miércoles, 31 de agosto de 2016

Argentina, patria del simulacro


Eduardo Sanguinetti, filósofo

“Era un hombre sin importancia colectiva, apenas un individuo”

Louis Ferdinand Céline

 Al modo rilkeano, intentaré en este editorial, meditar sobre mis huellas y construir una arqueología de la significación de mi paso en el acontecer de la cultura y la política de este tiempo. Unas huellas que, por su insistencia transmutan el recuerdo individual en social. Saber es acordarse, hacer no lo es menos.

Asimilado a una actitud y aptitud neoestoica, en mi vivir, no me canso de repetir, frente a la posibilidad de otra “sociedad posible” con un entusiasmo que no disimulo, desmintiendo y denunciando desde mi “locus solus”, a los embaucadores pseudotéoricos de la política y de la sociología neoliberal, que prevén una nivelación cada vez más deprimente del estándar cualitativo hacia planos cada vez más bajos, al alcance de los hombres del presente, gradualmente más condicionados e imbéciles.

Muchas son las dificultades a las que debo enfrentarme, cuando intento comunicar denuncias e inquietudes desde un medio abierto a otro enteramente parado. No ignoramos -basta mostrar un mínimo entusiasmo y participación frente a una Argentina que simuladamente lo está poniendo todo en discusión, para que nos caigan a los destructores de absolutos y dogmas- el accionar asesino de sicarios del poder de turno, de deprimentes militantes de la farsa y la estafa, sumadas a las constantes amenazas, censura total y absoluta impuesta por el régimen imperante, devenido en una democracia procedimental, que gobierna un Estado inexistente.

Hay demasiados muertos sin vigencia en una comunidad como la argentina, sentenciada por un sistema judicial y policial represivo, necrótico y disfuncional, que promueve sus héroes desde las pantallas y redes de la web, al servicio del simulacro.

Lo que llamamos vida, guiña su ojo económico y las renuncias necesarias de funcionarios incapaces nunca llegan.

Me refiero de manera puntual a los violentos acontecimientos que vienen sucediendo desde hace un tiempo en mi querida tierra, donde la justicia está de la mano de la desmesura y el anacronismo en acto.

Así pasan los días y las horas se convierten en asuntos negociables, todo tiene valor en moneda. El mercantilismo impuso su sustancia, ante el amparo de la ley, cual contragolpe constitutivo de discontinuidad al denominado orden vigente.

Vivimos en un estadio donde la democracia ha tomado perfiles muy difusos. Si por democracia entendemos el ejercicio efectivo del poder por parte de un pueblo, que no está dividido ni ordenado jerárquicamente en clases, es claro que estamos lejos de una democracia.

Me parece muy evidente que estamos viviendo bajo un régimen de dictadura de clase, de un poder de clase que se impone desde la violencia, incluso cuando los instrumentos de esta violencia son institucionales y constitucionales.

En mi ensayo “El Pedestal Vacío” (1993, Ed. Catari) en el que amplío mis certezas acerca del simulacro y la mentira, convoco a la vez los fantasmas a los que se refirieron tantos notables intelectuales destructores de las evidencias simuladas, que instaló el poder a lo largo de la historia, y que hoy reaparecen por todas partes a modo de mentiras de ninguna verdad. El desarrollo de las tecnologías y las telecomunicaciones provoca la apertura a un espacio de una realidad fantasmal. No tengo dudas de que la tecnología de punta, en lugar de alejar fantasmas, abre el campo a una experiencia en la que la imagen no es ni visible ni invisible, ni perceptible ni imperceptible, simple y trágicamente un recuerdo escindido.

No dejo de insistir en el affaire de los medios y de la transformación del espacio público a través del universo de las corporaciones económicas de los medios de comunicación, y de las web conformadas por máquinas de producción de fantasmas. No hay sociedad que se pueda comprender hoy sin entender esa condición fantasmagórica de los medios y su relación con los muertos, las víctimas, los desaparecidos que forman parte del imaginario social. El demonismo convierte a esta suerte de nihilismo y escepticismo en fe, y puede definirse como la mentira de ninguna verdad convertida en la verdad de ninguna mentira.

No puedo dejar de mencionar los asilos, las cárceles y las neuralgias sociopolíticas, o algo sobre los empresarios, las “top” models, o quizás sobre genios desconocidos… sobre la irreflexión y la bajeza, algo sobre la moral o el rock and roll. No sé, sobre la vejez como horror ejemplar, sobre el suicidio de los pueblos. No hago más que arrojar algunas palabras: aislamiento, degeneración, vulgaridad, ignorancia, prostitución, mentira… hago hincapié en el envejecimiento.

La realidad se transformó en sujeto del destino, mientras el sujeto es apenas su objeto: absoluta crisis de lo absoluto. Paralizados en la anarquía de la página, el origen cierra sus puertas, y la tierra de nadie recoge el desperdicio de restos humanos, que respiraron la atmósfera podrida de este tercer milenio.

martes, 30 de agosto de 2016

Las mentiras del turismo en Canarias

 



Ahora que los hoteles están repletos y se augura la posibilidad de batir todas las marcas, ahora que las vacas gordas se acrecientan pues tendremos más de 12 millones de turistas en este año, ahora que los empresarios hoteleros se niegan a contratar porque dicen que esto del turismo es muy evanescente y tienen pocos márgenes de beneficio -dado que los operadores les contratan las plazas exigiendo importantes rebajas- ahora habría que hacer algún informe acerca de dónde van realmente las ganancias del turismo que nos visita, cómo se reparten, cuánto queda aquí. Pues resulta extraño que, siendo el turismo nuestra única industria, no genere los puestos de trabajo que nuestra gente necesita y sigamos teniendo un 33 por ciento de paro en estas islas. En cuanto al paro juvenil, este llega al 62,19 por ciento, solo por detrás de Andalucía, que tiene el 63,91. Los pocos contratos que se hacen son en precario, con unos salarios tan mínimos que hasta Bruselas llama la atención, se generan unas situaciones que debieran hacer reflexionar.
La cosa podría explicarse de modo muy sencillo: los empresarios no quieren contratar. Las camareras de pisos, agobiadas por el exceso de trabajo, suelen necesitar ir al médico para que les mande pastillas contra la ansiedad. Se ven agobiadas por la presión de tener que hacer cada vez más habitaciones por turno, debido a que todas las plazas están vendidas haría falta más personal, trabajan a un ritmo frenético, como bien saben los sindicatos, tan timoratos ellos. El mismo camarero que te pone el desayuno te sirve los aperitivos en el bar y también la cena. ¿Cuántas horas acumula en cada jornada? Pero los administradores de la cosa, que a lo mejor residen en Alemania o Inglaterra, dicen que nanay. Argumentan que a Canarias le corresponde un modelo turístico tirado de precios, con lo cual no queda mucho margen para el empresario local, ni mucho menos para aliviar la cuota de paro. ¿Por qué nosotros, los operadores, vamos a arreglar el tercermundista paro del paraíso turístico subtropical? Ni hablar del peluquín.
Y es que Europa nos quiere como piscina de invierno, y punto en boca. Le compramos a Europa la leche, la mantequilla, todos sus excedentes. Y a Suramérica la carne. Compramos a precios tirados, sin aranceles que defiendan la producción local. Con lo cual ya no tenemos ganadería, y casi tampoco tenemos agricultura. Y con el todo incluido de los hoteles, ¿cómo mantener restaurantes, cafeterías en el Sur y otros pequeños negocios?
En nuestra tierra canaria los políticos llenan sus bocas con la palabra turismo. Pero, ¿a qué se refieren, si tenemos muchos hoteles de varias categorías y modelos, donde la gran mayoría de sus propietarios y explotadores, así como los cuadros dirigentes, son de fuera? Llegan, compran el terreno que prefieren, con todas las facilidades y con el beneplácito de los políticos, lo siembran de cemento y asfalto, y cuando el visitante llega el paquete está pagado en origen y aquí nos dejan cosas insignificantes. Cuando los turistas salen de excursión se llevan la comida en cajitas preparadas por el hotel, porque ya va incluido en el paquete turístico. No consumen aquí casi nada; el único dinero que se queda son las nóminas de los trabajadores, y no todas las nóminas, porque una gran mayoría de los empleados/as de los hoteles son inmigrantes, y tienen que mandarle dinero a sus familias, otro dinero que se nos va y no es invertido aquí.
La pregunta es sencilla: ¿quién se lleva la parte del león en el supuestamente gran pastel turístico? Si no crece el empleo, está claro que aquí no nos beneficiamos gran cosa. Puede que esto sea diferente en el capítulo del turismo rural, alojamientos que se alquilan directamente del propietario al turista, así como los apartamentos que también son alquilados sin intermediarios. Pero hay mucha picaresca: en islas como La Palma hay muchos apartamentos no legales, apartamentos no declarados, con propietarios extranjeros que alquilan entre ellos mismos, sin pagar IBI, sin dar cuentas a Hacienda.
Paralelamente, tenemos la cesta de la compra más cara del Estado, y además padecemos los salarios más bajos. Está claro que somos la comunidad autónoma que más depende del turismo, el sector servicios está subordinado casi íntegramente a él, y si hubiera un cambio de ciclo sería una catástrofe. Ahora nos beneficiamos de las dificultades de los competidores, la inestabilidad política del norte de África, su falta de seguridad, pero esas circunstancias podrían cambiar. La prudencia aconseja estar preparados para alguna circunstancia desfavorable, pero somos poco previsores, extremadamente débiles. En el aeropuerto de Bruselas hemos visto ofertas para una semana en el sur de Gran Canaria por 500 euros, con vuelos y todo incluido.
El turismo deja poco dinero en los países receptores, no contribuye a la fiscalidad de esos países. En la mayoría de los casos las líneas aéreas, los operadores y los hoteles son de capital foráneo. Además debe tenerse en cuenta que el turista consume más agua y energía que el nativo. Lo que se gana con el turismo habría de ser contrapesado con la destrucción del territorio y la contaminación.
Aquí existe un manifiesto descontrol sobre la planificación territorial, con una legislación poco coherente. La burbuja inmobiliaria ha estado sobrealimentada por el deseo de los extranjeros de adquirir viviendas para pasar la tercera edad. Ello es evidente no solo en la costa mediterránea y andaluza sino también aquí. El consumo de cemento ha sido descomunal, y el daño sobre el litoral más que visible. Un país que ya tiene varios cientos de campos de golf quiere instalar muchos más, y los cientos de miles de viviendas vacías tardan en eliminarse porque los compradores esperan todavía mayores gangas. En definitiva: en el turismo no es oro todo lo que reluce, ni muchísimo menos.
(Publicado en el diario La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 22 noviembre 2014)

lunes, 29 de agosto de 2016

Graves preguntas para después de un incendio


Resultado de imagen de incendio la palma fotos grandesLas islas se han visto sacudidas por incendios muy graves en la última década. En 2007, un trabajador forestal despedido hizo que como venganza ardieran 20.000 hectáreas en Gran Canaria y, en 2012, se quemaron 4.100 en La Gomera, con el 25 % del Parque Nacional de Garajonay afectado, pero desde hace 32 años no había una muerte, como ha sucedido este año en La Palma. El peor suceso fue en 1984, cuando un cambio de viento se cobró la vida de 20 personas en La Gomera, entre ellas, la del gobernador civil tinerfeño, Francisco Javier Afonso. La Palma llevaba tres veranos consecutivos sin grandes incendios, pero en los últimos siete años ha sido víctima de tres grandes devastaciones. De entrada, cabe deducir que las labores de prevención están fallando gravemente. Los montes están repletos de matorrales resecos, de pinocha que ya nadie puede recoger. La legislación actual –la estatal, la regional, la de los Cabildos– impide que los vecinos actúen cuando se produce un conato, pero por fortuna algunos conatos siguen siendo controlados por los vecinos que no tienen intención en poner en marcha la maquinaria habitual, la complicada parafernalia que ahora exigen los protocolos de actuación. Antes de que existiera tanta tecnificación en la lucha contra el fuego, los incendios los apagaban los vecinos y los resultados no eran peores que actualmente.
Los montes se han quedado sin pastores y sin agricultores, los pinares están repletos de rastrojos secos, altamente incendiarios. No se deja recoger la pinocha, que cuando yo era chico era aprovechada en los almacenes de empaquetado de plátanos. Con tanto protocolo y tantísima burocracia tampoco a los vecinos de Fataga les dejaron apagar aquel fuego del 2007, y así algunos perdieron terrenos, casas, el palmeral, los frutales. En Portugal este verano, con 300 focos provocados por los pirómanos en un mismo día, las autoridades hablaron claramente de terrorismo forestal. En Grecia, en España, en California son muy frecuentes estas devastaciones, que en Madeira originaron muertos y pérdidas de edificios en el casco histórico de Funchal.
          Cabe pensar que, en los casos de Canarias, si se producen tantos incendios y tan graves es porque se está actuando mal, porque algo está fallando. El alcalde de Mazo habla ahora de construir depósitos de agua en el monte, establecer cortafuegos, extender la red de tuberías. Se podría pensar que con el dinero que el Cabildo de La Palma puso para el concierto de Julio Iglesias, donde hubo que abrir las puertas para disimular la poca asistencia, se habrían podido construir más depósitos de agua, extender la red, mejorar la prevención. En vez de eso, ha habido que pagar cantidades millonarias a los helicópteros, a las brigadas de extinción. Cada hora de trabajo de un helicóptero antiincendios supone 3000 euros. ¿Será posible pensar que es “rentable” para alguien dejar que los incendios prendan y devasten los bosques en vez de lograr que los conatos se apaguen cuando solo son conatos?

A raíz de los incendios de Galicia este verano, el diario El Mundo publicó que el precio medio de extinción de un gran incendio ronda los 50.000 euros por hora. Los fuegos de Galicia, en su gran mayoría originados por pirómanos y agentes con intereses inmobiliarios y económicos de diverso tipo, suponen una gran sangría. Aplicando la tarifa por cada hora de trabajo, un agente forestal cuesta 24 euros, una brigada de extinción transportada supone 98 euros, el uso de un avión Air Tractor vale 3.090 euros y un helicóptero Sokol cuesta 2.883 euros la hora. Pagos a técnicos, agentes forestales, brigadas, motobombas, palas, helicópteros y aviones. Un dineral. Y a ello hay que añadir los medios estatales como la Unidad Militar de Emergencias, y las enormes pérdidas derivadas, el daño a las cosechas, a las huertas, a los viñedos, así como el gran deterioro ecológico. Pues la masa forestal retrocede, y en La Palma el fuego ha vuelto a quemar lo que estaba recién quemado, impidiendo la regeneración del bosque. Los gastos de extinción superan en mucho los destinados durante el año a la prevención. Fuentes de las Brigadas de Refuerzo contra Incendios Forestales reconocen que "a lo largo del año prácticamente no realizamos tareas de prevención y no existe un cuerpo específico que limpie los montes".
          ¿Por qué no se ataca con mayor diligencia los incendios de las islas, cuando solo están empezando? ¿Por qué no se establecen más cortafuegos, si los vecinos de Mazo señalan que el incendio fue frenado porque tropezó con una vereda pateada por las cabras? Era curioso ver en La Palma helicópteros tomando agua de estanques ilegales, y es lamentable que este último incendio, que costó una vida humana, haya tenido un coste de muchos millones de euros. Las islas son lugar frecuente de incendios porque los veranos son muy secos y los montes no se limpian, y porque resulta inaceptable la gestión que se está haciendo en esta tierra. En la Península se ha llegado a la conclusión de que conviene volver a prácticas agropecuarias ya abandonadas, pues el pastoreo dirigido para realizar la limpieza de los montes de manera natural, como se hacía antiguamente, es muy eficaz. Un pastoreo organizado, con proyectos que impliquen a técnicos y ganaderos, y que sea sostenible económicamente.

En La Palma todo comenzó porque un alemán medio hippy quemó el papel higiénico tras su caca, como hacen los senderistas en su país de origen. Solo que allí los bosques son prietos, hay humedad, no se producen los incendios de nuestra tierra. Y ahora qué tristeza recorrer las carreteras cuando en el aire hay todavía humo y olor a quemado, qué lamentable contemplar la devastación y pensar que el año próximo, o el siguiente, volverá justamente a repetirse cuanto ya hemos vivido tantas veces. Porque los incendios queman el cuerpo del bosque y tuestan su alma. El pinar se consume: los pinos jóvenes mueren porque su corteza todavía no tiene corcho que les proteja; los más viejos se evaporan al arder tea de sus entrañas, y todos pierden vigor. Las islas van perdiendo patrimonio vegetal, fayas, codesos, monte bajo, diversidad botánica. Huyen los pájaros, se carboniza el suelo y la isla se desnuda para quedar indefensa frente a la erosión cuando vengan las lluvias. En el colmo de la desgracia, mueren personas luchando contra las llamas, que no entienden de vidas ni de patrimonios. ¿Y el año que viene más?

¿Será posible que votemos el 25 de diciembre?

Ni hay entendimiento ni parece que lo vaya a haber entre los 4 que nos representan: Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias. Tal vez lo que se persiga, si nos convocan a votar el día de Navidad, es que la abstención sea del 80 por ciento. Y que, con los poquitos que vayan a las urnas, el PP se haga de nuevo con la mayoría absoluta.

jueves, 4 de agosto de 2016

Fuego en La Palma, fuego en el alma

¡S.O.S! Un paisaje muere cada verano en estas islas por la imprudencia y por la maldad de los humanos. Un tipo va y se caga en el bosque y acto seguido no tiene mejor idea que prender fuego al papel higiénico que ha utilizado, en un día de intenso calor. Otra vez es un empleado de las brigadas antiincendios que ha sido despedido y prende fuego a lo mejor de los bosques que quedan en el centro de Gran Canaria. En La Gomera había un anciano pirómano que disfrutaba soltando a los conejos de su conejera, a los que previamente prendía hachos en sus patas traseras, para que los animales sembraran el fuego en el bosque. Y todos aquellos muertos que hubo no hace tanto, en la gran tragedia que originó un cambio del viento. Igual que ahora en La Palma ha muerto un agente forestal, un valiente defensor de los montes.
La Palma, Patrimonio de la Biosfera, no se merece los incendios de cada verano, que van menguando su habitabilidad, que disminuyen la calidad de su masa forestal. Porque los pinos canarios se recuperan, sí, pero todo el monte bajo asociado al pinar tarda mucho en recuperarse. Y el gran daño de los vecinos que han de abandonar sus casas, vecinos expuestos incluso a perder sus casas. Cada año se generan campañas de mentalización pero todo en vano: se suceden sin clemencia los incendios en las islas con masa forestal, desde El Hierro a Tenerife, desde La Gomera a La Palma y Gran Canaria. Incendios en La Caldera, incendios en la cumbre, incendios en Garafía o El Paso: cuando un monte se quema se incendia parte del alma colectiva. Un patrimonio forestal único, que ha costado mucho conservar durante siglos desaparece en cuestión de horas pese a los esfuerzos de las brigadas, de los helicópteros, de los hidroaviones, todo un despliegue carísimo que podría haberse evitado. Precisamente el periódico El Time, el primero que apareció en la isla, nació con el objetivo patriótico de defender los montes, extender la educación, hacer viable el progreso.
A los pirómanos hay que meterlos largo tiempo en la cárcel. No puede haber clemencia para quienes en un minuto son capaces de originar tanto desastre.

¿Si hay terceras elecciones deben repetir estos cuatro?

miércoles, 3 de agosto de 2016

Más Pokémon, menos sexo

Las relaciones sexuales ya no son prioritarias para los jóvenesSe les llamó «ni-nis», despreocupados, irresponsables, faltos de compromiso y de objetivos. Pero la realidad parece estar demostrando lo contrario. Los conocidos como «millenials» o generación «Y», es decir las personas nacidas entre 1982 y 1999, no solo están más informados y concienciados respecto a las consecuencias de sus actos que la generación anterior. Además, salen menos y tienen menos relaciones sexuales que sus predecesores, la llamada generación «X» (nacidos entre 1965 y 1981). Así lo señala un estudio de la Universidad de San Diego que ha recabado información de ambas generaciones (más de 26.707 voluntarios) y que concluye que el 15% de los jóvenes de entre los 20 y los 24 años no tiene pareja sexual desde los 18 años, mientras que en la generación «X» el porcentaje era del 6% cuando tenían la misma edad.

La gente pasa mucho más tiempo "online" que interactuando cara a cara. Los jóvenes tienen más estímulos sin moverse de su casa. Antes, tenían mayor necesidad de explorar su sexualidad porque era síntoma de su madurez. Hoy es al revés, hay una huida de la madurez y la sexualidad puede ser un mecanismo que quieren evitar. Juegan al Pokémon porque así no se exponen y no sufren», explica Alfredo García Garate, del gabinete de psicólogos Blázquez y Gárate. El experto también apunta a una falta de autoestima en los jóvenes que puede llevar a evitar enfrentarse a una relación. Otra de las explicaciones se debe a un acceso más libre a contenidos pornográficos. ¿Por qué el sexo antes llamaba la atención? Porque estaba prohibido. En los años 60 la gente se iba a ver cine erótico a Perpiñán, lo que pasa es que ahora se ha quitado el velo y no llama tanto la atención», explica el psicólogo José Elías Fernández.

Alexandra tiene 27 años y asegura que es evidente el exceso de estímulos que la rodea y que explica, en cierta forma, esa actitud más asexuada de su generación. «Se han diversificado nuestros intereses. Ahora, tener una pareja estable con la que probablemente podrías tener más sexo, ya no es algo importante. Al final, los encuentros se reducen». «Con mi edad antes ya estabas casado, ahora no puedes irte a vivir con tu pareja hasta los 30 y eso seguramente influye. Aunque aún así, no me casaría ni loca ahora mismo», reconoce Ángela, de 23 año. Los jóvenes se van de casa cada vez más tarde porque sus trabajos no les permiten independizarse y, lógicamente, llevar el novio o novia a casa no siempre es una buena opción. «Mi chica tiene casa, yo no. Es decir, que puedo quedar siempre que ella pueda. No tengo coche y es otro sitio que perdemos... El espacio lo veo importante», explica Álvaro, también de 27 años. La gente joven está más concienciada respecto a su seguridad, y además destaca la importancia que ha ganado el trabajo sobre todas las cosas. Los «millenials» son más individualistas. «No quieren compartir, no buscan relacionarse». Al margen del número de parejas o de encuentros cabe preguntarse qué se entiende por una relación sexual «normal» o cuántos encuentros son necesarios para ser feliz. Un estudio publicado en «Society for Personality and Social Psychology» ya anunciaba que no es necesario tener sexo todos los días para estar pleno. «Cada pareja establece su frecuencia. Lo más importante es la intimidad, disfrutar el uno del otro... no el encuentro sexual per se», concluye el sexólogo Bernardo Stamateas.
 
(J. G. Stegmann, en ABC)

2015 acentuó el desastre climático


El cambio climático avanza de modo inexorable. El calentamiento global es un hecho, y siguen nuestros dirigentes mundiales sin tener conciencia de lo que eso significa. Dicen las agencias internacionales que las temperaturas, el aumento del nivel del mar y la emisión de gases de efecto invernadero alcanzaron niveles récord el año pasado, por lo que 2015 es el peor año en la historia moderna de esta serie de "indicadores clave", según ha revelado el informe 'El Estado del Clima' de la Agencia Nacional de Océanos y Atmósfera de EEUU (NOAA, por sus siglas en inglés).

La reducción del hielo, las sequías y las inundaciones marcan es el cuadro sombrío que presenta la Tierra. En este informe anual sobre el estado del clima, un documento de 300 páginas participaron 450 científicos de todo el mundo." Varios marcadores tales como temperaturas por encima de la superficie de la tierra y el mar, el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero y el aumento del nivel del mar han establecido récords el año pasado", aseguran los científicos.

La temperatura de la superficie global de la tierra se situó entre los 0,42 y 0,46 grados centígrados, una décima más que en el año anterior, mientras que la temperatura de la superficie del mar registró entre 0,33 y 0,39 grados, también rompiendo la marca de 2014. Claramente, el informe de 2015 muestra no sólo que las temperaturas globales están aumentando, sino también que todos los síntomas asociados a ella también están empeorando, dijo Thomas Karl, director de la NOAA .Se espera que esta evolución continúe este año, ya que los primeros seis meses de 2016 fueron los más cálidos en el mundo, según datos recientes de climatólogos de la NASA. El fenómeno meteorológico conocido como El Niño fue particularmente fuerte en 2015, y ha servido para "agravar" la tendencia al calentamiento del año pasado, dicen los expertos. Los registros de lluviaLas concentraciones de los tres principales gases de efecto invernadero -dióxido de carbono (CO2), el metano y el óxido nitroso- han alcanzado nuevos niveles en 2015," señala el informe, basado en decenas de miles de registros de muchas bases de datos independientes. En todo el planeta, el CO2 rozó el límite simbólico de 400 partes por millón (ppm) en 2015, llegando a 399,4 partes por millón (ppm), un aumento de 2,2 ppm desde 2014. Y "2016 superará fácilmente esa marca," anticipa Jessica Blunden, científica de la NOAA.

El nivel del agua alcanzó su punto más alto, con unos 70 milímetros más que el promedio registrado en 1993. Se elevó gradualmente alrededor de la Tierra, con un empuje de unos 3,3 milímetros por año, según el informe, pero el aumento es más rápido en algunas partes del Pacífico y el Océano Índico. Y esto podría acelerarse en las próximas décadas al derretirse los glaciares y capas de hielo, amenazando las vidas de millones de personas en las costas. El año 2015 se caracterizó también por una temporada de lluvias más abundantes de lo normal que causó graves inundaciones.

martes, 2 de agosto de 2016

El bosque de cuentos (cuento popular de Suiza)


Érase que se era una vez una pequeña chiquilla que pedía continuamente a todo el mundo que le contara un cuento. Una tarde se dirigió a un bosque muy cercano a su casa y allí se encontró con un cuclillo, que, sentado sobre una rama, gritaba a todo pulmón:

–¡Cu-cú! ¡cu-cú! ¡cu-cú!

–¿Por qué cantas siempre la misma canción? –le dijo la niña– ¿Por qué no te dejas de tanto cu-cú y me cuentas un cuento?

Entonces el cuclillo le contó la historia de cómo estos pajarillos ponen los huevos. El cuco cuando pone un huevo lo coge en su pico y  va volando hasta que encuentra un nido de cualquier otro pájaro y allí coloca su huevo. De este huevo sale luego un cuclillo, que crece y crece, y al fin se hace mayor que la pareja de pájaros, sus falsos padres, que lo alimentan. Pronto se hace el nido demasiado pequeño para el cuclillo. Entonces arroja fuera del nido a los otros polluelos que han crecidos con él.

Cuando el Buen Espíritu del bosque se enteró de la fechoría del cuco, exclamó con una voz que el viento llevó hasta lo más profundo del bosque:

-¡Cuclillo, cuclillo!, como castigo por tu mala acción, no tendrás nunca un nido propio. Siempre llevarás tus huevos en el pico por el aire, y tus hijos deberán clamar durante todo su vida por su madre perdida: ¡Cu-cú! ¡cu-cú¡ ¡ cu-cú!

-¿Esto es un cuento o una historia verdadera? –preguntó la pequeña. Y allá muy lejos oyó una voz que decía:

-¡Cu-cú! ¡cu-cú¡ ¡ cu-cú!

La niña quedó desconcertada, pero siguió su camino por el bosque y llegó hasta los sombríos abetos. Bajo sus pies crujía una alfombra de millones de pardas agujas. En lo alto rumoreaba el viento entre las verdes copas de los altivos árboles gigantes. Junto a ellos se alzaban, sumidos en la oscuridad, tres pequeños abetos que, ¡pobrecitos!, ni tan siquiera tenían una sola ramita verde.

–¿Por qué lleváis un vestido de luto, tan oscuro? Por favor,  explicadme vuestra historia –dijo la niña.

Entonces tomó la palabra el mayor de los tres jóvenes abetos y dijo:

–Nosotros somos los más jóvenes abetos de este bosque y nos hubiera gustado levantarnos, los tres juntos, hacia el Sol; pues hemos oído decir que es un Rey, Hermoso y Bueno. Así, pues, nos pusimos nuestros vestidos de fiesta y extendimos los brazos hacia lo alto; pero nuestros hermanos mayores nos cerraron el paso.

–El Sol nos pertenece a nosotros porque somos más grandes y esbeltos que vosotros –dijeron los enormes y altivos abetos–. Vosotros, pequeñajos, deberíais avergonzaros.

Y, orgullosos, aquellos enormes abetos se elevaron cada vez más y más alto, hasta que llegaron al Sol. Entonces celebraron una fiesta e invitaron a todos los pájaros cantores del bosque.

–¡Por favor! ¡Hacednos también a nosotros un poco de sitio! –rogábamos continuamente  los pequeños abetos.

Es que sólo pretendíamos ver el hermoso manto del Rey Sol; pero nuestros hermanos mayores extendían rumoreando sus vestidos y nos ocultaban, para que el Sol no pudiera vernos. Entonces nos desprendimos del vestido verde de fiesta y nos vestimos de pardo luto que conservaremos hasta nuestra muerte.

Entonces la niña de los cuentos preguntó:

–¿Es esto un cuento o una historia verdadera?

Los tres abetitos guardaron silencio y dejaron caer sus agujas como si fuesen  lágrimas de sus tristes ojos.

La pequeña buscó una azada y arrancó con ella, uno después de otro,  los pequeños abetos y los plantó de nuevo en el borde del bosque. Buscó luego agua del manantial y les dio de beber. El Padre Sol se entristeció cuando vio a las tres criaturas del bosque con sus oscuros vestiditos de luto. Las acarició amorosamente con sus rayos y las consoló:

–Pronto tendréis mejor aspecto. Mis rayos tejerán para vosotros el más hermoso vestido de fiesta, y yo estaré con vosotros desde la mañana hasta el anochecer.

 La muchachita siguió muy contenta su camino. El sendero del bosque corría recto, muy recto, y no parecía tener fin.

De repente, la niña sintió un escalofrío en la espalda; en medio del camino yacía una pequeña ardilla que agonizaba a causa de una herida en el cuello.

–¿Quién te ha herido? –preguntó la niña–. ¡Qué pena! Me habría gustado tanto que me hubieses contado un cuento..

 Y  la roja sangre de la ardilla comenzó a contar:

–Allí arriba, entre el verde reino de las hojas, hay una casita redonda. En ella vive una madre ardilla con sus cinco hijos. “No salgáis hasta que esté yo de nuevo en casa”, dijo la madre cuando salió en busca de alimento para sus pequeños. Cuatro de ellos obedecieron, pero el quinto miraba continuamente por la puerta redonda. Cien mil hojas lo saludaban y le susurraban: “¡Ven con nosotros! Te contaremos un cuento”. Entonces salió fuera de su casita redonda. Escuchó y escuchó tan pronto en éste como en aquel árbol y no oyó ningún cuento o historia verdadera. Sin dudarlo un momento, se dirigió corriendo al bosque vecino. Pero, ¡qué terrible desgracia!; en medio del camino la sorprendió una malvada garduña.

 “¡Mamá! ¡Mamá!, gritó en un último suspiro la pobre ardilla; pero la madre estaba tan lejos, tan lejos que no podía oírla. Y entonces, ¡pobrecita!, la ardillita cerró para siempre sus hermosos ojos.

–¿Es esto un cuento o una verdadera historia? –preguntó la niña.

La sangre de la ardilla caída en el suelo no respondió y la muchacha contempló con mucha tristeza al pequeño animalito muerto.

–¡Mamá! ¡Mamá! –gritó de repente la niña de los cuentos del bosque, y rompió a llorar.

Luego dio media vuelta y volvió sobre sus pasos. Corrió y corrió hasta que se encontró de nuevo en casa, abrazada a su mamá.

A la mañana siguiente salió, sin embargo, de nuevo al bosque y así otros muchos días, porque todas las cosas –los árboles, los animales,  las flores, y el agua del manantial– le contaban cuentos bonitos o tristes, porque de todo hay en esta vida. ¿O eran tal vez historias verdaderas? La niña nunca lo supo.

Y aquí se acabó, pon, pon.

Los 4 padres de la patria son guapos y narcisos

A los cuatro padres de la patria lo que les preocupa es cultivar su belleza simpar, su simpatía torrencial, su capacidad de seducción. Incapaces de entablar diálogos y pactos, nos condenarán a vagar eternamente por las urnas como si eso resultara divertido. ¿Para cuándo habrá gobierno en España? Para el siglo que viene. ¿Y de quién es la culpita? De cada cual y de todos y de nadie en concreto.