Cada vez que sale un nuevo libro de poesía, me acuerdo
de Bernardo González de Bobadilla, uno
de los primeros escritores canarios de nombre conocido, aunque todavía no se ha
podido demostrar ni su identidad ni el lugar de su nacimiento.
En el prólogo de su libro Ninfas y Pastores de Henares dice que no se atrevía a sacar a la
luz este libro suyo por vergüenza,
especialmente en este tiempo que ni tal arte florece ni se estima, ni los ingenios
de los hombres discretos se abaten a cosas rastreras como la poesía, ni los
gustos están de suerte, que no sea menester ser la cosa más del cielo que de la
tierra para que contente.
Corría el año 1637 y todavía estaban de boca en boca
de la gente los versos de Garcilaso, de Lope de Vega, de Góngora o de Quevedo.
Siempre se sigue hablado de que la poesía no está de
moda y en el siglo XIX se produce una gran eclosión de poetas como el Duque de
Rivas, Espronceda o Bécquer, que en una rima espléndida llega a decir:
Podrá no haber poetas pero siempre
habrá poesía.
las fuentes de la vida…
Mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina…
Mientras haya un misterio para el hombre
habrá poesía.
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran…
Mientras haya esperanzas y recuerdos
habrá
poesía…
Y
en el siglo XX incluso llegamos a tener en Vicente Alexandre un premio Nobel de
Literatura por su poesía
Por
tanto vemos que la poesía tiene siempre actualidad.
Luis León
Barreto, un joven osado y valiente, se atreve a romper los moldes a que nos
tiene acostumbrados como gran novelista
y vuelve como en sus primeros años a la poesía.
Él mismo
dice:
Nunca fui
hábil varón sino extravío pero
colecciono
recuerdos de otro tiempo
-de la dicha
y el olvido-
y a Ítaca la
veo en todas partes.
El libro es
un elogio poético muy bello a su isla nativa, La Palma , una tierra a la que
poetiza e identifica con la patria de Ulises; Luis León Barreto, como se deduce
de la lectura del libro y como puntualiza muy bien Sergio Domínguez,, sabe
realizar un ejercicio literario fecundo y cercano, reflexivo y contextualizado.
El libro
está dividido en varios epígrafes (que no capítulos) que titula: I. Orígenes.
II. Perdiciones. III. Instantes. IV. Éxodos y V. Despedida.
Personalmente destacaría del libro varias composiciones,
entre ellas:
Nunca fui
hábil varón sino extravío, de Orígenes,
A lomos de la Caldera en Tinizara,
vivía el
abuelo…
Ya otoño,
flores de Pascua…
Brotan en el
camino…
Polca de los
Enanos… de Instantes
Cartillas de
racionamiento,,, de Éxodos
y
La historia
concluye, todo listo… de Despedida
Memorias
de La Palma Edén
es un canto precioso a la isla, una evocación a los recuerdos que más le han
impactado en su vida y la fusión de realidad y mito, en la que su isla y sus
recuerdos personales se identifican con uno de los grandes mitos clásicos de la Literatura griega.
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