Del interesante trabajo publicado en La Voz de La Palma por Settimio Paolo Cavalli, que a juzgar por su nombre y apellidos debe ser italiano, deducimos que en 2008 había registradas en la isla 53 nacionalidades extranjeras diferentes, mientras que al día de hoy existen 64. Entre las nuevas nacionalidades que se encuentran en la isla figuran Andorra, Armenia, Cabo Verde, El Salvador, Filipinas, Gambia, Georgia, Guinea Bissau, Guatemala, India, Islandia, Jordania, Liechtenstein, Mali, Nicaragua, Noruega y República Surafricana.
Todo esto nos lleva a analizar que en los últimos cinco años los extranjeros no comunitarios que residen en la isla han subido un 24 por ciento, mientras que los procedentes de la Unión Europea se han incrementado en una cifra muy superior, un 40 por ciento.
Los alemanes son los que proporcionan el mayor número de residentes, seguidos de los italianos, británicos y holandeses. Los venezolanos proporcionan también una cifra importante, mientras que los que vienen de Polonia y Rumanía han triplicado y cuatriplicado sus cifras, también es importante la cantidad de canario-venezolanos retornados por las difíciles circunstancias del país hermano.
Si visitan el mercadillo de Puntagorda los fines de semana comprobarán que son alemanes los titulares de la gran mayoría de los puestos, ellos ofrecen verduras ecológicas, carne criada por ellos mismos, pastelería, artesanía, pinturas y hasta queso ahumado al estilo palmero elaborados por la Ulrike y el Thomas de turno. Nunca he predicado la xenofobia, es bueno que haya gente de fuera, pero ¿dónde están los agricultores y ganaderos palmeros? Cierto que la integración avanza, el mestizaje cultural es fantástico. Y cuando he visitado algún colegio para algún acto cultural y he hablado con niños de pelo rubio y ojos azules, al conocer sus apellidos les he preguntado si son de Alemania, Austria, Suiza, Holanda o cualquier otro país. Y, muy resueltos, responden: “Yo soy de aquí.”
La mayoría de los municipios pierden habitantes, destacando el acusado descenso de la capital, Santa Cruz de La Palma y Tazacorte, mientras que Los Llanos de Aridane se consolida como el municipio más poblado, donde más crece el número de extranjeros y comunitarios, y uno de los pocos que incrementan su población de manera significativa.
Estiman los expertos que La Palma es uno de los tres mejores lugares del mundo para vivir la Tercera Edad. Pero una isla que solo ofrece sol y buen clima a extranjeros mayores necesita buscar otros incentivos para que su economía mejore. Porque, de lo contrario, este Edén multicolor, con un paisaje hermoso, con sol y mar, nunca ofrecerá suficientes atractivos para que una población joven permita un desarrollo sostenible y con un buen marco de futuro. Potenciar y recuperar la mejor conectividad con el mundo y establecer unas líneas de despegue turístico forma parte de la base. Resulta inaudito que en Tazacorte, la zona más soleada de la isla, no haya todavía un solo hotel capaz de recibir clientela del exterior. ¿Acaso nuestras autoridades no se han dado cuenta de que la mejor línea costera por clima y playas es la banda occidental, que va desde Fuencaliente a Garafía? Como también resulta preocupante que las autoridades insulares no sean capaces de diseñar una línea de actuación en cuanto a servicios turísticos que establezcan una oferta más atractiva que la actualmente existente. La renovación de instalaciones hoteleras casi obsoletas, como el hotel de Puerto Naos, debería figurar también en esa hoja de ruta.
Muchas cosas deben debatirse para que el planeamiento insular sea más efectivo que hasta ahora, para que la isla tenga futuro y no se siga descolgando del resto.
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