¿Qué
podemos esperar de los líderes políticos en estos tiempos de dificultad? Acaso
la respuesta parezca fácil: sentido de la realidad, adaptabilidad,
versatilidad, concreción, voluntad. Escuchar el runrún de la calle en vez de
las conspiraciones palaciegas, las adulaciones cortesanas, y toda esa
parafernalia que constituye la cúpula dirigente de cada partido. Este es un
momento de grave crisis, y las organizaciones políticas y sindicales son vistas
de manera muy crítica por los ciudadanos, que no aprueban su gestión en estos
años. No es raro que se incremente la abstención y el voto en blanco.
Mientras
es propuesto para el Premio Nobel de la
Paz el presidente de Uruguay, José Mujica, un hombre humilde
muy alejado del papel tradicional de los políticos, el señor Rubalcaba,
responsable de una crisis mal cerrada en el Partido Socialista Obrero Español,
arrastra el fracaso de las dos últimas convocatorias electorales, y se encamina
hacia el tercer varapalo, el mes próximo en Cataluña. Los partidos políticos nacionales
no parecen estar preparados para afrontar el debate soberanista que ya está
sobre la mesa. El PP se empeña en amenazar y meter miedo, estrategia
equivocada. El Partido Socialista incluso ve como el soberanismo prende en sus
filas catalanas. Ni Rajoy ni Rubalcaba están a la altura de las circunstancias,
y de seguir por la actual senda la historia no los perdonará. Uno y otro
carecen del don de la anticipación, defienden sus estrategias sin hacer examen
de conciencia. Parten de análisis equivocados y con ello lo único que hacen es
echar fuego a la hoguera independentista que ya está en marcha. El problema de
los partidos políticos, también de los sindicatos, consiste en que están
alejados de la realidad.
De
graves crisis como la actual han surgido bruscos deterioros. Sucedió en Italia,
sucede en Grecia. El Pasok, partido que fue hegemónico, apenas obtiene el 6 por
ciento de los votos. No digamos nada de Venezuela, donde la socialdemócrata
Acción Democrática y el socialcristiano Copei fueron barridos para siempre.
¿Entenderá Rubalcaba que su imagen y su gestión distan mucho de ser aceptadas? Lo
importante debe ser aferrarse a las poltronas. El debate de fondo no ha sido
afrontado. Carmen Chacón silenciosa en su esquina. ¿Y qué me dicen de los lloriqueos
de don Paulino, apuntado a soberanista para no ser menos?
Un análisis que no entiendo como no lleva dentro de las filas de los partidos de izquierda a cuestionarse muchas cosas...entre ellas, el liderazgo...Líder es el que guía...no el que se agazapa esperando el error del contrincante...y que claro esta que en politica ahora en España no hay lideres...ni siquiera políticos (según etimología...creo que política es algo así como "servir al pueblo") al menos yo lo aprendí así...Gracias por este análisis , Luis...Un abrazo
ResponderEliminarHay alternativas en el PSOE pero el Aparato no quiere nadie que moleste y menos si son socialistas de izquierdas. El PSOE actual es una copia casi similar del PP.
ResponderEliminarDaniel López García dlg@varian02.com
ResponderEliminar21:59 (hace 19 horas)
para mí
Hola Luis
Soy Daniel López, compañero de la habitación de al lado, Jefe de Informática del Cabildo en aquel momento en que estabas en Prensa.
He tratado de poner este comentario en canariasahora.com pero no ha habido manera.
Has puesto como título del artículo ¡Qué males líderes tenemos!
No quiero ver en el diccionario de la Academia de la Lengua su significado.
Simplemente que líder es quien lidera, a quien los demás lo miramos como hacia arriba.
Poner en lugar de líderes, gobernantes, tampoco.
Ni lideran, ni gobiernan
Son un atajo de pendejos y por sus hechos los conoceréis.
Líder es Gandhi, es Mahoma, es Cristo, es Luther King, es Kennedy, es, aunque pese, Hitler, que conducen a las masas.
Franco, como el Hitler, no es un líder: es un “jijoputa asesino”
Estos son batatas
Un abrazo
Tiempos de gravísima crisis, tiempo de desconcierto. Y los líderes ni están ni se les espera. El paro desbocado, las medidas de austeridad que no tienen los efectos previstos... Menudo panorama. Gracias por los comentarios
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