por la labor del profesor Antonio González y en Física gracias a don Benito Rodríguez Ríos, francotiradores dentro del panorama de escasez de medios. En Derecho y Filosofía y Letras coincidieron grandes docentes como Alejandro Nieto, Hernández Rubio, Emilio Lledó, Salvador Caja, Quirós, Antonio Bethencourt Massieu, el palmero esperantista Juan Régulo, etcétera, y de La Laguna salieron buenas camadas de juristas, historiadores y filólogos, pese a los cuales La Laguna seguía teniendo escasa credibilidad. Y los canarios autoalimentábamos viejos complejos de inferioridad.

Ahora que proliferan universidades privadas aquí y allá, con titulaciones y prestigios que habría que analizar con lupa, se nos dice que la buena reputación de la universidad donde uno ha estudiado abre puertas para estudios más avanzados y mejora las posibilidades de empleo. De difícil aplicación esta máxima cuando nuestros titulados están haciendo las maletas para Europa, Norteamérica, América Latina y hasta para Marruecos; tenemos numerus clausus en Medicina pero importamos médicos de Cuba, Bulgaria u otros lugares exóticos mientras los nuestros limosnean una plaza. Con este maremágnum las clasificaciones internacionales sobre las mejores universidades fomentan lo que se ha dado en llamar “turismo educativo”, en el que EEUU, Gran Bretaña, Australia o Alemania consiguen estudiantes extranjeros. En España se dice que las Escuelas de Negocio han conseguido cierto nivel y eso les ha permitido atraer algunos estudiantes extranjeros. En Canarias, particularmente en la ciudad de Las Palmas, han abierto centros de este tipo: escuelas de alta dirección, centros de estudios financieros, institutos de empresa, etc. ¿Son tan excelentes como proclama la publicidad que originan o si eficacia es tan cuestionable como la moda de los masters, que a veces constituyen un verdadero timo?

A lo que íbamos: a pesar del progreso en la extensión de la educación superior, ha dicho el portavoz de la OCDE que la calidad de la formación universitaria entre nosotros dista todavía mucho de alcanzar la de otros países, y por ello los titulados tienen dificultad para enfrentarse a los problemas y retos de la vida real. La compresión lectora, la capacidad de cálculo y la resolución de problemas en España deja mucho que desear, ha insistido a la vista de los resultados de la Evaluación Internacional de la población adulta (Piacc). Ha añadido que “la calidad de la educación y la adecuación de la educación al mercado es el desafío de las universidades españolas", algo en que los organismos públicos y privados deben trabajar. Para conseguir unas universidades de más calidad ha defendido su especialización, pues las españolas tienden a ser generalistas "excesivamente", con ofertas académicas similares entre muchos centros. Aquí La Laguna y Las Palmas se hacen la competencia en vez de tender a la complementariedad. Debería apostarse por la investigación, pues además de la caída de la inversión en este sector, las empresas españolas no son de las más interesadas por la I+D+i. Sobre financiación, ha puesto el ejemplo de los países donde pagar por ir a la universidad pública no es tabú, sino que se hace un análisis de la capacidad socioeconómica de cada joven; cuando no tienen recursos, se les aplican "becas-crédito" que puedan devolver cuando trabajen: se cobra al que puede y al que no, se le ayuda. Habría que anotar que en las universidades norteamericanas, muy caras, abundan becarios de Asia que tienen las puertas abiertas si muestran habilidades, talento y capacidad de estudio.

Habría que ofrecer más reciclaje al profesorado, y quizá también habría que exigir un alumnado atento y predispuesto al esfuerzo. Dada la benignidad de nuestro clima, cada nuevo curso nuestras universidades atraen varios cientos de estudiantes Erasmus procedentes de países nórdicos. A veces es fácil encontrarlos haciendo surf en Fuerteventura o en Pozo Izquierdo. A veces en julio nos da por ponernos aguafiestas y lo achacamos al clima. En este inicio del verano la temible panza de burro nos trae días tristones y hasta con nieblas y llovizna. ¡Cómo no añorar el sol radiante en el valle de Aridane, Mogán, Los Cristianos o Morro Jable! Y disculpen a los del signo Virgo por ser tan hipercríticos.


lunes, 7 de julio de 2014

Hay demasiada basura no biodegradable

Eduardo Sanguinetti (Mar del Plata, Argentina)


Es conocido el “malestar de la legítima inteligencia” ante el estado de las cosas en que se debate el futuro de la humanidad, condenada a un futuro calculado de esclavitud bajo la pesada bota del neoliberalismo en acto de eliminar valores esenciales de existencia en igualdad y fraternidad, en libertad y verdad. En el escenario en que se debaten las diferentes representaciones de la “realidad”, ya es poco probable reconocerse en la misma como actor pues uno se convirtió en espectador del drama de este milenio que presenta la apertura de un abismo entre quienes piensan que viven y quienes dictan sobre el mundo, o piensan actuar sobre él.
Abismo donde se precipitan, con el éxito que es conocido, todos los funcionarios políticos corporacionistas, que manipulan sobre la geografía de este planeta, destilando en sus discursos reciclados un tufillo de intolerancia a quienes intentan poner en juego valores fuera de los que ellos protegen en nombre ¿del entendimiento y las buenas costumbres?, ante la mirada mansa de una comunidad de naciones, que asiste mansamente a su exterminio, como seres en acto de elegir y expresarse en libertad.
El presidente Obama, en ejemplo puntual y estricto de lo que manifiesto, hace unos días dijo que la razón del liderazgo de su país es “su disposición a actuar en nombre de la dignidad humana. El apoyo de Estados Unidos a la democracia y los derechos humanos va más allá del idealismo, es un asunto de seguridad nacional”, agregando a este absurdo discurso: “que debido a los esfuerzos de Estados Unidos, debido a la diplomacia de Estados Unidos y la ayuda al exterior, así como al sacrificio de nuestros militares, más gente vive hoy con gobiernos elegidos, más que en ningún otro momento de la historia humana”.
Irak, un país devastado, destruida toda la infraestructura sanitaria, educativa y de salud, con más de un millón y medio de muertos, 4 millones y medio de refugiados, 5 millones de huérfanos, más de 8 millones que requieren de ayuda humanitaria, con 75 por ciento de la población que no dispone de agua potable y sumido en el caos de una guerra confesional propiciada por la potencia ocupante.
Bien, ante el atroz ejemplo de Irak, al que puedo sumar el de Ucrania, Siria, Libia, pienso que en el pasado dominaba el dogmatismo de la lucha de clases, hoy las simuladas gesticulaciones humanitarias, carnales y sexuales, que con ¿certeza? eliminaron la fractura social, o aliviaron el “repentino e insoportable malestar del mundo”, con la instalación de naciones funcionales al imperio en territorios que se autodeterminaban como naciones libres, con sus milenarias tradiciones y culturas, hoy inexistentes, eliminadas de la faz de la tierra, ¿hay alguna duda? …Justificando estos genocidios, las sucesivas y siempre perentorias “opiniones”, con que nos abruman los artículos periodísticos y publicitarios, de las corporaciones económicas de los medios del poder.
Y he aquí el momento culminante, en el que debo advertir “la sumisión de lo evidente”. Sumisión, que deviene en un pensamiento libre, al que no le interesa mucho influir en las masas ansiosas, hipnotizadas y prostituidas, ante toda la basura no biodegradable, incluidos mundiales de la FIFA, que actúan en las redes sociales y medios de publicidad, haciendo nido en un inconsciente, que se disparará en un instante y por siempre, hacia un porvenir difuso, ahistórico, como el poder político neoliberal lo imaginó y efectivizó.
La democracia, recuerden, no es una sistema de consenso. Es un sistema en el que cada uno tiene el derecho de expresarse desde sí mismo, por sí mismo y a elegir, acorde a sus inclinaciones y capacidades. Cada uno es el realizador de sí mismo, y punto.
(Del diario República, Uruguay)

Corruptos en Francia y corruptos en España


(Ferreres en www.elperiodico.com)

domingo, 6 de julio de 2014

Millones de chinos sobre nosotros


La casi ya primera potencia económica y militar del mundo se expande, y ahora que pueden tener dos hijos sus habitantes se multiplicarán con mayor alegría. Durante más de 20 años, nos ha mandado productos de poca calidad y bajo precio, sobre los que ha cimentado un fuerte crecimiento económico. Pero ahora coloniza África, Asia y América Latina, se permite regalar estadios de fútbol en lugares en los que construye trenes, autopistas, aeropuertos, hospitales. China es voraz, necesita materias primas y se niega a reducir la contaminación mundial puesto que tiene el mismo derecho que cualquiera a desarrollarse plenamente, y para ello necesita quemar petróleo. La globalización le ha venido bien al gigante asiático, que ya es líder económico planetario. En 2013, las empresas chinas invirtieron un total de 73.000 millones de dólares en el exterior, un aumento del 17% respecto al año anterior y multiplica por 36 veces lo que invertía hace 10 años. Se ha convertido así en el tercer país emisor de inversión extranjera directa, solo por detrás de Estados Unidos y de Japón. China condiciona nuestras vidas, pues es la principal culpable de que se derogue el principio de la justicia universal. China compra nuestra deuda, invierte y nos manda inmigrantes, y no permite que se violen sus intereses aireando las violaciones de derechos en el Tibet. No solo los partidos de la oposición han alzado la voz contra la liquidación de la justicia universal por parte del PP. Los fiscales de la Audiencia Nacional se han quejado también a la Fiscalía General del Estado de esta reforma que crearía "espacios de impunidad" para perseguir "graves delitos" contra los derechos humanos, terrorismo, drogas o piratería.

China acoge un número descomunal de súbditos, pueden ser 1.300 millones aunque, dado que los censos no son exactos, tal vez sean 1.500. Son pacientes, laboriosos y astutos, por eso están comprando la deuda de la mayor parte de los países occidentales, equipos de fútbol, edificios emblemáticos. De este modo occidente cada vez será menos occidente, tributario como es de China y los jeques de los Emiratos. Con todo ello, Estados Unidos y España, por ejemplo, se sienten cada vez más comprometidos con el régimen chino y ponen especial cuidado en no incordiarlo con críticas a lo que sucede en el Tibet y a la cuestión baladí de los Derechos Humanos. El país es gigantesco y también posee vocación imperialista, por eso está colonizando países en vías de desarrollo. Y además firma acuerdos con occidentales para que su excedente de mano de obra pueda buscar acomodo más allá de tan gigantesca colmena. Entre nosotros los chinos ya no son aquella gente que montaba restaurantes, tantas veces criticados por la insuficiente higiene y la dudosa calidad de los alimentos. Aquí los jóvenes chino-canarios los ves de dependientes en comercios, los estudiando con provecho en la universidad, triunfando en la pirámide social.

En medio del medio millón de inmigrantes censados, ya es relativamente habitual contemplar a familias  vestidas con lujo y conduciendo Audis, BMWs o Mercedes, se supone que deben ser la cúpula dirigente de esta nueva organización que adquiere a toda prisa docenas de locales para instalar sus tiendas de ropas baratas y chucherías, en Madrid la zona del Rastro ya tiene varias las calles copadas al completo, igual que en Lavapiés. Los chinos son una inmigración que nadie sabe cuantificar aunque se halla en pleno crecimiento en las grandes ciudades, incluso entre nosotros es apreciable su número y a pesar de la crisis económica en la que ya andamos metidos hasta el cuello sabrán resistir las adversidades. Ya la habíamos contemplado hace décadas en Chinatown de Nueva York, donde los orientales arrinconan día a día a la Pequeña Italia que tienen enfrente en el Bajo Manhattan. Tan importante es el flujo de origen oriental que hay en Madrid una televisión local que emite para ellos. Aquí los chinos mayoritariamente vienen de Taiwan y los asociamos a los restaurantes y en la Península tienen poco éxito estos establecimientos, cuyos dueños llegan de la República Popular. Ahora se dedican al pequeño comercio, talleres de ropa, fruterías, bares, peluquerías, vender bocadillos o flores de madrugada, Sus tiendas son casi de 24 horas, esta gente tiene aspecto de ser sobria y resistente.  Fabrican más barato porque sus salarios son ínfimos, ofrecen el alcohol que los jóvenes requieren para sus botellones y son capaces de dormir en garajes, incluso han abierto negocios de la necesidad: por ejemplo proporcionar dormitorios en “camas calientes” que nunca dejan de estar ocupadas, o montar en la trastienda una colección de sillas para que los inmigrantes pasen la noche por unos pocos euros, opíparo negocio que la policía suele desmantelar, aunque resurge en otros escenarios.

Algunos se frotan las manos pensando en el aluvión de turistas e inversiones que pueden venir en cuanto se consolide todavía más su heterodoxia comunista que los hace ser campeones de la aplicación de la pena de muerte mientras dan facilidades para que se abran hamburgueserías y boutiques de Pierre Cardin. Mucha controversia se ha creado desde que el presidente de Mercadona afirmó aquello de que los bazares chinos practican la cultura del esfuerzo que nosotros ya no hacemos, solo ellos están dispuestos a trabajar catorce horas diarias los siete días de la semana. Bares, peluquerías, restaurantes, videoclubs, tiendas de fruta, pescaderías, panaderías, una cadena de tiendas de ropa, muestran la capacidad de iniciativa y el esfuerzo de esta gente. En muchos casos sus empleados viven hacinados compartiendo piso.

Para el presidente de la Federación de Empresarios de Madrid, la clave radica en que están ocupando los negocios que los españoles regentaban hace 20 años. Según la consultora Nielsen, el 60 por ciento de los nuevos negocios abiertos son regentados por ellos, son negocios que requieren inversión pequeña y que generan ingresos rápidos. La mayoría llega con poco dinero y recurre a préstamos de familiares o empresarios ya instalados, suelen ser negocios regentados por familias para poder cubrir el horario durante toda la semana. El auge ha generado mala prensa al colectivo y con cierta frecuencia se habla de la “mafia china” que estaría detrás de actividades tan lucrativas como la prostitución, la droga o el tráfico de armas. Es obvio que la inmensa mayoría de los chinos que anda entre nosotros son buenas personas, pero impacta su presencia creciente.