martes, 15 de abril de 2014

Moby Dick, en las letras canarias

Nadie duda de que el rodaje de la película clásica Moby Dick del director John Huston con el actor Gregory Peck en las aguas de El Confital (diciembre-enero de 1954-55) ha sido uno de los acontecimientos más importantes para la cultura canaria en las últimas décadas. Sin duda debería hacerse un recordatorio, en forma de placa, en forma de escultura o de cualquier otro monumento, por parte del ayuntamiento capitalino, pues así lo merecen los espacios en que se filmaron los últimos minutos de la acción del film, así como los establecimientos hoteleros y los restaurantes que frecuentaban los equipos técnicos aquí desplazados. La propia playa de Las Canteras y la zona de El Confital serían el marco adecuado para perpetuar esa memoria. Con el rodaje de Moby Dick y el posterior de Tirma, en el propio verano de 1955, Gran Canaria se alzaba como privilegiado plató cinematográfico, y es a partir de entonces cuando las islas se convierten en un escenario relativamente frecuente para producciones cinematográficas internacionales.
La densa novela de Herman Melville (1851) forma parte del canon literario no solo de Estados Unidos sino de la cultura occidental. Se trata de una lectura obligatoria en institutos y universidades norteamericanas, y así se estudia la personalidad de su autor, el olvido que padeció y su posterior recuperación, la densidad simbólica del libro, su capacidad de metáfora, el papel de la industria ballenera en el contexto de la lucha del ecologismo por la salvaguarda de las especies. Realismo y simbolismo, tragedia, drama y épica, las luces y las sombras de la condición humana. El capitán Ahab con su obsesión por vengarse de Moby Dick, la civilización y la barbarie, la lucha entre el bien y el mal, el trágico final de los personajes que intervienen en la acción, con Ismael como único superviviente. Como novela, Moby Dick es una pieza de grandes dimensiones, de ahí que el mito persista y sea tan interesante para el cine.
Ahora que se propone una ruta turística para rescatar la memoria del rodaje, justo es también recordar que aquí existe una obra referencial, ignorarlo supondría practicar el ninguneo y el sectarismo tan característicos en la cultura canaria. Se trata de una una crónica que también es ficción literaria, precisamente la novela Moby Dick en Las Canteras Beach, de Rosario Valcárcel, en Anroart Ediciones, con fotografías inéditas proporcionadas por el coleccionista Andrés Padrón. El libro es una rememoración de aquellos años y fue presentado en olor de multitudes en el Gabinete Literario, hace dos años, junio de 2012. La novela de Herman Melville se convierte en una voz en off, casi omnipresente en el relato de Valcárcel, pues va fundiéndose con él. Al acto literario del Gabinete asistieron protagonistas de aquella aventura cinematográfica de hace sesenta años, citados en el proyecto Salvar la Memoria, Moby Dick y Tirma, mediante el cual se hicieron entrevistas a personas relacionadas con el acontecimiento, por lo cual ha tenido proyección ciudadana y sigue dando pie a nuevas actuaciones. Pese a que recientemente se ha rodado en La Gomera y Lanzarote otra producción basada en la misma historia, aquel rodaje sigue estando en primer plano. Valcárcel, pionera de la narrativa erótica en las islas, describe en su texto ya citado el valor de la amistad, la iniciación en la vida de la joven protagonista que aparece como testigo de aquellos acontecimientos, cómo fue el rodaje con muchos extras, así como anécdotas sobre la presencia de Gregory Peck en la isla, y los personajes que intervinieron. Como primicia, podemos añadir que esta novela está siendo actualmente traducida al francés.
Una vez comprobada por los técnicos extranjeros su buen oficio, la gran ballena blanca fue fabricada por operarios locales en los astilleros que existían en la actual calle Albareda, tan solo la cola del cetáceo se trajo de Inglaterra. La autora avanza en su libro con su estilo diáfano, su lenguaje claro, dúctil y espontáneo, sobre el cual afirma el riguroso crítico Jorge Rodríguez Padrón: “esa forma de contar, tan directa, tan sin rodeos, creo que tiene espontaneidad, y por eso mismo verdad. Pero sucede que, a menudo que leemos, nos llevas hasta el otro lado de la cosa, la novela de Herman Melville, cuyos fragmentos dialogan con las situaciones que cuentas en un intercambio muy interesante. Tú has sabido darle vida y verdad al imaginario de la isla.”
El coordinador del proyecto Salvar la Memoria. 50 años. Tirma-Moby Dick señaló en el acto del Gabinete que Valcárcel “es una ciudadana ejemplar que, con arte firme pero cariñoso, se encarama sobre la multitud para describirnos un lugar que, como los grandes, absorbe como una esponja las señales que le llegan de fuera. Un espacio vital, sin complejos, muy generoso, que ha perdido mucho tiempo -más del que pudiéramos considerar normal- para zafarse de las cuerdas que le impiden desarrollarse en toda su plenitud.” En síntesis, se aprecia que cuando escribe, tanto en sus relatos eróticos como en su literatura juvenil, esta mujer tiene un estilo cálido, fresco, cercano, aparentemente sencillo pero contagiado de sutileza y elegancia. El mar le resulta cálido y cercano, como ya sucedió en su primer libro de evocación, La Peña de la Vieja y otros relatos, Anroart, 2006, sobre su infancia en Las Canteras.

1 comentario:

  1. Gracias Luis por este análisis sobre mi novela. Un beso grande, grande.

    blog-rosariovalcarcel.blogspot.com

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