En cinco siglos y medio de
expresión literaria en Canarias, desde las Endechas a la muerte de Guillén
Peraza (1447) hasta finales del siglo XX, el papel de la mujer ha sido
marginal, muchas tuvieron que refugiarse en seudónimos masculinos, y en una
literatura donde ha primado la oralidad gran parte de la obra se ha perdido o
es de difícil rescate. Esta poesía solo podrá ser rastreada en la prensa,
revistas, folletos y programas de fiestas. Ya a partir de los ochenta del siglo
pasado, el papel de la mujer es visible. Quienes salvaron la vida en estas
islas son las mujeres; los hombres emigraban a Cuba y Venezuela, o emprendían
la zafra de la pesca. Durante siglos casi ni aparecen nombres. Como ejemplo, en
la página web.microlapalma.com/personajes de 55 reseñados en el epígrafe
dedicado a los personajes célebres de la isla de La Palma sólo son incluidas 4
mujeres.
La
II República apenas consiguió resultados. Como señala Eugenio Padorno, entre el
XIX y el XX el pensamiento liberal y progresista de María Manzini y los ideales
masónicos de Leocricia Pestana Fierro contrastan con el catolicismo de Isabel
Poggio Borsotto y otras. El localismo y el respeto a la tradición dominan en Bohemia
Pulido y Dolores Millares Cubas. Casos como el de María Rosa Alonso, nuestra Viera y Clavijo del siglo XX, son
raros. Ella impartió clases en Venezuela y Madrid, y es autora de una enorme
obra ensayística. En Gran Canaria debemos destacar a la musicóloga Lola de la
Torre (1902-1998), quien vivió entre Cuba, Madrid y las islas, y fue
investigadora del legado musical de la catedral.
El
siglo XIX es un páramo. Así en la antología Literatura Canaria II, siglo XIX,
de Joaquín Artiles, sólo se constata la presencia de la tinerfeña Victorina
Bridoux y Manzini. En Coro femenino de poesía canaria, de Eugenio
Padorno, la nómina es algo más amplia y arranca con María Viera y Clavijo
(1736-1819), hermana de José Viera y Clavijo, la primera escritora de la que se
tiene noticia, quien escribió poesía religiosa, satírica y patriótica. En la
antología Poetas canarios, Tenerife, 1878, aparecen por primera vez diez
autoras, marcadas por un sentido trágico. Así Fernanda Siliuto Briganty aguardó
años el regreso de su prometido, emigrado a América. Retirada en un convento, fue
amortajada con el traje de novia que se había confeccionado. El deseo de romper
aquel mundo claustrofóbico aparece en Victorina Bridoux y Manzini, fallecida en
una epidemia de fiebre amarilla. Entre las pioneras citemos también a Ignacia
de Lara, (1880-1940) estudiada por el teldense Antonio González Padrón. Convocó
tertulias en su casa con Alonso Quesada, Tomás Morales y Luis Doreste Silva.
Ya en el siglo
XX el nombre más relevante es el de la tinerfeña Mercedes Pinto (1883-1976), autora de la novela “El”,
publicada en Montevideo en 1926 y llevada al cine por Buñuel, 1952. Autora de
novelas, obras de teatro, cuentos, conferencias, programas de radio y artículos
sobre pedagogía y feminismo. En los esfuerzos de rescate citamos “Islas
Mujeres”, y destaquemos la investigación de Alicia Llarena sobre Pinto, así
como las Jornadas del Instituto de Estudios Canarios, octubre de 2001, que
analizaron su papel en el Uruguay de los años 20 y 30 y en el México que acoge a
nuestros republicanos. Su hijo fue el protagonista de la película “Tirma”.
No hay mujeres
en Gaceta de Arte, ni tampoco en la Edad de Plata de la poesía grancanaria de
las primeras décadas del XX, con la excepción de Josefina de la Torre
Millares (1907), hermana de Claudio de la Torre, sobrina del barítono
Néstor de la Torre, prima de Néstor Martín de la Torre, pintor simbolista, y
tía del pintor Manuel Millares. Poeta y novelista, actuó en el Teatro María
Guerrero y el Monumental de Madrid. Escribió con seudónimo novelas cortas de
tono romántico y misterioso y representa la imagen de la mujer en la II
República. Es nuestra única representante en la Generación del 27.
Josefina Pla fue otra transgresora.
Hija de José Pla Botella, farero de la isla de Lobos, donde quizá vino al mundo
en 1909, aunque sus biógrafos añaden que debió ser en 1903. Fue artista plástica,
periodista y escritora. Escribió poemas, cuentos y ensayos, y captó la idiosincrasia,
el espíritu de la mujer del país donde fue una figura inaugural: Paraguay.
Escribió libros sobre la esclavitud allí, las mujeres en la conquista,
Literatura paraguaya del siglo XX, Arte en Paraguay, etc.
Tampoco hubo
mujeres en grupos literarios de Tenerife, como los Fetasianos, ni en Poesía
Canaria Ultima de los 60, ni en la Generación de la Narrativa de los 70, con la
excepción de Esperanza Cifuentes, que no era canaria. En los años 50 surge en
Tenerife Pilar Lojendio, prematuramente fallecida. En el Grupo Lírico de Telde
aparece la citada Ignacia de Lara, y también Hilda Zudán, seudónimo de Mireya
Suárez López, 1901. En la postguerra surge la revista grancanaria “Mujeres en
la isla”, con Piedad Salas, María Dolores de la Fe y otras entusiastas. Hay
escritoras como Chona Madera, Pino Ojeda y Pino Betancor que se dan a conocer con
poesía amorosa que contiene ecos de lo social. Carmen Laforet, nacida en
Barcelona pero con infancia en Gran Canaria, es la renovadora de la novela
española de postguerra con Nada y también fue la autora de su casi
autobiográfica La isla y sus demonios, el paisaje enclaustrador. Conoció
el éxito y luego entró en una etapa de autonegación.
En la
antología Ultima Generación del Milenio, 1998, surgía un grupo de siete
autores con mayoría femenina: Verónica García, Alicia Llarena, Paula Nogales y Tina
Suárez. En Isla Mujeres, 2003, Rosa Dávila, directora del Instituto
Canario de la Mujer, señala que “las mujeres han escrito siempre, pero el papel
relegado que han ocupado en el mundo de la cultura, ha restado consideración a
su trabajo.” Hay voces notables: Ana María Fagundo, Cecilia Domínguez Luis,
Natalia Sosa, Pilar Lojendio, Elsa López, Digna Palou, Nivaria Tejera...
En el ensayo Escritoras
canarias del siglo XX, de Blanca Hernández Quintana, 2003, se señala que
aquí no hay conciencia de escritura femenina; la marginación ha sido doble: ser
mujeres y vivir en una isla. Pero la nómina actual de escritoras es variada en desarrollos
y temáticas, va desde Yolanda Arencibia a Balbina Rivero y a Berbel, desde
Isabel Medina y Pepa Aurora hasta Olga Luis Rivero y Daniela Martín Hidalgo,
desde Dolores Campos-Herrero a Elica Ramos, desde Cristina R. Court a Maribel
Lacave, desde Goretti Ramírez a Rosario Valcárcel. La vitalidad y la energía
son evidentes.
(Ilustraciones: Mercedes Pinto, Josefina de la Torre y Josefina Pla, tres mujeres de la diáspora canaria. Este texto fue escrito en 2005 y se integra en el ensayo "La Literatura y la Vida", Mercurio, 2015 )
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