Dispuestos ya a redactar las tópicas tarjetas de felicitación navideña, que ya no son tarjetas ni siquiera se redactan, afrontamos una recta final del año con las mismas contradicciones de otras ocasiones. La sociedad en la que vivimos acumula buenas dosis de violencia, se trata de una agresividad casi estructurada, pero también practica la solidaridad. Dos caras de una moneda: la pelea mañanera de ultras del fútbol, gente que se cita para matarse a primera hora de la mañana, y la recogida de alimentos para remediar la necesidad de tanta gente mal alimentada, con el espíritu navideño de fondo, como en aquel cuento de Dickens. Insufrible crisis de valores por un lado y lección de generosidad por otro, las dos caras de esta gente bipolar que formamos entre todos.
Sabemos que el deporte, y más concretamente el fútbol, que genera grandes movimientos de masas, es un territorio abonado para la expresión de sentimientos tribales, primitivos, de máxima violencia. Se olvida el deporte y se practica el hostigamiento al rival. Desde las banderas esteladas y los gritos de independencia en el minuto 14 de cada partido en el campo del Barcelona a los insultos racistas cuando sobre el terreno de juego hay gente de color ha ido creciendo una serpiente que a nadie ha interesado erradicar. Pues la gran mayoría de los equipos de fútbol son permisivos a la hora de cobijar a pandillas de ultras, que exhiben incluso emblemas neonazis y lanzan violencia verbal sobre quien se cruce en su camino. Los presidentes de los equipos más conflictivos, como el Atlético de Madrid, intentan lavarse las manos diciendo que la violencia no es cosa que ellos puedan ni deban controlar, lamentable ejercicio de cinismo puesto que esas directivas conceden trato de favor a las peñas de ultras, les regalan entradas, los subvencionan para que viajen con el equipo. Aquí entre nosotros, sabemos que tanto en el C.D. Tenerife como en la U.D. Las Palmas hay algunos colectivos que deben ser vigilados; todos recordamos el bochorno del partido del ascenso frustrado, allá por el mes de junio, frente al Córdoba, episodio que nos sacó los colores y fue un referente de errores.
Cierto que en Argentina, y en
general en América Latina, no se ha erradicado estos acontecimientos en los
campos de fútbol, y con frecuencia hay agresiones que acaban en heridos graves
y en muertes. Pero en la Europa próxima sí que se ha legislado a fin de
eliminar ese tipo de violencia. En Alemania, por ejemplo, las penas oscilan
entre los 3 y los 10 años, en Inglaterra pasó a la historia el fenómeno de los
hooligans que, hartos de cerveza, agredían a los hinchas del otro equipo. En la
época de Margaret Thatcher se puso remedio y por eso ahora no se deja viajar a
los aficionados con antecedentes penales, en Francia existe incluso una policía
especializada en vigilar a los ultras. ¿Y en España? Aquí todo se deja al libre
albedrío, solo el Barcelona y el Real Madrid se han empeñado a fondo en
desalojar estas pandillas de sus estadios, el primero fue Laporta frente a los
Boixos Nois. En Inglaterra también se ha empleado mano dura, por el abultado
número de víctimas como resultado de incendios, enfrentamientos y avalanchas de
aficionados. Como consecuencia de todo ello se prohibió la venta de bebidas
alcohólicas, se realizó la instalación de cámaras y se tipificó como delito el
lanzar petardos y otros objetos, saltar al terreno de juego o proferir cantos
racistas. En Italia se endureció la legislación tras la última final de Copa,
en la que murió un seguidor del Nápoles.
En el otro
extremo, hemos de estimar el éxito de la campaña de recogida del Banco de
Alimentos, que si el año pasado obtuvo 14 millones de kilos, y en este año ha
superado los 20 millones. Los Bancos de Alimentos son organizaciones sin ánimo
de lucro basados en el voluntariado y cuyo objetivo es recuperar excedentes
alimenticios de nuestra sociedad y redistribuirlos entre las personas
necesitadas, evitando cualquier desperdicio o mal uso.Se fomenta por tanto el espíritu solidario y difunden los valores humanos y culturales necesarios para ayudar a mitigar la contradicción que se manifiesta en la existencia de excedentes alimenticios, con el grave derroche diario, y las bolsas de pobreza y marginación existentes en una colectividad que padece un paro aberrante y obliga a muchos a acudir a los comedores de Cáritas. En la entrada de los centros comerciales se observa el incremento de la mendicidad en estos días prenavideños. Según su reglamento de operaciones, estos Bancos de Alimentos no entregan comida directamente a los necesitados sino a instituciones caritativas y de ayuda social reconocidas que tienen el contacto más cercano con los colectivos necesitados. Esta ingente cantidad de productos no perecederos, según los cálculos se traduce en la ayuda efectiva para más de 1,5 millones de personas de todo el país, que se complementa con la ayuda diaria de frutas, hortalizas y otros productos de carácter perecedero.
Además, la coordinadora de esta operación ha animado a seguir colaborando con los más de 55 Bancos de Alimentos repartidos por toda España, pues "se come todos los días" y esta ha sido una acción "muy puntual" para un momento "muy importante como es justo antes de Navidad", ha añadido. Lo importante es que España ha sido el país que más recogió esta ayuda en toda Europa. Del mismo modo, nuestra sociedad sigue siendo la primera en donaciones de órganos, de este modo se constata que entre nosotros se manifiestan tendencias opuestas, somos capaces de lo peor y de lo más sublime.
(Publicado en La Provincia, www.laprovincia.es, hoy 4 de diciembre)
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