Eduardo
Sanguinetti, filósofo, Buenos Aires
Dentro de la
bestial política latinoamericana se encierran cinco siglos de tragedia y
desventura, cual siniestro karma de un siglo a otro, que de forma inalterable,
perseveró la misma consigna de dolor y fracaso para el trabajador. La conquista
española le pasó la posta a la colonia y esta al feudalismo criollo, que
perdura a pesar del discurso cómplice de quienes dicen gobernar en nombre de la
igualdad y libertad, de la fraternidad y la verdad: estafadores y ladrones de
la vida de los pueblos, quienes se manifiestan alegremente, pactando bajo la
luz de neón con los eternos enemigos de Latinoamérica y sus habitantes. El
feudalismo nativo pactó su comodato con imperios en putrefacción, en plena
vigencia de instalar tendencias prostibularias de todo tipo, que eliminan
arte-naturaleza y vida.
El 1º de mayo
de 1886, 200.000 trabajadores estadounidenses iniciaron una huelga reclamando
que la duración legal de la jornada de trabajo fuera de 8 horas. A finales de
1886 las patronales accedieron a otorgar la jornada de 8 horas de trabajo a
centenares de miles de trabajadores, marcando este hecho un punto de inflexión
en el movimiento obrero mundial. Bien, en este caso de celebraciones sin
sentido vital, hoy, la realidad duerme sobre la mentira, es un espectro en este
mundo de gobernantes estafadores que se acuestan con las multinacionales, que
todo lo manipulan, gobiernos y corporacionistas que van tras el lucro y la
explotación de los trabajadores, que celebran su día, con hambre y en estado de
indigencia, insatisfacción y humillación.
En la
actualidad la mayoría de las naciones del mundo conmemoran el 1º de Mayo como
el Día Internacional de los Trabajadores, salvo los países de colonización
británica concreta, que lo celebran en otra fecha, para evitar movilizaciones
radicales y socialistas, que causen disturbios en tan magna celebración, pues
no hay nada que celebrar, salvo que todo sigue igual o peor.
En Buenos
Aires la celebración del Día de los Trabajadores en la CGT (Confederación
General del Trabajo) se llevó a cabo a puertas cerradas, con la inesperada y
¿enigmática? presencia de la ex-presidenta de Brasil Dilma Rousseff, pero sin
Macri en el recinto, pues no acostumbra fotografiarse junto a dirigentes
sindicales, en este caso leales a su atroz gobierno, que le vienen garantizando
los planes de ajustes y despidos masivos, a su política de hambre y
desigualdad… dirigentes que parecen formar parte del gobierno PRO, que no han
anunciado ningún plan de lucha contra la avalancha de actos en contra de la
vida de los trabajadores argentinos, huérfanos de representación gremial. No
pasó inadvertida la presencia de Eduardo Duhalde, en esta íntima y extraña
celebración. Para meditar acerca de la ética, los comportamientos de
funcionarios y demás personeros del poder. Hoy, ante el triunfo del
neoliberalismo en todo el planeta, con su tendencia de ir tras las ganancias de
activos incorpóreos junto al poder concentrado en manos de pocos que provocan
confrontaciones entre pueblos…la satisfacción de los trabajadores no es una
preocupación para las empresas, ni para los gobiernos… jamás lo ha sido en la
historia, basta remitirse al origen, pues el trabajo fue considerado a lo largo
de siglos una actividad despreciable, que con el capitalismo y la división del
trabajo suma degradación en calidad de ser, con dolor, sufrimiento y
humillación a quien lo ejerce. Un informe publicado por Gallup en 2016, revela
que sólo el 13% de los trabajadores se sienten atraídos por sus empleos. Dicho
de otro modo, el trabajo es más una fuente de frustración para el 90% de los
trabajadores del mundo.
Me pregunto
qué sentido tiene hoy la celebración del 1º de Mayo si en espacio y tiempo se
plantea una situación similar a la planteada hace un siglo y medio, salvo que
en aquel entonces se podía aspirar a superar los conflictos con una revolución.
Es imposible dar espacio a una mentalidad revolucionaria hoy erradicada del
sentir y pensar de los pueblos, que viven en estado de anestesia y resignación
el espectáculo insano que propone y ejecuta el neoliberalismo. Simulación de un
simulacro, en un espacio de libertad condicional que tiene como marco de
¿legalidad? el creer existir en una democracia procedimental.
La democracia
procedimental carece de todo contenido ético y no le interesa la defensa de
ningún valor, salvo la coherencia con las normas del sistema de poder: la
democracia reducida a una maquinaria de contenido procesal. Nos convierte en
sociedades anónimas. Un totalitarismo subliminal ha sentado reales en el mundo,
devenido en la puesta en acto de conductas socioculturales y políticas
compactas, con la inestimable ayuda de las “tecnologías de punta”, que penetran
la epidermis del tejido social, degradándolo y convirtiéndolo en un objeto del
destino con la valiosa complicidad de las fuerzas vivas del capitalismo
empresario, los títeres de la cultura chatarra de este milenio, Sindicatos
fraudulentos, la Iglesia, las Fuerzas Armadas y los partidos políticos, en el
crepúsculo de sus funciones de ser legítimos representantes de los pueblos.
El “estado de
las cosas” queda resumido magníficamente en esta expresión lanzada por el
expresidente José Mujica, al diario El País de Madrid en inicios de 2014: “Los
presidentes somos juguetes del poder financiero global”. Ante esta frase, me
pregunto ¿qué nos queda por hacer? pues nada más sepultado que el sentido
popular, que desde el subsuelo donde quizás aún palpita brotará en el preciso
momento, en el instante decisivo, el día del hombre digno y libre. Por ahora un
deseo y una desesperación.
La
especulativa y destartalada teoría de lograr llegar a que los trabajadores
conquisten sus derechos, en transformación gradual, es una patraña infecta,
causa primera y única de nuestra constante frustración de no haber logrado
alcanzar la unidad de nuestra Latinoamérica, fragmentada y balcanizada. No
deseamos sólo sobrevivir sino vivir. Salir de la trampa mortal de décadas de
neoliberalismo y conformar comunidades rebeldes y libres que cumplan la promesa
de una aldea global humanista, debemos crear una red global de comunidades
autodeterminantes; lo merecemos, quienes no somos negociables, quienes nos
asimilamos a la austeridad y el estoicismo como manera y modo de vida, quienes
tenemos a la libertad y la verdad como fines primeros y últimos de nuestra existencia.
(Diario República, Montevideo,
www.republica.com.uy)
No hay comentarios:
Publicar un comentario