El suspenso del informe PISA a los niños españoles de 15 años en
habilidades prácticas sitúa otra vez en las portadas de la prensa la necesidad
de una reforma profunda y consensuada del sector. No vale esconder la cabeza
bajo el ala, tampoco sirve que Canarias se autoexcluya de estos informes del
exterior, pues eso no va a significar que la mala realidad educativa de las
islas se borre de golpe y plumazo con todas sus graves carencias, entre ellas
el elevado índice del fracaso escolar, el absentismo, la falta de formación de
algunos profesores, el escaso reciclaje de los mismos, etcétera. Se anuncia que
en 2015 aquí se hará otro estudio PISA (Programa para la Evaluación
Internacional de Alumnos) específico para el sistema educativo del
archipiélago, tras rechazar los datos del último informe sobre la incapacidad
del alumnado para resolver problemas cotidianos, a lo que hay que unir la
pésima comprensión lectora, el bajo nivel en matemáticas, el escaso y
anquilosado aprendizaje de idiomas y un largo etcétera.
No hay manera de que el Estado español apruebe la asignatura de Educación
ni con UCD ni con el PSOE ni con el PP ni mucho menos con los nacionalismos
sectarios, en los cuales los textos que se imparten en los institutos son
utilizados para tergiversar la historia y sembrar el odio entre unos y otros. Se
trata de una cuestión básica, el futuro del país. Y, mientras los políticos se
siguen acusando mutuamente, PISA sigue suspendiendo a nuestros alumnos, pero en
realidad suspende el país entero ya que esos tests que se hacen sobre nuestra
educación en realidad son una radiografía sobre nuestra sociedad. Y España está
en la cola, muy por debajo de la media de la OCDE. Ahora que el ministro Wert
“se inventa” la LOMCE. la mayoría de los sectores políticos, sociales y
docentes han salido rápidamente a oponerse. Inadmisible que en una cuestión tan
básica no haya habido un diálogo con todos los sectores afectados, una mayoría
absoluta no es excusa para imponer la voluntad. Pero ¿qué falla: el sistema,
los docentes, los padres, toda la sociedad?
Finlandia encabeza la lista de los países con mejores notas. Allí las
cosas son muy diferentes: la formación de los docentes es distinta, también el
número de alumnos por clase. Y el comienzo de la vida escolar nunca se pone
antes de los 6 años. Los expertos creen que aquí los alumnos, los profesores,
las familias y la sociedad, son víctimas de un sistema educativo pasado de
moda, variable, ideologizado según quién gobierne, con alto fracaso escolar y
paro juvenil altísimo, con analfabetismo funcional evidente y con incapacidad
para entusiasmar a los estudiantes en el aprendizaje. Llama la atención el
pésimo manejo escrito del español, los errores ortográficos tan abultados.
Habría que dar libertad para crear pedagogías alternativas, reforzar a los
profesores, apostar por la creatividad y el aprendizaje vivencial, eliminar la
enseñanza memorística y los exámenes, reducir el número de alumnos por clase,
reducir la burocracia interna, limitar los deberes y los exámenes que no
valoran la curiosidad sino lo memorístico. También hay que dar impulso a la
personalización de la enseñanza. Pues ahora estamos formando alumnos con
escasas habilidades, sin capacidad de pensamiento crítico. Una enseñanza que no
funciona, una enseñanza aburrida con la que no se identifica el alumnado, un
profesorado mal reciclado y “quemado” por las sucesivas reformas y contrarreformas
de la enseñanza, pues lo único que consiguen es añadir confusión.
Entendemos que las dos universidades canarias no están dando la talla, la
oferta formativa en Formación Profesional es escasa, con los recortes han
aumentado las cifras de alumnos por clase, el reciclaje del profesorado es
insuficiente y, en general, tanto la primaria como la secundaria necesitarían
un revulsivo. Sin olvidar que la enseñanza pública no puede desmantelarse en
favor del negocio privado, igual que la sanidad o la seguridad en la calle, y
tantas otras conquistas cuya conquista fue lenta y laboriosa.
Tienes toda la razón, al final los perdedores somos todos, o sea la sociedad. Voy a poner un ejemplo: Desde hace 14 o 15 años, me llaman para integrar el jurado de un concurso municipal con los niños y jóvenes por el Día del Libro. Al principio el nivel era muy bueno, y participaban los jóvenes del instituto. Fue decayendo la cantidad y calidad de los trabajos; los maestros y profesores no se molestan en lo más mínimo, ni revisan la ortografía, no les interesa que los chicos aprendan. Ya de todo el Instituto, en los dos últimos años se ha presentado un solo trabajo. Los cuentos hechos por los niños de la ESO parecen de primaria y los cuentos de los alumnos de primaria son todos iguales. Y yo me pregunto, ¿para qué seguir con este concurso anual, que solo representa un acto político del ayuntamiento?
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