viernes, 10 de febrero de 2017

4 grandes poemas de Pedro Flores


EL OMBLIGO DEL MUNDO

Mientras desde el minarete
derrame el almuédano su letanía
sobre las almas de los creyentes
y en las vastas estepas de Mongolia
jinetes invulnerables al tiempo
domen caballos nacidos para el aire.

Mientras por las calles de Ginebra
la lluvia haga correr
a los pocos paseantes
y los francotiradores y los leopardos,
cada uno en su jungla,
ausculten pisadas en la hojarasca.

Mientras el Índico prenda con sal
los ojos de los recolectores de perlas
y los hombres azules
rastreen el olor del agua
envueltos en el simún.

Mientras el crepúsculo sobre el Bósforo
apague las cúpulas de Estambul
y en la selva de Paria
una endémica bruma
haga perder el norte a los siglos.

Mientras todo esto ocurra,
uno tiene que ser
un prestidigitador fantástico,
o un mentiroso muy hábil,
para poder seguir creyéndose
el ombligo del mundo.

DESTINO

Papá se casó con un traje prestado.
La noche que me concibió,
ebrio y torpe,
solo su desnudez era suya.
Entre chirrido y chirrido
de la cama de hierro susurró a mi madre:
ahí va un poeta.

SEGUNDA MANO, SEGUNDOS OJOS

Por qué todos los pantalones que usé
tenían parches y remiendos.
Por qué las fechas de las grandes batallas en mis libros
habían sido antes subrayadas por otros niños,
que llegaron antes que yo al campo de batalla,
que robaron todos los botones dorados
de las guerreras de los húsares muertos.

EL AGUJERO

Mamá lleva treinta y siete años
pagando un agujero para mí.
Con todo lo que lleva pagado
por ese agujero de dos metros
por setenta
podría yo haber visto Alejandría
con estos ojos que mamá
prometió un día a los gusanos,
hubiera podido yo
afrontar tan larga oscuridad
con el sol de Alejandría
en mis retinas muertas.
Su mayor preocupación, la de mamá,
para cuando ella faltara,
era que no olvidase en qué cajón
estaban los papeles
que nos confirmaban, a ella y a mí,
como dueños transitorios de dos agujeros
en un panal de insectos muertos.
Me aconsejaba mi madre que en su ausencia
no dejara de pagar mi agujero
y que solicitara otro para el hijo que no he tenido,
al que dejaré, como única certeza,
un agujero que no existe.

PEDRO FLORES (Gran Canaria, 1968) es un poeta esencial en las nuevas generaciones de la poesía insular. En el prólogo de su antología poética Salir rana dice Vicente Gallego que "sobre todo, la virtud principal de este humor es que brota de una raíz más honda, de una asunción consciente, y por tanto sinceramente compasiva, la de las tribulaciones a las que se ve sometida la condición humana". Ya nos habíamos ocupado de él el 8 de julio de 2013, "5 grandes poemas de Pedro Flores.

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