martes, 20 de mayo de 2014

Tomás Morales, el visionario del mar

Decía Carlos Barral que Tomás Morales no fue un epígono del modernismo, sino que fue el mejor poeta modernista español. Superior a Salvador Rueda y a los que frecuentan más las antologías. El modernismo, a través de Morales, aporta la retórica musical y exultante, consiguiendo que la poesía española retorne al gran tema del mar, ausente desde los poetas levantinos de la Edad Media. ¡Atlántico infinito, tú que mi canto ordenas! Este verso constituye mucho más que una proclama individual porque el canto de Morales es épico y se acerca a otros temas: el puerto, las calles comerciales, la guerra europea. Afirmó Enrique Díaz-Canedo que Morales “es alumno de Darío sólo en lo superficial, ya que tiene sus profundos antecesores entre los poetas latinos: en Catulo, en Ovidio, en los tardíos Ausonio y Claudiano.” Barroquismo y elocuencia, un barroquismo vivo, energético, capaz de elevar el tema de una ciudad marítima y comercial, Las Palmas, a una categoría novecentista e insólita.  Para Valbuena Prat, “el poeta del carro del Neptuno es a la vez el cantor de la ciudad comercial. Esta actitud trae el nombre de Walt Whitman.”

Morales trajo una nueva sensibilidad, conectada a los simbolistas franceses y al americanismo. Para Sánchez Robayna, la poesía de Tomás “parece estar fundando siempre un espacio de identidad atlántica.” La identidad del mar, pues, y el nuevo tiempo de la poesía insular en un autor que va desde el tono lírico, blando y vagoroso de su primera época al triunfo de la luz y la nota musical. Desde la poesía familiar, de tono menor, a los temas más solemnes y cosmopolitas. Morales es, pues, un cofundador del espacio atlántico siguiendo la tradición de las endechas del siglo XV, Cairasco de Figueroa, Viana, Viera y Clavijo, los poetas regionalistas de La Laguna… Este espacio nuestro, de ida y vuelta, ecléctico, mestizo, aislado y cosmopolita a un tiempo, siempre pendiente de las vanguardias para conectar con ellas constituye una ventana abierta a la esperanza, no sólo por los cientos de escritores que han nacido en esta tierra y forman parte de su literatura sino porque a través de Morales aprendimos de alguna manera a quitarnos el complejo del enanismo. Pues Morales, en cierto modo, fue nuestro Walt Whitman, nuestro cantor, el visionario que buceó en el Atlántico para encandilarnos.

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