Hay un territorio mágico por excelencia: el de la infancia, el de la fantasía primigenia, el del misterio de la vida. Este es el mundo que describió con maestría Ana María Matute, ("Olvidado Rey Gudú", "Primera memoria", "Los Abel", "Pequeño teatro", "Los hijos muertos", etc.) probablemente la mejor escritora española de los tiempos recientes, junto con Antonio Muñoz Molina y algunas obras de Javier Marías.
He aquí unos breves fragmentos de este libro hermoso: "Nací cuando mis padres ya no se querían (...) Uno de mis recuerdos más lejanos se remonta a la noche en que vi correr al Unicornio que vivía enmarcado en la reproducción de un famoso tapiz. Con asombrosa nitidez, le vi echar a correr y desaparecer por un ángulo del marco, para reaparecer enseguida y retomar su lugar; hermoso, blanquísimo enigmático. Nunca supe por qué razón el Unicornio había intentado escapar del cuadro y durante mucho tiempo me intrigó, y aun me atemorizó después. Por aquellos días yo no debía de tener más de cinco años -quizá solo cuatro-, pero ese recuerdo tiene un lugar relevante entre los primeros de mi vida..."
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