Ahora esa muchacha de intenso
pelo negro
que como quien dice hasta no más
ayer se columpiaba, hablaba de la música y buscaba amigos por la frente,
por los rincones de las discotecas, por los labios,
por la sangre buscaba amigos la muchacha,
por los secretos de los ojos y otros lugares raros
buscaba la muchacha indefinida amigos,
es sílice que fluye del centro de la tierra,
es una chimenea por donde se desbordan
sin miedo y sin prejuicios el hierro y el magnesio,
es magma que acelera e irrumpe por el cráter.
Ah, cuando una muchacha irrumpe, cuando irrumpe
de veras, como avanzan los siglos y se ponen
azules los caballos y se alegran los niños sin refugio,
y el espacio se amplía por metros y kilómetros de fuego,
una muchacha quema el aire putrefacto con su fuego de añil
desde lo hondo, desde lo más oscuro, desde el centro
cordial donde se juntan la base de los sueños con la altura,
donde se dan la mano ríos de lava interminable,
y el cráter se les queda pequeñito y abunda por los lados,
y no hay manera humana, ni muerte, ni cadenas
para aplacar la fuerza primitiva que irradia sin ambages
a terrenos de luz desconocidos, a edificios de acero
indestructible, como ese pelo azabache que se enciende
de pronto y algunos corren despavoridos hacia el valle
mientras las fumarolas hallan cauce en los ojos de la muchacha
feliz que desespera, y quién no desespera en una noche así,
y los puntos calientes encuentran proyección en los brazos
extendidos de la muchacha, en sus dedos de amianto,
en su espalda de oro que porta un desafío sin banderas,
en los rocosos muslos de la muchacha donde los piroclastos
ensayan para luego un parto horizontal sin condiciones,
una nueva estrategia de enfrentarnos al hecho de estar vivos,
otra manera de entregar los frutos que nacen imparables
del fondo más profundo de la joven del fuego
que es ya montaña, arriba, inexpugnable,
rematada por ese pelo negro cubierto de basaltos y cenizas
Ahora esa muchacha es una revolución en marcha,
el comienzo de un hito que nadie sabe ni cómo acabará,
ni qué parte del mar se va a quedar ardiendo para siempre
SAHARA
Ah, mujer, en los ojos se te
nacen estrellas,
se te expanden las dunas esperanzas arriba,se le pone a tus sueños un turbante en los ojos.
Tú amamantas futuro, lo que tiene de humano,
lo que tiene de justo, lo que tiene de tierno,y en los pechos te crecen endemismos y nubes.
Representas la vida que vendrá cualquier tarde
de la mano a llevarte un siroco de floresy la llave secreta de una tierra ya libre.
Tú te creces profunda, silenciosa, de trigo,
cicatrizas heridas de una historia inventaday enarbolas banderas de distintos sabores.
Como el té cuando muestra sus matices al mundo
y ese mar que requiere de una amante
encendida,y ese afán que en los hombros contenido se incuba.
CUANDO LLEGAS, AZUL COMO UNA TARDE
Cuando llegas, azul como una
tarde
a punto de ceder tras las
montañassus penas, sus azares y sus mañas
al fuego que a la noche hace cobarde
Cuando llegas y el mundo se
ilumina
se viste de domingo el mar saladoy las olas se ponen de tu lado
en un lento proceso que culmina
Cuando eres luz, sonrisa, expectativa,
la sangre necesaria de las venas,el canto que socava la tristeza
y luego de repente te azucenas
en tu casi intangible fortalezacon mis ansias de amarte a la deriva
MEDEA
No sé lo que
vio en mí cuando, atrevida,
jugándoselo todo a carta fija,arriesgando prestigio, posición, riquezas, trono,
decidió que yo era aquel espejo que había estado buscando estérilmente.
Extraña su osadía al rescatarme de las garras fatídicas del monstruo
y seguirme la pista sin desmayo para que ni sirenas ni traiciones
pudieran evitar que yo alcanzara el sagrado destino.
Mira que tuvo que sufrir la pobre viendo con qué torpeza
manejaba los remos y entregaba mi rumbo sin recato.
Puedo certificar que algunas veces las más sabias mujeres se equivocan
y adoran a un amante inadaptado y mal dotado para celebrarlas.
Algunas veces, digo, les puede la pasión y, ya sin ojos,
se lanzan protectoras a unos brazos inútiles y blandos.
Persisten en su afán sin darse cuenta de que sólo unos pocos elegidos
estarán a la altura que demandan sus sublimes espíritus.
Yo sigo aquí agarrado a lo que queda de aquel barco magnífico.
Más me hubiera valido ser un rey.
ASUNTOS DOMÉSTICOS
Esta mañana, cuando hacía
nuestra cama,
me he
tropezado con las braguitas aquellasque te compraste la Navidad pasada,
y, claro, ya no pude seguir con la faena.
PERDER LA CABEZA
No sé por qué
han llegado por sorpresa a mis ojos
los confusos recuerdos que guardo
de cuando perdí la cabeza.No por una mujer, ni bajo la inclemencia de la guillotina
en pleno fervor revolucionario, con las masas exultantes
entonando canciones y bebiendo junto al fuego en invierno.
No, sino que más bien la perdí literalmente; la dejé olvidada
en un verso de un poema que no sabía resolver
y seguí mi camino, ya descabezado, hacia el olvido.
Mucho después, cuando la pude recobrar,
supe que iba de una lugar a otro y que la gente se asustaba,
y los niños salían despavoridos llamando a sus padres.
Me llevaron primero a un hospital psiquiátrico
y estuve sometido a un tratamiento severo
de retorno por inducción que no dio resultado.
Después, según parece, me mandaron a la cárcel
por indocumentado y provocador pasivo.
Pero tuvieron que ponerme en libertad,
porque parecía que, condenado a muerte,
en el momento de la ejecución
les había salido una chapuza.
Con el tiempo, observando, me dicen,
que en realidad yo era pacífico,
estuvieron a punto de donarme a un laboratorio
de expertos en rehacer cabezas.
Hasta que una mañana, reluciente
y risueña,según cuenta mi abuela, que estaba siempre al loro,
se escuchó a mi cabeza pronunciando con énfasis:
¡De un eterno dormir a silente vigía!
Era el verso causante de todo aquel enredo.
Debajo estaba yo, según dice mi abuela,
completo y sin secuelas aparentes.
LA REBELIÓN DE
LAS MARIPOSAS
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De las enredaderas de mis sueños
brotó para enfrentarse a lo sombrío un edecán de mariposas muertas. Me sorprendió que aquellos lepidópteros tan adictos al polen y tan frágiles hubieran decidido organizarse para salir al mundo sin las alas. Lo de volar estando ya difuntas no me causó extrañezas excesivas, pues recordaba ojos sepultados posándose en los cables y tendidos eléctricos que tiene el horizonte. Lo raro y fascinante era el carácter belicoso y cordial de aquellos cuerpos que habían vuelto a la vida destinados a una batalla de final dudoso. El edecán llevaba atada al pecho una enorme pancarta que rezaba: dispuestos a luchar por lo que importa. Los números impares de la noche se tumbaron desnudos y espartanos en las trincheras de las hojas secas. El cazador, desconcertado, atónito, guardó su arma de caza entre las nubes cuando un tropel de antenas encendidas iluminó su cuerpo desafecto. |
El amor y el alma se entrelazan en la poesía de José Miguel Junco con una gran sensibilidad.
ResponderEliminarblog-rosariovalcarcel.blogspot.com
Pepe es poesía, le sale por los poros, por el humo del tabaco, por el facebook. Dichoso el que se deja inundar por este tsunami.
ResponderEliminarMi agradecimiento a ti Luis y a los amigos Rosario y Antonio.
ResponderEliminarPepe Junco, un siempre inspirado poeta y un excelente amigo. Gracias a Luis, por la difusión de la vida y la obra de un destacado artista canario.
ResponderEliminarEfectivamente, Pepe Junco viene a corroborar el buen estado de salud de la poesía que se hace en Canarias
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola,
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