jueves, 20 de noviembre de 2014

El conflicto de Palestina y el Estado Islámico

Suecia acaba de reconocer como Estado a Palestina, sumándose de esta manera a los 84 países que ya habían tomado esta decisión con anterioridad, casi todos los de África, casi todos los de Asia y prácticamente todos los de América Latina. Pero la mayor parte de los países del llamado Primer Mundo todavía dudan a la hora de apoyar la medida, argumentan que debe cesar el terrorismo palestino pero se olvidan del terrorismo de Israel. Tras la destrucción de Gaza, los mandatarios israelíes han continuado con su política de hechos consumados destinada a hacer inviable un Estado palestino con continuidad territorial. Desde 1991, los gobiernos del Partido Laborista, el Likud o Kadima no han cesado de construir o ampliar los asentamientos multiplicando por tres el número de colonos, que ha pasado de 200.000 a 600.000 ante la indiferencia de la comunidad internacional. Muchos de estos colonos se concentran en el perímetro del Gran Jerusalén con el objeto de desconectar a la Ciudad Santa de su entorno palestino e impedir que Jerusalén Este se convierta algún día en capital de un eventual Estado palestino. Se sigue retrasando la preconizada solución de la convivencia de los dos Estados –Israel y Palestina– en el mismo espacio geográfico, y entretanto los yihadistas del Estado Islámico publican nuevos vídeos con decapitaciones que horrorizan. La violencia extrema y el fanatismo se manifiestan en esa respuesta terrorista hacia todo lo que huela a occidental. El mundo asiste conmocionado a la escalada de violencia de los milicianos del Estado Islámico (EI) en Siria e Iraq, pero otro foco aún más violento toma cuerpo en el corazón de África, en los estados del nordeste de Nigeria, donde otro grupo islamista, Boko Haram, se ha hecho fuerte y asesina a grupos de cristianos o secuestra a centenares de colegialas para violarlas, venderlas o donarlas en matrimonio a sus soldados. Ante todas estas tragedias, ¿qué pueden hacer las naciones?
Entre las principales potencias mundiales, los Estados Unidos no reconocen aun a Palestina como un Estado independiente, pero sí afirman que dicho reconocimiento deberá ser la consecuencia final de las conversaciones de paz que, bajo su patrocinio, vienen sosteniéndose desde hace muchos años con el Estado de Israel, conversaciones muy precarias por su falta de avances prácticos. Sin perjuicio de ello, consideran a la Autoridad Nacional Palestina como un interlocutor válido que representa los intereses de la Nación Palestina, y otorgan a sus representantes un estatus diplomático especial.
La Unión Europea por su parte, manifestó en 2010 que reconocería al Estado Palestino cuando llegase "el momento oportuno", adoptando de esta manera una posición similar a la estadounidense. Ahora Suecia ha marcado un hito en la política exterior de la Unión al reconocer a Palestina como Estado, poco después de que el Parlamento británico y el Senado irlandés pidieran a sus Ejecutivos que reconociesen oficialmente a Palestina como un Estado. Hasta la fecha, Suecia es el tercer país de la UE en reconocer oficialmente al Estado de Palestina, después de Malta y Chipre. En Gran Bretaña, Francia, Irlanda e incluso en España algunas fuerzas políticas ya están solicitando el reconocimiento de Palestina.
El yihadismo denomina las ramas más violentas y radicales dentro del islam político, caracterizadas por la utilización del terrorismo, en nombre de una supuesta yihad. A menudo los ideólogos de este movimiento terrorista achacan a Occidente su actitud contemplativa hacia los excesos de Israel contra los palestinos, y justifican sus acciones a partir de este hecho y como respuesta al mismo. También existen otras acepciones como terrorismo islámico o terrorismo islamista, utilizadas frecuentemente a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Buena parte de los países europeos, y también EEUU, registran “fugas” de ciudadanos suyos, con frecuencia de origen islámico, que parten para el frente de esta “guerra santa”. Particularmente es notable la vinculación de personas residentes en Ceuta y Melilla, donde la población de origen musulmán es cada vez más nutrida.
Ideológicamente, el yihadismo como doctrina política es un ideario totalitario que desprecia la vida humana. Por esa razón está considerado como una de las amenazas más graves a las que se enfrentan las democracias liberales en estos años tan tensos que estamos viviendo. Recientemente, un ministro alemán dejó entender que creía que Qatar es responsable de financiar a grupos de extremismo islámicos, a lo que replicó la nación árabe. Qatar ha redoblado los gestos y las declaraciones para enfatizar que no tiene nada que ver con el islamismo radical. "No apoyamos de ninguna manera a grupos extremistas, de los que forma parte el Estado Islámico", afirmó el jefe de la diplomacia. "Es imperativo cortar los fondos que llegan a los grupos extremistas en la región", añadió.
Está claro que el fenómeno del terrorismo islámico es un asunto complejo, que incluso con anterioridad a los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York se asienta en muchas patas. Pero también podríamos llegar a pensar que si las naciones occidentales consiguiera dar alguna respuesta a asuntos tan “incómodos” y olvidados como Palestina y el Sáhara Occidental, a estos fanáticos que ejecutan a cuchillo a rehenes occidentales se le quitarían algunos de los argumentos que suelen esgrimir para justificar sus abominables acciones. Un amigo mío, de origen libanés, cuando le comenté hace poco la barbarie creciente de los terroristas del Estado Islámico con las decapitaciones de los últimos meses me contestó literalmente: “Sí, es grave lo que están haciendo pero en todo caso es mucho menos de lo que hace cada día Israel sobre los palestinos.”
 
(Publicado en La Provincia, www.laprovincia.es, hoy, 20 de noviembre de 2014)

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