jueves, 12 de noviembre de 2015

El libro sobrevive (Mañana, Día de las Librerías en España)


Pese al aluvión de nuevas tecnologías, el libro en papel está destinado a sobrevivir y en todo caso coexistirá durante largo tiempo con el libro digital. Y aunque la crisis económica ha reducido la venta de libros, y con ello ha impuesto la desaparición de pequeñas librerías, el panorama ha de cambiar de signo. Mañana, viernes 13, los libreros organizan en nuestro país una nueva edición del Día de las Librerías, con jornadas abiertas y descuentos para reivindicar la vitalidad de estos establecimientos tan importantes en los núcleos urbanos, verdaderas células culturales de cabecera porque el librero suele ser un orientador, un consultor. El evento está organizado por la Confederación Española de Gremios de Librerías, y se trata de la quinta edición del mismo. La celebración consistirá en una jornada de puertas abiertas de los centros hasta las 10 de la noche y la aplicación de descuentos. Con todo ello se pretende reivindicar la validez de este tipo de establecimientos como punto de encuentro donde conocimiento, ocio y entretenimiento se aúnan. En España el libro electrónico no ha alcanzado todavía el despegue que se anunciaba.

Partimos de la premisa de que el progreso de la humanidad siempre es acumulativo y nunca anulador de los avances conseguidos a través de la historia. Ni el coche anuló el gran invento de la bicicleta, ni el gran invento del cine anuló la lectura, ni la radio destruyó la importancia de la prensa escrita, ni la televisión ha sido capaz de desmontar el imperio de la radio, ni el libro electrónico ha sido capaz de destruir al libro en papel. Hasta los periódicos en papel sobreviven, en Estados Unidos ya existen ejemplos de publicaciones de papel que habían pasado a ser digitales y que se recuperan también en papel, verdad que en un formato diferente. Algunos periódicos en papel que habían pasado a ser solo digitales optan ahora por ediciones más restringidas y especializadas en papel. Cierto que estamos en un país de no lectores y por ello con la crisis el negocio del libro ha caído bruscamente, se han cerrado muchas librerías y el libro de pequeñas editoriales se ha convertido en algo clandestino; los espacios de las grandes superficies están controlados por las grandes editoriales, que pagan por exhibir sus novedades de modo preferente, de este modo el libro literario sobrevive tan solo por el mecanismo de boca-oreja, las tiradas se han reducido de manera drástica. Eso sí que ha sido una tragedia, pero ¿qué podemos esperar de un país como el nuestro en el que la sanidad y la educación se desmantelan porque el negocio es privatizar y en el que la educación pública ha sido arrinconada en beneficio de los amiguetes? El progreso es acumulativo y también nostálgico, ahora se reeditan discos en formato vinilo pese a que casi todos nos hemos cambiado al disco compacto. Pero: a lo que íbamos. El libro en papel se puede tocar, pasas la página, hueles la tinta, se lleva a la cama sin que te maree leer a través de una pantalla parpadeante.

Tal vez se habían creado unas expectativas desmesuradas en torno al libro electrónico y el fulgurante éxito que iba a alcanzar en poco tiempo. Muchos jóvenes y menos jóvenes se apuntaron a lo moderno, pero a uno particularmente le hacía gracia que alguien le dijera tengo un ebook con 5000 títulos disponibles, gratis. ¿Quién hizo esa selección de 5000 títulos que ya venían con el invento? ¿Quién iba a leer tamaña oferta? Muchas veces en esta civilización consumista las cosas se anulan cuando hay saturación de información. Se había creado una burbuja en torno al libro digital y, una vez disipada la atracción de lo nuevo y el vértigo apocalíptico que se apodera de los seres humano ante toda innovación, los amantes del libro en papel pueden respirar tranquilos. Los pronósticos de que en el 2017 las ventas del electrónico en Estados Unidos superarían a las de papel no solo no se cumplen, sino que los datos del 2014 confirman la tendencia, apuntada ya en el 2013, de que las cifras de crecimiento acelerado del formato digital siguen frenándose un mes tras otro. Y, paralelamente, se mejoran las ventas del libro tradicional en papel. Así que los agoreros se equivocaron. Aunque las tecnologías avanzan de manera acelerada, bueno es que conservemos cosas que conviene conservar.

          Los amantes de la lectura se rebelan contra la frialdad de las tabletas y lectores digitales. Opinan que las tipografías no son bellas, las ilustraciones son mediocres, el plástico es frío y no huele de manera adecuada. El parpadeo del pasar de página da dolor de cabeza y todos los libros parecen iguales, se estandarizan. Claro que en el mundillo del libro la confusión se extiende: las bibliotecas tradicionales se deshacen de los libros acumulados durante décadas y paralelamente los archivos digitales empiezan a acumular en papel. Las grandes editoriales veían llegar el fin del mundo pero cada vez hay más escritores, más editoriales especializadas, más revistas literarias y sobre todo más tiendas de libros en papel de segunda mano. Hace más de 500 años, cuando llegó la imprenta, también siguieron elaborándose manuscritos durante largo tiempo.

       "¿Prefieres un libro impreso o un e-book?" Esta es la pregunta que la editorial especializada en autoedición ArtGerust hizo recientemente a 1.600 jóvenes españoles de edades comprendidas entre los 15 y los 25 años. En el sector de la población más identificado con los tablets, videoconsolas y smartphones, el 65 por ciento de los jóvenes lectores prefiere el libro impreso al digital. ¿Los motivos? La venta de segunda mano, la textura del papel, su olor, la posibilidad de coleccionarlo, la de compartirlo o llenar las estanterías, la moda retro o que no tienen edad todavía para tener una tarjeta de crédito con la que hacer sus compras por internet. Ya se ve que no es oro todo lo que reluce, y el libro de siempre sobrevivirá.

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