martes, 30 de septiembre de 2014

¿Quién ganará el Nobel de Literatura 2014?

Las quinielas están en la calle. ¿Quién sucederá a la canadiense Alice Munro en el premio Nobel de Literatura 2014? Suena Murakami, ya eterno finalista, suena el poeta sirio Adonis, el portugués Lobo Antunes, el norteamericano Cormac McCarthy, el israelí Amos Oz, el africano Ngugi Wa Thiog'o, la bielorrusa Svetlana Aleksijevitj, el veterano Philip Roth, los también norteamericanos Don DeLillo y Thomas Pynchon (esa literatura realista sarcástica de ahora), Assia Djebar, escritora de Argelia... Nos reafirmaremos en algún candidato habitual en las apuestas o bien conoceremos a una nueva estrella, y procuraremos conocer algunas de sus obras. Como cada octubre, ya viene el Nobel.

La apuesta a un mundo diferente

Eduardo Sanguinetti, Mar del Plata, Argentina
 
Las guerras a repetición a las que la humanidad asiste en silencio y resignación, pareciera son la norma en los modos de relación de las naciones. La inestabilidad política y social del mundo actual, provocada o ¿casual?: bombardeos a Irak, Siria, guerra en Franja de Gaza, guerra en Ucrania, tensiones entre el imperialismo americano y el mundo… La guerra sin fin contra el “terrorismo” llevada por el gobierno americano provoca conflictos mayores en un futuro que puede ser mañana (1014-2014, el norte sigue siendo Jerusalén).
Los modos de producción y de consumo capitalistas neoliberales provocan una crisis ecológica multiforme, que no deja de afectar a ninguno de los sectores vitales para la humanidad, no lo ignoran los gobernantes de las naciones que dicen administrar, sin embargo se continúa avanzando en el proceso de destrucción y degradación.
El capitalismo, más que nunca en estos comienzos del siglo XXI, muestra por su brutalidad, su potencial destructivo y sus estratégicas alianzas a espaldas de los pueblos, la necesidad de una ruptura y de la reinvención de un socialismo emancipador.
Una democracia real y profunda implica la puesta en cuestión de la propiedad capitalista, no olvidemos en términos de orden natural que en la naturaleza no existe la propiedad privada.
Lejos de combinarse armoniosamente, la economía de mercado y la democracia forman buena pareja: China, Rusia y USA ponen de relieve un pliegue de espectáculos donde las políticas económicas y las corporaciones mafiosas, tanto religiosas, políticas y económicas, se asociaron globalizando el libre mercado y la explotación de la humanidad, con el agravante de que esta se encuentra sometida a tendencias de consumo extremo, en absoluto estado de esclavitud a las mismas, temerosas de accionar haciendo valer sus derechos inalienables de ser habitantes de este planeta, en manos de unos pocos.
La perspectiva socialista, es decir la esperanza de un mundo diferente al capitalismo, hay que reconstruirla, pues no sale indemne de las experiencias del siglo XX.
A través de las resistencias y las luchas, se trata de reinventar el socialismo del siglo XXI. Es por ello que nos parece completamente imperativo desarrollar frente a los grandes problemas movimientos de masas unitarios, luchas de resistencia coordinadas a escala internacional; dirigirse hacia una nueva internacional situacionista, anticapitalista, ecológica, antirracista, humanista; llevar a cabo campañas unitarias internacionales y participar en los marcos que permitan animarla, en paz y armonía.
Un movimiento social poderoso, un mayo del 68 francés que retomaría hoy sus principios, siendo más claro y contundente en sus fines. Que comenzaría por controlar la marcha de la economía y la erradicación definitiva del hambre, la miseria, la discriminación, la educación degradada manipulada en beneficio del imperio a través de medios de instrucción desfasados de la realidad que los educandos viven.
Las instituciones son elementos esenciales del mantenimiento del orden social y de la propiedad capitalista. En síntesis, no construir un movimiento de acondicionamiento, sino un movimiento de ruptura con el orden imperante de explotación y esclavitud, que la comunidad mundial soporta.
Un movimiento es para mí un reagrupamiento de militantes unidos alrededor de un programa común, como en Uruguay el Frente Amplio logró hacerlo hace décadas y con un resultado auspicioso en sus comienzos; no ignoro que no es fácil hacer valer derechos ante los amos del mundo, pero de todos modos, se debe dejar la vida en el empeño, en dignidad y libertad.
Un movimiento que actúe como instrumento, no como un fin en sí mismo. Una fuerza capaz de reflexionar para actuar.
Frente a una vida política centralizada por el Estado, tenemos necesidad de un movimiento socialista, de una fuerza para la transformación revolucionaria de la sociedad, que combine actividades nacionales y declinaciones locales.
Un movimiento que aparece claramente como rechazando oponerse a los planes del poder y de la patronal y encarnar un cambio de sociedad.
Sindicalistas, militantes asociativos, altermundialistas, jóvenes comprometidos en la acción, antiguos militantes de diferentes trayectorias, militantes de la diversidad, personas que llegan nuevas a la política y personas que retoman su actividad, intelectuales comprometidos con su tiempo, nutridos de coraje y de ánimos libertarios por la paz y la verdad.
Unidos alrededor de la necesidad de defender un plan de acción anticapitalista genocida imperial, integrando reivindicaciones sociales, ecologistas, antirracistas y solidarias podemos construir juntos un nuevo mundo, una nueva realidad. Es necesario y espero sea posible.

(Del diario La República, de Montevideo)
 

lunes, 29 de septiembre de 2014

Literatura japonesa enigmática y violenta como un tsunami

La literatura japonesa se nos presenta como una manifestación misteriosa, difícil de captar para nuestra mentalidad occidental. En efecto, los grandes escritores de aquel país –desde Kawabata a Tanizaki o Kobo, pasando por Murakami o Mishima- tienen un halo extraño, escritores de sombra que cultivan la sombra. Pesa en ellos la historia milenaria de un país que no ha sido históricamente armonioso ni ecológico, sino que, al contrario, ha sido invasor, belicista, violento, hasta sanguinario incluso con sus vecinos asiáticos.

Debe ser que la culpa pesa sobre generaciones y generaciones de japoneses, porque en sus grandes novelistas siempre se vislumbra algo de esa sensación que con cierta frecuencia ha derivado en suicidios rituales. Kenzaburo Oé, premio Nobel, tiene un hijo deficiente. Y esa circunstancia se ve reflejada en casi todos sus textos, también en este contemplamos procesos de degradación personal, alcoholismo, sexo culpable. Historias terribles manejadas desde el mito, la alucinación y la imagen en absoluto complaciente que los escritores japoneses tienen de la historia de su propio país.

Personajes extraños, el recuerdo de Hiroshima y Nagasaki, la complejidad de un destino colectivo y personal marcado por hechos terribles. Como un terremoto, igual que un tsunami, una novelística que necesitamos explorar porque siempre ilustra sobre la complejidad humana.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Independentismos en los reinos de taifas

 
Tras la votación en Escocia y con el órdago que se avecina en Cataluña, algunos periódicos extranjeros señalan que España es el país que tiene más desafíos independentistas en su territorio. Como si el espacio común estuviera mal cosido, como si desde los Reyes Católicos para acá todo hubiera sido una gigantesca equivocación, las demandas soberanistas –algunas muy pintorescas– aparecen por doquier. Además de los territorios históricos de Cataluña, País Vasco y Galicia aparecen Canarias, Andalucía, Asturias, Aragón, Valencia o Baleares como regiones reivindicadoras de su independencia. El “España nos roba” proliferaba en las carreteras catalanas desde hace décadas, de la misma forma que en Canarias el MPAIAC de Antonio Cubillo pintó el “Fuera godos”.

Algunos analistas que se expresan en periódicos extranjeros de prestigio estiman que la denominada Ley de Consultas del Parlament catalán va a abrir la caja de los truenos en una España marcada por demandas soberanistas de toda índole. La verdad es que la mayoría de estas reclamaciones no disponen de respaldo en la población, todos recordamos que a la vuelta de Cubillo de Argel las candidaturas que presentaba su movimiento político obtuvieron escasos votos. El independentismo canario subsiste en capas de la población que tal vez no superen el 10 o el 15 por ciento del total de residentes. Claro que esto de las encuestas parece pólvora que enciende el diablo pues es curioso señalar que, hasta hace ocho o diez años, las encuestas señalaban que solo el 15 por ciento de los catalanes se declaraban independentistas.

Que España es diferente lo prueba el hecho de que recorriendo las carreteras de Burgos, Valladolid o Palencia encontré más de una vez pintadas que decían “Castilla no es España”, o “Por la independencia de Castilla.” Y no me digan que lo de Asturias deja de ser curioso: allí donde presuntamente se inició la Reconquista con Don Pelayo también existen algunas fuerzas que podrían recordar aquel grito de ¡Viva Cartagena libre!, el cantonalismo histórico. En Cantabria, Navarra o La Rioja hay ciudadanos que reclaman mayor autonomía y mayores transferencias. Andalucía oriental reivindica sus características propias con respecto al resto de la Comunidad Autónoma. En Canarias hubo un tiempo en que se manifestó el deseo de una doble autonomía, como si volviéramos a la división provincial de 1927. En el centro-norte peninsular se constata que el leonesismo es un movimiento cultural y socio-político regionalista que persigue el reconocimiento de parte de los territorios del antiguo reino de León (el País Leonés o Región Leonesa, con las provincias de León, Zamora y Salamanca), como región y nacionalidad histórica y su establecimiento en comunidad autónoma propia, separada de la actual autonomía de Castilla y León.

En la historia de España los reinos de taifas fueron territorios fragmentados en que se dividió el califato de Córdoba allá por el siglo XI. Estos bandos o facciones llegaron a ser 39, y desde el fondo de la historia podríamos preguntarnos si esos genes segregacionistas han pervivido en el alma hispánica hasta nuestros días, como si la constitución de 1978 y el posterior proceso de descentralización no hubieran cumplido su finalidad de otorgar mayor poder a las periferias frente al centralismo uniformador de Madrid, tan patente en el franquismo. Si incluso hoy en día Cataluña tiene más competencias de las que goza Escocia ¿cuál es la solución? La pregunta es saber si las 17 autonomías, más las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, se están comportando como auténticos reinos de taifas, y si el ahondamiento en la solución federalista que sugiere el PSOE va a satisfacer las ansias de unos y de otros.

También se abre una corriente de opinión que se expresa en un cierto cansancio o indiferencia ante estos conflictos territoriales. El razonamiento es simple: si a una pareja que tiene conflictos de convivencia nadie puede obligarla a convivir ¿por qué hemos de forzar a los ciudadanos catalanes, vascos, asturianos o riojanos a seguir siendo españoles? ¿por qué no dejarlos marchar sin mayores cortapisas?

En el fondo, todo esto es un conflicto de raíces económicas. Si a Artur Mas el señor Rajoy no le hubiese dicho no a todas sus peticiones cuando solicitó un nuevo tratamiento fiscal similar al que disfruta el País Vasco, tal vez no habríamos llegado a la actual situación. Un Artur Mas que ha evolucionado al independentismo en unos pocos años y un presidente Rajoy que parece autista: no sabe decir otra cosa que no, tiene poca cintura para hablar, negociar.  Claro que también hay quienes recuerdan que todo este lío comenzó cuando el señor Zapatero, tal vez el peor presidente de la democracia española, concedió aquella revisión del Estatuto de Autonomía de Cataluña, cuyas pretensiones fueron frenadas por el Tribunal Constitucional y de este modo se sembraron vientos y tempestades que ahora se han incrementado.

La defensa exacerbada de la lengua catalana con la consiguiente minusvaloración de la cultura española, el adoctrinamiento constante de la TV de la Generalitat, la tenaz labor del profesorado en los distintos segmentos educativos y la manipulación de la historia en los libros de texto han conformado una juventud que allí es mayoritariamente independentista, y que difícilmente va a evolucionar. En muchas zonas de la Cataluña profunda hay quienes se niegan a responderte en castellano, y esa tendencia va a ser difícil de corregir.

Hace poco tiempo un historiador dijo que en su proceso de consolidación histórica España debía haberse quedado con los portugueses y haber desechado a los catalanes; los primeros incluso llegaron a formar parte de la nacionalidad común durante periodos relativamente largos. Lo que sí parece claro es que en política la negociación y el diálogo son instrumentos imprescindibles, algo que parece habérsele olvidado a los políticos que nos gobiernan en estos momentos, tanto Artur Mas como Mariano Rajoy se empeñan en mantener un pulso de negatividades que difícilmente tiene buena salida. Porque si los políticos carecen de cintura para pactar y consensuar, si son incapaces de reformar y renovar lo que haya que reformar y renovar ¿qué nos queda? ¿Salir a las calles con los fusiles para una nueva confrontación civil? Y, para terminar dejo esta cuestión en el aire ¿no son los nacionalismos una forma de regresar a la tribu, a las cavernas prehistóricas?

martes, 23 de septiembre de 2014

La astronomía, según Elena Poniatowska

La Premio Cervantes del 2013 es una novelista aguerrida y polifacética. Sus libros son búsquedas a través de la piel de ese país caliente, vital y contradictorio que es México, su violencia cotidiana, sus corrupciones, sus grandezas, su capacidad de resistir frente al poderoso vecino del norte. Alguien dijo: México tiene la desgracia de estar tan cerca de EEUU y tan lejos de Dios. Pues bien: este libro es una crónica detallista de distintas generaciones mexicanas. A sus 80 años, Elena Poniatowska no ha perdido su capacidad de increpar, denunciar y sacudir a una sociedad dormida, estratificada en castas sociales condenadas a no relacionarse entre sí. Autora de cuentos, libros de entrevistas, ensayos y crónicas, su obra ha sido muy traducida y galardonada con muchos premios nacionales e internacionales.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Domingo (un cuento de 1973)

La niebla sube deshilachándose por la barranquera, sepultando los piñones de casas colgados del risco, taponando las callejas de hortigas que confluyen en el cementerio viejo, veladas también por la bruma las fachadas de colorines que levantaron los emigrantes. En Casa Mateo juegan al dominó la santa tarde y la pareja de civiles bebe y revisa la quiniela desde los partes urgentes del transistor. Hablan todos de cosas muy sabidas: los años malos, el malpaís solitario, la escarcha que pasmó la viña de la vaguada, el viento sur de septiembre que abrasó la sementera. (Pita histérico el aparato portátil en el mostrador: vomita voces, sintonías, mensajes comerciales, trabalenguas). La tierra yace a pocos metros de la travesía por donde cruzan autocares de turistas: las vidrieras atornasoladas casi no dejan ver sus gorros de paja, las camisas chillonas, las gafas oscuras, sus pieles embadurnadas de aceite, rezumadas de salitre. Siguen hablando: es mejor vivir en paz que con sobresaltos, bombas, huelgas y crímenes como en esos países tan lejanos en el mapa. Como no hay gallofas para la recogida de papas descansan los sachos y las guatacas en la bendita calma de estas islas tan libres de revueltas y aspavientos. Conversan: aquel chico es engrasador en un petrolero sueco, el otro hace de freganchín en Londres, la hija que borda manteles para la reventa de los bazares. Así se despliegan las horas lentas del sermón en la parroquia, las citas ocultas y la forzada alegría de la radio: la felicidad ah-ah-ah-ah / me la dio tu amor oh-oh-oh-oh. En la casa del cura las gallinas continúan escarbando por el patio cuando se reúne la comisión de Cáritas y en el teleclub ensayan para la verbena de esta noche los componentes de Los Cinco Rayos: casi dormidos bajo el soool/sin un problema en que pensar. Tostador en que se asan las turistas de piel lechosa, hembras vencidas que renuevan su celo en esas noches volcánicas de las discotecas, abrazadas por albañiles que apenas si chapurrean un inglés elemental: drinking, dancing, fucking. Cualquier día de estos podrá llegar el nuevo alarido de un ventarrón que vuelque automóviles en la autopista, y serán sus víctimas seres furtivos que tratan de escapar con el acelerador a fondo en pos de una meta incierta: orgasmo de algas azules, cabriolas de anduriñas esquivas, zénit de una borrachera abismal; correr, correr hasta el fin sobre la veta de miedo acumulado en tantos años para quebrar el tenso yugo de la postguerra infinita. A las cinco el Osasuna ha empatado a dos y puntualmente acuden ante el televisor para amamantarse en el Ojo de la Verdad entre persecuciones y balazos, los cuatreros abandonan el pueblo perseguidos por Stewart Granger, décimo episodio de la serie; el sacristán hace sonar la campana de la primera llamada para la misa de la tarde; a lo lejos relincha un caballo; domingo de 1873 en Eldorado City.

(Del libro de relatos "El Mar de la Fortuna", Interinsular Canaria, 1985)

jueves, 18 de septiembre de 2014

La bota del neoliberalismo

Eduardo Sanguinetti (Mar del Plata, Argentina)
 
Sin dudas se puede aprender a pensar, el valor más espontáneo del mundo. Sin embargo, se ha desviado el pensamiento llegando incluso a desaprender a pensar, objetivo de las sociedades anónimas que escriben una historia simulada y falaz de lo que jamás ha tenido espacio, nuestro presente, nutrido de espanto y desmesura.
La dictadura del consumismo compulsivo de cualquier cosa anula los ideales del individuo original, transformándolo en un ser temeroso, leve, funcional y conformista, que se sumará a la legión de comunidades uniformes y manipulables, programadas por el poder de las corporaciones que rigen en este planeta.
Hoy, todo cuanto afecta a los dueños del mundo del ‘homo consumus’ y sus riquezas es criminal. Tienen que conservarlas a toda costa, incluso creando crisis de activos incorpóreos y jamás poniendo en tela de juicio su legitimidad. Fingir que se olvida que siempre los beneficiados son las mismas corporaciones asesinas, cuyo poder se acrecienta con la sangre derramada de miles de hombres, mujeres y niños en guerras fabricadas, en hambrunas evitables y en desapariciones en serie de sujetos-objetos traficados para el turismo sexual, de ese reducido grupo de delincuentes.
¿Por qué sendero se arribó a tal estado de amnesia, a esta ausencia de memoria, a olvidar el presente? Todos parecen participar de estas ceremonias fúnebres, considerar que el estado actual de las cosas es el único viable y posible, que el punto al que ha llegado la Historia es el que aparentemente la humanidad adormecida esperaba, deseaba y anhelaba.
El milenio nos ha enseñado que todo es fugaz, hasta el ‘nunca más’. El crimen contra el hombre siempre es un crimen perpetrado por el hombre. Todo es viable en el espacio de la aventura humana, en el orden de la bestialidad, que como nunca se desencadenó y sin miras de cambiar su rumbo. A menos que todos, en un preciso instante, resistiendo, actuemos en sintonía simultáneamente en todas partes contra el mundo del libre mercado y de sus operadores.
Debemos correr el riesgo de ser muy precisos al verificar la realidad, a pesar de provocar cierto malestar inicial, en el camino de la resistencia y de modificar rumbos, sería hoy el único referente lúcido para preservar el futuro, nuestro futuro. Hoy se impone hablar francamente, sin dobleces, sentir, pensar y decir, es la consigna. Mantener la lucidez, no desesperar y soportar con dignidad este tiempo de transición con lucidez, sin dejarse llevar por la embestida del aparato represor del capitalismo que, repito, triunfó hoy sin dudas en esta aldea global, con su política de exterminio de todo lo maravilloso que tenía la vida en términos de naturalidad y principios éticos de relación.
Por lo manifestado, a mi parecer, la historia humana, a través del ruido y de la ira, a través del ensayo y el error, es una historia presocial. Para salir de ese estadio hace falta el despliegue de movimientos profundos, como la toma de conciencia elemental de las primeras verdades y del peligro mortal para nuestra especie de seguir siendo esclavizados por la pesada bota del neoliberalismo y de sus tendencias genocidas.
¿Cabe alguna duda de que estamos transitando un tiempo sin tiempo, donde la mentira se ha impuesto como principio y fin de atrocidades cometidas contra pueblos enteros diezmados, en un afán de “ir por todo”? Un destino sin sentido para una humanidad que ya no pregunta nada, no resiste, no marcha, no grita ante la injusticia, la ausencia de derechos, la ausencia de libertad y sobre todo de verdad, principio y fin de nuestras vidas.

(Publicado en La República, Montevideo, el 18 de septiembre 2014)

martes, 16 de septiembre de 2014

15 años de "19 días y 500 noches"

Joaquín Sabina, el juglar urbano, está de cumpleaños. Son 15 años desde que salió su gran disco "19 días y 500 noches", que vendió en nuestro país más de 600.000 unidades. Este gran cantante, mezcla quizá de Bob Dylan y Leonard Cohen, sigue teniendo arte y genialidad. Por cierto que Leonard Cohen ya llega a los 80 años, y sigue componiendo.
Como homenaje, aquí van dos vídeos de temas muy populares: el de "19 días y 500 noches" y el de "Y nos dieron las diez".



https://www.youtube.com/watch?v=J3OtzDWBwOo

lunes, 15 de septiembre de 2014

6 relatos cortos de Murakami

El enigmático, surrealista, fantasioso Murakami en seis relatos cortos. Nacido en Kioto en 1949, el novelista más importante de Japón, traducido y apreciado en medio mundo, es un candidato al Nobel de Literatura.
Aunque de él dijo Mario Vargas Llosa que se un autor "light", tiene Murakami un mundo narrativo profundo, complejo, lleno de metáforas y de guiños. Citas literarias, citas musicales, un pensamiento que no tiene nada de ligero.
Japón es un país que se alza sobre terremotos y tsunamis. Uno de los países más envejecidos del mundo, pionero sin duda en soluciones tecnológicas. La tercera economía mundial, el país que padece graves terremotos, enormes tsunamis, catástrofes naturales que los japoneses sobrellevan con su profundo estoicismo. Y en ese entorno desarrolla este hombre su obra, ya amplia y admirada por muchos.
Los seis relatos que aquí se incluyen (edición de bolsillo de Tusquets) no dejan indiferente a nadie , particularmente el titulado "Rana salva a Tokio". Aquí están presentes los mundos extraños, extravagantes, del autor. Y Kafka como música de fondo, tantas metamorfosis, tantos espejismos, tanta magia narrativa capaz de envolvernos y de hacernos soñar despiertos.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Arturo Maccanti: poesía del dolor


Hoy la poesía se disuelve entre los flashes de las redes sociales, todo es prisa, todo es espectáculo, todo es un tatuaje efímero, todo se olvida a los cinco minutos de un Twitter, miles de mensajes se superponen y enloquecen y los humanos parecen simios aplicados en escribir y recibir 20 whatsapps por minuto. La poesía se ha hecho clandestina, y, sin embargo, dentro de su insignificancia no deja de multiplicarse. Cada vez hay más poetas, jóvenes contagiados por la fiebre de las letras se empeñan en escribir, oficio poco práctico en tiempos de crisis total pero la crisis remueve las conciencias y escribir es un acto de rebeldía. Arturo Maccanti, poeta del dolor y la melancolía, nos ha dejado. Hijo de italiano y de portuguesa, nieto de una hebrea, nacido en una isla, crecido en otra. En este hombre prima la tristeza del recuerdo, la viva laceración de la insularidad que equivale a soledad. Ese hijo que se le murió con 4 años y que ya nunca lo abandonó, ese poema esencial que se titula “Columpio solo”, y es un álbum de emociones tan vivas que hieren: “Aunque el amor no acabe, / aunque el amor, columpio solo, / tú permanece fiel meciendo al aire, / meciendo al niño aquel que apenas pudo / llegar a ser mañana…”

La voz de este hombre mediterráneo y atlántico, este ser delicado y quejoso, trae los ecos de la más pura tradición local, desde Domingo Rivero a Alonso Quesada fluye esa lamentación por la existencia, esa desolación que trae la vida a los espíritus hipersensibles, ese pasar sufriendo sobre las brasas de las emociones, el tránsito de los años que dañan, el presentimiento de la muerte, la ruina progresiva de los recuerdos, la levedad de las vidas que borra el tiempo.

Para muchos de los poetas de la generación del 50 la isla, sometida a tantas dictaduras, era un espacio de sufrimiento, no era el espacio de luz y disfrute de los sentidos que perciben los millones de turistas que nos visitan, los miles de europeos que residen aquí durante los inviernos. Poeta y traductor de Saba, Ungaretti, Montale, Quasimodo y Cardarelli, versionador de Cavafis, Maccanti Lo decía Alfonso O’Shanahan, compañero precipitadamente desaparecido, noble compañero: “Arturo Maccanti tiene la angustia existencial de un Pavese, la profundidad de un Cavafis y la ternura de un Ungaretti. Además de ello, su bondad es machadiana y su temperamento insular se entronca con Alonso Quesada. De pocos poetas canarios podemos decir lo mismo… Yo quiero atreverme a asegurar que, con Arturo Maccanti, Canarias recupera uno de esos momentos en los que la poesía se constituye en la avanzada de las artes y en la muestra más elocuente del grado de espiritualidad de toda una cultura genuina.”

La ciudad donde vivía el poeta no es la misma que conocimos, ahora está muy decorada. El maquillaje le ha sentado bien a las casonas rehabilitadas, la calle Herradores tan pulcra, los comercios que siguen cerrando a la una. La Laguna, ciudad melancólica, tiene muchas dulcerías. Hoy es diferente a la oscura donde estudiamos, es peatonal y está pintada con tonos pastel, aunque su catedral todavía está en reparaciones posee tranvía. Para los de mi generación todo consistía en la Avenida Trinidad, La Carrera y unos cuantos bares donde echarte unos coñacs para el frío. Guerea solitaria. / Me he perdido en la plaza, / donde dejó la lluvia ilusorios espejos… Dicen los críticos que los poetas de Gran Canaria miran al mar, será por Tomás Morales, y en cambio los de Tenerife escriben sobre la tierra adentro, será por Viana y la escuela regionalista. Arturo Maccanti, poeta melancólico y sufriente por muchas cosas, ha sido la viva voz lagunera y su lugar mítico, Guerea, es de los pocos que han hecho fortuna en la literatura insular. De la playa de Las Canteras a la vega de Aguere, su voz se ha ido asentando en un recorrido que se configura como constante, disciplinado y creciente. Fugacidad, sombra. Para Jorge Rodríguez Padrón, “su escritura es, ante todo, la forma por medio de la cual se reconoce la carencia que siempre es la existencia.”

         En este lugar conventual, con rituales y viejas tertulias, el poeta fue redondeando su lamento: Soy una lengua ígnea / que se nutre de escombros. En noviembre de 1958 sucedió una tragedia, un niño se fue demasiado pronto y dejó huella indeleble, una costra de sufrimiento. Hay mañanas de lluvia en que a uno le apetece leer poesía, ponerse tierno y trascendente. Claro está que la plenitud del escritor no llega a los treinta sino a los ochenta, imprescindible paciencia la de este hombre profundamente herido, profundamente humano que ha muerto dejando atrás poemas que resplandecen, flores de olvido y reencuentro capaces de emocionarnos, esa ceniza de brasas calientes que exhala el cuerpo de un poeta que fue bueno y, sobre todo, fiel a sí mismo.Entonces echa mano a gente como Arturo que ha escrito con honesta tenacidad, desde sus sonetos garcilasistas a su lírica desnuda y sufriente, los óxidos del tiempo, la asunción del dolor que transmite cierta forma de esperanza. La vida es contemplación, otoño y bruma. El horizonte es tristeza, pero nunca resignación. Isla endeble, enfermiza: Póvero Gino, al fin / has cruzado el Adriático y has vuelto / a nuestra pobre tierra… La isla es atalaya escasa sobre el vacío, puede ser paralizante en sus emociones que maternalizan pero también es acicate para la rebeldía creadora. Un día el hombre pasará el umbral dejándonos poemas escritos tras ejercicios de meditación. Su obra -contagiada por poetas italianos que él mismo ha traducido-, y su mirada postromántica tienen buena salud, pero –como todo lo humano– está condenado al olvido. Palabra que arde en el crematorio de este siglo veloz, palabra de olvido que sin embargo tiene apariencia de eternidad.

 
COLUMPIO SOLO

(A mi hijo, 1964-68. Parque Municipal de Santa Cruz. Anochece)   

 ¿A quién meces, columpio solo? ¿Al viento
ruidoso y ciudadano?

Al pasar, te descubro en la tardía
luz del verano, como en sueños,
con tu vaivén donde un fantasma,
que golpea en el fondo de mi pecho,
todavía sonríe sin saber…

Cerca, un reloj de flores marca un tiempo
urbano, indiferente, entre risas de niños
áureos de sol atardecido, mientras
cruzo fugaz por la penumbra
de los árboles,
ya perseguido siempre
por mí, por el recuerdo
vagabundo de un sueño que fue vida.

Al pasar, se levanta la bandada
de palomas que vimos por costumbre
otros días con sol, bóvedas altas
sobre las que ha caído un mundo de silencio.

Aunque el amor no acabe,
aunque acabe el amor, columpio solo,
tú permanece fiel meciendo al aire,
meciendo al niño aquel que apenas pudo
llegar a ser mañana,
que se quedó en ayer,
y hoy cruza finalmente,
a pecho descubierto,
el vasto imperio de la sombra,
el hondísimo nihil…

LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO

(Madrid, 19…)

Tras la ventana crece el frío,
aire de todos, sortilegios
de la luz, enhebrándose
en los ojos, las ramas
desnudas, y se aferra
a un instante la vida,
pidiendo un día donde prolongarse,
desde donde saltar hacia el futuro
y no acabarse nunca, nunca.

Tras la ventana crece el frío,
se hace más alto el mundo,
y más allá, sobre los mares grises,
humea una patria de islas
que recuerdo y olvido.

Y yo caído en este lecho,
de la obra parte del cristal
ya perdido en las sombras
conscientemente retenidas
de este cuarto, en silencio
asisto a la caída
del Imperio Romano,
Fumo, releo un libro,
abro cartas antiguas,
rememoro a mis muertos…

LA TIERRA SOLA

Que tiene el mayor mar como camino
              Alonso Quesada

Mi pequeño país de inmenso cielo,
de inmenso mar,
he caminado por tu piel de tierra,
tu arboleda de alisios, tus litorales solos,
aspirando el olor, la savia de tus lavas,
en el aire que cumple mi edad y mi memoria.

Por la luz de tus cumbres descubrí el universo
la mañana primera, con otra luz ahora
que empiezo a desnudarme de sustancia,
que amo más tu hermosura a medida que avanzo
por las selvas del tiempo.

Me he desangrado sobre ti.
Tú siempre me has devuelto duplicada la sangre
Y más claro mi sueño.

Si he sido un hijo de tus soledades,
si sufrí como míos tus yugos y abandonos,
si amparaste a mis muertos, si das luz a mis vivos,
si nada te pedía a cambio del amor, mira, al menos,
cuando sea ceniza
que no me esparza el viento más allá de tu orilla

 
UNA NUBE DURANTE LA GRAN GUERRA
(En vida)

Hubo una vez una nube que cansada de serlo,
cansada de montañas y aires sin rumbo,
de los ríos inmensos de la tierra,
cansada de la sangre y la metralla,
descendió silenciosa y se posó en tus ojos.

Era el tiempo de la escarcha y de la nieve. Hacía frío.
Mucho frío, padre. Entonces tú, con tu infancia aterida
bajo el brazo,
cruzabas los caminos inclementes.

Eras pequeño a la salida de la escuela. Maestra Giulia
te daba dulces y lápices de colores, y en tus manos tristes,
más tristes que todo el universo,
mirabas aquellos tesoros incrédulo, asombrado.

En casa te llamaban con nombres de ciruela y almendra,
con nombres de manzanas y uvas moscateles,
y desde aquella época te entristeció el helecho,
porque un amigo tuyo, niño también, se murió alguna tarde
y con él adornaron las estancias dolientes.

En casa te llamaban con nombres olvidados,
con nombres que sabían a olorosas mañanas...
Florecía el cerezo, los olivos gozaban su verdor incipiente
en el cercano bosque de Varrámista,
el arroyo cantaba y andaban las muchachas de aquel tiempo
llenas, como la tierra, de sueños y esperanzas,
cuando en la fragua del destino aprendías el hierro
con tus pequeñas manos de universo tristísimo,
y un instante, lo que tarda una vida en nacer o en morir,
saltó una chispa clara para encenderte el alma.

Y encendida la tienes, padre mío sereno,
aunque una nube oculte su esplendor en tus ojos,
como al cielo de abril
celajes repentinos le ocultan su belleza sin término...

SARA NÓBREGA

Antes de despedirte para siempre,
me dejaste un libro y una estrella en la sangre.

Uno y otra venían de muy lejos,
llegaban de lo hondo
de una estirpe maldita.

Leí el destino. Era verdad
que estaba escrito. Comprobé
mis azares, por qué mi pie pequeño,
mi infatigable sensualidad,
mi fe monoteísta.

Extiendo la mano
para alcanzar los días aquellos
de tu infancia en Lisboa, en la trastienda
de un bazar, con espejos,
porcelanas azules, esmaltes y muñecas,
reposo de tus místicas saudades,
pequeña abuela hebrea.
                                    En el espacio
breve de un llanto,
miraste un día el sol poniéndose sobre los viejos libros.
Dijiste adiós, quién sabe qué dijiste,
y otro día de otoño de principios de siglo
a las islas llegaste con un bolso, una maleta y un libro.

Primera fundación,
limpio el aire donde alzar los altares,
jerusalem sin mancha
de las viejas creencias que heredé, que he olvidado.
Oh nunca Sara Nóbrega.

(La primera ilustración es una foto tomada en la inauguración del Museo Domingo Rivero)

viernes, 12 de septiembre de 2014

¿Otro Septiembre Negro?

El regreso a la normalidad a veces por esta época del año trae un presentimiento del apocalipsis, ahora el autodenominado Estado Islámico divulga su terror en internet.  Es probable que la expresión Septiembre Negro les suene de algo, ya de por sí el hecho de que el mes en el que comienza el verano canario sea asociado con el adjetivo Negro sugiere desconfianza, la expresión tiene un aire siniestro que revuelve algo en las conciencias. El terrorismo de corte islámico viene de lejos, aquella olimpiada de Munich contempló la acción de un comando que acabó con la vida de miembros de la delegación de Israel. Uno de los grupos más tristemente célebres del terrorismo internacional alertó sobre la necesidad de incrementar las medidas de seguridad en los grandes eventos.

Con mi amigo Amadou Abdulaye sostengo alguna que otra charla sobre las circunstancias del mundo actual. El nació en Senegal, en un poblado cercano a Dákar, allí donde la bulliciosa urbe se confunde con los poblados que miran al pasado. Amadou Abdulaye es un hombre tranquilo, complaciente, que con frecuencia muestra la larga sonrisa, sus dientes blanquísimos son un reclamo. ¿Cómo se ha producido esa transformación de una parte de la juventud musulmana en agentes vengativos contra occidente? El yihadismo, esa es la cuestión.

La religión musulmana –me dice– es una religión de paz. Rezamos cinco veces al día, intentamos ser piadosos y ayudar a los que carecen de medios materiales. El Profeta recomendaba practicar la caridad, ayudar a los que no tienen la fortuna en esta vida. El largo ayuno anual del Ramadán va en esta dirección, se trata de recordarnos que somos seres espirituales y por lo tanto hemos de templar los apetitos mundanos, hemos de sacrificar los instintos y poner a Dios por encima de las tentaciones mundanas. El ayuno y la caridad, junto con la sagrada visita a los lugares sagrados, están en la base misma de nuestra tolerancia. Jesús y la Virgen María figuran citados en el Corán, para nosotros Jesús es uno de los profetas que necesitamos respetar.

Tal vez convendría –me dice calmosamente Amadou Abdulaye– fijarse en las posibles raíces de estos movimientos violentos que tienen a occidente en el punto de mira. Y es que ciertos países del Golfo Pérsico, ciertos Emiratos, cierto país de la península arábiga, pudieran estar sosteniendo la radicalización de algunas comunidades. Es curioso que entre nosotros contemplemos la publicidad que se hacen algunos de los países de ese entorno, incluso en camisetas de equipos de fútbol, organizando campeonatos mundiales con presuntos sobornos por medio. El depauperado occidente busca aliados para sufragar su enorme endeudamiento sin fijarse en ciertos peligros. En principio, a nadie parece importarle analizar de dónde vienen los dineros que el petróleo riega generosamente, lo importante para occidente es seguir viviendo al día aunque tenga que venderse al Diablo.

Porque el islam conforma hoy una religión muy nutrida, más de mil doscientos millones de seguidores. Pero el Profeta nunca dijo que se practicara la ablación en nuestras niñas, ni tampoco proclamó la necesidad de una guerra santana constante contra el mundo capitalista. Ciertas prácticas de algunos que se escudan en nuestra religión no concuerdan con los mandatos de caridad y tolerancia que están en la raíz misma de nuestra fe.

Entonces, Amadou Abdulaye pasa a recordarme injusticias flagrantes de nuestro mundo. Por ejemplo, el triste hecho de que las víctimas de ayer se hayan transformado en los verdugos de hoy. ¿Por qué Israel y Palestina no pueden convivir en paz fijando las bases de una relación justa y estable, en la que sea erradicada la práctica de los colonos que se asientan continuamente en los territorios ocupados? Son ya más de 600.000 los que el gobierno hebreo ha asentado construyéndoles casas en los territorios arrebatados a los palestinos, y esta práctica no parece que vaya a tener fin.

Mi amigo me deja cabizbajo y preocupado. Porque este comienzo de curso no es solo el del proceso soberanista catalán ni el de los negocios de los Pujol ni el de la amenaza de Podemos a los partidos tradicionales ni el de una recuperación económica tan frágil ni el clamor mayoritario porque los partidos políticos se pongan de acuerdo para la elección de los alcaldes o la reforma razonable de la Constitución. Este septiembre tiene perfiles de convertirse en un mes para olvidar si no fuera porque la vida sigue, veloz, inmisericorde, atrapando energías. Lo dijo la escritora Nuria Amat en El País: pobre Orwell que combatió por aquella Cataluña donde él quería ver florecer las libertades, pobre Cataluña tan demagógicamente sumida en el caos. Hoy mismo, 11 de septiembre, es la Diada, esa solemne manipulación de la historia. Un episodio de una absurda guerra de Sucesión, una de tantas contiendas civiles que han ensangrentado la península, es presentado como episodio de opresión.

¿Qué más les puedo contar si las playas están radiantes, los hoteleros se frotan las manos ante las perspectivas de un nuevo invierno con los establecimientos a tope? ¿Y las guerras tribales dentro de los partidos políticos, las cuchilladas y traiciones a la hora de fijar los candidatos para las inmediatas elecciones locales y autonómicas del mes de mayo, qué tendrá el poder que tanto seduce? ¿Y el tenso comienzo de curso en nuestras escuelas, institutos y universidades, cuando los recortes siguen imponiendo su norma insoslayable? ¿Y los temores de que la mínima recuperación económica se vaya al traste porque las pintan calvas en las principales economías europeas? ¿Y la siniestra recomendación de las autoridades monetarias de que en España se proceda a bajar los salarios pretendiendo ganar competitividad, como si ya el personal estuviese sobrado? ¿Y el conflicto de Ucrania, que deja sin vender frutos y hortalizas cultivados por aquí?
El nuevo curso viene con asignaturas pendientes, el mundo rebosa de conflictos aparentemente irresolubles.

Pero no queda otro remedio que aplicarse a poner remedio a situaciones que se han ido pudriendo en los últimos años, y que –de seguir el proceso actual– van a pudrirse todavía mucho más. Porque antes de que la humanidad llegue a la fase crítica de la Despedida y Cierre, antes de que colonicemos Marte, antes de que el sol se extinga y no quede la más mínima noticia de los humanos, hay que resolver cuestiones pendientes en esta vituperada Tierra

martes, 9 de septiembre de 2014

De cómo llegó la Negra Tomasa a la narrativa canaria (Una conversación con Luis León Barreto sobre Carnaval de Indianos)


Por Antonio Arroyo Silva

Hace unos ocho años, cuando era feliz y casi indocumentado como ahora, pensar que iba a hacerle una entrevista a Luis León Barreto era del todo descartable. Descartable no por la falta de atrevimiento, ni por simple timidez; sino porque hasta entonces y desde los tiempos inmemoriales de aquella acertada publicación semanal llamada El Puntal y tras su efímera vida, seguía religiosamente aquella columna del periódico La Provincia de cuyo nombre no me acuerdo y en mi desmemoria rebauticé «Luis León Barreto». Dicho sea de paso, sólo abría el mencionado periódico para leer sus opiniones a veces punzantes, a veces tiernas o llenas del amor y desamor de la vida. En resumen, Luis era para mí — y lo es— la cumbre del periodismo de estas ínsulas. También de la narrativa, por supuesto. Yo veía a nuestro autor como un periodista mestizo de literatura y esa honestidad que necesita todo articulista para informar. Y por otra parte, al gran novelista que no caía en los vicios y costumbres del oficio del tabloide. Un lenguaje muy cuidado que me llegaba hasta la tráquea de la sensibilidad y me dejaba respirar y ver mundos.  Y aún sigue causándome ese efecto.

Es pertinente hablar aquí de cómo leí su novela Las Espiritista de Telde. En los primeros años de este mi largo exilio voluntario en la isla de Gran Canaria, mi madre, que venía desde La Palma a pasarse unas temporadas con nosotros, me trajo esa novela que yo mismo había comprado tiempo ha en La Laguna y que ya había leído; pero ella me habló con tanto entusiasmo tras su lectura atenta y crítica, que yo  volví a leer a «ese chico que escribe tan bien —así decía ella—de Los Llanos».

No voy a hacer aquí una reseña de toda tu obra, Luis, pero sí destacar el hecho de una mujer que me abrió los ojos hacia tu literatura. Una madre que vino de la Isla con tu palabra y que ahora forman parte (isla, madre y palabra) de mi lar del sueño, que por algo tiene forma de corazón. Sabes bien que, en cuanto a escritura, a este palmero le sobran los sentimentalismos, porque  no conducen siquiera a los senderos que se bifurcan que cantaba Borges; pero es necesario que tú sepas este hecho tan curioso como entrañable.

Y hablando de La Palma, yo que también soy un palmero de ida y apenas vuelta, pero que cuando vuelve se trae el terruño en una cajita de cartón junto al Príncipe Alberto y las rapaduras…es hora de hablar de los indianos. No sabes la alegría y emoción que me produjo tu última novela: mi infancia ya no en cajitas de cartón sino en palabras, en palabras-llave-que-abren-cerrojos-y-proyectan-vida. Sin embargo, como Pessoa decía que el poeta es un fingidor que finge tan profundamente que hasta finge que es dolor el dolor que en verdad siente, no quería caer en el discurso emotivamente inocuo, ni en la dicción académicamente ladrillil sino llegar a una tierra de nadie y de todos. Por eso he optado por atreverme—ya era hora— a hacerte estas preguntas.

 

-¿Es realmente Carnaval de Indianos una novela sobre el carnaval de La Palma o es el carnaval el hilo conductor que nos va introduciendo en esa memoria palmera colectiva?

-El carnaval es el hilo conductor en esta novela-río, el carnaval no es un fin en sí mismo sino que actúa como la excusa para indagar en el paisaje físico y humano de la isla. Claro que también quería resaltar que el lunes de carnaval en Santa Cruz de La Palma conserva el espíritu más genuino: la chanza, la anarquía vital, el ron, el romper los papeles tradicionales de la sociedad palmera, que es tan tradicional en todo. El carnaval es un espejo donde se mira la isla, y es un referente de la emigración hacia Cuba.

-Desde el punto de vista de la crítica literaria, se entiende por influencia el seguir al maestro que de muchas maneras ha enseñado a su discípulo a plasmar esa aprehensión del mundo. Consecuencia sería el siguiente paso, según argumenta Jorge Rodríguez Padrón: un escalón propio de la madurez del escritor que supondría ir más allá del, digamos, maestro, solo por lógica evolución de la escritura. Tú mismo has manifestado que en tu novela hay una influencia de John Dos Passos. Por mi parte aprecio que tus personajes no están analizados de forma superficial como en Manhattan Transfer del citado novelista norteamericano, sino que todos confluyen en un hecho concreto, en una celebración de la vida que supone la fiesta de los Indianos, nada de pesimismo existencial, sino vitalismo. Entonces, ¿influencia o consecuencia? ¿Hasta qué punto llega esa consecuencia a tu narrativa?

-El modelo de la novela-río es muy antiguo. Para este libro me pareció que es la estrategia que mejor funciona: quería describir la Calle O’Daly y la gente que ese día la anima. En la novela hay contraluces, como en la vida misma, pero en realidad lo que pretendía es resaltar el aspecto lúdico y anárquico de la celebración, la alegría de la multitud, el vitalismo. La novela la escribí en estos años de dura crisis, y en momentos así también conviene resaltar aquel viejo lema de los clásicos: Carpe Diem, disfruta el momento. Por otro lado, siento admiración por la novela norteamericana, tan dinámica y totalizadora. Creo que Manhattan Transfer fue una lectura mía de los 20 años. Influencia y consecuencia, pienso.

-Y hablando de consecuencias, ¿qué supone para ti la narrativa cubana, especialmente la de Alejo Carpentier? ¿Definirías tu novela como barroca?

-Alejo Carpentier tiene una prosa excelsa, por ello fue el primer Premio Cervantes. Cuando salió Las espiritistas de Telde en el periódico El País se dijo que era una mezcla de Polanski y de Carpentier. Sí, me seduce mucho la obra de Carpentier por su musicalidad, por su investigación lingüística, etnográfica, por su elogio de la idiosincrasia. Ciertamente en mi novelística ha estado presente el sentimiento barroco, creo que los canarios también somos barrocos, pero barrocos no expansivos como los latinoamericanos sino que lo somos con ocultación, hacia dentro. Con un lenguaje lleno de arcaísmos, de voces americanas, de portuguesismos. De cualquier modo, ahora soy menos barroco que cuando empecé a escribir.

-Todos los que somos de La Palma tenemos en nuestros recuerdos algún pasaje relacionado con los Indianos y especialmente con Sosó o la Negra Tomasa. Desde mi punto de vista, has unido muchos recuerdos y el conjunto de los mismos forma una parte de la conciencia colectiva de los palmeros. ¿Es tu novela un intento de rescatar dicha conciencia y dársela de nuevo a los jóvenes actuales ya que es notorio que esos valores se están perdiendo, como tú mismo manifiestas en tus artículos periodísticos?

-Sí, he querido hacer un elogio a la isla, a su paisaje, a su paisanaje. Y en cierto modo he querido rescatar una parte de la historia, de la cultura, de las leyendas, del pasado rural, del patrimonio. De la conciencia, de la identidad, en definitiva. Pues claro que esos valores se están perdiendo ya que en la era del whatsapp todo es rápido, efímero, con tendencia a la insustancialidad. La vida actual es una pasarela muy veloz.

-Por la novela pasan cientos de personajes reales que mucho tienen que ver con el entorno cultural y social donde tú te mueves. Estos personajes pasan como los otros de aquella gran película de Amenábar. Después, hay otros personajes entre la leyenda y el recuerdo que mucho tienen que ver con la historia de nuestra isla y, por último, está Moneyba y su grupo, Lino y algunos más que representan el futuro más o menos lejano que supone el momento presente de los anteriores. ¿Qué intención novelística tienen los primeros que te nombro? ¿Son más reales los personajes que tú elevas a la categoría de legendarios?

-Hay mucha realidad en este libro, pero también hay importante porcentaje de ficción, como no podía ser menos. Entre la leyenda y el recuerdo pululan personajes del pasado, además está el corro de chicas que salen a divertirse, y la gente digamos corriente. Los personajes digamos legendarios yo los veo muy reales, me interesan en la que medida en que configuran el pequeño Macondo que es La Palma. También quería hacer una celebración con amigos y conocidos, la gente que se pasea con ganas por la Calle Real: escritores, pintores, profesores, empresarios, hasta políticos que van y vienen.

-Respecto a los anteriores, por ejemplo don Orencio Kábana ¿hasta qué punto se cumple en la idiosincrasia palmera aquella característica de la narrativa hispanoamericana tan cacareada por los críticos que habla de civilización y barbarie que ya preconizaba el argentino Domingo Faustino Sarmiento en el siglo XIX durante su exilio chileno?

-Sí, La Palma padece una esquizofrenia bastante curiosa. Un espacio pequeño, de orografía potente, con tales dosis de caciquismo y, paradójicamente, de pensamiento avanzado. Ese cacique del norte que vivía con cuatro mujeres en su casa y la autoridad lo respetaba porque daba trabajo a muchos, y tenía buenas ideas para colectivizar cosas. Por otra parte, la llegada de la imprenta dio lugar a una gran floración periodística: publicaciones gremiales, anarquistas, masónicas, católicas, conservadoras, republicanas. En un territorio tan asediado hubo siempre un pensamiento de avance. La masonería tuvo una notable importancia, pues hubo logias muy activas y efervescentes, que dejaron huella en muchas facetas, incluso en parte del clero. Luego vino la terrible represión de la guerra civil, en la explanada del convento de San Francisco fueron quemados libros y documentos de la masonería, allí congregaron a muchos detenidos, de allí sacaban a algunos,  hubo docenas de desaparecidos cuyos restos se están buscando todavía. Este tema despierta todavía miedos atávicos en la población.

-Nuestro amigo senegalés recientemente fallecido Amadou Ndoye en una ocasión dijo que el surrealismo estaba en el folklore wolofí y el mismo Bréton manifestó, cuando llegó a Tenerife, que nuestras islas son surealistas. Conclusión, cada pueblo tiene su propia apreciación mágica y surreal del entorno. ¿Hasta qué punto percibes la nuestra, la canaria, como un producto mestizo o síntesis de lo africano y lo hispanoamericano, aparte de otros superestratos que tú mencionas en tu novela? Y, teniendo en cuenta esta cuestión, ¿cómo definirías el Realismo en la novela actual?

-Claro que la apreciación mágica de Canarias podría intentar definirse como una síntesis de lo africano y lo latinoamericano, en particular de lo caribeño, sin descuidar obviamente los ancestros. El realismo en la novela actual es un gran cajón de sastre: filosofía y poesía, ensayo, drama. Y la novela sigue siendo un género vital y abarcador en el que cabe casi todo. Por eso gente realista como Houellebecq escribe de esa manera tan desinhibida, porque a lo que aspira es a provocar.

-Tras la lectura atenta de Carnaval de Indianos, percibo una cosmovisión singular que supone una evolución de tu narrativa, ¿qué proyectos tienes respecto a esta novela? ¿Da La Palma para escribir muchas novelas made in León Barreto?

-Siempre se dice aquello de que los elefantes, cuando se les aproxima la edad de la muerte, regresan al lugar en que han nacido. Es importante recuperar las raíces, sí. Cuando estoy allí La Palma me inspira, me surgen ideas. Estoy contento: la gente empieza a entender el mensaje de Carnaval de Indianos, que ha pretendido ser una novela de la isla.

-Y para terminar, ¿cómo ves el panorama social y cultural de La Palma ahora mismo? ¿Se podría llegar de nuevo a esa época dorada de antaño?

-El panorama sociocultural no es el mejor posible, a los políticos la cultura con mayúscula suele interesarles poco aunque evidentemente ha habido y hay excepciones que confirman la regla. Pero sí que advierto gente joven trabajando con ganas en literatura, en teatro, en cine, en música, en artes plásticas, hay una cierta ebullición, particularmente visible en Santa Cruz de La Palma. Cierto que hay una especie de adormidera general, y menos mal que el Teatro Circo de Marte sigue habilitando muchas cosas. Una pena que en el valle de Aridane no exista apenas ocio cultural, a pesar de ser una comarca tan poblada. Se mantiene una especie de letargo pero, existiendo esa materia prima de los creadores, que sí se hacen visibles con frecuencia, es de esperar que en los próximos años la situación mejore. Hay que constatar la presencia de núcleos de creadores extranjeros, particularmente alemanes, que de vez en cuando nos sorprenden con sus exposiciones de pintura, su fotografía, sus bandas de jazz, su artesanía basada en elementos de la isla. De tanto mestizaje con miles de extranjeros residentes en la isla hay que esperar, sí, un renacimiento.

(La fotografía de la Negra Tomasa fue tomada del periódico digital El Apurón)