Houellebecq, el novelista europeo más vivo en estos años, tiene una curiosa fascinación por Lanzarote, no en vano su novela del mismo título fue uno de sus primeros libros. El argumento de Lanzarote, una novela corta más bien decepcionante (aunque contiene fotografías de la isla hechas por el propio autor y la crónica del cura de Yaiza sobre las erupciones volcánicas de Timanfaya) ya contenía las preocupaciones primordiales del francés: el sexo, la muerte, las sectas, la devastación de la humanidad. Un paisaje desolado, un paisaje ausente, en el que pasar una semana de vacaciones y en el que un par de alemanas lesbianas permiten sugerentes aproximaciones. Allí aparecía la secta de los azaraelianos, que preparaban la regeneración de la humanidad por los extraterrestres. Es muy directo y contundente, con pequeñas dosis de humor, y aborda el sexo sin tabúes.
Cansado de los destinos tradicionales, el protagonista sigue la recomendación de una agente de viajes y decide hacer un viaje a la isla. En el hotel donde se aloja entablará relación con Rudi y la pareja formada por Pam y Barbara. Entre excursiones a la isla, el protagonista descubrirá tanto el volcánico paisaje de la zona (vienen fotografías dentro del libro) como a sus compañeros de aventuras. Rudi es un policía belga que ha entrado en una gran depresión debido a su fracaso matrimonial y a un desgaste emocional en el trabajo. Pam y Barbara son dos jóvenes alemanas que disfrutan del sexo sin frontera ni pudor, este par de lesbianas no excluye la unión heterosexual, por ello ayudará a nuestro protagonista a liberar tensiones en más de una ocasión. Entre medias habrá tiempo también para que alguno de estos personajes se sienta atraído por la "religión (secta) azraeliana".
En La posibilidad de una isla (Punto de Lectura, 439 páginas) el paisaje más significativo es el de la desnudez desolada de Almería/Lanzarote. El autor toca multitud de temas: la destrucción del planeta mediante sucesivas guerras nucleares, la aparición de “neohumanos” tan evolucionados que constituyen una especie diferente y también de “salvajes” que recuerdan al hombre primitivo, el papel de una secta que está destinada a ser la religión mayoritaria y cuya sede principal radica en Lanzarote, la manipulación genética, el amor y los celos, la inmortalidad a través de la clonación. La novela tiene un tratamiento de ciencia ficción, de ensayo filosófico y hasta profético, algunas de sus páginas son primorosas y otras resultan reiterativas. Pero así es Houellebecq, el autor de moda en Europa que tiene una escritura fluida y atrapadora. No es este su mejor libro pero en él repite sus temas preferidos: el futuro apocalíptico, la destrucción del planeta, la juventud y la decadencia de la vejez, los experimentos científicos que podrían recordar las manipulaciones similares de los nazis.
En realidad, en sus otras novelas (Las partículas elementales, Plataforma, El mapa y el territorio) ya plantea numerosas cuestiones: las descripciones sexuales que lindan con el porno, la búsqueda del amor y la felicidad, la construcción de una nueva espiritualidad, la idea del fracaso y la muerte, la soledad de la vejez que conduce al suicidio, la decadencia de las religiones.
Lo que intenta el autor es que el lector haga sus propios análisis, seguramente por ello desarrolla esas bravatas, que son una constante en su obra y en su actitud vital. En síntesis: asume el papel de poner patas arriba las ideas sobre las que se construye nuestro mundo, generar desasosiego es su proyecto: “No hay que temerle a la felicidad, pues no existe.” He aquí dos fragmentos: “El vuelo hacía escala en Gran Canaria, y mientras dábamos vueltas por el aire en espera de tener pista libre para aterrizar, observé con curiosidad las dunas de Maspalomas. Las gigantescas formaciones arenosas se zambullían en el océano, de un azul resplandeciente; volábamos a baja altura y distinguía las figuras que se formaban en la arena a causa de los movimientos del viento, que a veces recordaban letras y, en otras ocasiones, formas de animales o rostros humanos; no podías evitar verlas como señales, darles una interpretación adivinatoria, y empecé a sentirme agobiado, a pesar o a causa de la uniformidad del cielo…”En otro párrafo habla de un futuro apocalíptico: “También a ella le parecía casi seguro que una comunidad de primates evolucionados se habían instalado en la ubicación que había sido Lanzarote; esa zona del Atlántico Norte, me contó, había sufrido un destino geológico atormentado: tras desaparecer completamente en el momento de la Primera Reducción, la isla había resurgido por efecto de nuevas erupciones volcánicas; también se había convertido en península en el momento de la Gran Desecación, y, según los últimos planos, seguía unida a la costa africana por una estrecha franja de tierra…”
En definitiva, valoramos el humor corrosivo de este autor y su vocación de instigador. Como decíamos, su novela breve Lanzarote es flojita, fue una ocasión perdida para hacer un análisis más profundo del turismo y sus implicaciones. Pero es interesante la mezcla de ficción y sociología que hace en sus textos. El tema de las sectas, bastante implantadas en Canarias, sería digno de estudio por parte de los especialistas. De cualquier modo, está claro que este autor juega a la perfección su papel de provocador, quizá para desatascar la mortecina literatura francesa de las últimas décadas. Una literatura casi inapetente, a pesar de sus dos premios Nobel consecutivos (Le Clézio y Modiano). Premios Nobel acaso favorecidos por motivaciones extraliterarias.
Entre este análisis a Houellebecq, y el anterior a Murakami, hay puntos en común y otros divergentes, con respecto a la calidad de sus obras. Le Clézio y Modiano fueron favorecidos en el Nobel, como ocurre casi siempre en estos y tantos otros premios. Cuando se premie al japonés, no nos cogerá por sorpresa, porque ya lo esperamos y él lo sabe.
ResponderEliminar