En estos días Juan Calero, balsero que vino de Cuba a Canarias, está muy feliz. No en vano en la Casa de la Cultura de Los Sauces, al norte de La Palma, ha puesto en pie ¡Anda
mi madre!, de José Alonso Millán, con su Agrupación Cultural Artenaciente. Casi
dos años preparándola, aburridos ya de tanto ensayo. La escenografía preciosa,
las actuaciones muy por encima de las posibilidades del pequeño pero entusiasta
grupo de once personas, que para esta obra contaron con siete actores aficionados del pueblo. La sala llena, 250 personas apretadas y entusiasmadas, y muchos fuera queriendo entradas. Hora y cuarto de actuación memorable. Además de impulsar las actividades en la Casa de la Cultura a Juan Calero se le debe el rescate del Teatrino, un teatro pequeño, cálido y acogedor, que estaba convertido en basurero del ayuntamiento. En él se hacen recitales poéticos, conferencias y animación cultural. El Teatrino pudo ser construido en los años 30 del pasado siglo y fue obra de uno de los
dos párrocos que adquirieron la
Casa del Quinto, edificio del siglo XVI y que debe su nombre
a que estaba dedicado a almacenar los quintos de las cosechas de los terrenos
repartidos entre los colonos, que se transmitían de padres a hijos.
Los lazos entre las islas
y Cuba forman parte de nuestra idiosincrasia, particularmente visibles en La Palma, donde hubo unos
astilleros que fabricaban los veleros más rápidos para cubrir la travesía en
poco más de quince días. Juan Calero Rodríguez nace en La Habana pero viene de
familia de El Paso. El es uno de tantos canarios de ida y vuelta, pues ahora vive
en San Andrés y Sauces, donde preside ArteNaciente para animar las actividades
en la zona norte de la isla y escribe, precisamente tiene un libro de poemas
que viene a ser una reflexión sobre el mundo en que vive: Palabras del balsero, publicado en 2007 por una pequeña y meritoria
editorial, Ediciones Alternativas, de Miguel A. Pérez Calero, radicada en
Garafía, órgano de expresión de los escritores insulares.
Los balseros son esos
seres que arriesgan su vida por vivir en libertad, y con esta imagen Juan
Calero ha construido su poemario, en homenaje a los emigrantes. Cuando estaba
en Cuba cultivó poesía, cuento y novela, y de esa época son sus libros Pasajero sin oficio y Una larga travesía hasta el último poema de este siglo. En el poema titulado Desarraigo, Calero muestra un repertorio
de soledades de quien ha sido dueño del océano, ha calmado la sed desde un
acantilado y recuerda los cuentos de la abuela, de un amigo: Cada vez que me
acerco al sur, los sábados / me saben tan vacíos sin tus pies / desnudos por
todo el bosque de mi pecho. /(…) Familias enteras columpiándose. / Calles
desiertas sin arrepentirse / o los cuentos extendidos por la playa. / Los
lirios de la abuela. / De un amigo. / De allá”. Pues cuando alguien rompe con
el pasado genera un exilio en el que siempre tratará de aposentarse la
melancolía. Como dice en otro poema, “cada jornada es la página perdida, / no la
última de consignas y discursos.” Y añade: “Todos los dioses tienen un hijo
bastardo. Soy ese / sin dios.” Se trata de una poesía vibrante, con tono
narrativo, con acento declamatorio y expresión dramática. La voz del que se
ausenta dejando atrás trozos de su alma, el viaje de ida y vuelta que siempre
deja cosas por el camino y gana en el regreso. Ingeniero industrial, trabaja de
camarero, promociona la creación y escribe poesía y cuentos, libros para
adolescentes.
Ilustración: Juan Calero, a la derecha de la foto, con el
escritor Ginés Lao
Muchas gracias Luis, por tu alabanzas y por estar pendiente de la actualidad literaria de tu isla natal.
ResponderEliminarMiguel Calero