De nuevo el día de Canarias será
un día para irse a la playa y celebrar poco la región. Lo peor del pleito
insular es constatar que hay muchos profesionales de la pelea, gente
especializada en alentarla, en echarle brasas para que siga ardiendo. En
realidad, el pueblo llano no es tan pleitista como quieren hacernos ver algunos
medios de comunicación, pero el pleitismo ha sido bien manejado por la
burguesía tinerfeña y por la grancanaria para generar un entretenimiento
populista. Da igual que sea periodo de elecciones o no, da igual que haya
habido detenidos por alguna de tantas corrupciones, da igual que vengan los
carnavales o jueguen el C. D. Tenerife y la U.D. Las Palmas. Nos lo decía hace
años Eligio Hernández, herreño ilustre, antiguo practicante de la lucha
canaria, jurista que llegó a ser Fiscal General del Estado. El pleito es un
fatalismo con el que hay que luchar, pero los que hemos nacido en La Palma o El
Hierro lo vemos de una manera diferente a como lo aprecian los tinerfeños y los
grancanarios. Quienes hemos nacido fuera de las dos islas capitalinas
entendemos que algún día será preciso construir la idea de Canarias, partiendo
de presupuestos diferentes.
La atlanticidad y el mestizaje
son los ejes de nuestra forma de mirar el mundo. Y uno de los principales
errores del independentismo desde Antonio Cubillo consiste en vincular una
futura emancipación del archipiélago con la adopción del africanismo cultural.
El espacio atlántico es el que trajo a nuestros pobladores, desde los
norteafricanos a los conquistadores, desde los portugueses a los genoveses o a
los de Flandes e Irlanda, los comerciantes del azúcar, los esclavos berberiscos
y negros de los ingenios. Claro que la literatura y la historicidad de Canarias
han sido relegadas con frecuencia, y el intento de desvelamiento de nuestra
identidad ha sido silenciado, incluso por nuestras universidades. Ya lo decía
el psicólogo Manuel Alemán: Canarias posee una identidad “neblinada”. “La
interpretación falseada de nuestra historia, el peso de las culturas impuestas,
la domesticación de las ideologías, la infravaloración del modo de ser del
canario han interferido como factores neblinantes de nuestra identidad
canaria”, decía en el libro “Psicología del hombre canario”. Es como cuando se plantea que somos
aplatanados, que somos inferiores... Todo eso se construye a través de un
proceso largo. Y por eso, el proceso histórico de toma de la identidad real va
a llevar bastante esfuerzo. Pero este proceso difícilmente podrá llevarse a
cabo a través del pensamiento de Frantz Fanon, el pensador de Martinica que
ayudó a la independencia de Argelia y que teorizó sobre el colonialismo y la
liberación de los pueblos, con su análisis sobre la descolonización y la
psicopatología de la colonización. En ese sentido, discrepamos de Alemán.
Lo que sucede, a nuestro modo de
ver, es que Canarias tiene una identidad abierta, con permanente fusión de
pobladores, un territorio de ida y vuelta entre Europa, África y sobre todo
América. Es fácil prever que si no hubiéramos sido conquistados por los
españoles lo habríamos sido por los portugueses, los británicos o los
franceses. Y, pese a la historia negra de España, al cabo de cinco siglos no ha
sido tan detestable la huella histórica y cultural que ha dejado la cultura
española en nosotros. La pertenencia a la Unión Europea ha acentuado el destino
turístico y residencial de estas islas, elevó el nivel de vida y facilita el
asentamiento de muchos extranjeros aquí. Claro que el monocultivo turístico
repite los mismos riesgos que los sucesivos monocultivos han generado sobre
nuestra realidad socioeconómica.
Estamos en un espacio oceánico,
como decían Manuel Padorno y Juan Manuel García Ramos. En algunas fases
recientes de nuestra historia hemos estado más vinculados a la economía
británica que a la peninsular. La emigración americana ha sido la válvula de
escape, y el mar ha sido el elemento definitorio de nuestra forma de ser. La
emigración hacia el Sáhara Occidental, allí donde establecieron tantos
compatriotas, fue cortada drásticamente y con ello se elevó la sensación de
peligro e indefensión frente al vecino marroquí. Canarias no es África, ni
América, ni Europa, pero somos atlánticos y tricontinentales. En un mundo tan
global ya no importan tanto la lejanía ni la insularidad; todo va y viene, todo
se interconexiona. Por eso hoy el sentimiento geográfico de ser ultraperiféricos
ha de ser matizado; hoy, con internet y los vuelos de bajo coste, el centro
está en todas partes y la emigración nos empuja otra vez a salir de nosotros.
Bien es verdad que la burguesía canaria en general necesitaría conocer y
valorar mejor el patrimonio histórico, artístico, literario, de esta tierra. Bien
es verdad que el nivel educativo de nuestro pueblo sigue dejando mucho que
desear.
La atlanticidad permite una
visión unitaria de la historia regional. Los primeros pobladores del archipiélago
llegaron por el Atlántico desde el continente africano o desde el sur de Europa
según otras teorías, da lo mismo; los primeros barcos arribaron a nuestras
costas surcando el mismo mar; los conquistadores y colonos españoles navegaron
más de mil kilómetros por el Atlántico para llegar aquí; nuestros emigrantes encontraron
un lugar cuando llegaron al Caribe. El océano ha conformado lo que hoy somos, y
una visión real de nosotros mismos debería excluir ciertos complejos de
inferioridad que todavía poseemos. Seguimos conociendo y valorando de manera
insuficiente nuestra realidad. Querernos más permitiría potenciarnos mejor, por
eso cabe afirmar que Canarias está todavía por construir.
"Los primeros pobladores del archipiélago llegaron por el Atlántico desde el continente africano o desde el sur de Europa según otras teorías, da lo mismo"
ResponderEliminar¿Pero qué majadería es esta? hace ya más de dos décadas que está demostrado por la comunidad científica que los indígenas canarios eran de origen bereber. Vaya obsesión que tienen algunos por negarlo...