Contestatario, controvertido, polémico, reflexivo, punzante, son algunos de los adjetivos con los que se suele calificar al filósofo Eduardo Sanguinetti.
Tal vez porque la función de la filosofía no es plantear certezas sino -por el contrario- interrogantes, Sanguinetti siembra signos de interrogación a su paso.
En Buenos Aires acaba de presentar una actividad titulada “Generaciones perdidas” presentes en “Identi-kit: Reportaje a la Tierra”, su última sound-land-art performance, donde, en la factualidad del montaje foto film traducido en fotogramas, dentro de la tendencia del minimalismo, -de la que según Jean Baudrillard, Sanguinetti es precursor en América Latina- se procura una recuperación de la identidad.
Este hombre que Sylvia Hopenhayn ha definido como “uno de los más aprehensivos e indominables artistas de vocación, poeta de alma, filósofo catedrático y escritor prohibido”, cuenta que llegó a Montevideo, ciudad que admira y ama, que le parece entrañable y “que tiene una personalidad definida. Sin embargo -observó- vi mucha porquería en los kioscos. Vi imágenes donde los nuevos dioses del Olimpo, eunucos que reptan y que son la cara visible de un sistema que se pudre son mostrados como ejemplos. Según esos medios parece que ahora la tendencia es ser putas. Todas las chicas quieren ser putas. Vivimos en un sistema necrótico, demasiado degradado”, enfatizó.
Sanguinetti opina que la función del intelectual “es muy importante. Tiene que trabajar desde la fisura. Tiene que caminar el norte de África, tiene que caminar el mundo, bajar del podio en que lo coloca la burguesía, de la Academia que es esclerótica. El intelectual es el único que puede poner en tela de juicio ciertos valores de la burguesía. El intelectual debe dar un paso al costado de la instancia mercantilista contestando al sistema tradicional burgués y resistiendo.
Hay que observar que en este Siglo XXI los límites se han roto, vivimos una instancia de incertidumbre total pero fantástica porque da lugar a una nueva instancia. Hay un giro de 180 grados que está en manos de las nuevas generaciones, de estos indignados y de muchos otros que en silencio acatan el poder de los estúpidos y de la cultura -personalizada en estos momentos- en esos sujetos de marquesina que son las prostitutas que hacen un culto al orto. Hoy todos hablan de sexo, parece que el sexo se maneja por la palabra, es una instancia freudiana, dijo con ironía.
Publicado en La República, Montevideo, marzo 2014.
En Buenos Aires acaba de presentar una actividad titulada “Generaciones perdidas” presentes en “Identi-kit: Reportaje a la Tierra”, su última sound-land-art performance, donde, en la factualidad del montaje foto film traducido en fotogramas, dentro de la tendencia del minimalismo, -de la que según Jean Baudrillard, Sanguinetti es precursor en América Latina- se procura una recuperación de la identidad.
Este hombre que Sylvia Hopenhayn ha definido como “uno de los más aprehensivos e indominables artistas de vocación, poeta de alma, filósofo catedrático y escritor prohibido”, cuenta que llegó a Montevideo, ciudad que admira y ama, que le parece entrañable y “que tiene una personalidad definida. Sin embargo -observó- vi mucha porquería en los kioscos. Vi imágenes donde los nuevos dioses del Olimpo, eunucos que reptan y que son la cara visible de un sistema que se pudre son mostrados como ejemplos. Según esos medios parece que ahora la tendencia es ser putas. Todas las chicas quieren ser putas. Vivimos en un sistema necrótico, demasiado degradado”, enfatizó.
Sanguinetti opina que la función del intelectual “es muy importante. Tiene que trabajar desde la fisura. Tiene que caminar el norte de África, tiene que caminar el mundo, bajar del podio en que lo coloca la burguesía, de la Academia que es esclerótica. El intelectual es el único que puede poner en tela de juicio ciertos valores de la burguesía. El intelectual debe dar un paso al costado de la instancia mercantilista contestando al sistema tradicional burgués y resistiendo.
Hay que observar que en este Siglo XXI los límites se han roto, vivimos una instancia de incertidumbre total pero fantástica porque da lugar a una nueva instancia. Hay un giro de 180 grados que está en manos de las nuevas generaciones, de estos indignados y de muchos otros que en silencio acatan el poder de los estúpidos y de la cultura -personalizada en estos momentos- en esos sujetos de marquesina que son las prostitutas que hacen un culto al orto. Hoy todos hablan de sexo, parece que el sexo se maneja por la palabra, es una instancia freudiana, dijo con ironía.
Publicado en La República, Montevideo, marzo 2014.
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