Por Eduardo Sanguinetti, (*) especial para NOVA
La ecología es una disciplina fundamentalmente anticapitalista y "subversiva" para el sistema neoliberal genocida vigente. Mientras lo único óptimo que conoce la contabilidad capitalista es la capitalización, la ganancia a cualquier costo, la ecología introduce parámetros extrínsecos: el mejor cuidado posible de los recursos naturales, hoy en sumo riesgo de ser eliminados, del medio ambiente, de los equilibrios biológicos, la búsqueda de la duración máxima, del valor del uso y ya no del valor del cambio, la satisfacción y el esparcimiento óptimo de los individuos en su trabajo y fuera de él, y ya no del rendimiento y productividad máxima del trabajo desde el punto de vista del capital, que degrada la condición humana en grado superlativo.
El futuro de la humanidad es incompatible con la modalidad neoliberal de producción, degradante y eliminadora de todos los elementos que hacen a la vida de un Medio Ambiente libre de contaminación, que devienen en destrucción de los ecosistemas en los cuales habitamos, los "apocalipsis" anunciados por quienes tenemos conciencia ecológica.
Hace tres décadas, he manifestado en un Foro de Ecología en Estocolmo, acerca de la especulación de Ceos de multinacionales que hacen alarde de poseer una conciencia ecológica, deviniendo una maniobra estratégica con miras a un doble objetivo. El primero es desarticular la oposición ecológica, apropiándose de los argumentos y asimilándolos a la plusvalía del capitalismo depredador, abrevando de los manifiestos de ecólogos fundacionales, como Edgar Morin, Goldsmith, Mansholt, Marcuse y otros, entre los que me cuento en Latinoamérica, allá por los años 70, trascendentes iniciáticos en llevar a cabo una épica de preservar el medio ambiente, en contra de todas las previsiones del neoliberalismo fundante. Tras esta estratagema táctica y tramposa, se puede distinguir un segundo objetivo, mucho más ambicioso: el de preparar grupos determinados o determinadas ramas de la industria contaminante del medio ambiente, para la crisis que le significaría al sistema, en su totalidad, la detención del crecimiento material, para convertir a esos grupos o ramas en organizadores y beneficiarios de esta crisis.
Un nuevo ciclo acumulativo basado en la capitalización de la Naturaleza misma, en el acaparamiento, por capital, de todos los factores y condiciones que hacen posible la vida en la Tierra. Entonces se habrá cerrado el circuito: la ley de la ganancia habrá invadido los últimos reductos de la Naturaleza, hasta el aire se habrá convertido en mercancía: se habrá consumado el totalitarismo capitalista y, con él, la monopolización de la economía.
¿Y quién podrá instalar los anticuerpos ante este virus patógeno del capitalismo en su cenit?, ¿El aparato estatal?, ¿En qué fuerzas sociales y parlamentos disfuncionales, se apoyaría para promulgar leyes y reglamentos que puedan aplicarse de inmediato para que no se produzca el atroz terricidio, que lleva al exterminio de la Naturaleza, incluida nuestra especie? ¿No es una utopía de tintes románticos lo que propongo, contra viento y capitalistas mononeuronales?, ¿No presupone una revolución ecológica lo planteado?
Es absolutamente cierto que lo que planteo es una utopía en este tiempo, donde la relación ha mutado, se ha convertido en un espantoso paisaje de una humanidad anestesiada y sin rumbo, salvo seguir las tendencias prostibularias del sistema neoliberal, esclavizador que lo ha tomado todo.
También es una realidad, que mientras más autónomo es el hombre en cuanto a individuo en función de ser, más precisa de la verdad, en asimilarse a una Naturaleza sana, un Medio Ambiente sin contaminaciones de ningún tipo, dominar el dominio sobre la Naturaleza, y no ya ésta. Se trata de entrar a un combate nuevo por la hominización.
La tan publicitada “toma de conciencia ecológica”, alardeada hipócritamente por los funcionales gobernantes del planeta, cumpliendo órdenes estrictas de sus jefes, macroempresarios y multinacionales en pleno uso y abuso de su poder omnívoro, en maniobras estratégicas, de doble moral y doble objetivo, están en acto de eliminar y mutilar el origen.
El primero se logra al desarticular el accionar de los reales y verdaderos ecologistas, al apropiarse de algunos de sus lemas y temas, y utilizándolos de coartada para introducir la simulación y la mentira, apuntaladas por los medios corporativos de comunicación. Además de financiar campañas de “cuidado del medio ambiente”, cual estrategia de vender una realidad fraguada, que no forma parte de sus fines de lucro y explotación. Entonces, ¿por qué me ocupo de la ecología?, porque la violación de la Tierra es un aspecto esencial de la recontrarrevolución del capitalismo y sus vertientes. El genocidio contra los pueblos y contra los todos los seres, es un “terricidio”, pues elimina los recursos de la vida mismo, no basta ya terminar con las personas vivas, hay que impedir la existencia en este planeta de los que aún no han nacido, envenenando la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario