Estos años que
estamos pasando traen consigo grandes cambios y grandes crisis, no solo
económicas sino también políticas, personales y de valores. Vivimos en una
sociedad poco estable, no solo por las dificultades laborales que sin duda
inciden en la felicidad de la gente sino porque un cierto grado de malestar
parece afectar a casi todas las manifestaciones de la vida. Quizá el progreso
de los tiempos ha introducido dinámicas poco favorecedoras de la estabilidad
familiar, es posible incluso que las actuales generaciones menores de 40 años
tengan menos paciencia a la hora de soportar las pequeñas o grandes decepciones
que conlleva la vida en pareja, la adaptación mutua. Por supuesto que en ello
influirá el papel más activo de la mujer, su mayor independencia. Pero ¿hay una
enfermedad social que hace que las parejas, incluso las de la Tercera Edad, se
soporten cada vez menos? Porque también es muy revelador el incremento de
rupturas entre personas de edad avanzada.
Desde hace
tiempo tenemos el dudoso honor de estar en cabeza de fenómenos negativos: este
es el lugar donde más paro hay de toda España, tras Andalucía; somos la
comunidad con mayor fracaso escolar y también la que tiene un mayor índice de
divorcios. Parece que los años más terribles de la crisis económica trajeron
consigo un importante descenso del número de las rupturas matrimoniales de todo
el país. Así también ha sucedido aquí en Canarias, donde se manifestó una caída
brusca de los divorcios, separaciones y nulidades entre los años 2007 y 2009.
En una situación económica muy adversa, las parejas se lo pensaban mucho. Pero
ya el año pasado, 2013, la cifra fue la más alta de los últimos cinco años. Y
los índices de rupturas son parecidos en las islas mayores respecto a las
llamadas islas menores.
Aunque no se
rompen tantos matrimonios como en los primeros momentos de la década pasada,
los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) publicados recientemente
señalan que la tasa de rupturas por cada mil habitantes se ha incrementado
respecto a años anteriores. Canarias registra el mayor índice de divorcios,
separaciones y nulidades de todo el país, seguida de Cataluña. En cifras
absolutas, se precisa ahora que el año pasado se disolvieron 6.383 relaciones
matrimoniales en las islas, casi 400 casos más que el año 2012. La gran mayoría
de estas rupturas, el 96 por ciento, se hace a través del divorcio.
Sabemos que la
mitad de los divorcios en España en los últimos 30 años se han producido tras
la reforma de 2005 que introdujo el llamado “divorcio exprés”, que permitió
acortar plazos y acelerar los trámites. Según un informe del Instituto de
Política Familiar, se cifra en 1,3 millones los divorcios desde que la ley del
divorcio se introdujo en la España democrática en 1981 y en 636.454 los
registrados desde el divorcio exprés, hace ahora nueve años. Es decir que ha
habido una importante aceleración de casos. Se sabe que hay una ruptura cada 6
minutos, hasta un total de 229 diarias, que han afectado a dos millones de
hijos, especialmente desde el “divorcio exprés”. El informe precisa que durante
el mismo periodo se han celebrado 4 millones de matrimonios frente a 2,5
millones de rupturas entre las separaciones y de los divorcios. Es decir que
por cada 10 matrimonios ha habido 6 divorcios.
La etapa más
crítica para las parejas suele ser cuando los cónyuges llevan entre 5 y 10 años
casados, así se constata que 1.378 del total de los 6.126 divorcios registrados
en el archipiélago en el 2013 se produjo entre los cinco y los diez años de
matrimonio. Y pese a que en las islas ha avanzado la potestad compartida, lo ha
hecho en menor medida que en el conjunto de España.
Es también
significativo que el número de rupturas entre personas mayores de 65 años va
aumentando y se ha duplicado en una década, como puntualiza el informe “Las
personas mayores en España”, presentado en la sede del Imserso con ocasión del
Día Internacional de las Personas Mayores. Este índice es ya el mismo que
señala la media europea. En los países nórdicos se dan incluso divorcios entre
mayores de 80 años, lo cual no deja de resultar sorprendente.
Hay algo
también significativo y es que en España se incrementan los divorcios tras las
vacaciones de verano, en Semana Santa y en Navidades. Los abogados de familia
tienen perfectamente constatado este hecho, y las estadísticas de los
tribunales así lo sustentan. No deja de resultar curioso que cuando la
convivencia familiar se intensifica sobrevienen los mayores problemas de
intolerancia e inestabilidad. Eso no debería ser así, ya que las vacaciones son
un buen momento para compartir, descansar, dialogar, comunicarse, conocerse
mejor e interrelacionarse. Para expresar mejor los lazos familiares, en
definitiva.
Quizá este
modelo acelerado de vida que llevamos da menos oportunidades al diálogo y a la
convivencia serena. Las parejas con trabajo se quejan de que es difícil
compartir y comunicarse, por la presión de los horarios y los desplazamientos
en las grandes ciudades. Y las parejas que han perdido su ocupación tienen un
motivo más para distanciarse. Está claro que en España debieran reforzarse las
medidas de apoyo a la familia y a la procreación, sabido es que cada vez nacen
menos niños y que el país perderá muchos habitantes en los años próximos, de no
reactivarse la tasa de empleo y el retorno de la inmigración, si no se frena la
salida al extranjero de los jóvenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario