Suecia acaba de reconocer como
Estado a Palestina, sumándose de esta manera a los 84 países que ya habían
tomado esta decisión con anterioridad, casi todos los de África, casi todos los
de Asia y prácticamente todos los de América Latina. Pero la mayor parte de los
países del llamado Primer Mundo todavía dudan a la hora de apoyar la medida,
argumentan que debe cesar el terrorismo palestino pero se olvidan del terrorismo
de Israel. Tras la destrucción de Gaza, los mandatarios israelíes han
continuado con su política de hechos consumados destinada a hacer inviable un
Estado palestino con continuidad territorial. Desde 1991, los gobiernos del
Partido Laborista, el Likud o Kadima no han cesado de construir o ampliar los
asentamientos multiplicando por tres el número de colonos, que ha pasado de
200.000 a 600.000 ante la indiferencia de la comunidad internacional. Muchos de
estos colonos se concentran en el perímetro del Gran Jerusalén con el objeto de
desconectar a la Ciudad Santa de su entorno palestino e impedir que Jerusalén
Este se convierta algún día en capital de un eventual Estado palestino. Se
sigue retrasando la preconizada solución de la convivencia de los dos Estados
–Israel y Palestina– en el mismo espacio geográfico, y entretanto los
yihadistas del Estado Islámico publican nuevos vídeos con decapitaciones que horrorizan.
La violencia extrema y el fanatismo se manifiestan en esa respuesta terrorista
hacia todo lo que huela a occidental. El mundo asiste conmocionado a la
escalada de violencia de los milicianos del Estado Islámico (EI) en Siria e
Iraq, pero otro foco aún más violento toma cuerpo en el corazón de África, en
los estados del nordeste de Nigeria, donde otro grupo islamista, Boko Haram, se
ha hecho fuerte y asesina a grupos de cristianos o secuestra a centenares de
colegialas para violarlas, venderlas o donarlas en matrimonio a sus soldados.
Ante todas estas tragedias, ¿qué pueden hacer las naciones?
Entre las principales potencias
mundiales, los Estados Unidos no reconocen aun a Palestina como un Estado
independiente, pero sí afirman que dicho reconocimiento deberá ser la
consecuencia final de las conversaciones de paz que, bajo su patrocinio, vienen
sosteniéndose desde hace muchos años con el Estado de Israel, conversaciones
muy precarias por su falta de avances prácticos. Sin perjuicio de ello,
consideran a la Autoridad Nacional Palestina como un interlocutor válido que
representa los intereses de la Nación Palestina, y otorgan a sus representantes
un estatus diplomático especial.
La Unión Europea por su parte,
manifestó en 2010 que reconocería al Estado Palestino cuando llegase "el
momento oportuno", adoptando de esta manera una posición similar a la estadounidense.
Ahora Suecia ha marcado un hito en la política exterior de la Unión al
reconocer a Palestina como Estado, poco después de que el Parlamento británico
y el Senado irlandés pidieran a sus Ejecutivos que reconociesen oficialmente a
Palestina como un Estado. Hasta la fecha, Suecia es el tercer país de la UE en
reconocer oficialmente al Estado de Palestina, después de Malta y Chipre. En
Gran Bretaña, Francia, Irlanda e incluso en España algunas fuerzas políticas ya
están solicitando el reconocimiento de Palestina.
El yihadismo
denomina las ramas más violentas y radicales dentro del islam político,
caracterizadas por la utilización del terrorismo, en nombre de una supuesta
yihad. A menudo los ideólogos de este movimiento terrorista achacan a Occidente
su actitud contemplativa hacia los excesos de Israel contra los palestinos, y
justifican sus acciones a partir de este hecho y como respuesta al mismo. También
existen otras acepciones como terrorismo islámico o terrorismo islamista,
utilizadas frecuentemente a partir de los atentados del 11 de septiembre de
2001. Buena parte de los países europeos, y también EEUU, registran “fugas” de
ciudadanos suyos, con frecuencia de origen islámico, que parten para el frente
de esta “guerra santa”. Particularmente es notable la vinculación de personas
residentes en Ceuta y Melilla, donde la población de origen musulmán es cada
vez más nutrida.
Ideológicamente, el yihadismo
como doctrina política es un ideario totalitario que desprecia la vida humana. Por
esa razón está considerado como una de las amenazas más graves a las que se
enfrentan las democracias liberales en estos años tan tensos que estamos
viviendo. Recientemente, un ministro alemán dejó entender que creía que Qatar
es responsable de financiar a grupos de extremismo islámicos, a lo que replicó
la nación árabe. Qatar ha redoblado los gestos y las declaraciones para
enfatizar que no tiene nada que ver con el islamismo radical. "No apoyamos
de ninguna manera a grupos extremistas, de los que forma parte el Estado
Islámico", afirmó el jefe de la diplomacia. "Es imperativo cortar los
fondos que llegan a los grupos extremistas en la región", añadió.
Está claro que el fenómeno del
terrorismo islámico es un asunto complejo, que incluso con anterioridad a los
atentados a las Torres Gemelas de Nueva York se asienta en muchas patas. Pero
también podríamos llegar a pensar que si las naciones occidentales consiguiera
dar alguna respuesta a asuntos tan “incómodos” y olvidados como Palestina y el
Sáhara Occidental, a estos fanáticos que ejecutan a cuchillo a rehenes
occidentales se le quitarían algunos de los argumentos que suelen esgrimir para
justificar sus abominables acciones. Un amigo mío, de origen libanés, cuando le
comenté hace poco la barbarie creciente de los terroristas del Estado Islámico con
las decapitaciones de los últimos meses me contestó literalmente: “Sí, es grave
lo que están haciendo pero en todo caso es mucho menos de lo que hace cada día
Israel sobre los palestinos.”
(Publicado en La Provincia, www.laprovincia.es, hoy, 20 de noviembre de 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario