Cuando pudiéramos estar a punto de que comience la tercera guerra mundial parece poco serio que hablemos de estas cosas. Pero lo cierto es que, como los humanos somos medio ilusos y medio locos, cada día del año lo dedicamos a celebraciones extrañas, así tenemos 365 días dispuestos para la imaginación. Soy un asiduo oyente de la radio, y mientras estaba aparcando escuché que este pasado martes, 26 de abril, era el día mundial del pene. Había una seria entrevista con una doctora que hablaba de los muy diversos tipos de penes existentes en las distintas zonas del mundo, su forma, su tamaño y su diámetro. Y yo con estos pelos, pensé. Desde el siglo XVII en la ciudad japonesa de Komaki conmemoran esta fecha con una celebración sintoísta, y las calles se llenan de decoraciones, dulces y objetos en forma de pene para celebrar el Kanamara Matsui, nombre de esta fiesta tan original. El ritual era convocado por las prostitutas, que pedían a los dioses protección contra las enfermedades de transmisión sexual.
El pasado 22 de abril fue el día de la Madre Tierra, y esa sí que parece una celebración lógica y esencial, que festejan los pueblos ancestrales que sobreviven al margen de la historia. Miremos las tribus del Amazonas y otras etnias prehispánicas de América Latina. Claro que este domingo 1º de Mayo es el día de la lucha obrera y también de la Madre, una coincidencia que no favorece a nadie, aunque madre no hay más que una. Y lo cierto es que la lucha obrera se ha ido diluyendo y apenas van cuatro gatos a las manifestaciones, que desde hace mucho son convocadas por separado.
Pero no es raro que las muchas celebraciones lleguen a caer en la estupidez. El 21 de enero ha sido declarado día mundial del abrazo, de las ardillas o de hacerse un selfie en un museo. También es el día mundial de los mariachis, reconocidos como patrimonio inmaterial de la humanidad, igual que el flamenco.
Asimismo, y aunque cueste creerlo, existe el día de los zurdos, el de saltar por los charcos, el de los calcetines perdidos en la lavadora, el de los zombis o el de los ninjas, el de los vegetarianos y el de los veganos. Desde enero a diciembre, prácticamente todos los meses hay un día especial que conmemorar. Así existe el día del pastel de chocolate, el del hombre del tiempo, el de la comida congelada, el de los Simpson, el día mundial de las mascotas, y hay un día en que no está mal visto ser un vago: el 19 de agosto es el 'Día mundial de la pereza', porque en ese día en los países del hemisferio norte, con un calor agobiante, son pocas las cosas que apetece hacer.
Hay conmemoraciones que han sido resultado de una larga lucha de la sociedad, por ejemplo el Día del Orgullo Gay, que ni se puede celebrar en todos los países porque en buena parte de ellos está prohibido con cárcel u otras penalidades. Claro que, por otra parte, el 1 de diciembre es el día mundial del Sida, que causó tanta desgracia en los años ochenta.
Cuando yo era chico se decía que el Jueves Santo era el Día del Amor Fraterno, pero en una sociedad cada vez menos creyente, por ser más laica, parece que no tiene mucho sentido. Ahora tendríamos que conmemorar el día mundial de la agresividad. En esta línea proponemos hablar del Día Mundial del cobro de comisiones, de los parados, de las madres solteras, de las argucias de los políticos, de la mascarilla y del gel hidroalcohólico, de los pelotazos que consiguen los listos, de los inventores del bitcoin, de los que progresan con la economía virtual, de los especuladores, de los contratos-basura, de los corruptos, el día de las broncas en el Congreso de los Diputados, etcétera.
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