Dos temas espinosos sobre la mesa: el celibato opcional y la ordenación sacerdotal de las mujeres. Además de la reforma de la curia, cuyas luchas intestinas desanimaron a Benedicto XVI. En Austria, octubre pasado, representantes de 3.500 curas de Alemania, Suiza, Austria, Irlanda, Australia y EE.UU. abogaron por el fin del celibato obligatorio y la aceptación del sacerdocio de la mujer, y animaron a Francisco a proseguir las reformas dando mayor papel a los miembros de la base. Benedicto XVI ya había reprendido a los portavoces de esta línea y Francisco ha dicho que está cerrada la puerta del sacerdocio femenino. Pero la escasez de sacerdotes y la disminución de la asistencia a la misa, junto con los escándalos financieros y los abusos sexuales, han animado a los reformistas austriacos a pedir movimientos en la estructura jerárquica, reforzando el papel de los laicos en el gobierno de las parroquias. Y, si bien Francisco ha dicho que la puerta a las mujeres sacerdotes está cerrada, este grupo estima que una puerta puede abrirse de nuevo, ya que no está sellada. Aunque también reconocen que un cambio cultural de tal calibre llevaría tiempo, dentro de las comunidades protestantes el sacerdocio femenino originó protestas, que han sido ya asimiladas. Teólogos centroeuropeos y norteamericanos participan en estas corrientes de opinión.
Hay otros temas de envergadura: por ejemplo los ultraortodoxos Legionarios de Cristo, la aceptación del condón para paliar el sida, el dar la comunión a los divorciados, el permitir a los divorciados volver a casarse por la Iglesia, la legitimación de los curas casados, la posibilidad de que los laicos celebren misas cuando no haya sacerdotes, la aceptación de los homosexuales. El siglo XXI no parece dispuesto a perpetuar todos los protocolos del pasado. Y en realidad el celibato no es un dogma, se introdujo en el siglo IV, de hecho Jesús tuvo discípulos casados y en los primeros tiempos de la Iglesia existían sacerdotes en tal condición. En algunas fases de la Iglesia fue notorio que el clero disfrutaba concubinas sin mayores reparos.
Todos tenemos luces y sombras, y al papa algunos le recuerdan su actitud digamos poco activa cuando en la dictadura de Videla el ejército represor persiguió a algunos de sus compañeros jesuitas que habían destacado por realizar labor social. La teología de la liberación actuó en las “villas miseria”, hubo un clero muy comprometido al que el Vaticano dio la espalda.
Los agnósticos no somos ateos, somos gente escéptica pero que se hace preguntas, preguntas imprescindibles porque algunos fuimos educados en un catolicismo estricto en años de miseria en que la fe y la represión iban de la mano. En aquellos tiempos de infamia todo era pecado, la culpa gravitaba sobre los adolescentes, solo existía el sexto mandamiento y la amenaza del infierno lo presidía todo, había libros prohibidos, educación segregada por sexos, ejercicios espirituales, confesiones, penitencias. Ahora el mundo vive lejos de aquellas trabas, la disminución de la práctica religiosa es un hecho y la sociedad ha cambiado tanto que pide una Iglesia más abierta, acorde con los tiempos. Por ello, las esperanzas que el papa argentino ha sabido despertar deben materializarse en más hechos, las bases tienen prisa.
Ilustración: el papa, ante un belén viviente.
Publicado en La Provincia, 16-1-2014.
A veces pienso, cuando oigo, veo o leo sobre reformar la Constitución, reformar la Iglesia, reformar el Vaticano, reformar la educación, reformar la sociedad, reformar, reformar... A través de la historia todas las épocas se han ido reformando a su paso, a su debido tiempo. ¿No nos estaremos precipitando un poco, como si este planeta esté ya agonizando, con tanto tonto suelto como hay?
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