La
debacle económica va unida al desgaste que la institución monárquica está
padeciendo en los últimos tiempos. La cara del Rey y la cara de Mas en el
último encuentro de Barcelona son muy explícitas al respecto: nada que decirse,
nada que hablar. Quizá si la caza de elefantes y los episodios con la rubia
cuarentañera no se hubiesen producido don Juan Carlos tendría aún réditos
suficientes para ser respetado como la más alta institución del Estado. Pero
las cosas ya han cambiado, y en esta algarabía los catalanes dicen que se van.
Cuando comparo nuestra situación con la de Italia, me sorprendo de que allí el
Estado haya seguido funcionando a pesar del terrorismo de las Brigadas Rojas,
los asesinatos de altos dignatarios o la omnipresencia de la mafia. Sin olvidar
el amago separatista de la Padania. Italia ,
nuestros primos hermanos, saben convivir con la crisis sin desgajarse. Y eso
que son un país ocupado durante siglos por los Estados Pontificios, los
príncipes regionales, los señores feudales. Tuvo que venir Garibaldi y pelear
la unión casi anteayer. España, uno de los Estados más antiguos, se ve que
estuvo mal cosida desde el principio, de tal manera que el señor Mas con su
demagogia y su arribismo puede salirse con la suya en los próximos tiempos. ¿Y
detrás irán los vascos?
LUIS LEON BARRETO ------------------------------------------------------------------------------------------correo: leonbarreto49@gmail.com
jueves, 27 de septiembre de 2012
La independencia de Cataluña
Las
desgracias nunca vienen solas. En este annus
horribilis una cadena de desastres económicos e institucionales se dan la
mano. Alemania, Finlandia, Holanda y otros cuantos dicen que te van a ayudar y
al día siguiente dicen que nanay de la
China , que no se fían ni un pelo de nosotros. La prima de
riesgo y la bolsa suben y bajan con inaudita celeridad en cuanto se producen
altercados callejeros o noticias como la secesión de Cataluña. Precisamente el
hecho de padecer un presidente iluminado, Zapatero, y otro timorato, Rajoy, ha
creado el caldo de cultivo para que sigan prosperando las corruptelas, los
abusos, los cohechos, las maniobras que unos pocos ejecutan contra la inmensa
mayoría a la hora de seguir recibiendo millonarias indemnizaciones. Por
ejemplo, los altos cargos de las entidades bancarias tras las fusiones. Tiempos
de sangre, sudor y lágrimas se avecinan. Nadie se salva: hasta el presidente
del Tribunal Supremo se endosaba miles de euros con viajes, hoteles y
comilonas.
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