El
“centrista” Gallardón desenmascara a esa derecha cerril, antediluviana,
carpetovetónica, que en siete meses de gobierno ha hecho lo mismo que hacía
Zapatero: improvisar recortes, plegarse a los mandatos de la Merkel y de Bruselas,
agravando semana a semana la situación de nuestra economía. El ínclito
Gallardón -que pensábamos era un hombre culto, pues dentro de su partido es uno
de los pocos que lee libros, va al cine, oye música clásica- es un hombre tosco
y tan impresentable que si hubiera elecciones anticipadas no nos extrañaría
nada que el partido de la díscola y gritona Rosa Díez se llevara un subidón de
campeonato. Pues el PSOE ha cerrado mal su crisis, es decir, que no la ha
cerrado. Rubalcaba no satisface esperanzas, Carmen Chacón lo haría mejor pero
tiene en su contra el hecho de ser mujer y de ser catalana.
Volviendo
al ministro de Justicia, hay quien cree que si el aborto se endurece las
mujeres tendrán que volver a los abortos clandestinos o a los viajes a Inglaterra.
Los jueces más conservadores critican la idea y el colectivo Jueces para la Democracia argumenta
que hay un “empeño casi obsesivo por criminalizar una conducta despenalizada y
aceptada socialmente. El planteamiento de Gallardón supone un ataque a los
derechos de las mujeres y una restricción de las libertades individuales.” No
es una prioridad hablar ahora de un tema
resuelto y tan consolidado en la democracia española como el divorcio o el
matrimonio de homosexuales. ¿Acaso se trata de desviar la atención sobre los
errores del Gobierno y el caos de la economía, con De Guindos y Montoro como
plañideras?
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