Morales trajo una nueva sensibilidad, conectada a los simbolistas
franceses y al americanismo. Para Sánchez Robayna, la poesía de Tomás “parece
estar fundando siempre un espacio de identidad atlántica.” La identidad del
mar, pues, y el nuevo tiempo de la poesía insular en un autor que va desde el
tono lírico, blando y vagoroso de su primera época al triunfo de la luz y la
nota musical. Desde la poesía familiar, de tono menor, a los temas más solemnes
y cosmopolitas. Morales es, pues, un cofundador del espacio atlántico siguiendo
la tradición de las endechas del siglo XV, Cairasco de Figueroa, Viana, Viera y
Clavijo, los poetas regionalistas de La Laguna … Este espacio nuestro, de ida y vuelta,
ecléctico, mestizo, aislado y cosmopolita a un tiempo, siempre pendiente de las
vanguardias para conectar con ellas constituye una ventana abierta a la
esperanza, no sólo por los cientos de escritores que han nacido en esta tierra
y forman parte de su literatura sino porque a través de Morales aprendimos de
alguna manera a quitarnos el complejo del enanismo. Pues Morales, en cierto
modo, fue nuestro Walt Whitman, nuestro cantor, el visionario que buceó en el
Atlántico para encandilarnos.
LUIS LEON BARRETO ------------------------------------------------------------------------------------------correo: leonbarreto49@gmail.com
martes, 20 de mayo de 2014
Tomás Morales, el visionario del mar
Decía Carlos Barral que Tomás Morales no fue un epígono del modernismo,
sino que fue el mejor poeta modernista español. Superior a Salvador Rueda y a
los que frecuentan más las antologías. El modernismo, a través de Morales,
aporta la retórica musical y exultante, consiguiendo que la poesía española
retorne al gran tema del mar, ausente desde los poetas levantinos de la
Edad Media. ¡Atlántico infinito, tú que mi canto ordenas! Este verso constituye
mucho más que una proclama individual porque el canto de Morales es épico y se
acerca a otros temas: el puerto, las calles comerciales, la guerra europea.
Afirmó Enrique Díaz-Canedo que Morales “es alumno de Darío sólo en lo
superficial, ya que tiene sus profundos antecesores entre los poetas latinos:
en Catulo, en Ovidio, en los tardíos Ausonio y Claudiano.” Barroquismo y
elocuencia, un barroquismo vivo, energético, capaz de elevar el tema de una
ciudad marítima y comercial, Las Palmas, a una categoría novecentista e insólita. Para Valbuena Prat, “el poeta del carro del
Neptuno es a la vez el cantor de la ciudad comercial. Esta actitud trae el
nombre de Walt Whitman.”
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