Tengo un amigo que ha retrasado sus planes de viaje para quedarse en la isla el 23 de julio. ¿Razones? No se fía de que el voto por correo funcione debidamente, sobre todo después de los escándalos de Melilla y otras ciudades en las que se comprobó que hubo fraude o al menos intentona. Mi amigo tiene muy claro que no le va a dar el voto al señor Sánchez, y teme que los funcionarios que se hagan cargo del voto por correo abran las sacas y se monte un berenjenal.
La pregunta es si
podemos o debemos dudar de estos servicios públicos, que en el caso de las
próximas elecciones han de ser fundamentales porque buena parte de los
españoles estarán fuera de su domicilio el 23-J. La verdad es que colocar las
generales en tal fecha ha sido una ocurrencia inoportuna, y que sin duda no ha
sido bien visto por buena parte de la ciudadanía. Mucho nos tememos que el
nivel de abstención sea esta vez el más abultado de todas las convocatorias.
¿Quién tendrá la culpa de lo que pueda suceder sino el atrevido atrevido?
El estado de
estupefacción es tan acusado como el ánimo que nos originan muchas de las
noticias dudosas que circulan por todas partes. Por ejemplo: los chinos están
fabricando a toda pastilla un virus para infectarnos en Navidad, con lo cual se
estaría cumpliendo el mandato de los millonarios del mundo, que pretenden
reducir drásticamente la población mundial. A eso vendría a colaborar
decisivamente no solo la gran directriz financiera del Club Bildelberg sino
también la iniciativa 20/30. El planeta para los milmillonarios amiguetes de
Elon Musk, Bill Gates y compañía.
Tengo amigos
negacionistas que por supuesto estiman que lo del cambio climático es un puro
bluf. Y si hace más calor que antes y si llueve cada vez menos eso se debe a
que el planeta Tierra ha tenido siempre unos ciclos de glaciaciones, calor,
lluvias con el arca de Noé, sequías extremas etcétera.
El asombro y el
desasosiego crecen a la par. Por ejemplo, me genera sorpresa y estupefacción
que el CIS del señor Tezanos siga concluyendo que Sánchez está muy bien
posicionado para llevarse las elecciones de este mes de julio, esas que casi
han sido convocadas a traición. Puestas las cosas así, también podría decirme
que voy a ganar la lotería, aunque no juegue.
Pero la mayor
estupefacción ha sido la rebelina del jefe de los mercenarios que combatían a
Ucrania y que de pronto vivaron sus armas en dirección a Moscú, no solo eso
sino que pusieron en marcha sus tanques y su armamento pesado advirtiendo
seriamente a Putin de que le quedaban tres desayunos. Eso sí que ha provocado
sorpresa: los mercenarios del denominado ejército Wagner dispuestos a dar un
golpe de estado contra el que les estaba pagando por limpiar Ucrania. Al jefe
del Wagner lo han llamado nazi, fascista y hasta patriota, no se sabe qué
adjetivo le queda mejor. Al final todo quedó en casa, y se habrán firmado los
pactos que habría que establecer para que nada se mueva, y esa maldita guerra
se extienda por los siglos de los siglos mientras los fabricantes de armas se
forran y el mundo mira para otro lado.
Y es que el mundo actual está lleno de paradojas poco entendibles para la gente corriente. Al parecer, hoy en día es fácil hacerse muy rico en base al manejo de las criptomonedas, aunque también leemos de vez en cuando que algún incauto se arruina con ellas. Debe ser algo parecido a jugar a la bolsa cuando no tienes ni idea, y lo que viene a suceder es que cuando alguien se hace rico unos cuantos se convierten pobres. No hay otra ley en la economía que sea más clara que esta.
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