jueves, 21 de mayo de 2015

Murakami, siempre

Murakami, siempre. La penúltima obra del eterno candidato al Nobel nos introduce en una lectura compleja, lenta, perturbadora, profunda. Maneja los puntos oscuros de la realidad, el misterio y el suspense como nadie. Aparecen en esta obra, igual que en otras muchas suyas, una mezcla de sueños extraños y sexo, y nuevamente la música, ahora la del pianista Listz, como protagonista esencial. Mucho simbolismo, el protagonista tiene un apellido sin color mientras que quienes le rodean llevan apellidos que en japonés van asociados a los colores. Su peculiar estilo y forma narrativa magnífica. Claro que, si comparamos este libro con 1Q84 y otras piezas mayores, nos puede parecer de tono menor. Realismo mágico, existencialismo, vitalismo contenido, a la japonesa: esa nación enigmática en la que está prohibido llorar en público cuando se tiene una desgracia. Murakami nació en Kioto en 1949 y es un autor con grandes ventas, no en vano Japón es un país con un nivel cultural más que envidiable. Claro que también es un autor muy valorado en el extranjero, que ha recibido importantes premios internacionales.

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