viernes, 28 de octubre de 2016

Cita a ciegas (cuento de otoño)

Me lo estaba pensando desde hacía tiempo, a veces le doy muchas vueltas a las cosas. Mis amigas estaban ya molestas porque en definitiva no me decidía a decir sí, pero también me resistía a decir definitivamente no. Mira que me lo había advertido mi amiga Alisson: que a veces es un juego peligroso, pueden surgir enojosos imprevistos. Pero también es un rito excitante, muy útil para animar el tedioso noviembre de niebla helada, los días encapotados, la falta de luz que a más de cuatro les trae la depresión de otoño. En los días grises en que viene el frío qué bueno es imaginar una playa con sol en una isla del sur y un amante dispuesto a tratarte como una reina, a satisfacer todos tus caprichos, a fabricarte ilusiones, a devolverte a la vida. Con todo incluido, para dejar muy lejos esta desangelada ciudad de Londres, con su clima tan horroroso. Lo mejor es pensar en muchos mojitos, y caipiriñas, y gin tonics deliciosos, el alcohol tan barato.
Resultado de imagen de cita a ciegas fotos grandes–Un juego seductor –me insistía Alisson–. Que puede recuperarte las neuronas.–Bah, le contesté. Dejémoslo en un juego.
-Sí, pero eres la única que todavía no ha probado.
–Porque no me convence.
–Los cobardes nunca escribieron la historia.
–Anda ya.
Yo tenía entonces veinticinco años, y a pesar de mi madurez para algunas cuestiones era todavía una perfecta novata. Más aun: era una chica desconfiada que, igual que mi gato, huía del agua fría. Quiero decir que no estaba demasiado dispuesta a experimentar situaciones que podrían violentar mi sensibilidad. Los hombres me parecían animales interesantes, pero hasta cierto punto, mis hermanas habían pagado muy caras sus relaciones erróneas. Ellos siempre van a lo suyo, por ese egoísmo innato, por esa constante búsqueda de su placer, piensan que estamos a disposición en cualquier momento. No estaba dispuesta a caer en situaciones poco halagüeñas. Eso es lo que yo hablaba con Alisson.
—Lo que pasa es que te mueres de ganas. Pero quieres negártelo, porque no eres sino una pequeña reprimida.
–¿Reprimida yo? No me digas.
–Reprimida, sí. Y también puritana.
–No me digas.
–Sí te digo.
Era persistente, volvía una y otra vez a su argumentario. Yo la veía capaz de llevarme de mano al patíbulo, hasta podría darme la mano en el momento trascendental. Con tal de que yo siguiera adelante, haría cualquier cosa. Y venga a repetir sus viejos consejos. A fin de cuentas, se trata solo de verle el careto a un tío, charlar un rato, a ellos se les caza al vuelo si solo pretenden ser groseros. Ante todo hay que bservar con atención y mandarse a mudar si la cosa no tiene buena pinta. No me digas que no es emocionante, con un punto de excitación perversa. Y eso fue lo que emprendí, mis amigas tenían experiencia pero yo me resistía, no fui de las lanzadas. Las otras me iban contando aventuras y desventuras, las primeras impresiones, las mentirillas que se suelen decir, las cenas y las copas con los tíos que habían sido un petardazo, la experiencia con los que se habían portado como señores. Yo iré a lo rápido, dije. Si después de un par de horas no sabes lo que puedes esperar, eres tonta. Pero una nunca acaba de aprender.
Y así me pasó con Marius, ingeniero de sistemas y todo eso, con un cochazo de espanto y muchas ínfulas. Un tipo que se cree irresistible con todas, afortunadas de las que pueden tener una relación con él. Con sus 37 años, su buena ropa de marca, sus zapatos de lujo, su reloj de oro, su divorcio a cuestas, la abultada pensión a su ex y sus dos hijos más que problemáticos. No te voy a engañar, dijo de entrada, estamos aquí para disfrutar una buena experiencia, ya verás que guardarás un buen recuerdo de este día, te lo prometo. Yo estaba tranquila pues así parecía que iba a suceder. Cuando me llevó a su apartamento en Kensington, me quedé impresionada por el gran ramo de flores con el que me recibió. Pero antes habían venido los aperitivos y después la cena, en un sitio tan exclusivo del centro, uno con estrella Michelín, preciosa decoración y muchas exquisiteces. Yo estaba bien, habíamos encontrado ciertas afinidades, la charla era fluida y parecía un tipo agradable.
Ellos suelen verse a sí mismos como atletas sexuales, y eso es lo que me tenía preparado: un par de películas porno para entrar en calor. A lo cual, por supuesto, no estaba dispuesta.
–No necesito esos estimulantes –le dije–. Me aburren mucho.
–De acuerdo, disculpa.
–No estoy para ver películas con poco argumento. Lo que sí quiero es más champán. Eso sí.
–De acuerdo, pequeña.
–No me llames pequeña.
–¿Eres siempre tan susceptible?
–Depende.
Y parloteo más bien cursilón sobre el deseo y la posibilidad de confraternizar para más adelante establecer una relación. A lo que, por supuesto, no iba a comprometerme sin tener las debidas garantías.
–¿Más champán? –preguntó, casi anhelante, cuando abría la segunda botella.
–Eso sí.
–Sobre todo, no te cortes. Debes tener confianza en mí.
A pesar de su exhibición como un pavo real, en la cama tan solo fue normalito, mucho despliegue pero más bien decepcionante. Debe ser porque me vio muy segura de mí misma. Eso lo desarmó.
Lo peor sucedió a la mañana siguiente, era domingo y tenía jaqueca. Me tocaba almorzar con mi hermana mayor, siempre dispuesta a echarme alguna reprimenda, últimamente no me apetecía escucharla porque sus crisis matrimoniales eran de lo más aburrido y a mí no me pagan por ser su terapeuta. A eso de las diez ya había recogido el apartamento cuando recibí un guasap con un texto inadmisible. ¡Pues el cabroncete me decía que la cena le había costado 152 libras, las flores 42, los aperitivos 31, el champán francés 35 más! Total, 260. Así que me enviaba su cuenta corriente para que le ingresara las 130 esterlinas que le adeudaba, y de este modo quedáramos en paz de ahora para siempre. La verdad es que ni me lo puedo creer. “No estoy para perder tiempo y dinero a la vez”, me decía el muy capullo.
¿Este tipo actúa de la misma manera con todas las que va conociendo? Maldito seas. Siéntate y tómate un Martini con arsénico, ya puedes esperar. Y si te pones pesado, te denuncio. ¿Por qué será que los tíos siempre acaban cagándolo?

miércoles, 26 de octubre de 2016

El Consejo de Seguridad de la ONU promueve la guerra y el imperialismo

Eduardo Sanguinetti, filósofo rioplatense
Propongo avanzar hacia un modelo de desarrollo integral compatible con el bienestar de las comunidades y la preservación ambiental y demando la desaparición del Consejo de Seguridad de la ONU, un organismo que se encuentra en antípodas a cualquier “práctica de la verdad” y de un “mundo a vivir”, el cual “en vez de asegurar la paz entre las naciones ha promovido la guerra y las invasiones de potencias imperiales para apoderarse de los recursos naturales de los países invadidos”, una coartada diplomática atroz, que justifica las invasiones neocoloniales, travestidas de “guerras humanitarias”.
Lanzo estas palabras nutridas de mi verdad, pertinentes, tanto en su vertiente económica, como en la política y sobre todo en la cultural. No hay duda, para quienes no son funcionales a los gobiernos manipulados por las transnacionales, que el sistema que dicta en el planeta es depredador del medio ambiente, y a muy corto plazo, los tiempos de degradación se multiplican, estamos en tiempo de descuento.
El sistema neoliberal que reina, sin dudas, instala el paradigma que establece como razón primera del denominado ¿desarrollo?, el saqueo de los recursos naturales de los países menos ¿desarrollados?, a fin de producir, sin sentido vital, productos desechables, para los consumidores de todo lo que se les ofrece, luego de ser publicitados como panaceas de “un mundo a vivir”, ¿curioso no?…utilizar la misma frase, para fines anacrónicos.
Este paradigma del imperio y sus satélites, es decir quienes negocian y hacen pactos con la desmesura del sistema neoliberal, no solo conduce a estallidos sociales, pues los habitantes del mundo que no se pliegan a la mentira oficial, se están manifestando contra el régimen de una democracia que no desean y no les abastece de lo preciso y necesario para transitar una existencia que deba ser digna de ser experimentada.
Todo esto, sumado a un creciente desasosiego político indeciso y pragmático en el momento de tomar decisiones y no quedarse en la mera enunciación de buenas intenciones, ¡ya no!, los desastres ambientales, la desculturalización de las nuevas generaciones es un hecho, grave de por sí, pues la memoria no perdura y la historia oficial, fraguada en las usinas del pensamiento mercantilista, ha sentado reales, condenando a la humanidad, que habita el planeta hoy y a la futura a la miseria del conocimiento y de la ausencia de responsabilidad que deviene de este.
Y si deseamos permanecer en un mundo donde la mentira y la avidez sean erradicadas de una buena vez, demos espacio a la “práctica de la verdad” en libertad, pues uno sin la otra no tienen razón de ser, ni siquiera en lo lúdico.
Para finalizar, agregaré que la paradoja entre verdad y libertad es una cuestión de equilibrio, de prudencia, de política, de elección y en último término de libertad. Lo dejan en claro millones de seres que ya no adhieren a democracias fingidas del siglo XX y sus patéticos representantes y dicen ¡no a la mentira institucionalizada!, ¡no a ser considerados estúpidos!
Estos millones desean -y queda cristalizado en manifestaciones sin banderías políticas- desean existir en un mundo donde haya espacio para todos, no solo para los que ostentan privilegios por el contacto político de un corrupto. Los peores: banqueros estafadores, socios del mandatario de turno, accionando en la justicia, siempre de la mano del poder, políticos en reuniones a espaldas del pueblo que les otorgó el voto con las simuladas oposiciones, cocinando un futuro calculado. Este editorial, en plena “práctica de la verdad”, utilizando la pharresia griega: decir la verdad aún a riesgo de nuestras vidas, quizás, actúe cual prólogo intentado, un inicio para construir una cultura del tercer milenio.

lunes, 24 de octubre de 2016

El sentimiento del mar en la poesía canaria: Tomás Morales, García Cabrera y Manuel Padorno


         En Canarias, el mar está en cada esquina. Cuba, isla gigantesca, obvia esa pulsión: un paisaje poderoso, la música, lo afroamericana. Las islas suelen ser absorbidas por el continente, en cambio Cuba impuso su cultura frente al continente. La voz canaria trae cierto fatalismo, la lejanía, las epidemias, las hambrunas, las invasiones piráticas y la emigración.


        Unamuno pensaba que El lino de los sueños, de Alonso Quesada, contiene el eco de los aborígenes bereberes que se dejaban morir de hambre en vez de renunciar a su libertad. Antes se había desarrollado la Escuela Regionalista de Tenerife, los héroes prehispánicos. Luego el Romanticismo trae la exaltación del sentimentalismo, lo misterioso y legendario. El paisaje local es exaltado, las leyendas florecen; así una visión optimista, patriótica, está presente en el poema Canarias de Nicolás Estévanez: Mi espíritu es isleño / como las patrias costas, / donde la mar se estrella / en espuma rompiéndose y en notas. / Mi patria es una isla, / mi patria es una roca, / mi espíritu es isleño / como los riscos donde vi la aurora.


Incluso en Galdós –tan mesetario- prevalece el subconsciente atlántico, la tristeza social y la impregnación escéptica. Ya Valbuena Prat, en los años 20 del siglo XX, se dio cuenta de que nuestra poesía muestra un temperamento maternalizado, dubitativo. Y el mar como renuncia, castración, enjaulamiento. Alonso Quesada lo confirma: ¡El sol dando de lleno en los peñascos / y el mar… como invitando a lo imposible! / ¡Todos se han ido! Yo, desnudo y solo, / sobre una roca, frente al mar, aguardo / el mañana, ¡y el otro!
         De una parte, el mar grandioso, exultante y eufórico del origen mítico (Atlántida, Hespérides, Jardín del Edén), el que trajo el mestizaje europeo, americano y africano y, de otra, el mar sufriente. Esta doble imagen vive en tres poetas del siglo XX: Tomás Morales, Pedro García Cabrera y Manuel Padorno.

        Tomás fue vitalidad, impulso. Profesional liberal, médico, intelectual mimado, miembro del Partido Liberal Demócrata. Pedro García Cabrera, empleado de la Refinería, militante del PSOE, perdedor de la guerra civil. Su cautiverio y sus heridas le hicieron fraguar el mar de las quimeras; pero el mar de ambos es complementario. García Cabrera, siguiendo a Quesada, acentúa la derrota y bebe en los humillados, Alberti, Salinas o Miguel Hernández; Morales representa una burguesía mercantil y portuaria, y conecta con lo épico de Rubén Darío, Saint-John Perse o Walt Whitman, en el gran poema sonoro: ¡Atlántico infinito, tú que mi canto ordenas! y luego rubrica: un luchador te grita ¡padre! desde una roca / de estas maravillosas Islas Afortunadas.

         Es, en palabras de Andrés Sánchez Robayna, un tiempo fundacional. Según el prólogo de Las Rosas de Hércules, 1922, de Enrique Díez-Canedo, “los dioses y los héroes cabalgan en sus corceles marinos.” Morales supone en la literatura hispánica el reencuentro con el mar –casi olvidado desde los autores mediterráneos como Ausiàs March- y aporta la tradición del archipiélago desde Cairasco de Figueroa, primera figura de nuestras letras.

        Morales y García Cabrera son producto de distintas influencias y códigos estéticos: modernismo y surrealismo. Tomás Morales fue gallardo y expansivo; Pedro, adusto y silencioso. Uno conoció el despegue del puerto y otro padeció la cárcel y el menguado salario de empleado de la Refinería. Lo vemos: Un día habrá una isla / que no sea silencio amordazado. / Que me entierren en ella, / donde mi libertad dé sus rumores / a todos los que pisen sus orillas. Para Pedro las islas, tierra anfibia, “son nómadas oasis, se liberan / de las redes marinas de los nautas / en su ley de viajar, con un hatillo / de cielo azul colgado a las espaldas…” El mar en Morales supone luz y ritmo; en Pedro dudas y expectativas. La mar es mundo libre, ser en soledad que entiende la soledad del hombre, interlocutor que regala naranjas de libertad. La mar equivale a la madre, pues la vida del planeta, con la evolución de las especies, procede de ella; y nuestro instante de paraíso se retrotrae al claustro materno, el líquido amniótico, el agua marina: “Tú mar le has dado al agua el albedrío / de andar por donde quiera…”
         Miembro de la Generación de los 50, para Padorno el hombre contemporáneo ha de echar por el desvío. “Yo soy un escritor de poesía que, irremediablemente, doy, por instinto, por naturaleza, una visión distinta de la realidad. El mar y la luz son los materiales con los que trabajo, y yo me considero (parafraseando a Juan Ramón) un poeta canario universal.”

          Recordemos que la palabra “archipiélago” es griega y no significa “muchas islas juntas”, sino “muchos mares juntos”, con frecuencia arriscados. Padorno defiende sin embargo que la casa es el mar de todos, y todos constituimos la casa: Navegaré las mares infinitas, / mi casa construida con el agua, / embarcación azul, nave de luz / de proa hacia el desvío, / en ruta blanca a donde iré, dormido como siempre / navegando las mares invisibles. / Las olas infinitas llevan siempre / mi blanca habitación, tan invisible, / casa del agua, navegante luz.

          Para Padorno es precisamente el mar el que nos ha dotado de mirada universal, mestiza, ecléctica, integradora. Los creadores aquí han tenido las antenitas puestas para recibir las vanguardias, y en ocasiones han sido punta de lanza. Como Cairasco cuando traduce la Jerusalén Libertada de Torcuato Tasso y añade versos sobre la selva de Doramas se aproxima al primer imaginario insular; con Viera y Clavijo, los Iriarte y Clavijo y Fajardo en la Ilustración; con la Generación de Gaceta de Arte, cuando Canarias se vincula con París y produce el mejor narrador surrealista español, Agustín Espinosa; con la generación de Antología Cercada, precedente de la poesía social, 1947. Con estos presupuestos no sería raro que la poesía canaria sea la más universal de la poesía en español –se oyó decir en el homenaje a Padorno en el Círculo de Bellas Artes de Madrid-. El aislamiento es acicate para abrirse al mundo, ser ultramarino, comentó Jaime Siles. Morales es el más importante de los modernistas españoles, más que Salvador Rueda con su poema a la sandía. Lo dijo el editor Carlos Barral, lo confirmó Caballero Bonald. Si bien nuestro maná viene por el aire –millones de europeos ansiosos del sol de invierno- nuestro paisaje en la aldea global continúa siendo el mar.

(Ilustración: monumento a Tomás Morales, Alonso Quesada y Saulo Torón en Agaete, Gran Canaria  

viernes, 21 de octubre de 2016

Frida Khalo Corporation, el buen negocio de los herederos

Juan Soto Ivars, en www.elconfidencial.com
La primera noticia es que existe algo llamado Frida Kahlo Corporation. La segunda noticia es que esta entidad ha exigido el cierre de la web feminista sin ánimo de lucro 'La tribu de Frida', porque considera que hace uso indebido de la imagen de la artista mexicana. La tercera noticia es que la 'webmaster' Carmen G. de la Cueva ha rebautizado su espacio de discusión como 'La tribu' y ha migrado el dominio solo 24 horas después de recibir la carta de los abogados de la 'Corporation'. La cuarta, que Frida Kahlo ya no es un icono de la cultura contestataria, sino una zafia marca comercial.
Así que mucho ojo, amigas mías, con pintaros entrecejos y poner flores en vuestras cabezas el próximo Carnaval. La Frida Kahlo Corporation está al acecho. Nacida en 2004, esta empresa gestiona los derechos de imagen de su marca, y año tras año añade nuevos campos en la protección, que en junio de 2016 alcanzaron las "actividades culturales".
Claro, se puede contactar con la entidad radicada en Miami para pedir un presupuesto. A cambio de una inyección de dinero, conseguiréis el certificado de la marca: 'Frida Kahlo ®: Pasión por la vida ®'. Si perseveráis en la idea de disfrazaros de Frida, os podéis colgar la etiqueta con la licencia a modo de pendientes.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Atardecer en Gambia con Bob Dylan al fondo


Estamos en un país del sur con calor, pobreza, verdor y un gran río tranquilo, las calles hierven de suciedad y de niños porque la escolarización es deficiente, hago fotos de un grupo de pequeños que recibe educación gracias a la solidaridad canaria e internacional, ellos y ellas con sus blusitas amarillas y sus pantalones y falditas azul marino, los niños tan cariñosos cuando nos ven, sus profesoras y acompañantes de diversas nacionalidades. Cruzan los monos las praderas de césped de nuestro hotel, la tan cuidada jardinería, en las piscinas juguetean las holandesas decrépitas con sus jóvenes amantes locales mientras sobrevuelan las aves de un intenso colorido, Rosario y yo damos paseos en canoa por los manglares, nos fotografiamos delante de gigantescas termiteras, en Makusatu un brujillo adivina el futuro, asegura curar con los árboles del bosque, se deja querer. En nuestro tránsito por carreteras polvorientas observamos pájaros de un rojo insólito, bandadas de mariposas amarillas, lagartos que parecen cocodrilos. Hay precariedad pero también alegría, y varios de nuestros guías han vivido en Canarias y en la Península en la temporalidad que les permitía la falta de papeles. Son días casi agobiantes y en el atiborrado mercado de Serekunda hay muchas camisetas del Barcelona, los olores matan cuando un joven me quita la cartera pero inicio una carrera sorprendente, una matrona le tira al ladronzuelo un gigantesco parasol y recupero los dalasis que había cambiado en el aeropuerto. Aunque las mujeres estén tan discriminadas que solo son valoradas para la casa, aunque los padres creen que las niñas deben tener su sitio en la cocina, aquí existe un venerable matriarcado. En los pasatiempos turísticos de música tradicional contemplamos un espectáculo de lucha muy similar a la canaria y al rato acudimos a presenciar la llegada de los pescadores en Tanji.

Son magníficos el pescado, las verduras y el arroz que cenamos cada noche, bajo el corpulento mango que ocupa el espacio principal de las aldeas junto a la mezquita las familias charlan este atardecer y de pronto en la CNN salta la noticia de que a Bob Dylan acaban de darle el premio Nobel de Literatura. Me llaman del periódico y solo puedo manifestar mi perplejidad porque de nuevo los suecos han hecho el ídem, admiro a Dylan desde los años sesenta cuando los tiempos ya estaban cambiando, incluso elogié su obra en una sesión del Ciclo Poetas en el Club Prensa Canaria, compone canciones de gran intención pero los académicos se han equivocado, de proseguir la moda pudiera ser que Bruce Springsteen y Mick Jagger sean los próximos galardonados, y, ya que estamos en plena conducta errática, por qué no nominan a los escritores para los Grammy. A la incongruencia de los académicos responde Bob Dylan con su congruencia, que les den. Dentro del proceso global de pérdida de valores, la ocurrencia de los nórdicos demuestra que el cambio climático les afecta más de lo que pensábamos. ¿Qué hacen tan ilustres personajes con el Nobel si se olvidan una vez más de las literaturas asiáticas, soslayan a los grandes escritores africanos y apuestan más por jugar a la frivolidad que premiar los contenidos de la verdadera creación literaria? Dylan es un buen cantautor y un tipo tan despreciativo que en su día ni vino a recoger el Príncipe de Asturias ni atiende la llamada de Estocolmo, seguramente ni aparecerá vestido de frac. El Nobel nunca debió ser para él, sencillamente es eso. Desde Galdós para acá los olvidos del premio cantan, Soyinka es una excepción en la negritud pero no olvidemos que se lo negaron a Senghor, no se lo han concedido a los nigerianos ni a los kenianos, se lo regalaron a franceses intrascendentes como Le Clézio y Modiano, se lo dieron el año pasado a una cronista bielorrusa y así podríamos seguir comentando la deriva.

Haciendo zapping alcanzo a ver en directo el partido U.D. Las Palmas-Español, canal 5 de Supersport, en inglés, naturalmente, qué pena no tener algún delantero que resuelva el pequeño bache de juego, posesión sin remate, con una sensación térmica de 40 grados es refrescante contemplar el breve aguacero sobre Siete Palmas que espantó a la gente. ¿Por qué viajar a Gambia, por qué ir al sur en vez de ir a Europa o Norteamérica? Hay más contactos de lo que se supone, canarios que trabajan en empresas de allí suben al reactor que hace la ruta en dos horas y media, es la misma distancia que ir a Madrid pero justo al revés. Buena gente los gambianos que sobreviven con un tremendo analfabetismo y con graves carencias de lo más elemental. El presidente lleva 22 años en el poder y al parecer es muy amigo de Fidel Castro. Pero, claro, el izquierdismo se quedó olvidado en el cuarto de los trastos ya que ha emprendido una línea de privatizaciones que sigue los dictados del neocapitalismo salvaje. Hoteles que eran del gobierno son ahora propiedad de libaneses, los salarios del personal, ya de por sí bajos, han sido reducidos y esta gente de fuera se ha hecho también con tiendas en lugares estratégicos y compañías de servicios turísticos.

Dice la Unesco que África no podrá mantener a su población dignamente hasta dentro de 150 años, así que las pateras seguirán cruzando los océanos. Nosotros, un pueblo mestizo y con identidad abierta, solemos olvidar la presencia de nuestro vecino, ese continente gigante sembrado de violencia, guerras civiles, oligarquías, petróleo, diamantes, exuberancia para unos pocos y miseria para las inmensas mayorías. Siempre lo decía un poeta que se dedicó en cuerpo y alma a ello, Antonio García Ysábal. Fue un hombre honesto que vivió en Suráfrica y que estudió la oralidad en las literaturas africanas, la cercanía con lo nuestro. Porque si nuestra esencia se apoya en tres patas: Europa, América y África, solemos prescindir de la última. Pero el error de Antonio Cubillo y del independentismo fue pretender incorporar el elemento cultural africano como una capa superpuesta a lo que somos y la obligatoriedad de estudiar el bereber como lengua cooficial y cosas parecidas. En fin: en cuanto anochece escucho en la onda media al Centro Emisor del Atlántico de Radio Nacional que entra aquí con mucha claridad, así me entero que la continuidad de Rajoy sigue en el tejado, será que las dudas proseguirán hasta el fin de los tiempos, para qué los políticos.

viernes, 7 de octubre de 2016

Habana Vieja (cuento)


Un bofetón de aire caliente y húmedo le dio la bienvenida en cuanto puso pie en la escalerilla, después largas colas para los controles. Todo con esa calma del trópico.

–Tengo unas chiquitas lindas –le dijo un hombre con un uniforme de maletero, que le mostraba un álbum repleto de fotos.

–Gracias –respondió sin apenas mirarlo, solo requería un baño de agua fría y un largo sueño.

Resultado de imagen de habana fotos mujeres–No importa, compañero. Yo te las guardo para mañana temprano. ¿A qué hotel tú vas?

Al Habana Libre, lo cual significaba treinta dólares. Sin ganas de discutir precios, tampoco quería escuchar al hombrecillo que en una larga retahíla le anunciaba buena ganancia si canjeaba moneda americana por pesos, y que se empeñaba en mostrarle más fotos.

–Esta es Marlén, quince. Y esta es Yanel, tengo por seguro que no ha cumplido los diecisiete. Ahí donde las ve, compañero, hacen teatro y son modelos.

Además del calor y del pesado olor del mar, notó que era su meta porque había un trío interpretando Guantanamera una y otra vez, con un ritmo dulzón y pegajoso de guitarras, maracas y voces. Luego, ya en la habitación, descubrió que el aire acondicionado no funcionaba y se asomó a la terraza para contemplar las cuadrículas de luz desvaída, una gasa sobre las calles y los parques. Las ascensoristas parecían colegialas de uniforme impecable, sonreían coquetuelas con sus dientes blanquísimos.

Olfateó el salitre y le entró el capricho de pasear por el Malecón, por las piedras sagradas de los desfiles y de los pasos del carnaval, en la avenida por donde entraron los guerrilleros cuando la victoria. De entre las sombras salieron dos chicos para agasajarlo con un trato de ron de Santiago, el verdadero Matusalén. No lo podía despreciar, y también le ofrecieron buen cambio para sus dólares. Se pasaban la botella con parsimonia para tomar sorbos largos. Un coche policial se acercó para comprobar los acontecimientos, entre el cansancio del avión y el desorden horario apenas disimulaba la flojera.

En la habitación extrajo la almohada de su equipaje, no toleraba las de los hoteles, no salía de casa sin ella. Luego soñó con el país que pronto conocería con su flamante esposa: Italia, en especial la plaza donde el papa da sus bendiciones. De la cúpula de San Pedro derrapaban milicianos verdeoliva bailando el son y de las esquinas brotaban jineteras bien ceñidas. Horas después bajó al bufé y saboreó los frutos tropicales antes de que le sirvieran puerco frito, por fortuna no vio al taxista, por desgracia el Floridita de Hemingway andaba en reformas, y la Plaza de la Revolución semejaba un enorme mausoleo, el enorme retrato del Che santificado. Menos mal que no veía Marlenes ni Yaneles: la guía le mostraba la pureza del sistema en el Parque Lenin, los logros de sanidad y enseñanza, la pujanza de los barrios  que levantaban las microbrigadas, los cementerios y el monumento del Maine, con su nueva explicación patriótica, fueron los yanquis quienes lo volaron.

A su chica le había mandado un buen capital para ir resolviendo las cosas. Yotuel, que confesaba 29, se quejaba de lo costoso de los trámites para el visado. Su nombre era gracioso: yo, tú, él. La vería al día siguiente, según lo pactado, así que tenía tiempo para conocer un poco la parte histórica, todos dicen que La Habana antigua es sensacional, tantos palacios. Por la noche, en La Bodeguita del Medio pidió un mojito y frijoles negros, tasajo y yuca. Más tarde caminó por la plaza de la Catedral y empezó a amar aquel lugar de belleza ajada, paladeó sus mil columnas y sus fachadas desconchadas, la gallardía de sus bulevares, los tinglados del puerto, los bares de turistas y los espectáculos. Todo le recordaba a su abuelo, el que se quedó por aquí. Su guía no le había podido confirmar si conocía a gente apellidada Castaño. Quién sabe cuántos primos podría tener diseminados por los bohíos. Pero el abuelo nunca mandó cartas, difícil sería saberlo.

Se limitó a llenar su estómago de cócteles con buen ron y hielo granizado, coloreado por jugos de fruta. Degustaba los brebajes de los filibusteros, como si hubiese caído en una trampa. Para conciliar el sueño luego quiso leer un rato. ¿Pero qué está sucediendo en su vida? ¿Cómo anda de salud? ¿Cómo van sus finanzas? ¿Y sus amores? ¿Cuántas veces al mes practica sexo? Piense en su niñez, pero no golpee a su padre ni arañe la figura de su madre. Se sobresaltó, la revista de Iberia no podía ser un manual de autoayuda. Más le interesaba la excursión a Trinidad y sobre todo a Varadero, aunque no sabía nadar tenía mucho interés en conocer playa tan célebre. Pero qué sería de nosotros sin el tropel de consejeros dispuestos a fabricarnos una mente positiva. Igual que si despreciara a los asesores de su banco, tan interesados en recomendarle fondos de muchísima rentabilidad.

Tendría que descansar, Yotuel lo esperaba lúcido y certero. Abrió el frasco de pastillas y se tomó dos, imprescindible dar buena imagen por la mañana, pues al fin la conocería. En las fotos que le había mandado era linda, con su carita tostada de mulata, sus ojos vivarachos, sus grandes caderas. Le entusiasmaba su voz sensual a través del teléfono, su apariencia juvenil y su sonrisa, y él trataba de corresponder ofreciéndole las glorias del mundo: sus huertas eran las mejores de la comarca, y qué decir de sus ovejas y sus cerdos. Se acostumbraría al frío, su casa tenía buena calefacción. En cuanto a lo demás, ya se iría amoldando. También en las cartas se lo había explicado: en su pueblo era bueno el personal, pero había poca diversión. Se acostumbraría y él no iba a ser demasiado exigente tras la boda, pues a los sesenta y cinco uno tiene más necesidad de cariño, menos necesidad del cuerpo.

A las once y media ya estaba plantado en el lobby del hotel, con sus mejores galas. En realidad la cita era para las doce del mediodía, pero debía estar preparado con antelación, siempre tuvo fama de organizado y puntual. Claro que nunca se olvidaría de los retrasos de aquel día, en el bar lo vieron ingerir ron Matusalén, invitó a copas a los que tocaban las músicas melosas, canturreó Guantanamera una y cien veces, bebió y bebió hasta caer desmayado, porque Yotuel no apareció y él lamentó los muchos euros que le había enviado para poder traerla a su pueblo de Teruel.

lunes, 3 de octubre de 2016

Cuando vivamos en el planeta Marte

 
A grandes problemas, grandes soluciones. Confiamos en la tecnología que nos convertirá en dioses inmortales, nos entregamos a las especulaciones futuristas porque somos conscientes de que nuestro planeta ya se encuentra en estado desfalleciente, tanto lo estamos exprimiendo que los recursos disminuyen, el calentamiento global se impone y ya los gurús hablan de expediciones para poblar planetas más allá del nuestro. Efectivamente, como la Tierra agoniza ya hay más de un promotor espabilado ideando viajes masivos al planeta Marte. La opción escapista se presenta atractiva en los medios de comunicación norteamericanos, siempre por delante. Y es que EEUU es así: moderno y antiquísimo también. Pues la capacidad de innovación es evidente aunque cada semana la policía sigue matando afroamericanos que estaban lavando el coche, afroamericanos con problemas mentales o problemas cardiacos que realizan gestos descoordinados, afroamericanos que estaban sentados oyendo la radio en su coche, afroamericanos que tenían un cigarrillo electrónico en la mano, afroamericanos que paseaban el perro. ¿Cómo es posible admitir esta dicotomía sin que nos salpique la ira?

Los derechos humanos en USA valen según quien los tenga. Y ya se sabe que los afros, los hispanos, los asiáticos y todos los demás solamente son ciudadanos de segunda a los que habría que expulsar de inmediato, Donald Trump dixit. Que Dios nos coja confesados si el vehemente millonario se lleva el gato al agua dentro de unas pocas semanas. El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha denunciado más de una vez que en Estados Unidos la discriminación racial se da de forma constante en todas las esferas de la sociedad, y específicamente en las prisiones o las escuelas. La gran mayoría de los presos son negros, seguidos de los hispanos y los blancos anglosajones constituyen una minoría. La gran mayoría de los condenados a muerte son de color. Está claro que ha habido docenas de penas de muerte injustamente aplicadas.

Elon Musk es el empresario que ya está hablando de colonizar Marte, tiene doble nacionalidad en EE UU y Canadá y se ha convertido en una de las figuras del momento por la enormidad de sus objetivos, como crear el mejor coche eléctrico del mundo, generar un sistema de baterías para que la gente almacene y use su propia electricidad y sobre todo fundar una nueva industria espacial privada que ya se encarga de llevar material al espacio para la NASA y que en un futuro pretende ser la primera en cumplir el sueño de enviar humanos a Marte. “Podemos permanecer en la Tierra esperando una extinción final”, ha dicho Musk, “o convertirnos en una especie multiplanetaria”

Su objetivo es crear una civilización autosuficiente en Marte, algo que, según sus planes, llevará entre 40 y 100 años. Una civilización autosuficiente allí probablemente necesita en torno a un millón de personas. Musk espera tener todos los componentes de este nuevo sistema en 2024, cuando comenzarían los primeros viajes. Espera que el precio de un billete esté en torno a los 200.000 dólares [unos 170.000 euros], lo que cuesta una casa. La duración del viaje podría ser de unos 80 días, e incluso reducirse a 30, ha asegurado. Muchos expertos y astronautas cuestionan que sea posible enviar humanos allí tan pronto sin arriesgar sus vidas. La radiación no es un problema muy importante, ha asegurado el promotor, ni el terrible clima de Marte que va desde los 150 grados bajo cero a los 30 sobre cero, ni la escasez de atmósfera, la casi nula presencia de oxígeno, ni la abundancia de polvo cósmico. Claro que hay algún riesgo de radiación, pero no es mortal y el riesgo de cáncer es relativamente menor durante el viaje, señala. La primera fase serían dos misiones no tripuladas que aterrizarán en 2018 y 2020 para buscar zonas donde pueda abundar el agua, estudiar en qué lugares será mejor aterrizar con tripulación y aprender a llevar gran cantidad de material al planeta rojo. Una vez conquistado, Musk pretende llevar su vehículo espacial a cualquier otro lugar del Sistema Solar, incluidas lunas como Europa o Encélado e incluso Júpiter. El empresario ha presentado el diseño del vehículo con el que espera cumplir ese objetivo, un mastodonte de 122 metros de largo en cuya parte superior viajará una nave espacial para unas 100 personas, aunque ese número puede elevarse en función del combustible y la carga. En este ambiente se me ocurre contarles una pequeña historia sobre el modelo de vida interplanetaria que le aguarda a nuestros nietos dentro de unas cuantas décadas, un relato que ya figuró en mi libro “Los dioses palmeros”, publicado por Cajacanarias, en su colección La Caja Literia, 2009.

Desde la pantalla de su ordenador se asomó al inmenso vacío, que sin embargo aparecía repleto de entidades con distinto grado de luminosidad. Pensó en el Big Bang, la explosión generadora de tantísimos cuerpos celestes, un universo que no cesaba de expandirse, los agujeros negros, la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica.

Algún día habrá de emigrar la raza humana cuando vivir en la Tierra ya sea insoportable. ¿En cuántos mundos hay gente parecida a nosotros con la que podemos compartir el enorme peso de la soledad? No conocía las últimas teorías de los científicos sobre el origen de la vida, ni la mecánica cuántica estaba al alcance de su mente. Tampoco le resultaba fácil comprender que en el universo existen cosas tan pequeñas que miden la diezmillonésima parte de un milímetro.

Como el cosmos se halla en permanente expansión, se preguntó de qué manera redefinir el tiempo y el espacio. ¿Si alguien pudiese desplazarse a la velocidad de la luz, a trescientos mil kilómetros por segundo, podríamos retroceder a las civilizaciones perdidas, podríamos encontrarnos con Buda, Cristo, Mahoma, los apóstoles y los profetas?

Enredado en palabras poco usuales –los quarks, las partículas subatómicas, los gravitones, fotones, gluosones, bosones- llegó a la conclusión más elemental: se hallaba perdido. Su mente era incapaz de ver algo en tal maraña. Creyó entonces que cuando las mujeres tuviesen sus hijos arriba en el espacio, estarían fundando una nueva especie condenada a no regresar jamás a la Tierra. Tan similares a los peces que regresan al origen de la especie. Tales pensamientos no le aclararon gran cosa y no quiso darse por enterado cuando sintió picor. Era una lata: no lograba alcanzar su pequeña y encogida aleta adiposa para rascarse el hombro.