martes, 18 de septiembre de 2012

Paul Auster y los okupas: crónica de una decepción

En Sunset Park (Anagrama) Paul Auster indaga en las vidas de unos okupas neoyorquinos, jóvenes y menos jóvenes desencantados con la marcha de la economía y de sus propias vidas. La crisis hace mella en todos ellos y por ello aparecen como personajes desarraigados, con importantes debilidades afectivas que truncan sus destinos. No es una grandísima novela, algunos críticos afirman que las últimas producciones del norteamericano (New Jersey, 1947) son historias medianas, pero lo cierto es que siempre muestran el oficio y el embrujo del autor.
Los fracasos emocionales no perdonan. Los humanos nunca acaban de hacerse, son seres perecederos, carenciales. Seres inmaduros, marcados por desgraciados accidentes, por rupturas. Las parejas nunca encajan de verdad, los jóvenes difícilmente llegan a sentirse adultos con plenitud. La novela avanza como un conjunto de relatos en los cuales los distintos personajes que se instalan en una casa abandonada van mostrando sus dudas y sus fracasos. El telón de fondo es el de las recientes convulsiones de la economía, con las hipotecas-basura, las argucias financieras y todos los demás desastres se han expandido desde EEUU al resto del mundo. Ese fatalista telón de fondo, que viene del Vietnam pero también de Irak y Afganistán, muestra el declive del imperio. El béisbol viene a ser un paliativo de las masas, similar al fútbol en nuestra empobrecida y convulsa España, por eso Auster se explaya en recordar las hazañas de deportistas y de equipos que marcaron la historia norteamericana.
Las heridas están muy a flor de piel. Los personajes más adultos y triunfadores también acumulan sufrimientos y derrotas. El joven Miles Heller vive abrumado por el recuerdo de un desafortunado accidente en el que causó la muerte de su hermanastro. “Las heridas son una parte fundamental de la vida, y a menos que uno esté herido de alguna forma, jamás se hará hombre”, leemos. Y el padre, Morris Heller, siente también su fracaso: los divorcios, la muerte del hijastro, la ausencia durante muchos años de su hijo Miles le muestra también un rosario de infelicidades.
En esta tesitura, el amor de Miles por la menor de edad Pilar, una hispana en el corazón yanqui, llega en las peores circunstancias y no encuentra un terreno abonado para expandirse.
En síntesis: el grandísimo autor de El libro de las ilusiones, La noche del oráculo, Un hombre en la oscuridad, Trilogía de Nueva York, El palacio de la luna o la optimista y vital Brooklyn Follies está melancólico. Quizá pesa sobre él su origen literario, la devoción mostrada por Kafka y Beckett. Claro que también se ha manifestado devoto de Cervantes, bien le iría recuperar la trascendencia, la ironía y el humorismo que destila su admirado Quijote.

1 comentario:

  1. Una historia muy actual que por momentos es como casi todo lo de Auster psicológica.

    Buen trabajo Luis.

    blog-rosariovalcarcel.blogspot.com

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