miércoles, 27 de febrero de 2013

David Foster Wallace: tremendismo de un joven suicida


Este autor que eligió ahorcarse a los 46 años tiene una prosa desmesurada, anárquica y vital,  que configura una caústica visión sobre la realidad norteamericana. No es la prosa minimalista de un Carver ni la prosa eléctrica de aquella enorme Generación Perdida (Scott Fitzgerald, Hemingway, Dos Passos, Steinbeck) sino que es un alegato sobre una familia, las promesas juveniles del deporte, el poderío de la droga, la violencia, el desamor, una América en perpetua guerra civil. Dentro de los penúltimos héroes de la novela norteamericana, probablemente la más viva del mundo, como secuela de Thomas Pynchon o Don DeLillo, aparece la desmesurada novela La broma infinita, que aspira nada menos que a enloquecer al lector que devore sus 1200 páginas, con apretadas notas finales intercambiables que podrían recordar al gran Cortázar de Rayuela. Realismo histérico, meta-realismo, literatura postmoderna: así lo menciona la crítica al uso.
El periódico The New York Times se refirió a Foster Wallace como “una extravagancia maníaca, humana e imperfecta”. Un tipo que muy joven destacó en el tenis, un autor excesivo, un genio precoz que exhibe su humor negro, su crítica acerada contra las grandes multinacionales que nos dirigen en la sombra. Profesor universitario (hay que ver cómo miman a los escritores en EEUU, cuyas universidades no tienen el menor temor a enrolarlos en cuanto destacan un poquito), autor de diálogos ingeniosos y consideraciones filosóficas sobre el arte y la vida, la revista Time dijo que La broma infinita es una de las cien mejores novelas publicadas en inglés entre 1923 y 2006. El padre de Wallace informó que sufría depresión desde hacía más de 20 años, y que la medicación antidepresiva le había permitido trabajar con eficacia. Pero la medicación le generó efectos secundarios, dejó de tomar sus medicamentos y entró en caída libre. En los meses previos a su muerte, este tipo tan extraño e innovador se sintió cada vez peor. Hay que leerlo, sin falta. 

1 comentario:

  1. -Hay que leerlo, sin falta-

    Lo leeremos. Y gracias por este espléndido trabajo.

    blog-rosariovalcarcel.blogspot.com

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