lunes, 21 de mayo de 2018

Las paradojas de la democracia, la cultura a cero


Cualquier modelo de democracia es imperfecto, pero es lo mejor que tenemos a nuestro alcance. Y, como queda un año para las locales, las encuestas han empezado a proliferar, hay muchas empresas que las elaboran y los medios las reciben gustosamente. Manipular desde la capacidad de orientar es una asignatura muy conveniente en estos tiempos. Por eso desde ahora mismo hay predicciones para todos los gustos, cada semana se pueden dar a conocer dos o tres con proyecciones absolutamente diferentes. Los politólogos y los profesionales y los avispados y los pícaros de todo este tinglado están frotándose las manos. Es lo que hace divertida la vida. Está claro que las encuestas interesan, por eso se elaboran muchas, y de manera continua. Las hay para todos los gustos, unas dicen una cosa y otras dicen justo la contraria. Hay encuestas y encuestas, algunas se estrellan luego con fallos tan clamorosos que nos hacen reflexionar sobre la conveniencia o no de que los medios de comunicación las hayan venido divulgando, pero esto es lo que hay. No es lo mismo vaticinar que si ahora se celebraran unas elecciones generales las ganaría el Partido Popular que concluir con alborozo que las ganaría Ciudadanos. Se fabrican con alegría, se cocinan encuestas que marcan tendencia. Pues si yo, elector dubitativo, observo que en cinco vaticinios sucesivos me dan por ganador al partido X, yo trataré de aprovechar mi voto útil para apoyar al partido X en vez de al partido Y. En este sentido, las profecías son perversas, marcan una línea a seguir y son fácilmente manejables, según qué fuerza política las encargue. Las paradojas de la política nacional saltan a la vista cada día, por ejemplo a Rajoy le costó Dios y ayuda formar su gobierno con el difícil apoyo de Ciudadanos, partido en ascenso que hoy en día se presenta como su principal rival en las urnas, y que desea más que nunca su caída. Claro que, como los políticos son también muy especiales, saben decir a la vez una cosa y la contraria.
En este panorama de confusiones, hay quienes ya piden que se adelanten las  generales porque el partido que está en el gobierno debe limpiar ciertas cosas, sobre todo después del escándalo de Cristina Cifuentes y de otros variopintos asuntos de presuntas corrupciones. Hay datos contradictorios sobre el Partido Socialista Obrero Español y Podemos, que tanto pueden subir como pueden bajar de manera significativa. Parece que según las simpatías o antipatías de los encuestadores, el señor Pedro Sánchez asciende, desciende o se mantiene. Del mismo modo sucede con Podemos: que sube, baja o lo mismo. Para proseguir el espectáculo de confusión, hay informes que predicen la disminución del sentimiento independentista en Cataluña, mientras otras indican justo lo contrario. En plena euforia, el líder de Ciudadanos cree que tiene el gobierno del Estado a su alcance, que la victoria en el estricto ámbito de Cataluña se le supone, aunque no le sirve para gobernar. Nada está escrito de antemano, habrá que esperar a lo que digan de verdad las urnas, hay mucho voto escondido y los politólogos, los expertos y los que se lo trabajan saben cómo hay que hacerlo para que una cosa sea la apariencia y otra sea la realidad. Porque, a fin de cuentas, las pesquisas se equivocan más de lo que debieran. Y máxime después de que intuyamos que los rusos meten las narices en todas partes, y que cualquier proceso electoral en occidente esté tocado por la larga mano del señor Putin.
Parece que todo es optimismo en la formación naranja, que podría acercarse a la tercera parte de los votos, un largo 30 por ciento, según Metroscopia. Las malas lenguas dicen que es un sondeo, como otros anteriores, del más puro márketing político, es decir: un negocio muy rentable. Una especie de favor por favor, ganándose así a un partido por el que apuesta para gobernar en 2020, quién sabe si quizá un poco antes. Claro que una cosa es predicar y otra distinta es dar trigo, gobernar España en estos años convulsos va a ser algo dificultoso cuando hasta en Baleares se están planteando pedir la independencia, ya están echando a los médicos que no hablen catalán. Pues segregar a los que no hablen catalán o euskera es uno de los objetivos primordiales de los dirigentes de Cataluña y Euskadi en estos momentos tan participativos e integradores. Pero asumir a Ciudadanos en el gobierno de la nación ahora es hacer la cuadratura del círculo, Rivera en la Moncloa con su actual discurso es un conflicto difícil de superar. Pues algún día tendrá que venir un político de altura capaz de negociar con los separatistas antes de que estos se lancen al monte y traigan nuevas guerras que nos recuerden las guerras carlistas. España y los españoles deben entenderse y hablar entre distintos, pero los programas que conocemos no nos aclaran muchas cosas.
Lo que sí es evidente es que, bien sea en las locales o en las generales, ninguna fuerza política se atreverá a nombrar al bicho de la cultura. La cultura siempre molesta, la cultura está penada cara a la pared. Pues como por desgracia los que integran las fuerzas políticas tampoco tienen mucho interés en que la gente lea libros, vaya a los conciertos, acuda al teatro, se motive con una ópera, etcétera, pues todo queda como está. Para eso han ido eliminando las humanidades de los planes de estudio, para eso han suprimido la asignatura de Filosofía. ¿A quién se le ocurre perder el tiempo pensando si hay tantos guasaps por leer y tantos videojuegos instructivos? Ejercitar la mente es muy peligroso, vaya que si lo es. Una cabeza despierta puede ser una cosa muy nociva. Que se lo digan a Adolf Hitler, que llegó al poder a través de las urnas aprovechando los muchos resquicios que permite la democracia representativa, utilizando las técnicas de manipulación masiva, la publicidad con todas sus estrategias, el sentimiento mesiánico con el que los líderes saben presentarse en momentos de crisis, un sentimiento que en tiempo de vacas flacas a todos nos subyuga, etcétera.
A mí particularmente me gustaría que pronto llegase al gobierno de la nación alguien con altura ética, moral y cultural, que fuese capaz de orientar el futuro sin amenazas, sin xenofobia ni racismo hacia el resto. Alguien capaz de integrar y reconducir las tensiones, alguien que actúe con clara visión de futuro, alguien que sepa mirar lo que sucede alrededor.

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