Manuela Saragosa Corresponsal de Negocios (BBC- News)
En la actualidad, sobran las preocupaciones que te pueden mantener despierto durante la noche, cualquiera que sea tu situación.
En Reino Unido, para unos es la salida de Reino Unido de la Unión Europea, mientras que para otros es la posibilidad de que el llamado Brexit se frustre.
Hay a quienes, en cambio, les preocupa la estabilidad de la enorme economía china, el resultado de la elección presidencial en Estados Unidos, el proceso de paz en Colombia, la crisis en Venezuela o incluso el riesgo de que la inteligencia artificial reemplace puesto de trabajo hoy ocupados por seres humanos.
¿Cuál es la mejor manera de manejar la ansiedad inevitable que va de la mano con todaesa incertidumbre?
Will Borrell vio la ansiedad de cerca después de que los británicos votaran a favor del Brexit en el referendo del 23 de junio.
Administra un bar llamado "Damas y Caballeros", que -como su nombre indica- funciona en un antiguo baño público en el norte de Londres. Cuando se anunció la sorprendente decisión de dejar la Unión Europea, la gente abarrotó el bar. La mayoría de londinenses, a diferencia de la mayor parte del resto del país, votó por permanecer en la UE.
"Bebían como si se hubiera estado acabando el mundo", le dijo a la BBC.
Aversión a la ambigüedad
Esto no quiere decir el alcohol sea la respuesta para calmar la ansiedad. Más bien ilustra que las personas no son muy buenas para hacer frente a la incertidumbre, ya sea de cualquier tipo.
Estudios muestran que la gente optaría por recibir una descarga eléctrica definida "ahora", en vez de aceptar el riesgo de una posible descarga eléctrica en algún momento del futuro desconocido. No saber nos afecta.
"Se conoce como aversión a la ambigüedad", explica David Spiegelhalter, profesor de Comprensión de Riesgos en la Universidad de Cambridge y presidente de la Sociedad Real de Estadística de Reino Unido.
"La gente es mucho más feliz con riesgos conocidos, cuando saben cuáles son las opciones y cuáles son las posibilidades".
Ahí es donde las estadísticas vienen al rescate.
Hay algo muy tranquilizador en ponerles números a las cosas. Las estadísticas pueden convertir algunas incertidumbres en riesgos medibles. Podría ser tan simple como el cálculo de la probabilidad de que llueva mañana o la posibilidad de sobrevivir a una enfermedad.
Sin embargo, algunas incertidumbres están sujetas a tantas variables, que son por su propia naturaleza indomables.
"Cuando se trata de economía, política, temas realmente complejos, cuando uno se enfrenta a un oponente, es peligroso engañarse a uno mismo y pensar que la incertidumbre se ha transformado en oportunidad", dice el profesor Spiegelhalter.
Preparación continua
No hay otro lugar donde esto sea más cierto que en la guerra. De hecho, se dice a menudo que un conflicto bélico es el reino de la incertidumbre.
¿Cómo se preparan los soldados para ello? El teniente coronel del ejército de Estados Unidos, Steven Gventer, estaba en Bagdad, Irak, durante la ocupación de 2004, cuando la milicia chiita organizó un levantamiento contra las fuerzas de la coalición occidental.
"Una de las cosas que tratamos de hacer es reducir el número de variables que no entendíamos o para las que no estábamos preparados", dice. "La idea era disminuir al mínimo el número de variables que nos podían herir".
Al final, la costumbre se vuelve tan arraigada que la aplican incluso en las situaciones más inocuas, tales como eventos familiares. Nada se deja al azar.
Contar historias
Entonces, qué hacemos con nuestras incertidumbres más mundanas, con preguntas como ¿voy a perder mi trabajo?, ¿durará mi matrimonio?, ¿mis hijos serán felices?
¿De verdad queremos saber las respuestas?
Una vida carente de toda incertidumbre seguramente sería monótona. Cualquier autor o director de cine diría que si no hay incertidumbre no hay historia.
Pero las historias también influyen en la toma de decisiones.
En 2007, el profesor David Tuckett, director del Centro de Estudios de la incertidumbre en la toma de decisiones, del University College de Londres, estaba investigando cómo los fondos de inversiones toman decisiones en medio del caos financiero y económico.
Descubrió que sus decisiones no se basan únicamente en investigaciones y cálculos, sino también en las historias que los operadores se cuentan entre ellos.
Ellos creaban una narrativa en torno de los resultados de sus acciones y se convencían de ella.
"La narrativa eliminaba la razón para no hacer algo", dice.
No es sólo un capricho de los operadores. La mayoría de nosotros crea su propia narrativa para decisiones cotidianas, desde la compra de una casa hasta el lugar que elegimos para ir de vacaciones.
Lo que es fundamental, dice el profesor Tuckett, es nuestro estado de ánimo cuando lo hacemos y si nos dejamos guiar por la curiosidad.
"La arrogancia es lo opuesto a la curiosidad", añade. "Así que para tomar buenas decisiones realmente se necesita ser alguien que esté dispuesto a enfrentar cosas difíciles".
"Y si recibes información que te hace sentir incómodo, en lugar de huir debes resolver esas dudas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario