-Debe ser que en el fondo todos quisieran ser como
Beckham -dijo mi amiga Teresa.
-No creo que esté al alcance de cualquiera. Pocos están
casados con la pija de su mujer, a la que por cierto siempre le molestó el olor
de ajos que desprende la cocina española.
El hombre tiene la edad de la mujer que ama, dijo
Confucio. Y el amor no mira con los ojos sino con el alma, añadió Shakespeare. Pero
si no te adaptas a los tiempos, no te comes una rosca. Hoy las chicas los
prefieren radiantes, inmaculados, con musculitos bien formados, sin pelo en
pecho. Ellas se masculinizan, y nosotros nos hacemos más delicados. Sutil
cambio de papeles que es alentado en los medios de comunicación, porque todo lo
novedoso y efímero es lindo de veras.
Con este panorama, en Japón han aparecido los “kireos”,
jóvenes urbanitas de cejas depiladas, cutis tratado, peinado milimétrico y
mucho perfume francés. En occidente son los actores y cantantes quienes marcan
estas tendencias, allá los hombres buscan la belleza que los distingan de los
demás. Todos acaban cuidando meticulosamente la imagen, como lo hace el
cantante Miyavi, ejemplar típico de “kireo” que se aleja de la estética
uniforme y apagada del ejecutivo. Las sociedades industriales de occidente y
oriente cultivan la soledad y el individualismo, y tal vez algunos necesiten
reafirmarse en medio de un panorama tan gris como el presente, con tanta
crisis, con tantas dudas.
El incremento de esta tendencia hace que los hombres
gasten tanto o más que las mujeres en productos de estética, pues aparecen
salones de belleza especializados, cremas para la cara y el pelo, afeitadoras
para el vello del cuerpo y mascarillas reafirmantes. Incluso en Tokyo las
tiendas 24 horas ofrecen paquetes con cremas, lociones y toallitas para hombres
que se venden bastante. En 2011 los japoneses de hasta 34 años gastaron un 33
por ciento más que en el año anterior en productos de belleza, y la tendencia
sigue. Hoy lo que mola es sentirse aniñado y afeminado. En el resto del mundo
también los hombres se arreglan las uñas, se hacen tratamientos faciales, se
ponen mechas en el pelo, usan cremas antiarrugas. Quieren ser admirados por las
mujeres y los propios hombres, y si reciben un piropo de otro hombre al punto
lo aclaran: “No soy gay, pero gracias.” Oscar Wilde y los dandys del XIX ya
eran así, narcisistas y provocadores, pero ahora -en esta cultura de pasarela-
lo importante es que te vean.
Foto: el cantante Miyavi, ejemplar de
“kireo” japonés (extraída de RTVE)
El primer libro de la autora Anita Loos, se titulaba "Los caballeros las prefieren rubias". Y a la segunda parte, la intituló "Pero se casan con las morenas".
ResponderEliminarCon esto de la metrosexualidad, pasa tanto de lo mismo. Ellas se fijan en un terso torso y en una cara cara (por la de dinero que lleva echada encima), pero al final, gracias a dios, la mayoría se sigue dejando cautivar por una sonrisa, un poema o dos frases seguidas bien enlazadas. Y ellos, que no lo saben (como no saben ellas que el tatuaje del ombligo se convertirá con los años en un escupitajo de tinta descolorida) siguen a sus cremas, a sus depilaciones, a sus abdominales y a beber acuarius como si en ello les fuera la gloria... y no les va otra cosa que dos hormonas dislocadas y mal avenidas.
El genio de Oscar Wilde, desde luego, disfrutaría hoy. Al menos, tendría temas de sobra para hacer de sus obras completas una colección en veinte tomos.
Un cordial saludo.
Ojalá tengas razón, amigo Jesús. ¿No te parece que en cierto modo hay un cambio de estética que incluye el culto al cuerpo, el gimnasio, las cremitas, la depilación integral, etc.? Desde luego, a los chicos de menos de 35 años les va mucho todo ese rollo.
ResponderEliminarEs cierto, amigo Luis, es cierto. Pero... no sé, a mis 46 años he vivido ya bastantes modas de las que sólo quedan escasas referencias, como jirones desprendidos de una juventud que ya pasó.
EliminarEs cierto que los hombres hoy se cuidan más y, por contra, la mujer se nos vuelve ciertamente "amachada", tatuándose como un lobo de mar o dejando asomar las bragas cual albañil afanado en su andamio, jaja. Con lo que costaba antes huronear para atisbar un pellizquillo de ropa íntima, leches.
La vida gusta de dar estas vueltas. O somos las personas, que nunca acabamos de estar satisfechas con lo que somos, por lo que hacemos o por lo que queremos en verdad.
Como le comenté en anterior ocasión, es un placer leer sus artículos, porque uno pasa página pero sigue dándole vueltas en el caletre al tema. Y eso me gusta. A estas alturas, es menester leer para pensar antes que pensar demasiado qué leer.
Mi cordial saludo, Luis, y gracias por lo de amigo.
Igualmente.
Este artículo me ha recordado a Andrej Pejic. Es un modelo "top model" que pasa modelos de mujer, ¡incluso biquinis y vestidos de novia! y es guapísimo de mujer (elegido uno de las mujeres más sexys). Además tiene una novia, Erika Linder que es tan andrógena como él, exclusivamente viste ropa de hombre. Los dos tienen mucho éxito y se los rifan las mejores marcas.
ResponderEliminarLas modas siempre cambian y se acaban y vuelven a empezar como un bucle. Supongo que cuando envejezca la piel tersa y tatuada y queden flácidos los musculos, habrá que echar mano del bisturí o la jeringa que también alimentan la vanidad y el ansia por la juventud eterna. Quizás nos estemos preparando para un futuro en el que lleguen a desaparecer las diferencias entre sexos.
Tienes razón, Nadia: probablemente el futuro será aséptico, asexuado. De todos modos, me gustaría que siguiera habiendo sustanciosas diferencias. Besos
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