A propósito de Llewyn Davis, de los hermanos
Coen, se está proyectando en nuestras salas. Espléndida recreación de los
ambientes musicales del Greenwich Village, Nueva York, poco antes de que
surgiese la gran estrella de Bob Dylan, en 1961. El joven cantante folk que
vive de mala forma, guitarra a cuestas, durmiendo en cualquier sofá, comiendo
cualquier cosa, nos habla de la persecución del éxito artístico, del azar de la
suerte o la desgracia del fracaso. Nominada al Oscar por la mejor fotografía y
el sonido, nos parece una de las grandes películas del
momento. En el festival de Cannes obtuvo el Gran Premio del Jurado. La maestría
de los Coen nos entrega este producto ácido y bien construido, profundo y
sincero, un estudio de situaciones y de personajes, de las bambalinas del
mundillo de los creadores. Una gran recreación de ambientes, una elegía, la
profunda tristeza de los perdedores. Emocionante, casi irresistible cinta que
certifica una vez más el acierto de estos dos grandes realizadores, cine en
estado puro.
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