Nuestro
destino siempre estuvo vinculado a las grandes potencias europeas. Fueron los
británicos quienes trajeron el plátano y el tomate, la luz eléctrica y el
alcantarillado, las consignatarias y los bancos. Impulsaron los puertos y
construyeron los primeros hoteles para sus enfermos de asma y de melancolía,
trajeron la modernidad en momentos en que Madrid tenía poco interés en Canarias.
Tras ellos los escandinavos se encandilaron con nuestras playas y nuestro sol,
y ahora son alemanes e ingleses nuestros más habituales visitantes. Algunos
piensan que los extranjeros nos colonizan económicamente, a fin de cuentas
nuestro turismo depende de los grandes operadores que revierten beneficios
hacia los países de origen. Hace pocos días, en una de tantas cenas en casa con
amigos, le preguntamos a una persona que fue un alto cargo bancario si un
territorio como el nuestro, con el actual nivel de renta y más de doce millones
de turistas al año, podría aspirar a la independencia política. La respuesta
fue que técnicamente sí sería factible, pero que el asunto clave es el
mantenimiento de servicios muy costosos como la sanidad, la enseñanza; las
infraestructuras, en definitiva. Personalmente creemos que nuestro destino va
unido al Primer Mundo y al área occidental, y cualquier aventura africanista
está ligada al fracaso. El subidón en la renta canaria se produjo justo tras el
acceso español a La presencia de alemanes en el archipiélago es evidente en estos momentos, la Fiesta de la Cerveza se celebra con algarabía en varias islas. En Tenerife y Gran Canaria, en Fuerteventura y
¿Tolerancia, convivencia y asimilación? ¿Es que en Alemania estas son las claves? Si esto es un análisis de nuestra realidad, carece de seriedad en absoluto. Guárdeselo como broma. No conozco muchos alemanes que se asimilen a nuestra cultura cuando están aquí; no me interesa tolerar la explotación económica que impone una jerarquía en los puestos de trabajo y en la consideración del nativo frente al inmigrante, ni creo que esa misma explotación económica sea ninguna muestra de un mundo abierto (cosa que nunca hemos dejado de ser, con europeos o sin ellos). Y sobre la independencia, que no sé por qué la llama "aventura africanista", no creo que un banquero retirado sea la autoridad a que debemos escuchar. Aparentemente, tampoco un reconocido novelista nos sirve para salirnos del sentido común de Madrid y del caciquismo insular. Una lástima de intelectual echado a perder.
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