Este jueves 14, a las 8 de la tarde, en el espacio La Real 21 de Los Llanos de Aridane serán presentados los libros Cuentos gozosos y Cuentos traviesos, de Rosario Valcárcel y Luis León Barreto, respectivamente, editados en un libro conjunto por Mercurio. Habrá intervenciones musicales de Carlos Catana y la pianista Margarita Galván
El martes 19 a la misma hora, será la presentación en La Cosmológica de la capital palmera, con la actuación musical de José Carlos Rodríguez.
LUIS LEON BARRETO ------------------------------------------------------------------------------------------correo: leonbarreto49@gmail.com
lunes, 11 de diciembre de 2017
domingo, 10 de diciembre de 2017
Una Navidad más consumista y con menos religión

Si Las Palmas de Gran Canaria es la patria del
consumo, a juzgar por el hecho de que proporcionalmente a su población tenemos
más centros comerciales que en el resto de España, desde el Día de Acción de
Gracias se nos ha metido por los ojos todo lo visualmente apetecible de la
Navidad. La fiebre se adelanta. Si Canarias no es la región con mayor renta, si
hay capitales con mayor recepción de turismo ¿cómo se explica la invasión de
grandes superficies sobre todo en la capital grancanaria, y en menor medida en
Santa Cruz de Tenerife, La Laguna y Telde? Toda suerte de árboles de plástico
adornados con sus luces y reclamos, ofertas sospechosas en el Viernes Negro,
verdaderos torrentes humanos que van hacia el espacio recién abierto, ese del
que todo el mundo habla sin parar. Un marasmo de coches y de gente, atraídos por
los escaparates, los últimos hallazgos de la imagen en movimiento, los reclamos
de las grandes pantallas para que la gente no pare de hacerse fotos, las
enormes explanadas sin árboles ni cajeros automáticos por aquello de las prisas
por inaugurar. En un rincón casi escondido hay ¡oh, milagro! una tiendecita que
ofrece libros y periódicos, cuando compré Patria,
de Fernando Aramburu, me regalaron un bolígrafo. Tuve que felicitar al
propietario del establecimiento, porque en otros centros comerciales ni
siquiera puedes comprar un periódico ni mucho menos un libro. A veces me
considero un alienígena fuera de los tiempos que corren.
La colonización cultural nos somete a una
globalización de los hábitos y de las conductas. Cierto que en nuestra tierra
todavía algunos centros nos dejan ver el clásico nacimiento con sus camellos,
sus Reyes Magos, sus pastores con las ovejitas, su río, sus figuras en
movimiento y el portal con el recién nacido, pero esta tendencia va a menos.
¿Quién se acuerda de lo que significa el Adviento de los católicos y el
nacimiento de Jesús? No se sabe en qué mes nació Jesús y la Navidad fue
establecida el 25 de enero por el emperador Constantino, porque en tal fecha se
celebraba la fiesta pagana del Sol Invicto. Estas preocupaciones parecen fuera
de lugar en un mundo cada vez más laico y que cada vez persigue con mayor
vehemencia la satisfacción individual. La valoración religiosa que antes tenían
estas fechas casi ha desaparecido en el cajón de los trastos inútiles. Al
abrigo de la presunta recuperación de la economía, vuelve el frenesí de las compras,
de picotear aquí y allá. Lo cierto es que estas fiestas tan tradicionales deberían
ser de unión familiar, de espíritu fraternal, de paz, reposo y renovación. Pero
en las cenas navideñas suele haber brotes de conflicto, de ajustes de cuentas,
de acumulación de agravios de los que te acuerdas cuando ya tienes unas copas
encima. El alcohol suelta la lengua y después de una buena comida y una
abundante bebida, la gente se desinhibe y dice cosas que debería callar, porque
a fin de cuentas todos los humanos cometemos errores, damos pie a agravios.
Dicen los que saben de estas cosas que en Navidad y en las vacaciones de verano
es cuando más conflictos matrimoniales se desencadenan, debe ser porque son
espacios en los que los cónyuges –que apenas se ven por el ritmo de trabajo y
la exigencia de la vida actual– han de verse y convivir mucho; entonces, no lo
soportan. Como siempre, en cuanto pasen estas fechas las guerras y el hambre en África van a continuar igual que siempre, pero en estos días conviene olvidar esos desastres. Tenemos que mirar con valentía y decisión el futuro, lo “nuevo”. Y hasta podemos soñar y, sobre todo, contribuir en la lucha por un mundo más bello y justo, en el que mujeres y hombres puedan vivir en paz, aprender a compartir progreso y trabajo en libertad. No podemos resignarnos a añorar tiempos pasados, que nada o muy poco nos pueden aportar. Tenemos que mirar con valentía y decisión el futuro, lo nuevo. Claro que, hoy más que nunca, en cada lugar la Navidad adquiere unas connotaciones particulares. Así en Barcelona los independentistas, con la señora Ana Colau de discreta maestra de ceremonias, han impuesto que el alumbrado de las calles sea mayoritariamente en color amarillo, como acto de protesta frente a la prisión de los líderes del interminable “procés”. En Madrid la alcaldesa Manuela Carmena anunció el nuevo espíritu que estas fiestas conllevan en la capital: «La Navidad es una fiesta, todos sabemos de origen religioso, pero que a su vez es también una fiesta de humanidad, de solidaridad. Por eso, desde el Ayuntamiento de Madrid queremos hacer lo posible para que todo el mundo que esté en esta ciudad, sea de donde sea, pertenezca a donde pertenezca, pueda disfrutar de su fiesta.”
Lo que está claro es que este tiempo se ha ido convirtiendo casi exclusivamente en un periodo de compras, días de euforia con estrés festivo y buenos deseos que lamentablemente caducan a poco de comenzar el mes de enero, la vuelta a la normalidad. De ser un tiempo de reflexión y elevación, estos días son del comercio navideño, fin de año y Reyes. Cultivamos con frenesí el regalo generalmente vistoso para impresionar pero que en realidad resulta poco práctico. Y al fondo los villancicos anglosajones que celebran la llegada de Santa Claus a la ciudad, el rojo y el blanco tomados de la publicidad de la bebida refrescante, los colorines de la iluminación de las calles, los paisajes nevados.
Tampoco los belenes gozan de la presencia que merecerían. Esta tradición que llegó de Italia y se hizo tan española y casi universal viene sufriendo rebajas año tras año por parte de aquellos que pretenden celebrar estas fechas -y desde luego aprovechar sus festivos- sin que apenas quede rastro del significado que tenía para las generaciones anteriores todo aquello de la Misa del Gallo, los villancicos en la iglesia, el frío y la lluvia del invierno. Y dentro de nada entraremos en 2018, que viene a suponer un libro en blanco, con sus promesas e ilusiones. La crisis económica va ocultándose poco a poco, aunque la pérdida de derechos ha sido lamentable. La vida, el don más hermoso que tenemos, no se nos agota en los objetos que podemos acumular. Los humanos valemos por lo que somos, y no por lo que tenemos. Así debería ser. De cualquier modo, alegría y felicidades para ustedes, lectores.
miércoles, 6 de diciembre de 2017
Un año de libros: María Remedios González y Carlos Bonino

Ella ha rastreado en el Archivo de la Familia Hernández de Lugo como fuente de consulta para sus investigaciones. El archivo familiar —que guarda su hijo Gerardo— resulta de interés y así lo ha entendido Meme quien, de nuevo, ha acudido a esta documentación en sus dos últimos estudios: Correspondencia entre Pedro Hernández y Hernández y Félix Duarte Pérez en el Archivo Familia Hernández de Lugo y Datos genealógicos sobre Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864). El primero, Editorial Círculo Rojo, da a conocer la relación epistolar entre dos figuras del periodismo y la poesía, cronistas de su época, historiadores de la patria chica. Hace unas décadas, cuando las relaciones humanas dependían de escribir cartas, dentro de la misma Isla, dos intelectuales sustentaron su amistad mediante la comunicación postal. Asimismo, el segundo trabajo acude también al epistolario privado de Hernández y Hernández; la correspondencia cruzada con Pérez Vidal —auxiliado por Cayetano Gómez Felipe (1902-1978)—, revela el empeño por colaborar en los estudios sobre el economista y educador Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864).
A Carlos Bonino lo conocimos en un encuentro literario en Valsequillo, dentro de la Feria del Libro y la Lectura convocada por el Cabildo. En sábado de lluvia y tiempo fresco, su disertación se titulaba Cunnilingus: la literatura a través de los cuerpos. Junto a la carpa había un partido del Real Madrid y el estruendo de los pelotazos de los niños pero fue una charla juguetona, lúdica, en la que habló de la omnipresencia del sexo a través de los mensajes de la publicidad, asimismo homenajeó a los autores de referencia a la vez que pasaba revista a los tabúes y censuras que todavía persisten sobre el sexo. A sus 37, es uno de esos autores que lanzan su primer libro con ilusión y determinación, un lenguaje coloquial y urgente, a veces de realismo sucio, que prescinde de elaboraciones literarias de alta elaboración para contar historias de hombres y mujeres, encuentros y desencuentros, deseos y rupturas, masturbaciones, deseos y anhelos de comunicarse para romper las soledades a las que, como humanos, nos han condenados algunos dioses malévolos. De este modo su obra Delito si faltas (Gami Editorial) nos trae una prosa fresca, espontánea, liviana en la que entran los estados de felicidad y de melancolía que generan las relaciones. El deseo vehemente, la pequeña muerte del orgasmo, las referencias a Anaïs Nim, Nabokov, Henry Miller, D.H. Lawrence, Durrell, el Marqués de Sade y tantos otros analistas de lo genital, están en el trasfondo de este libro que es como un estallido de los deseos, las soledades, los corazones rotos y recompuestos para desear de nuevo.
“He dejado ya de poder verte: a contraluz, bañada en ámbar, el pelo recogido, una taza en la mano, tan empeñada en volverte recuerdo. Tu sexo todavía es una flor caliente, un animal oscuro, la única forma de esquivar el dolor de las cosas del mundo: para mí un par de manos blandas, pálidas, que salvan, que sanan, y tú detrás de todo, como una luz que aguarda. Pero moribunda…”, página 177. Las nuevas generaciones vienen desinhibidas en los temas sexuales, pero en el fondo siempre persiste el problema esencial: la comunicación, el deseo de trascendencia, el compartir la afectividad. Bonino recoge de los maestros el tono existencial que late por debajo, esa pequeña felicidad y esa pequeña tristeza, la fugacidad de los contactos, lo efímero del placer, la angustia y la desazón, el deseo renovado.
domingo, 3 de diciembre de 2017
Hacia el fin del delirio, quién sabe

Para no hablar de
política propongo hablar de cine, dos películas de estos días: La librería, de Coixet, y El autor, de Martín Cuenca. En un
momento en que el consumo de productos culturales se ve en dificultad, la
defensa del libro genera documentos de valor. Hace poco se proyectó El editor de libros, y ahora llega La librería; son dos películas dignas de
verse, aunque ambas puedan aparentar un
tanto amaneradas. Coixet sigue haciendo un cine valioso, no en vano esta
realizadora de 57 años mantiene originalidad y destreza. Quizá en La Librería haya acentuado el ritmo
lento de la historia, quizá le sobren unos cuantos minutos de metraje, pero sí
sabe hacer una adaptación sutil de la novela en la que se inspira. Una película
rodada en un pueblecito costero en el que se cumple el viejo dicho de que
pueblo chico, infierno grande, y frente a él aparece esa mujer llena de coraje
y dispuesta a luchar contra los prejuicios de quienes desean que todo siga
igual en aquellos años 50. Importante el papel rompedor de libros que la
librera ofrece como Lolita, de
Nabokov, y Farenheit 451, de Ray
Bradbury, que imagina un universo sin libros, sometido al pensamiento único.
Con esta cinta,
Coixet vuelve a su cine más personal y más sincero, el que pudimos disfrutar
tiempo atrás. Narra con sencillez esta historia, donde los sentimientos, las sensaciones
y el paisaje son elementos centrales. Y aflora una historia que parece antigua
pero que sigue hablando de la discriminación de la mujer. Los ricos con su
poder y su falta de escrúpulos; los pobres con las limitaciones que marcan los
poderosos; la amistad y ese amor imposible con el hombre mayor, que no llega a
cristalizar. Todo esto se halla marcado por el coraje de una persona con las
ideas claras y con la fuerza necesaria para lidiar con la adversidad. Esta directora se ha
manifestado más de una vez en contra de la alucinación –que no cesará mientras
no se cambie al director de TV3 y se intervenga en los programas docentes
encaminados al adoctrinamiento– defiende una vez más el mundo de la mujer, y lo
hace con un retrato psicológico de la protagonista, una mujer introvertida pero
valiente que se enfrenta a las estructuras siendo fiel a sí misma, desafiando
la condena de los que gobiernan la tribu, sabiendo de antemano que puede perder
la partida. Hemos de mencionar también el ejemplo ético de la actriz Rosa María
Sardá, que, ante el rumbo de los acontecimientos renunció a la distinción que
le había otorgado la Generalitat, la gran Cruz de Sant Jordi, justificando su
acción en el rumbo actual de los acontecimientos. Fue precisamente Isabel
Coixet quien comunicó el hecho en un artículo de El País; la distinción fue
devuelta el 24 de julio porque “dadas las circunstancias” la actriz no se
considera merecedora del premio. Precisamente en la película 8 apellidos catalanes, la Sardá hacía de
madre entusiásticamente independentista, aunque la secuencia era una farsa, un
esperpento total.
Los cinéfilos
estamos de enhorabuena, pues en la recta que hay desde ahora hasta
febrero-marzo vienen las mejores películas del año. Y también hay que
recomendar una cinta española, El autor,
del director Manuel Martín Cuenca, inteligente, bien construida, que
probablemente saldrá bien parada en los premios Goya. Basada en una novela de
Javier Cercas, su propuesta es intensa y convincente, hace olvidar la general
falta de talento del cine nacional. Los vericuetos de la historia son interesantes,
recuerda un poco el suspense psicológico de Hitchcock, hay un encabronamiento
progresivo del personaje central, ese perdedor sin talento que se empeña en
manipular a los demás con tal de conseguir una novela que venda millones de
ejemplares. Como si el fin justificara los medios, se empeña en manipular a
cada cual, esperando el gran triunfo. La propuesta te mantiene atento a lo que
ocurre en la pantalla, te mete en la historia, con giros perversos e
imaginativos.
(Foto: Isabel Coixet, directora de cine)
sábado, 2 de diciembre de 2017
Loving Van Gogh (poema inédito de Samir Delgado)
![]() |
Van Gogh, Self-Portrait Dedicated to Paul Gauguin |
Mi cabeza es un girasol en llamas
MISTRAL hojas muertas
2 francos con cincuenta centavos
y todo sigue sin novedad
tanto en la casa como en los cuadros
cielo abeto azul mañana gris
¿no es cierto que los pintores
debían vivir todos como obreros?
las paredes violeta pálido
intenso sol la sensación
de que mi cabeza está vacía
cipreses verdes cielo rosa
cuarto creciente limón pálido
mil cuadros a cien francos
una casa de artista viña color púrpura
álamo tumba romana lila azul
los copos de nieve continúan cayendo
cielo verde cipreses coles dalias
mi silla los simples castillos en el aire
feliz de continuar siendo como soy
peonía bemoles malvarrosa girasol
martinica arabia los pescadores de islandia
bromuro de potasio nosotros los artistas
no somos más que cántaros rotos
una naturaleza muerta
29 de julio de 1890
mi querido hermano
mais que voulez-vous?
Samir Delgado, 2017
viernes, 1 de diciembre de 2017
"Patria", el libro del año
El libro de actualidad, que se ha llevado el Nacional de Narrativa, el de la Crítica, el Euskadi de Literatura y el Francisco Umbral. Su autor (San Sebastián, 1959) vive en Alemania, con muchos premios en su camino pero del que no teníamos noticia suficiente. Una historia sobre la violencia en el País Vasco, esa lacra reciente que por fortuna parece haber quedado definitivamente atrás. Así sea. Son 646 páginas de un texto apretado, vibrante, que ya viene encumbrada por la crítica, desde Iñaki Gabilondo a Mario Vargas Llosa: "Hace tiempo que no leía un libro tan persuasivo y conmovedor, tan inteligentemente concebido."
miércoles, 29 de noviembre de 2017
María Remedios González salvaguarda la memoria de La Palma

María Remedios González Brito ha rastreado en el Archivo de la Familia Hernández de Lugo — gestado por el nombrado Pedro Hernández— como fuente de consulta para sus investigaciones. El archivo familiar —que guarda su hijo Gerardo Hernández de Lugo— resulta de sumo interés para la historia de Los Llanos de Aridane, y así lo ha entendido Meme quien, de nuevo, ha acudido a esta documentación en sus dos últimos estudios: Correspondencia entre Pedro Hernández y Hernández y Félix Duarte Pérez en el Archivo Familia Hernández de Lugo y Datos genealógicos sobre Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864). El primero de los trabajos, impreso por la Editorial Círculo Rojo, da a conocer la relación epistolar entre dos figuras notables del periodismo y la poesía, el que fue cronista oficial de Los Llanos de Aridane don Pedro, y el también historiador oficial Félix Duarte. Hace tan solo unas décadas, cuando las relaciones humanas todavía dependían de escribir cartas, las cosas eran muy diferentes. De este modo, dentro de la misma Isla, dos poetas, dos intelectuales, sustentaron su amistad mediante la comunicación postal. Como dice la autora, no en vano el ser y quehacer cotidiano y más íntimo de las personas se refleja en el conjunto de documentos que han reunido a lo largo de sus vidas, los cuales, en función de la relevancia social y cultural de quienes los han generado, sirven para reconstruir el momento en que les tocó vivir. Asimismo, el segundo trabajo acude también al epistolario privado de Hernández y Hernández; la correspondencia cruzada con Pérez Vidal —auxiliado por Cayetano Gómez Felipe (1902-1978)—, revela el empeño del además genealogista llanense, por colaborar en los estudios del investigador santacrucero sobre el economista y educador Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864).
lunes, 27 de noviembre de 2017
Alfonso O'Shanahan, 8 años después

Vivió solo 65 años, pero los últimos de su vida fueron marcados por el desarraigo que marcó el alzheimer. Luchador por la democracia, militante de la izquierda, periodista con vocación social y autor de Antípodos, Premio Prensa Canaria, una novela importante, así como de numerosos trabajos poéticos y del monumental Diccionario del español que se habla en Canarias, un empeño descomunal que editó el Centro de la Cultura Popular Canaria. Tanto tiempo después, Alfonso sigue mereciendo el homenaje de sus antiguos compañeros de generación: gente que acompañaron en su empeño como Pepe Alemán, Herminia Fajardo, Rafael González Morera, incluso José Carlos Mauricio y hasta yo mismo, pues junto con personas ya fallecidas como Pepe Rivero, Santiago Betancor Brito, Paco Cansino y otros compartimos espacios en los periódicos de la entonces Editorial Prensa Canaria. Era una camada de comunicadores comprometidos con el avance social, con el testimonio político de la disidencia en los últimos años de la dictadura, aquellos finales de los 60, aquellos 70 todavía dubitativos. Eran los tiempos atrevidos de Sansofé, una revista que padeció innumerables multas y expedientes. Eran los tiempos de hablar de las injusticias sociales: por ejemplo la lacra de la aparcería, con sus reminiscencias feudales.

Alfonso O'Shanahan, periodista,
narrador, poeta, solo vivió 65 años en la isla en la que pasó casi toda su
vida, excepto el tiempo que marchó a Madrid para estudiar matemáticas, hasta
que se convenció de que su porvenir eran las palabras y la poesía, el
periodismo y la literatura. A la escritura se dedicó siempre; su primera
pasión, la primordial, fueron los versos; lo recordamos recitando poemas suyos
y de otros, acompañado, siempre, por la inquebrantable Marta Álvarez Hidalgo,
su amor de toda la vida, su mujer. Eran los tiempos de la poesía militante, la
de Agustín Millares Sall, Pedro Lezcano, Francisco Tarajano, Juan Jiménez, José
Luis Pernas y tantos otros de aquella generación de la poesía social en los 60.
Tras la muerte de Franco, fueron los tiempos de los mítines calientes en los
campos de fútbol y los terreros de lucha canaria, con voces como la de Fernando
Sagaseta, aquel trueno en el Congreso de los Diputados. El periodismo fue el
alimento de Alfonso; lo ejerció, a veces más al lado de la literatura o la
cultura y otras veces más al lado de la política, sobre todo en los medios del
grupo Prensa Ibérica, de cuyo periódico La Provincia fue subdirector; dirigió
también la radio del grupo, aquella meritoria Radio Canarias-Antena 3 que en su
tiempo fue muy innovadora. Era, sobre todo, un hombre noble, tranquilo y
apasionado cuando era necesario defender los ideales, la injusticia y el
caciquismo eran sus enemigos. Era un canario humilde pero pertinaz en su
empeño, y se mantuvo a pie firme hasta el fin, hasta cuando la enfermedad le
arrebató el conocimiento y el recuerdo. Su esperanza se la dio el testimonio
personal, la crónica urgente que significa sacar a la calle el periódico de
cada día, la crónica urgente e imprescindible. La enfermedad que padeció es la
mayor crueldad, porque borra hasta los últimos depósitos de tu memoria, te
aísla, te enajena. Te sitúa al margen.
Hijo del doctor Rafael O’Shanahan, una
figura destacada de la psiquiatría, a quien está dedicada la plaza delante de
la sede de la Presidencia del Gobierno canario en la ciudad de Las Palmas, siempre
había en el ejercicio de su vocación poética un aliento de su oficio, que era
fijarse en la actualidad, y enfadarse con ella, indagar en ella para estar en
desacuerdo. La suya fue una generación de la contestación y de la rebeldía, y
él ejerció el empeño sin doblez, contra esto y aquello, como periodista, como narrador
y como poeta, y como conversador atento. Eran tiempos de protestar: estaba
Franco vivo, el desarrollismo económico y turístico no traía aparejado el
florecimiento de las libertades. Estaba también la guerra del Vietnam y por eso
recordamos una proclama que escribió en sus años universitarios, toda una reclamación
contra la guerra, uno de los asuntos que fueron metáfora de la rabia de su
generación: "Para execrable memoria de nuestro tiempo...", comenzaba
aquel escrito, en el que despuntaba su retórica tranquila y a la vez exigente, de
un militante que nació en la época en la que militar ya conllevaba una condena
del belicismo y del imperialismo. Eran tiempos de Bob Dylan y Joan Báez,
tiempos de gritar no.
Cursó sus primeros estudios en el Viera
y Clavijo, desde donde se fue a La Laguna, para luego marchar a Madrid a cursar
Ciencias Matemáticas en la Complutense. Sin embargo, como decíamos antes, abandonó
sus estudios para dedicarse de lleno a su pasión: escribir. Durante sus más de
treinta años de trayectoria profesional estuvo vinculado a la Editorial Prensa
Canaria. Fue redactor y más tarde subdirector de La Provincia, director de
Radio Canarias-Antena 3 entre 1986 y 1994 y articulista de Diario de Las Palmas
y de Canarias Económica, publicando series como Ideograma, Crónicas mundanas y
seculares, Crónicas diacrónicas, El laberinto de las hadas, Memorial para un
fin de siglo, así como Torres de Viento, en las que reflexionaba sobre
distintos temas de actualidad. En la literatura cultivó la poesía, la novela y
el ensayo. Entre sus obras destacan Trabajadoras, Caminos viejos de Gran
Canaria, La Luz, puerta de Canarias, Antípodos, cien años de expiación, una
novela seria; además, Solsticio de verano y Torres de viento. Una de sus
últimas publicaciones fue el Diccionario del habla canaria, un trabajo que le
llevó años de estudio y elaboración y que recopila más de trece mil voces del
habla de las siete islas.
miércoles, 22 de noviembre de 2017
Pedro Flores, el viernes en el Rodríguez Quegles

Pedro Flores (Las Palmas de Gran Canaria, 1968), uno de los poetas más prolíficos y destacados del Archipiélago, se alzó recientemente con el 28º Premio Nacional José Hierro por su poemario 'Coser para la calle'. El fallo del galardón coincide con la presentación de su segunda antología poética en menos de un año, bajo el título 'Diario del Hombre Lobo y otros poemas carnívoros', que presenta este viernes 24 de noviembre en el Palacete Rodríguez Quegles. El poeta alimenta la indagación sobre el amor en su poesía. Lamenta el descenso en las tiradas de los libros, en particular de poesía, y cuestiona el fenómeno editorial que da voz a una poesía de masas "muy trivial y simplona, que vende tantos libros como seguidores tienen sus autores en las redes sociales. Es una poesía dirigida premeditadamente a un público que no lee poesía. No se trata de poetas que estén empezando y que estén buscando su voz, sino que practican una poesía basada en una serie de tópicos, cargados de una sentimentalidad empalagosa"
(Nora Navarro, en www.laprovincia.es)
martes, 21 de noviembre de 2017
Elsa López, el paisaje y la memoria

Elsa López recita sus poemas con una voz acariciante, dulce y sutil, que emociona. Una poeta con experiencia y pulcritud que bascula entre el paisaje y la memoria, la reivindicación social. Nacida en Guinea Ecuatorial, su infancia en la isla de La Palma, su vida profesional entre Madrid y las islas. Tiene un refugio en El Tablado, Garafía, precioso lugar fuera del mundo, en cuya cocina escribe poemas con música clásica de fondo. El tiempo allí se mide de otra manera; cuando se levanta mira, abajo, el pequeño caserío, las luces de los pocos que van quedando. Opina que es admirable lo que ha hecho Mauro Castro, uniendo a gente que se fue de Franceses y que regresan una vez al año. Gente que añora todo eso, los nietos vuelven, recuperan los terrenos. Ama la soledad, aunque en Madrid se acostumbró a escribir en un bar con ruido. Emilio Barrionuevo, prodigioso fotógrafo, ha retratado su mirada atenta, su bondad innata, su capacidad de trabajo. Lo dice así: Cuando oyes un poema mío puedes pensar que está recién escrito pero no es así, yo corrijo una barbaridad. Los escritores jóvenes tienen mucha prisa, con los pintores no pasa tanto, quizá la pintura te obliga a otro tipo de concentración. Me pregunto si es que ahora vivimos otro tiempo, si es que ha habido un corte intelectual. Hago esfuerzo por entender a los poetas jóvenes. Ahora hay muchos más escritores, pero los lectores no han crecido y la mayor parte de los autores jóvenes no leen, no creen que haya esa necesidad. Pero hay que aprender a conseguir el ritmo. Le pregunto si su poesía es para ser leída o para ser oída, y estima que primero hay que leerla. Claro que hay mucha discusión, vemos un juglar como Juan Carlos Mestre, que utiliza técnicas antiguas para hacer llegar su obra. José Hierro y Olvido García Valdés son ejemplos de saber leer bien. Pero uno cuando recita no se oye.
Cada noche lee
poesía y hace un crucigrama. Prefiere leer poesía y ensayo. “No sé si estoy
dentro de la poesía de la experiencia, José Hierro decía que es difícil
encasillarme”. Hierro pensaba que la poesía de Elsa dice más por lo que calla
que por lo que dice, debe ser por su capacidad de sugerencia, la sutileza. Los
títulos de mis libros son referencias de mi vida, pero es difícil saber si soy
poeta de la experiencia, o de la emoción o de la memoria. Con Ediciones La
Palma, Elsa puso su dinero para que publicasen autores de una isla
ultraperiférica. A pesar de su valía, muchos autores ven rechazada su obra una
y otra vez por editoriales y concursos. Yo creo que la autoedición no es tan
mala, muchas veces con ella se salvan libros. También en lo que publican las
editoriales hay mucha basura. Los concursos y las editoriales cometen errores
garrafales, los jurados son caprichosos. Con respecto al papel de la mujer en
las letras canarias, es lamentable la escasa presencia; ahora hay una lista
infinita de mujeres pero las mujeres no nos podemos imponer como autoridad a la
fuerza. Hay que visibilizar a muchas mujeres, pero no debemos pisar el
pensamiento de los hombres. Yo valoro la calidad, sea de mujeres o de hombres,
pero no admito la paridad impuesta, por ley de la paridad estamos dando voz a
mujeres que no lo merecen. Claro que tampoco admito los manuales y antologías
de literatura que solo incluyen a hombres, pero tampoco admito lo contrario. La
calidad ha de ser lo primero.
¿Hacia dónde va la
literatura? Elsa opina que está perpleja porque se ha envejecido, no ve que hay
otra oleada distinta. Ahí tienes una Irene X, muchachas y muchachos que están
haciendo una poesía de la calle, de carretera. Son poetas actuales, que a lo
mejor escriben como si estuvieran rapeando. Quizá de ahí pasen a leer a Ángel
González, Claudio Rodríguez, José Hierro, etcétera. La gente joven vive de
impactos, todo es muy rápido. Hay que entender que no hay que forzar a leer el
Quijote a muchachos de 14 años, que lean algo que les dé más vida. Hay poetas
jóvenes como Irene X que llega muy bien a su generación. ¿Cómo puedes
despreciar a verseadores como Yapci Bienes, capaz de improvisar a partir de una
palabra? Además, aquí en La Palma te encuentras mucha gente de campo que con
sus versos espontáneos te cuentan algo, un incendio, el volcán, una inundación.
Hay que defender la poesía popular y también hay que defender la poesía urbana
de la nueva generación. Es la propia evolución de la mujer en España, que tras
el franquismo la mujer se quitó cosas de encima. Que por ejemplo podamos hablar
de sexo con toda normalidad, que si un pintor pinta desnudos de mujer también
pueda una mujer pintar un pene. Me pongo a pensar en mi pasado y veo todo lo
que hemos ganado. Claro que el progreso nos sigue pareciendo lento, porque no
hemos llegado donde queremos llegar.
Lo que es difícil no
es introducirse en un mundo de hombres, sino erradicar el machismo, una
educación que les dieron a los chicos y que todavía me asombra cuando veo a uno
de mis hijos sentado mientras su mujer se levanta para poner la mesa. Llegó por una esquina de las enredaderas. /
Con los pasos muy lentos subió los escalones / y se quedó mirando tu libro y
mis geranios / y aquellos macetones con las flores de mundo salpicándome el
alma / igual que las estrellas salpican por las noches el cielo tan azul. / Era
un gato con la mirada triste y el gesto indiferente… La poesía de Elsa
entra así, suave, a veces sin aparente trascendencia. Pero te conmueve, te
golpea el alma. Es un íntimo aleteo que no te deja indiferente. He aquí otro
fragmento, doméstico, inmenso: Tengo
miedo al saber / que la higuera se va volviendo grana, / y al viejo nisperero
le han crecido los gajos / hasta alcanzar la casa. / Hoy quiero regresar. /
Cuando febrero se acerca, ya sin frío, / para recobrar aquel remolino de
almendras / y tuneras… Elsa es muchas cosas a la vez. Y ahí radica su
grandeza, la admiración de la gente que la quiere en la isla que ha hecho suya,
y fuera de ella. Emilio Barrionuevo, ese gran artista, le ha hecho una
fotografía que ella estima mucho.
jueves, 16 de noviembre de 2017
Sergio Ramírez (Nicaragua), Premio Cervantes

lunes, 13 de noviembre de 2017
"Cuentos traviesos" y "Cuentos gozosos", el 23, en Telde

Cuentos gozosos transmiten el placer y el sufrimiento, la carnalidad, la dificultad de las relaciones humanas, los momentos de felicidad, el paso del tiempo, la búsqueda de objetivos. Fue docente, y su nacimiento junto a Las Canteras influyó en La Peña de la Vieja y otros relatos, homenaje al mar de la infancia. Su trilogía constituida por Del amor y las pasiones, El séptimo cielo y Sexo, corazón y vida habla de la complejidad y el disfrute del amor, el deseo, la fugacidad de la vida. Su novela Moby Dick en Las Canteras Beach cuenta el rodaje de Moby Dick en Gran Canaria. Sus dos poemarios: Las máscaras de Afrodita e Himno a la vida plasman un erotismo elegante y sutil. Ha participado representando a Canarias en un libro colectivo para la Plataforma de Organizaciones de Infancia. Ha ganado premios de poesía y está traducida al francés, al alemán y al rumano. Hace presentaciones y críticas de arte, mantiene su blog El séptimo cielo, escribe prólogos y participa en periódicos. (Portada de Luz Sosa sobre un cuadro de Chagall) Cuentos traviesos lleva portada de la checa Katerina Espevakova, los dos son de Mercurio Editorial)
Cuentos traviesos, de León Barreto, forman una propuesta reflexiva y amena sobre las contradicciones del mundo actual: las nuevas tecnologías, la violencia de género, historias de amor y desamor, historias humorístias, la memoria rural, la soledad urbana. Son secuencias narrativas breves y minificciones en homenaje a los grandes maestros de la narrativa breve: Chejov, Maupassant, Carver, Borges y Julio Cortázar. Autor de novelas, ensayos, relatos, cuentos para niños, novela negra y poesía, el autor recibió en 1999 el Premio del Círculo Cultural de Telde por su promoción de la cultura canaria. Fue subdirector de La Provincia, director del Club Prensa Canaria y Jefe de Prensa del Cabildo de Gran Canaria. También fue cofundador y presidente de la Asociación Canaria de Escritores.
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